1 ¡3 1 í J f \ i Univ.of ToRONTO LlBRARY BOLETÍN RB^^x, jlcjl1d:bi^tjl db x,^ historiíl w boletín DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA TOIMO LXIV MADRID ESTABLECIMIEMTO TIPOGRÁFICO DE FORTANET IMPRESOR DE LA REAL, ACADEMIA DE LA HISTORIA Calle de la Libertad, núm. 29.— Teléf." OO' I 914 «En las obras que la Academia adopte y publique, cada autor será res- ponsable de sus asertos y opiniones; el Cuerpo lo será solamente de que las obras sean acreedoras á la luz pública.? U P Estatuto XXV. A 35 y TOMO Lxiv. Enero, 1914. CUADERNO I. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA INFORMES JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MIUTARES EN LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA (Conclusión.) De los exámenes privados. I.° Entrado el mes de Agosto de cada año cesarán los ejer- cicios semanales, y los pasos diarios tendrán por objeto principal el repaso de los estudios hechos en todo el año, y la preparación de los colegiales para el examen general que deberá sufrir en fin de él. 2.° Hacia la mitad del mes de Septiembre, término del año escolástico, la Junta censoria fijará los días en que deberá hacer- se este examen general y privado de todos los individuos del Co- legio, así humanistas como canonistas y teólogos, 3.° Los Regentes y Catedráticos deben haber empleado todo su celo, y los Colegiales toda su aplicación, para preparar de an- temano esta prueba, en que están librados la gloria de los prime- ros y el crédito de los segundos. 4.° A cada Facultad se señalará un día, y en la mañana del examen empezará éste por el colegial más antiguo de la facul- tad, y se continuará, por el mismo orden, hasta el último, em- 6 boletín de la real academia de la historia picando en esto, cuando no bastare la mañana, la tarde y aun la noche del mismo día. 5.° Ni tampoco será necesario cerrar todo el examen dentro del día, pues si tal vez no pudiera hacerse cómodamente en él, se podrá continuar y acabar en el siguiente. 6° Ningún colegial que no estuviere graduado de licenciado se eximirá de este examen con ningún pretexto, pues la prueba debe ser general por todo el tiempo que preceda á la licen- ciatura. /° Si algún bachiller en facultad mayor hubiera sido nom- brado en comisión ú obterfido licencia para ausentarse durante alguna temporada del verano, conforme lo dispuesto en el párra- fo 6.°, capítulo ni del título i, si la comisionó licencia compren- dieren el plazo de los exámenes, no podrán salir del Colegio al tiempo que deban sufrirle. 8.° Pero si por alguna casualidad, habiendo salido sin examen, se hallare fuera del Colegio al tiempo que debió sufrirle, le sufri- rá irremisiblemente á su vuelta. 9.° Finalmente, si algún Colegial se hallare enfermo en el día de los exámenes y la enfermedad no fuere afectada, su examen se verificará luego que haya convalecido de ella, pues por ningu- na manera queremos que se omita esta prueba de la suficiencia de los colegiales, que tenemos por muy importante. 10. Estos exámenes se harán en la rectoral, á puerta cerrada y á presencia de toda la comunidad, sentados al frente los voca- les de la Junta literaria, como jueces; al lado derecho los indivi- duos de las facultades á que no pertenezca el examen, como es- pectadores; al izquierdo los que deben sufrir el examen en el mis- mo día, como aspirantes, y en medio de todos el examinando. 11. El examen consistirá principalmente en preguntas sobre todas las materias que deben haber estudiado cada uno de los examinandos en todo el tiempo de sus estudios; pero en especial en el curso precedente. 12. En la parte relativa á humanidades, además de las pre- guntas, se harán otras pruebas, como de traducir, extractar, ana- lizar y componer. JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 7 13. En filosofía y facultades mayores, en lugar de las pre- guntas se harán observaciones y se pondrán reparos, para descu- brir el fondo de doctrina que hubiese adquirido el examinando, sus progresos en los estudios que hubiesen hecho y la aplicación de su talento y luces á las materias de su pertenencia. 14. Si en ellas se quisiere, por alguno de los que hayan de preguntar, argüir en forma silogística, lo podrá hacer con permi- so del Rector, que no lo dispensará muy largamente. 15- Empezará á preguntar el Rector si quiere, y si no el Re- gente ó Catedrático de la Facultad á que perteneciere el examen, el cual tanteará al examinando por todas las materias que debe haber estudiado. 16. Cuando hubiere acabado el Regente ó Catedrático, segui- rán preguntando los de ajena Facultad, variando siempre el obje- to de sus preguntas, para tantear mejor el fondo del examinando. 17. Seguirán por orden de antigüedad los Colegiales de ajena Facultad, preguntando, aprobando y observando en la misma forma. 18. Últimamente, preguntarán los que deben ser examinan- dos en aquel mismo día; pero no los que lo hubieren sido, por evitar desquites. 19. Convendrá que en las pruebas y preguntas se guarde por todos un cierto orden, empezando en humanidades por lo que corresponde á las dotes del estilo en general en los géneros retórico y poético, siguiendo por las del estilo particular en las especies comprendidas en ellos, pasando luego á la parte del ar- tificio y concluyendo con los ejercicios de pronunciación, acción, gesto, análisis, extracto y composición. 20. En la parte relativa á filosofía y facultades mayores, em- pezarán las preguntas por los estudios principales, seguirán por los auxiliares y acabarán por los elementales de cada facultad. 21. En estas pruebas se tendrá gran consideración á la edad, índole y complexión del examinando, procurando todos á una animar al tardo, encogido y vergonzoso, aplaudir al pronto y des- pejado y entrar en regla al presumido é indócil. 22. Como nuestro ánimo sea que esta prueba no se reduzca 8 boletín de la real academia de la historia jamás á formularia, sino que se haga siempre de buena fe y se- gún reglas de justicia, cuidará el Rector que de tal manera se dirijan las preguntas y tentativas, que la generalidad de ellas comprenda cuantos estudios debió haber hecho el examinando. 23. Por tanto, si así no sucediere, aun después de haber pre- guntado todos, el Rector no dará por fenecido el examen, sino que mandará al individuo ó individuos que eligiere continuar preguntando sobre ciertas y determinadas materias, hasta que, teniendo por bastante la prueba, mande acabar el ejercicio. 24. Cuidará mucho el Rector de que en estos exámenes no haya confabulación, ni padrinazgos, ni partidos, abriendo mucho los ojos sobre esta especie de enredos, que suelen corromper las más prudentes constituciones. 25. Pero cuidará mucho más de que tampoco haya pregun- tas capciosas, argumentos sofísticos ni tentativas insidiosas, yen- do á la mano á cualquiera que saliere de los límites que prescribe la buena fe y reprendiendo con severidad esta especie de rate- rías literarias. 26. En ambos puntos velará muy particularmente sobre los condiscípulos de cada examinando, más expuestos que otros á las afecciones de amistad y aversión, ó por el trato más familiar y continuo, ó por la identidad de deseos é intereses que tendrán en aquel instante. 27. Pero el celo del Rector distinguirá muy cuidadosamente la envidia de la noble emulación, reprimiendo el livor de aquélla como feo y detestable y tolerando en ésta aquella natural impa- ciencia con que el hombre aplicado desea cobrar en opinión y aplauso cuanto ha expendido en afán y vigilias. Del examen público y su preparación. I." Al mismo tiempo que la Junta censoria señalará días para los exámenes privados, fijará el del examen público y solemne, que deberá ser uno de los últimos de septiembre. 2.^ Los Regentes y Catedráticos habrán dispuesto antes una especie de prospecto en lengua castellana, en el cual se dará ra- JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES o zón de los jóvenes que se deben presentar á este examen, de la Facultad que sigue cada uno y de las materias que ha estudiado y en que podrá ser preguntado por los concurrentes. 3.° Este prospecto se examinará por la Junta, y aprobado que fuere, se imprimirá y repartirá á las personas que se cuidaren al examen. 4.° En él se prevendrá que los convidados podrán pregun- tar, y aun también que preguntarán ellos solos y no los indivi- duos del Colegio. S° Se convidará precisamente para este examen á los indi- viduos de los dos Colegios militares del Rey y de Alcántara, pasándoles oficio por el Maestro de ceremonias, con ejemplares del prospecto impreso. 6.° Se convidarán también y repartirán ejemplares á los se- ñores Intendente, Corregidor, Obispo, Deán, Rector y Cancela- rio de la Universidad y á otros individuos de los demás cuerpos civiles, eclesiásticos y literarios de esta ciudad, á voluntad del Rector, que distinguirá siempre á los Catedráticos y Facultati- vos, para mayor lucimiento del acto. 7.° Los colegiales libres de examen se esmerarán este día en acompañar y obsequiar á los concurrentes, recibiéndoles y pro- porcionándoles asiento, despidiéndoles y prestándoles todos los oficios de atención y obsequio debidos á las personas que hon- raren con su presencia el acto más solemne de la comunidad. 8.° Pero en esto se señalará más particularmente el Maestro de ceremonias, por la obligación de su ministerio, á cuyas fun- ciones pertenece la representación de la comunidad en esta es- pecie de obsequios. 9.° El examen se tendrá en la Rectoral, á puerta abierta, y con todo el aparato que permitieren las facultades del colegio, donde se mirará siempre este día como destinado á la gloria de los individuos sobresalientes, al estímulo de los aprovechados y á la confusión y vergüenza de los perezosos. 10. Al frente de la sala, y á una vara de distancia de la silla del fundador, se pondrá una mesa atravesada; en medio si^ sen- tará el Rector, á sus lados los dos Regentes, ó- uno y el Cátedra- 10 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA tico, y en la fila de bancos y sillas, que correrán á una y otra banda, los convidados, según el orden que más bien le pare- ciere. 11. La comunidad no estará formada, y sus individuos to- marán los asientos que les quedarán libre después de colocados los concurrentes. 12. No se negará entrada ni asiento á persona alguna decente que quisiere asistir; pero serán preferidas las convidadas, y jamás se dará lugar á la confusión que pudiere atraer la demasiada con- currencia. 13. Sobre la mesa rectoral habrá ejemplares de los autores clásicos que hubieren de servir para el examen, los cuales se ofre- cerán á los concurrentes que quieran preguntar. 14. Habrá asimismo un ejemplar de la Santa Biblia y otro de los cuerpos de derecho civil y canónico, por si los concurrentes quisieren citar en sus preguntas y reparos alguno de sus textos. 15. El Bibliotecario estará prevenido, por si se pidiere algu- na colección de Concilios ó Sanios Padres, ú otro libro que no exista en la mesa, para ofrecerle al punto y traerle á la sala. 16. Sufrirán este examen: I.° En Humanidades, los que hu- bieren cumplido el primer año de Colegio; 2.°, en Ética, Dere- cho natural y social, los que hubieren cumplido el segundo; 3.°, en Derecho civil y patrio, los que estuvieren para entrar en el quinto curso; 4.°, en Derecho canónico, los que hubieren ce- rrado el sexto; 5-°> y en Teología todos, según las materias que cada uno hubiere estudiado. 17. Los Colegiales graduados de Bachiller en facultad mayor, estarán dispensados de este examen, pero podrán presentarse á él si quieren acreditar públicamente su aprovechamiento. 18. En este caso, manifestarán su deseo á la Junta con anti- cipación, la cual, no hallando reparo, hará colocar sus nombres en el anuncio entre los que deben presentarse á examen. 19. Si algún colegial se hubiere aplicado á cualquier estudio extraordinario y no comprendido en el plan, y quisiera ser exa- minado en él, lo podrá conseguir por el mismo medio, 20. Si de los exámenes privados resultare alguno reprobado. JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES I I se le excluirá del examen público, por evitar su vergüenza y la confusión de los demás. De la forma del examen público. I.° Este examen se tendrá por mañana y tarde, y durará dos horas ó más, si no desagradare á los concurrentes. 2.° Las horas se fijarán por el Rector, quien cuidará de que sean las más cómodas para los asistentes y de que se anuncien en el prospecto. 3.° Al pie de la sala habrá otra mesa atravesada, mirando á la mesa rectoral, y en ella se sentará el Regente ó Catedrático á quien perteneciere el examen, y á los lados todos los discípulos examinandos, por su antigüedad 4.° El examen se hará por Facultades, por la mañana de Hu- manidades, Ética y Derecho civil, y por la tarde de Derecho ca- nónico y Teología. 5.° El acto empezará por una oración latina, que compondrá el Catedrático de Humanidades, alusiva al objeto del día, y leerá ó recitará el discípulo que él mismo eligiere. 6.° A esto seguirán las preguntas, empezando por el colegial más moderno, y siguiendo hasta el más antiguo de la Facultad. 7.° El Rector invitará primero á que pregunten las personas condecoradas del concurso, y si no gustaren de ello, ó cuando hubieren acabado, dirigirá particularmente la palabra á los suje- tos que sigan la Facultad en que se hiciere el examen. 8." En este convite distinguirá siempre á los individuos de nuestros Colegios militares, como á quienes toca mis de cerca el lucimiento de este acto, por la hermandad que reina entre todos. 9.° También dirigirá su palabra á otros convidados, pero de- clarando desde el principio que todos podrán preguntar cuandi) gustaren y por su orden. 10. Si algún concurrente no convidado pidiere permiso para preguntar, se le concederá cuando el orden y el tiempo no lo estorbaren, y entonces se le ofrecerá un ejemplar del prospecto, si ya no lo tuviere. 12 boletín de la real academia de la historia 1 1. Las preguntas se reducirán á los términos del prospecto, y el Rector cuidará de recordarlo con la debida atención, si al- guno se olvidare de ello, así como de que se guarde en las pre- guntas el orden señalado. 12. Pero los que preguntaren podrán, si quieren, dirigir alguna pregunta á determinado colegial, cuidando de que se vuelva á seguir el orden, y, sobre todo, de que el examen y pre- guntas se extiendan á todos, para que ninguno deje de manifestar su aprovechamiento. 13. Los colegiales á quienes se dirigieren las preguntas las absolverán con la mayor claridad y exactitud que pudieren, dan- do acerca de ellas toda la razón que cupiere en sus conoci- mientos. 14. El Regente no los interrumpirá, pero animará á los tími- dos y encogidos, y socorrerá la memoria de todos, recordándo- les muy ligeramente lo que entienda que saben, y sin encargarse nunca de responder por ellos. 15. Mas como los preguntantes podrán hacer algunas obser- vaciones y proponer algunas dudas cuya solución sea superior á la inteligencia de los jóvenes, el Regente ó Catedrático, después que el discípulo haya dicho lo que sabe, añadirá por sí muy bre- vemente lo que baste para satisfacer del todo la pregunta ó duda que se hubiere propuesto. 16. Todas estas respuestas serán en castellano, aunque las preguntas se hicieren en latín, y esto se prevendrá también en el prospecto. 17. Aunque los colegiales bachilleres no entrarán en este examen sino voluntarios, quisiéramos que alguno, ó todos juntos, se animasen á sustentar por este tiempo un acto público en al- guna de las importantes materias que hubieren estudiado en su Facultad, para que nunca faltare de su parte un medio de acre- ditar (^n público su aprovechamiento. 18. Kn este caso, el día, el convite, la materia, la forma y demás relativo á este acto, se arreglarán por la misma Junta cen- soria, pues por lo mismo que será un ejercicio extemporáneo y voluntario, dejamos enteramente á su arbitrio la disposición de él. JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 13 De la censura literaria de los Colegiales. .[.° No hemos propuesto estos exámenes para que se hac^a de ellos ostentación; fines mas altos y provechosos han movido nuestro ánimo á instituirlos y ordenarlos en la forma que va prescrita. 2.° El primero es ofrecer al talento y la aplicación reunidos aquel dulce premio de aplauso y reputación que se les debe de justicia; el segundo, estimular por medio de esta perspectiva aquellos ánimos capaces de llegar á ella, pero que fluctúan toda- vía entre los atractivos de la gloria y el descanso; el tercero, des- pertar á los que duermen entorpecidos en la pereza, con el fuerte llamamiento de la humillación, que es el castigo más análogo á su flojedad y abandono. 3.° Por esto mandamos que en los exámenes privados la Junta literaria forme una censura exacta y rigurosa del mérito de cada colegial, regulándole con toda exactitud y justicia. 4° Esta censura será expresiva del aprovechamiento que haya acreditado cada colegial en sus diversos estudios. 5.° En las Humanidades serán tres los objetos de la censura, á saber: versión^ artificio y composición; extendiéndose bajo el nombre de versión^ cuanto abraza la enseñanza de las dos prime- ras épocas; bajo el nombre de artificio^ lo que pertenece á la tercera, y en el de composición^ cuanto toca al arte de analizar, extractar y componer. ó.° En Facultades mayores, la censura será también expresiva de la instrucción del examinando en los estudios preliminares, subsidiarios y elementales. 7.° Los jueces, que durante el examen de los Colegiales habrán aplicado su atención á todos estos objetos, se congregarán en la noche del mismo día, y según lo que acordare la mayoría, oído y atendido siempre el informe del Catedrático ó Regente respec- tivo, se acordará la censura que corresponda á cada uno. 8.° Esta censura no se hará por puntos, sino por grados; pero la graduación será respectiva á cada uno de los objetos indicados á los números 4.°, 5.° y 6.° '4 boletín de i.a real academia de la historia 9.° Los grados serán solamente tres, á saber: excelencia^ api'o- vechamíento y atraso; y así, á cada Colegial y en cada estudio se le notará por sobi-esaliente^ aprovechado ó atrasado. En las Humanidades, por ejemplo, la graduación se hará así: NOMBRES ARTIFICIO VERSIÓN COMPOSICIÓN LATINA Y CASTBLLANA D. N Aprovechado. Sobresaliente. Sobresaliente. D. N ídem. Aprovechado. Atrasado. D. N Atrasado. ídem. ídem. D. N ídem. Atrasado. ídem. 10. La graduación en las Facultades mayores se hará con respecto á la Facultad y años de estudio de cada uno, y á los objetos indicados al núm. 6.°, por ejemplo: NOMBRBS FACULTADES ADOS. i PRELIMINARES 1 SUBSIDIARIOS ELEMENTALES D. N Ética. » Aprovechado. Aprovechado. Sobresaliente. D. N Leyes. i.o ídem. Atrasado. Aprovechado. D. N Cánones. l.° Atrasado. ídem. ídem. D. N Teología. 6.° Sobresaliente. ídem. ídem. 11. Para que el examen logre aprobación, es necesario que el colegial examinando saque la graduación de aprovechado en el principal y primer objeto de sus estudios. 12. Por consiguiente, el humanista á quien se graduase de atrasado en la versión latina, y el canonista ó teólogo en los ele- mentos de su Facultad y curso, se entenderán reprobados en el examen. 13. Las demás calidades se tendrán en consideración para la JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 15 graduación general, de que se hablará en el capítulo siguiente, pero no para la reprobación del examen. 14. Queremos que entiendan los vocales de la Junta censoria que para hacer estas graduaciones procedan con toda imparcia- lidad y sin aceptación de personas, puesto que libramos en ellas el primero de todos los estímulos que se pueden presentar á los jóvenes, y que por otra parte tendrán la mayor influencia en su colocación. 15. Al colegial que fuere reprobado en este examen, no se le permitirá pasar adelante en sus estudios, sino que continuará en los que acaba de hacer, mientras no obtuviere aprobación rn la forma que va dicha. 16. Aunque nuestro ánimo sea no sólo estimular la aplica- ción, sino también castigar la pereza, estamos muy lejos de que- rer que se agrave la aflicción de aquéllos que tuvieren la desgra- cia de ser reprobados, pues la humillación que de esto les resulte será un castigo harto grave. 17. Por tanto, el Regente ó Catedrático, á quien más particu- larmente toca el consuelo de sus discípulos, al mismo tiempo que representa al reprobado las malas consecuencias de la inaplica- ción, ensanchará su ánimo, haciéndole conocer que la pérdida no es tan irreparable, que no se pueda remediar con el estudio y el trabajo sucesivos. 18. También prevenimos á los jueces tengan en estas obser- vaciones el miramiento y templanza que piden la edad, el talen- to y la complexión de cada individuo; siendo indulgentes con aquellos espíritus tardos y apocados en quienes son estériles los esfuerzos de la apHcación, y no manchando con esta nota sino á aquellos que por inaplicación y abandono la hubieren merecido. De la censura moral de los Colegiales. I .° Aunque los estudios sean uno de los principales objetos de este Insttiuto, nó podemos prescindir de que siendo también un seminario de virtud al cual vienen los conventuales á recibir la educación conveniente al estado y regla que han profesado, y á 1 6 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA los ministerios para que los destinan su madre la Orden, deben ser igualmente recomendables á nuestros ojos por los ejemplos de virtud y conducta religiosa que dieren, que por sus adelanta- mientos en la literatura. 2.° Por lo mismo, habiendo extendido nuestro Reglamento á la conducta institucional, así como á la literaria de los colegiales, queremos que entiendan todos que nuestro ánimo fué reunir en cada uno las dotes correspondientes á estos dos principalísimos objetos de la institución del Colegio. 3.° Así, que se deberá persuadir á todo colegial que no será tenida en mucho cualquiera excelencia que alcanzare en las letras, si el arreglo de su conducta no acreditare que está acompañada del santo temor de Dios; ni la conducta moderada y sin nota bas- tará para recomendarle cuando estuviere desnuda de aquella ins- titución y conocimientos que son indispensables para desempe- ñar los ministerios en que serán colocados algún día. 4° En suma, destinados á enseñar y educar á los pueblos, deseamos que puedan serles tan provechosos con su ejemplo como con su doctrina, y que en un día han de ilustrar y santifi- car á otros, empiecen temprano á ilustrarse y santificarse á sí mismos. 5.° Movidos de este justo deseo, hemos mandado por auto de la presente visita que se lleve perpetuamente en este colegio un libro de matrícula, donde consten las calidades personales de cada uno de sus individuos, tanto por lo respectivo á su conducta mo- ral, como á la literaria. 6° Para que esto se cumpla con toda exactitud y justicia, mandamos que además de la graduación de los examenes, de que trata el párrafo precedente, y que será reducida al mérito litera- rio de los colegiales, se haga otra respectiva al que tenga cada uno por las demás calidades de que esté adornado. /." Esta graduación tendrá tres objetos, á saber: talento, apli- cación y conducta, pues todas tres dotes pueden contribuir no sólo á calificar la integridad del mérito literario de cada indivi- duo, sino también á fijar el juicio de sus calidades y prendas morales. JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ORDENES MILITARES 17 8.° Serán igualmente tres los grados ó escalas de esta gra- duación, á saber: en talento, sohi-esaliente, bueno, corto; en aplica- ción, grande, mediana, escasa; en conducta, ejemplar, regti- lar, mala. 9.° Esta graduación se hará por el Rector, y éste deberá oir antes el dictamen del maestro de cada colegial y aun del Maes- tro de ceremonias del Colegio. 10. Rogamos muy encarecidamente, así al Rector como á los que hubieren de aconsejarle en la calificación del talento y de la aplicación de los colegiales, guarden la más estrecha imparcia- lidad y rigurosa justicia, puesto que del exacto conocimiento de ambas dotes ha de resultar el juicio del mérito actual de cada uno, y aun las esperanzas que pueda anunciar para lo su- cesivo, 11. Pero les rogamos con mayor encarecimiento todavía que en lo de graduar la conducta de los colegiales tengan considera- ción á la flaqueza é inexperiencia de sus años, y que reflexionen que tal vez en la lozanía de la vida es sólo un defecto, una im- perfección, lo que en la edad adulta es un vicio, y que pedir á un joven la madurez y circunspección de la vejez, es lo mismo que desconocer la naturaleza ó no contar con ella para dirigirla bien y al orden. 12. Hechas estas graduaciones, se extenderán por el Rector en un libro que llevará á este fin, en la forma que se dirá después. 13. Le encargamos en este punto la mayor reserva, no sólo por ser conforme á la caridad, atendida la materia de estas gra- duaciones, sino para evitar las quejas, resentimientos y discor- dias que ocurren ordinariamente en semejantes juicios. 14. El Rector se arreglará á ellas para formar la matrícula ó extracto de las circunstancias de cada individuo del Colegio. 15. A este fin llevará un libro ó cuaderno de matrículas, y en él sentará al fin de cada año el resultado general de su gra- duación moral y literaria de cada colegial. 16. Para que esta materia sea más llena y abrace la noticia de todas las circunstancias personales de los individuos del co- TOMO LXIV. i8 boletín de la real academia de la historia legio, se notará también en ella la patria, edad, antigüedad de hábito y colegio, grados y oficios de cada colegial. 17. Y á fin de que esto se haga siempre bajo un método uni- forme y constante, la forma de cada matrícula se arreglará al modelo que se dará al efecto. 18. Este libro estará siempre secreto y reservado en poder del Rector, sin que de él se pueda en ningún tiempo pedir ni dar testimonio favorable ni adverso con motivo alguno. 19. Cuando entre nuevo Rector, el que salga le entregará el libro de matrícula de cada colegial, y recogerá recibo de él para su resguardo, y el nuevo Rector continuará en él las matrículas sin alteración alguna. 20. Cuando vinieren á visitar el Colegio, se presentará el libro de matrículas en la visita secreta, para que los que la hagan se instruyan por él de las cualidades de todos los individuos, pero jamás se copiará en todo ni en parte en los autos de vista, sin expresa específica comisión de S. M. ó del Consejo. 21. Dos son los principales fines á que aspiramos por medio de este saludable establecimiento: primero, que el Rector en los informes que debe dar al Consejo en fin de cada año, tenga en su poder un testimonio de sus aserciones, pues arreglándose á lo que resulte de cada matrícula, sin necesidad de expresarla, nunca podrá ser tachado de predilección ni aversión en favor ni en contra de ningún individuo. 22. Segundo, que sabiendo todos que sus buenas ó malas cir- cunstancias se califican anualmente sin parcialidad ni contempla- ción, y que el resultado de estas calificaciones ha de fijar el con- cepto de su mérito moral y literario ante sus superiores, é influir en su reputación y en su fortuna, sientan á todas horas un estímulo que los aguije poderosamente hacia el bien, y un fuerte freno que los aleje del mal. 23. Mas como dentro de los grados del talento^ aplicación y conducta de los individuos puedan contenerse grandes diferencias, puesto que entre lo bueno y óptimo hay su medio, así como entre lo malo y lo pésimo, el Rector, á quien toca más particularmente velar sobre la conducta pública y privada de sus subditos, podrá JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 1 9 expresar en los informes anuales estas diferencias, y calificarlas con los hechos que supiere. De los premios y castigos. I.° Aunque deseamos que la santa y dulce tranquilidad que nace del ejercicio de la virtud, y el amargo desasosiego que pro- duce el abandono de los propios deberes sean el principio de conducta que prevalezca en el colegio, hemos querido fortificar este estímulo, propio de las almas virtuosas, por medio del aplau- so y el vituperio, que no podrán ser indiferentes, á la noble y honrada juventud que vendrá á poblarle. 2.° Mas como tampoco podamos prescindir de que tal vez vendrán á este colegio alguno ó algunos individuos que arras- trados al amor, al descanso, entorpecidos por la pereza ó apega- dos en demasía á su propia conveniencia, se hagan insensibles á los atractivos de la virtud y del honor, nos ha parecido necesa- rio moverlos por los del interés, presentándoles en el premio y el castigo una espuela y un freno más poderosos para encami- narlos al bien y retraerlos del mal. 3.° Con esta mira hemos dictado muchas de las providencias contenidas en el presente Reglamento, y señaladamente en este título, cuya repetición evitaremos aquí, ciñéndonos á expresar los principales premios y castigos que se aplicarán á la buena ó mala conducta de los colegiales. 4.° A ninguno se obligará á recibir el grado de Bachiller, y á cualquiera que quisiera tomarle, se le costeará íntegramente por el Colegio; pero el que no le hubiere obtenido, no será ad- mitido á oposición á los curatos de la Orden, en concurrencia de otros individuos que estuvieren graduados, según lo dispuesto en el plan aprobado por S. M. 5.° Tampoco se obligará á ninguno á recibir la Licenciatura por esta Universidad; pero á los Colegiales de número que as[)i- ren á ella, se les ayudará con las dos terceras partes de su costo total, que suplirán los fondos del Colegio, con arreglo á lo deter- minado en el mismo plan. 20 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA 6.° Además de esto, sólo los individuos de la Orden que hu- bieren alcanzado este grado tendrán derecho en lo sucesivo á las dignidades y beneficios de la Orden que se confieren por con- sulta, á las prelaturas del Convento y Colegio, y á las cátedras y regencias de una y otra comunidad, como está mandado en otro artículo del plan, 7.° El Colegial supernumerario que hubiere sido reprobado en el examen de Humanidades será inhábil para ascender á las colegiaturas de número, y no podrá ser admitido á la oposición de las vacantes que ocurrieren en su tiempo. 8.° Los colegiales que hubieren sido reprobados en alguno de los exámenes anuales antes de recibir el Bachillerato, no po- drán pasar á los estudios progresivos de su Facultad, sino que permanecerán por otro año en los mismos en que ñaeron repro- bados en el año anterior, y, por consiguiente, perderán un curso en la Universidad, atrasarán un año la recepción del grado, y tal vez perderán el derecho de ser admitidos á la licenciatura. 9.° Los que después del Bachillerato hubieren sido aprobados en todos los exámenes anuales, podrán aspirar á la licenciatura de la Universidad, sin necesidad de prueba alguna en el colegio; pero el que hubiere sido reprobado una vez sola, no podrá sin que preceda una rigurosa tentativa. 10. Esta tentativa, que se hará según la forma de los ejerci- cios semanales, ó la que determinare en tiempo el Rector, deci- dirá de su derecho al grado; pero si no fuere aprobado en ella, no se le permitirá recibirle ni se le ayudará con los fondos del colegio. 11. El que hubiere sido reprobado una vez sola en el examen anual, antes ó después del Bachillerato, no podrá obtener comi- sión de pruebas durante su residencia en el colegio, sino que se dará cuenta de su reprobación al Consejo y al señor Presidente que no se le distinga con esta confianza. 12. Aunque no privamos absolutamente al colegial que hu- biere sido reprobado una vez del derecho de obtener licencias y otras comisiones, en la forma que está arreglada al párrafo 6.", capítulo III del título i, esperamos de la justificación del Consejo JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 21 y del señor Presidente, á quienes se dará cuenta de su reproba- ción, que la tendrán en memoria para no dispensarle, sino con muy urgente motivo, semejantes gracias. 13. Finalmente, cualquier colegial que fuere reprobado dos años seguidos ó tres interpolados en los exámenes anuales del Colegio, será inmediatamente privado de su colegiatura y resti- tuido al Convento para asistir al coro y emplearse en los minis- terios de la casa. 14. Sobre todo, el Rector cuidará de que los informes anua- les, que debe enviar al Consejo, sean á un mismo tiempo premio de los buenos aplicados y castigo de los malos y perezosos, re- comendando con igual celo á la justificación del Consejo el mé- rito de los primeros y el atraso de los segundos. 15. No queremos comprender en esta disciplina aquellos de- litos que se oponen á las leyes del Estado y de la Iglesia, porque si algún individuo del Colegio incurriere en ellos (lo que no es- peramos), se procederá contra él conforme á lo dispuesto en las definiciones y leyes de la Orden. 16. Tampoco comprendemos aquí el castigo de las faltas y excesos contrarios al instituto y disciplina general de la Orden misma, pues éste será también regulado por sus leyes y defi- niciones. 17. Pero las culpas y delitos comunes y contrarios al insti- tuto peculiar del Colegio, se corregirán y castigarán con arreglo á lo que se declara en el presente artículo. 18. Las penas de que podrá valerse el Rector para el castigo de estos excesos, se reducirán á reprensión, humillaciones y pri- vaciones. 19. Y para que en la aplicación de ellas se observen siempre un método y máximas constantes, hacemos al Rector las preven- ciones siguientes: 20. Las reprensiones se aplicarán para la corrección de aque- llos excesos que suelen cometerse por inconsideración y ligereza, más que por malicia y depravación, y serán de tres especies: se- cretas, privadas y públicas. 21. Cuando la falta ó exceso, por su tamaño ó por su publi- 22 boletín de la REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA cidad, no fuere de la mayor gravedad, el Rector le reprenderá en secreto, llamando al culpado á su cuarto, sin nota, y amones- tándole y apercibiéndole como mereciere; á cuyo fin usará de la blandura ó del rigor, de la templanza ó severidad, según pidieren las circunstancias del caso y la persona, y con arreglo á los prin- cipios de caridad y justicia de que le suponemos penetrado. 22. Si la falta ó exceso fuere, por su tamaño ó por el escán- dalo doméstico que produjere, de alguna gravedad, en tal caso la reprensión y apercibimiento se hará privadamente por el Rector, ó en presencia de los Consiliarios y Maestro de ceremo- nias, si fuere contrario á la disciplina regular, ó ante la Junta censoria, si lo fuere á la literaria. 23. Pero en uno y otro caso, esta Junta se formará y tendrá en la sala rectoral, aunque sin noticia del resto de la comunidad, y en ella sólo hablará el Rector, á quien corresponde, como á prelado, la corrección de sus subditos, pues la asistencia de los demás sólo será de solemnidad en aquel acto. 24. Cuando el exceso fuere más grave y público, aunque sólo digno de ser corregido por medio de la reprensión y aper- cibimiento, el Rector lo hará ante toda la comunidad, solemne- mente congregada en la rectoral á toque de campana, y enton- ces el Secretario del Colegio extenderá el acta en el libro de Decretos, refiriendo con expresión el objeto de ella y su eje- cución. 25. Las humillaciones, especie de pena muy saludable para castigar los excesos que nacen de presunción y vanidad, se apli- carán para la corrección de aquellos con que tuviera una cono- cida analogía. 2Ó. No quisiéramos que en esta aplicación se sujetase el Rec- tor á ciertas fórmulas introducidas en muchas comunidades, que, aunque canonizadas por la antigüedad, ha manifestado ya una larga experiencia ser de poco ó ningún efecto, acaso por el abuso que se ha hecho de ellas, ó por las ridiculeces con que se han mezclado. 27. Por lo mismo, prohibimos por punto general el uso de los arrestos que defraudan, sin utiHdad, el tiempo necesario para JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ORDENES MILITARES 2X el estudio; el de comer en el suelo del refectorio, repugnante á los principios de la limpieza y aseo que hemos establecido en este Reglamento, y otras prácticas de igual naturaleza, que se conservan todavía porque se usaron en otro tiempo. 28. Asistir sin bonete á los actos literarios, ó de disciplina ó cualquiera otro dentro del colegio, por cierto tiempo; llevar en ellos el último lugar ú otro separado de la Comunidad, comer en el refectorio después ó antes que los demás, y á presencia del Rector ó de otra persona que él nombrase, acompañar al Regente, al Maestro de ceremonias ó al colegial más nuevo, desde su cuarto á la capilla, al refectorio ó á la Rectoral, y desde estos sitios y actos hasta dejarle en su cuarto, y otras humillaciones públicas, impuestas con parsimonia y siempre con justa causa, y continua- das por más ó menos tiempo, podrán hacer, á nuestro juicio, me- jor efecto sin los inconvenientes que las que hemos prohibido. 29. Sobre todo, el Rector tendrá presente que esta especie de pena sólo puede convenir á aquellos sujetos á quienes el amor propio, así como hace demasiado en aspirar á indebidas distin- ciones, los hace también más sensibles á las notas de humilla- ción; pero hay espíritus tan lerdos y flojos que, indiferentes á los estímulos del honor, las sufren sin rubor ó las menosprecian, para los cuales son necesarios castigos de otra especie. 30. Entre las privaciones tenemos por la primera la de la libertad, tan dulce y agradable á los mortales y tan identificada siempre con todos sus deseos. El Rector podrá sacar mucho truto de este interés natural, para cercenarle más ó menos, según los casos y personas que lo pidieren. 31. La libertad de dehberar y votar en las Juntas de Comu- nidad, de preguntar, observar y argüir en los ejercicios literarios, de hablar y discurrir en las conversaciones familiares en el cuarto del Rector ó del Maestro de ceremonias después de comer, con- curriendo á ellas, podrá ser un objeto de privación que, aplicado con discernimiento, sirva de corrección y castigo para muchos excesos. 32. La privación absoluta de concurrir con la Comunidad ;í ciertos actos ó á todos, de asistir en la mesa de trucos en las 24 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA horas de recreo, de salir de casa ó del cuarto por cierto tiempo, podrá asimismo aplicarse con utilidad á otros excesos. 33. Últimamente, podrán llegar estas penas hasta la de reclu- sión, que reúne todas las privaciones, y que continuada constan- temente por el tiempo, en relación á la gravedad de los excesos, podrá servir de castigo á los más señalados. 34. Acordada por el Rector esta pena, la llave del cuarto del Colegial recluso existirá siempre en su poder, y sólo la fiará al familiar asistente, para que acuda á administrarle lo necesario para su subsistencia y descanso, volviendo siempre á recogerla. 35. Si el caso lo mereciere, el Rector podrá cercenar de la comida del recluso todo lo que no fuere necesario para su ali- mento, pero nada de lo que juzgare serlo, ni menos hasta redu- cirle á pan y agua, porque jamás tendremos por prudentes ni provechosas las penas disciplinares que puedan menoscabar la salud, por cuanto su conservación es una de las primeras leyes de la naturaleza. 36. Estas varias penas se podrán aplicar solas y separadas, ó gradualmente ó juntas, según las ocurrencias, y á arbitrio del Rector, á quien, como á prelado y cabeza de la Comunidad, toca exclusivamente su aplicación. 37. Tales son las máximas á que el Rector deberá arreglarse en la aplicación de las penas, sin que por esto entendamos pri- varle del derecho que tiene á castigar con una mortificación extraordinaria cualquier exceso que por la complicación ó cir- cunstancias le fuere necesario. 38. Pero le rogamos al mismo tiempo: primero, que procure siempre en la aplicación de los castigos seguir la analogía que tienen con los excesos; segundo, que nunca olvide la proporción de la gravedad que debe haber entre unos y otros; tercero, que toda pena sea cierta en su forma y duración; cuarto, que deli- bere bien antes de aplicarlas, usando entonces de todos los tem- peramentos que pueden aconsejar la misericordia y la candad; pero que una vez impuestas, las haga cumplir irremisiblemente, sin destruir con remisiones ni condescendencias el saludable efecto para que son instituidas. JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 2? De instrucción pública. Bases para tm plan, redactadas por D. Gaspar Melchor de jíovellanos. Cuando este sabio y patriota académico daba término al ím- probo trabajo que representa el Reglamento del Colegio de Ca- latrava, hecho extensivo á los de Santiago y Alcántara, no pare- cía quedar su autor plenamente satisfecho, porque al comuni- carle el Consejo de las Ordenes sus instrucciones, tropezaba con la dificultad de acoplar en un todo su labor al plan de estudios de la Universidad. En su mente estaba el fundamentar y dar unidad al estudio peculiar y á la educación preparatoria para el ingreso en los cen- tros de facultad mayor. Pero transcurrieron algunos años, y siendo individuo de la Junta Central, redactó sus bases en 1809 para la Comisión par- lamentaria de Instrucción pública, cuyo elogio fué hecho por to- das las personas doctas, y hasta el gobierno del rey intruso las aceptó en todas sus partes para el proyectado plan general de estudios, anticipándose al estado de cultura intelectual de la so- ciedad española en aquellos días. Sus elevadas y luminosas ideas bastaban para considerar á este insigne asturiano como una capacidad intelectual y política pre- cursora de dos generaciones. Este plan no llegó á realizarse por desaparecer la Junta Central, y como dijo muy bien su apolo- gista, el inolvidable D. Cándido Nocedal, bastó que fuera cosa suya para que lo diese al olvido el Gobierno que lo reemplazó. Tal modo de proceder sorprenderá poco á nuestros lectores, acostumbrados actualmente á verlo todos los días. Tan magistral trabajo, ya transparente en sus orientaciones al redactar el Plan de estudios y Reglamento para el Colegio de Calatrava, estaba concebido en los siguientes términos: «El objeto de la Junta de Instrucción pública'será meditar y 20 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA proponer todos los medios de mejorar, promover y extender la instrucción nacional. Se le pasarán por la Secretaría de la Comisión de Cortes todos los informes, memorias ó extractos que pertenezcan á este objeto. Con presencia de estos escritos, de las reflexiones que sobre ellos se hicieren por los vocales de la Junta, y del resultado que produjeren sus sabias conferencias, propondrá todos las provi- dencias que juzgue más necesarias para el logro de tan impor- tante objeto. En ellas abrazará la Junta cuantos ramos de instrucción per- tenecen á la ilustración nacional, considerando el objeto de sus meditaciones en su mayor extensión. Se propondrá como último fin de sus trabajos aquella plenitud de instrucción que pueda habilitar á los individuos del Estado, de cualesquiera clase y profesión que sean, para adquirir su felici- dad personal y concurrir al bien y prosperidad de la nación en el mayor grado posible. Considerará: primero, los medios de comunicar; segundo, los de propagar la instrucción necesaria para alcanzar este grande objeto. Mirando á su fin, la considerará cifrada en la perfección de las facultades físicas, intelectuales y morales de los ciudadanos hasta donde pueda ser alcanzada. Que los medios de acercarse á ella pertenecen principalmente á la educación privada y pública. Que aunque la primera no está sometida á la acción inmediata del Gobierno, su perfección resultará necesariamente ya de la educación pública, ya de los demás medios de difundir la buena instrucción por todas las clases del Estado. Educación física. La educación pública, que pertenece al Gobierno, tiene por objeto, ó la perfección física, ó la intelectual y moral de los ciu- dadanos. La primera se puede hacer por medio de ejercicios cor- porales, y debe ser general para todos los ciudadanos. La según- JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ORDENES MILITARES 27 da, por medio de enseñanzas literarias, y se debe á los que han de profesar las ciencias. De la perfección de los métodos em- pleados en uno y otro resultará la mayor instrucción relativa á sus objetos. La educación física general tendrá por objeto la perfección de los movimientos y acciones naturales del hombre. Los que son relativos á las artes, oficios y ministerios particulares de los ciudadanos, no pertenecen directamente á la educación pública, aunque á su perfección concurrirá ésta también en gran manera. El objeto de la educación pública física se cifra en tres objetos: esto es, en mejorar la fuerza, la agilidad y la destreza de los ciu- dadanos. Aunque la fuerza individual esté determinada por la naturaleza, á la educación pública pertenece desen\'olverla en cada indivi- duo hasta el más alto grado que quepa en su constitución física. La agilidad es un efecto natural del hábito de ejercitar y repe- tir las acciones y movimientos; pero esta repetición, así produce los buenos como los malos hábitos, según que es bien ó mal di- rigida. La destreza en los movimientos y acciones perfecciona así la fuerza como la agilidad de los individuos, y es un efecto necesa- rio de la buena dirección en el ejercicio de ellos. Esta buena dirección dada en la educación pública, no sólo perfeccionará las facultades físicas en los ciudadanos, sino que corregirá los vicios y malos hábitos que hayan contraído en la educación privada. La enseñanza y ejercicios de esta educación se pueden reducir á las acciones naturales y comunes del hombre, como andar, co- rrer y trepar; mover, levantar y arrojar cuerpos pesados; huir, perseguir, forcejear, luchar y cuanto conduce á soltar los miem- bros de ios muchachos, desenvolver todo su vigor y dar á cada uno de sus movimientos y acciones toda la fuerza, agilidad y des- treza que convenga á su objeto por medio de una buena di- rección. Aun el buen uso y aplicación de los sentidos se puede perfec- cionar en esta educación, ejercitando á los muchachos en discer- 28 BOT.ETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA nir por la vista y el oído los objetos y sonidos á grandes distan- cias, ó bien de cerca, por sólo el sabor, el olor y el tacto; cosa que en el uso de la vida es de mayor provecho de lo que co- múnmente se ci'ee. Para determinar la buena dirección de estos ejercicios, la Jun- ta considerará que en cada acción y movimiento del hombre no hay más que un solo modo de ejercitarlo bien, y que todos los demás son más ó menos imperfectos, según que más ó menos se alejan de él. Se sigue que la educación pública física se cifra en que los ejercicios señalados para ella sean dirigidos por personas capa- ces de enseñar el mejor modo de ejecutarlos, para conseguir la mayor fuerza y agilidad de las acciones y movimientos de los muchachos. Se sigue también que esta educación puede ser común y pú- blica en casi todos los pueblos de España, y que debe serlo. Se sigue que ningún individuo debe dispensarse de recibirla, por cuanto en ella interesa inmediatamente su felicidad y la del Estado. Como la época en que la pueden recibir los muchachos es la que está destinada á la enseñanza de las primeras letras, los ejer- cicios de la educación pública sólo podrán verificarse en días festivos, y en horas compatibles con su santo destino. La Junta determinará la edad en que pueda empezar y deba acabar esta enseñanza. Determinará los días, las horas y los lugares en que deba dar- se, las personas que deben encargarse de su dirección y las que deban vigilar sobre el buen orden de los ejercicios y el buen mé- todo de dirigirlos. A esta primera época de educación pública de los muchachos, seguirá otra para los mozos, que tenga por objeto peculiar de su enseñanza habiUtarlos para la defensa de la patria cuando fuesen llamados á ella. Y como de tan sagrada obligación no se halle exenta ninguna clase del Estado, ningún individuo tampoco debe estarlo de reci- bir esta educación. JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 29 El objeto de ella deben ser las acciones y movimientos natu- rales, aplicados al ejercicio de las armas, y á las formaciones y evoluciones y movimientos combinados que pertenecen á él. Pero comprenderá también el conocimiento y manejo del fu- sil y la destreza necesaria para cargar, apuntar y dispararle con acierto. La Junta no olvidará que no se trata de enseñar á los mozos cuanto deba saber un buen soldado, sino cuanto conviene á dis- ponerlos para que puedan perfeccionarse con facilidad en la ins- trucción y ejercicios propios de la profesión militar. Tendrá presente que en el plan de esta educación deberá en- trar el manejo de las armas manuales y conocidas, como espada, sable, cuchillo, lanza, chuzo, honda y otras que puedan contribuir á la defensa personal de los individuos, á la de los pueblos y aun á la de la nación, ya en auxilio de la fuerza regimentada, ya su- pliendo las armas de fuego. Cuanto conduzca á la perfección de esta enseñanza, á la orga- nización de los establecimientos necesarios para ella, y á los re- glamentos que convengan para su buena dirección, deberá ocu- par la meditación de la Junta. Pero sobre todo procurará dictar cuanto sea relativo á la parte racional y moral de esta enseñanza; esto es, á la explicación clara y sencilla que deberán dar los maestros y directores en cuanto enseñaren, y al orden y moderación con que los muchachos de- berán comportarse en todos los ejercicios en que se ocuparen. Para complemento de esta enseñanza metódica examinará la Junta los medios de establecer por todo el reino juegos y ejerci- cios públicos, en que los muchachos y mozos que la han recibido ya, se ejerciten en carrerras, luchas y ejercicios gimnásticos, los cuales, tenidos á presencia de las justicias con el aparato y so- lemnidad que sea posible, en días y lugares señalados, y ani- mados con algunos premios, de más honor que interés, harán necesariamente que el fruto de la educación publica sea mas se- guro y colmado. Entre estos ejercicios, merece particular cuidado el de dispa- rar al blanco en concurrencia del pueblo, y con -las circunstan- 30 BOLETÍN DE LA KEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA cias dichas, adjudicando con justicia el premio señalado al que hiciera el tiro más certero, lo cual á la larga debe producir en la nación los más diestros tiradores, como está bien acreditado por el ejemplo de Suiza. Educación literaria. La educación pública literaria tendrá por objeto particular la perfección de las facultades intelectuales y morales del hombre. Puede dividirse en dos ramos: primero, la enseñanza de los métodos necesarios para alcanzar los conocimientos; segundo, la de los principios de varias ciencias que abrazan estos cono- cimientos. La primera de estas enseñanzas se debe á todos los ciudada- nos que han de profesar las letras, y conviene generalizarla cuanto sea posible; la segunda, á los que se destinen particular- mente á alguna de las ciencias, y conviene facilitarla. Primeras letras. Entre los métodos de adquirir los conocimientos, tiene el pri- mer lugar el de las primeras letras, ó el arte de leer y escribir, no sólo porque es el cimiento de toda enseñanza, sino por las ventajas que proporciona á los ciudadanos en el uso de la vida social. Por la lectura se habilita el hombre para alcanzar todos los conocimientos escritos en su propia lengua. Por la escritura se habilita para comunicar por medio de la palabra escrita sus ideas y conocimientos á cuantos sepan leer su lengua, en cualquier lugar y tiempo que vivieren. Conviene en gran manera, para perfeccionar una y otra ense- ñanza, la de los principios de la buena pronunciación: primero, á fin de corregir los defectos del órgano vocal de los niños, ya sean naturales, ya contraídos en la educación doméstica, para dispo- nerlos al conocimiento de la buena ortografía, cuyos principios deberán enseñarse con el arte de escribir. JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES II Es aún más conveniente unir á esta enseñanza los principios de la educación moral, haciendo que los libros destinados á la lectura y las muestras de escribir no sólo sean doctrinales, sino que contengan una serie de doctrina moral acomodada á la edad y comprensión de los niños, para que su espíritu se vaya prepa- rando á recibir en adelante más extendidos conocimientos. Aritmética. Siendo tan necesario el arte de calcular para todos los desti- nos y profesiones de la vida civil, la Junta examinará los medios de generalizar el estudio de la aritmética, que enseña á calcular las cantidades, y de la geometría elemental, que enseña á calcu- lar ó medir la extensión. Meditará asimismo los medios de unir esta enseñanza á la de las primeras letras, para que los muchachos pasen de una á otra, y ^e acostumbren á mirar la segunda como parte y complemento de la primera. Los establecimientos relativos á estas enseñanzas son de nece- sidad tan notoria y trascendental, que la Junta aplicará toda su atención: primero, á perfeccionarlos; segundo, á generalizarlos en tanto grado, que, si es posible, á ningún individuo de la nación falte la proporción de recibirlas. A este fin examinará si es conveniente que la legislación prive de algunas gracias ó derechos á los ciudadanos que no las hu- biesen recibido, para ofrecer un estímulo más poderoso á su estudio. Estudio de la lengua castellana. La lengua se aprende por el uso desde la primera niñez, pero el conocimiento de su artificio requiere un estudio separado, el cual debe seguir al de las primeras letras. Este estudio del arte de hablar no sólo perfecciona el conoci- miento y recto uso del principal instrumento de la instrucción, que és la lengua, sino que ofrece una disposición general para 32 boletín de la real academia de la historia aprender otras lenguas, pues que el artificio de todos es substan- cialmente uno mismo. Esta disposición se adquirirá más fácilmente si se formase una gramática raciocinada, en que los muchachos, al mismo tiempo que aprendiesen los rudimentos de su propia lengua, penetrasen los principios de la gramática general. Al arte de hablar pertenece esencialmente la retórica ó arte de persuadir y mover por medio de la palabra. Pertenece también la poética, en cuanto enseña á deleitar é instruir por medio de un lenguaje figurado, sujeto á número y armonía, y realzado con ficciones y descripciones agradables. Pertenece, finalmente, la dialéctica, en cuanto enseña á orde- nar y disponer las ideas en el discurso, para llegar más derecha y seguramente á la convicción. Con\'endrá, por lo mismo, examinar si será posible reunir en una sola gramática ú obra elemental toda la doctrina de estas enseñanzas, para que puedan recibirse con mayor facilidad y provecho. En esta obra las reglas deberán ser pocas y los ejemplos mu- chos, para que el estudio y análisis de los excelentes modelos que presenta nuestra lengua proporcione el conocimiento de sus bellezas y la aplicación de sus principios á la composición. Y como toda esta enseñanza sea muy conveniente para mejo- rar la educación de los niños de ambos sexos, y no sea fácil que en unos mismos establecimientos la puedan recibir los de uno y otro, la Junta examinará los que convengan particularmente á cada uno, y los medios de regularlos, según su objeto, no per- diendo de vista que la primera educación del hombre es obra de las madres , y que la instrucción de éstas tendrá el influjo más señalado en las mejoras de la educación general y en los progre- sos de la instrucción pública. Por estos medios la nación tendrá buenos humanistas castella- nos, se difundirán en ella el conocimiento y afición á las buenas letras, el buen gusto y la sana crítica para distinguir sus belle- zas, y la rica, la majestuosa lengua castellana subirá de grado de pureza que conviene á su gran carácter. JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES Mas para levantar nuestra lengua á toda su perfección y resti- tuirla á su dignidad y derechos, la Junta examinará si será con- veniente adaptarla en nuestros estudios generales y en todo Ins- tituto de educación, como único instrumento para comunicar la enseñanza de todas las ciencias, así como para todos los ejerci- cios de discusión, argumentación, disertación ó conferencia, con lo cual podrá ser algún día depósito de todos los conocimientos cien- tíficos que la nación adquiera, y será más fácil su adquisición á los que se dediquen á estudiarlos. Para resolver este punto, la Junta tendrá presente: I.° Que siendo la lengua nativa el instrumento natural, así para la enunciación de las ideas propias como para la perfección de las ajenas, en ninguna otra lengua podrán los maestros expo- ner más clara y distintamente su doctrina, y en ninguna la po- drán percibir y entender mejor los discípulos. 2.° Que todos los pueblos sabios de la antigüedad y muchos de los modernos de Europa han empleado y emplean su propia lengua para la enseñanza de todos los ramos de literatura y de ciencias, sin distinción alguna y con el mayor provecho. 3.° Que aun entre nosotros ha acreditado la experiencia que . la enseñanza de las ciencias abstractas y naturales se comunica por medio de la lengua castellana, sin inconveniente alguno, y que por lo mismo no hay razón para creer que no sea instru- mento igualmente á propósito para la enseñanza de las ciencias intelectuales. 4.° Que aunque el conocimiento de las lenguas muertas, y señaladamente de la latina, griega y hebrea, se repute necesario, como en realidad lo es, para adquirir un conocimiento profundo de algunas de las dichas ciencias, por cuanto las fuentes y depó- sitos originales de su doctrina se hallan escritos en ellas, no se in- fiere de aquí que la enseñanza de sus principios se deba comuni- car por medio de lenguas extrañas, ni que la propia no sea más á propósito para comunicarla. 5.° Que enseñadas y tratadas todas las ciencias en nuestra lengua, y mejorada en ella la confusa y embrollada nomencla- tura con que la ha obscurecido el espíritu escolástico de nuestras TOMO Lxiv. 3 34 BOLETÍN DE LA REAL ACAÍJEMIA DE LA HISTORIA escuelas generales, no sólo dejarán de ser exclusivas y reserva- das á un corto número de personas, sino que irán desaparecien- do poco á poco con gran número de cuestiones frivolas, que no tienen otro origen sino la diferente acepción de las palabras, y se abrirá una puerta más franca para entrar á la participación de los conocimientos científicos. 6.° Que la lengua propia no debe considerarse solamente como un instrumento necesario para enunciar y percibir las ideas, sino también para distinguirlas y determinarlas; puesto que nadie puede discernir, dividir y comparar las que envuelve un pensamiento, sino por medio de los signos que las determinan, concebidos, ordenados y, por decirlo así, hablados interiormente en el espíritu; de que debe inferirse que la doctrina científica, no sólo será recibida por medio de la lengua propia con mayor faci- lidad y provecho, sino que fructificará más abundantemente en el ánimo de los que la reciban. 7.° Por último, que pudiendo pasar á nuestra lengua por me- dio de buenas versiones no sólo los conocimientos científicos que atesoran las lenguas sabias, antiguas y modernas, sino también aquellos ejemplos de sublimidad y belleza en el arte de hablar, con que las han realzado los autores célebres que las cultivaron, el estudio metódico de nuestra lengua y su aplicación á todos los ramos de enseñanza, allanará los caminos de la instrucción gene- ral, y difundirá por todas las clases del Estado la elegancia y el buen gusto. Enseñanza de la lengua latina. Pero en medio de esta justa preferencia dada á la lengua pro- pia, estamos íntimamente penetrados de cuan importante y aun necesario sea el conocimiento de las lenguas muertas para abrir á los jóvenes las fuentes purísimas de la antigua elegancia y sabi- duría; y por lo mismo se recomienda á la Junta que medite muy de propósito los medios de establecer y mejorar en Espafía la enseñanza de estas lenguas, y señaladamente de la latina, que ha sido hasta aquí la general de los sabios de P2uropa. Pero la Junta no perderá de vista que no conviene generalizar JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 35 demasiado esta enseñanza ni las sabias leyes que prohiben esta- blecerla en pueblos cortos, para no ofrecer á los jóvenes de las clases industriosas la tentación de salir de ellas con tan poco provecho suyo como con gran daño del Estado. Con presencia de estos principios, la Junta determinará cuáles son los estudios á que pueden ser admitidos los jóvenes, sin ne- cesidad del conocimiento de otra lengua que la propia, metódi- camente estudiada, y procurará ampliar cuanto sea posible este derecho, para que los tres ó cuatro años que requiere el estudio completo de otras lenguas se empleen con más provecho en el de las ciencias útiles, se haga más breve el círculo de la educa- ción literaria, y el Estado se aproveche más prontamente de la educación y talentos de los que la hubiesen recibido. Pero al mismo tiempo determinará la Junta cuáles son los es- tudios á que los jóvenes no deben ser admitidos sin que antes acrediten por un riguroso examen, no sólo haber estudiado la latinidad, sino hallarse bien instruidos en la propiedad y humani- dades latinas, porque sólo así podrán disfrutar con gusto y prove- cho las obras originales que contienen la doctrina de su estudio. Lengua griega y hebrea. Aunque reputemos también como muy provechoso y aun ne- cesario para el estudio de algunas ciencias el conocimiento de las lenguas griega y hebrea, no nos parece que debe exigirse como indispensable para entrar en el estudio de las lenguas in- telectuales; pero lá Junta señalará cuidadosamente aquellas en las cuales los jóvenes no podrán ascender á los grados mayores sin que acrediten haberlas estudiado con aprovechamiento por medio de un examen riguroso. Inglesa, italiana y francesa. En la enseñanza de las lenguas no deberán ser olvidadas las de los pueblos modernos, y señaladamente la inglesa, italiana y francesa, por las ventajas que ofrece su conocimiento, así para 36 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA extender la instrucción pública como para el ejercicio de dife- rentes profesiones inútiles. Ciencias. Estudiadas las lenguas, las ciencias que debe abrazar en su círculo la educación literaria, se pueden dividir en dos grandes ramos: primero, las que se derivan del arte de pensar; segundo, las que se derivan del arte de calcular. Las primeras se pueden comprender bajo el nombre de filosofía especulativa; las segun- das bajo el de filosofía práctica, según el sabio sistema de Wolfio. La Junta, considerando maduramente el carácter de estas ciencias, no puede desconocer la gran dificultad y graves incon- venientes que ofrece la reunión de una y otra enseñanza en un mismo establecimiento. Sus objetos, sus métodos, sus ejercicios, el espíritu mismo de sus profesores son tan distintos, que harían, si no imposible, muy difícil y embarazoso el plan de su enseñanza bajo un mismo techo y dirección. Parece por lo mismo que con- viene adjudicar á nuestras Uni\ersidades toda la enseñanza de las ciencias intelectuales y dar la que se refiere á la filosofía práctica en Institutos públicos erigidos para ella. La Junta considerará asimismo que para la enseñanza de las ciencias intelectuales basta un corto número de Universidades, bien situadas, bien dotadas y sabiamente instituidas, pero que los estudios de la filosofía práctica deben aumentarse al mayor gra- do posible, como que ellos prometen una utilidad más inmediata y general por el influjo que tienen en la mejora de las artes y profesiones útiles en que están libradas la riqueza y prosperidad de la nación. Por lo mismo, examinará la Junta: primero, qué número de Universidades deberá existir en España; segundo, cómo se po- drán erigir Institutos públicos para la enseñanza de ciencias exactas y naturales en las capitales de provincia del reino ó en el pueblo que ofreciere mejor proporción en cada una. La enseñanza de la filosofía especulativa, destinada á perfec- cionar las facultades intelectuales del hombre, debe empezar por JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 37 aquella parte de la lógica, que separada de la dialéctica, se ocupa en el análisis de las ideas y lleva el título de arte de pensar, como verdaderamente lo es. Esta parte de la lógica pertenece ya exclusivamente á la on- tología ó metafísica, porque siendo el oficio de ésta discernir y determinar la naturaleza abstracta de los entes, el análisis lógico de las ideas que se refieren á los mismos entes no puede dejar de mirarse como parte del estudio ontológico y su principal fun- damento. En este sentido se puede decir también que pertenece al mis- mo estudio la filosofía especulativa, porque teniendo por objeto el conocimiento de la esencia y atributos de los entes reales con- siderados en abstracto, forma verdaderamente otro ramo de es- tudio ontológico, Y como sea constante que el estudio de la ontología conduce inmediata y necesariamente al descubrimiento de una causa pri- mera y universal, objeto de la teología natural; que sobre este sublime conocimiento se levanta de una parte el estudio de la religión, perfeccionado por la revelación, y de otra el de la ética natural, perfeccionada y santificada también con la doctrina y ejemplo de nuestro Salvador; y, finalmente, que siendo insepa- rables de este estudio el de la moral social, así pública como pri- vada, base y fundamento de la legislación, de la jurisprudencia, de la economía pública y de la política, es visto ya el punto de unidad á que se debe referir, y la cadena de conocimientos que debe abrazar y enlazar el sistema de la enseñanza especulativa en el gran círculo de las ciencias que se fundan en ella y de ella se derivan. En esta última parte del estudio especulativo merece mu}- par- ticular recomendación la ética; y como los jóvenes entrarán pre- parados á recibirla con las máximas y ejemplos que se les hayan comunicado en la primera enseñanza, los maestros de filosofía moral, al mismo paso que expliquen y desenvuelvan sus princi- pios, tendrán un ancho campo para ampliar su doctrina y con- firmarla con ilustres y escogidos ejemplos de virtudes morales y sociales, para inspirarles así las puras máximas de la moral cris- 38 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA tiana, como el amor á la patria, el odio á la tiranía, la subordi- nación á la autoridad legítima, la beneficencia, el deseo de la paz y orden público, y todas las virtudes sociales que forman buenos y generosos ciudadanos, y conduccMi para la mejora de las cos- tumbres, sin las cuales ningún Estado podrá tener seguridad ni ser independiente y feliz. Es asimismo muy recomendable el estudio de la economía civil, no sólo por el grande influjo que el conocimiento de sus principios tendrá en la mejora de la legislación y del gobierno interior del reino, sino porque siendo su objeto abrir y conservar abiertas todas sus fuentes déla riqueza pública, su influjo obra y se extiende á todas !as artes y profesiones útiles, que promueven la prosperidad nacional. Es visto por esto de cuan grande importancia sea toda la en- señanza de la filosofía especulativa, y cuánto serán dignos de la atención de la Junta, así el método de darla como el señalamien- to de las obras elementales en que la hayan de estudiar los jóve- nes, para que la ilustración nacional se adelante y mejore con tan preciosos conocimientos. Pero la Junta reflexionará al mismo tiempo que de la imperfec- ción de estos métodos y de estas obras elementales han nacido tantas cuestiones frivolas y disputas interminables, tantos erro- res groseros y absurdas opiniones como han turbado la filoso- fía y detenido los progresos de su estudio, los cuales, ya que no desaparezcan del todo, por cuanto la naturaleza de sus obje- tos no lo permite, irán cada día á menos, cuando los puros y lu- minosos principios de este estudio, enseñados por un método sabio y por principios uniformes, sean abrazados y difundidos por toda la nación. Por último, reflexionará que este ramo de los conocimientos humanos, como más expuesto á opiniones y sistemas erróneos, es aquel que puede no sólo alterar, sino también corromper y hacer dañosos los frutos de la enseñanza, dando á la instrucción pública el influjo más pernicioso, así al bien y quietud de los pueblos como á la felicidad personal de los ciudadanos; habiendo acreditado una triste experiencia que lo que importa á la dicha JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ORDENES MILITARES 39 de las naciones no es el saber mucho, sino el saber bien, y que así como la buena y sólida instrucción es para ellas el mayor bien que puedan esperar, la siniestra y mala es el mayor de los males que pueden sufrir, verificándose en esto aquella admirable sentencia: Corniptio opünii pessima. Aunque la premura del tiempo no puede permitir á la Junta la formación de un plan completo de los estudios filosóficos, v menos para los de la legislación y jurisprudencia nacional, deri- vados de ellos, es muy de desear que establezca los principios y máximas sobre que debe establecerse, y los métodos de dar estas enseñanzas. Y si para aliviar sus trabajos creyera necesario pedir informes y noticias acerca de este objeto á algunas personas sa- bias y experimentadas, lo hará, eligiendo á este fin las que hallare más dignas de su confianza. Aunque los objetos de la filosofía práctica sean de menor alte- za y dignidad que los que van indicados, la Junta se penetrará de su grande importancia si la midiere por los inmensos bienes que su aplicación á los usos de la vida civil ofrece á la nación. Por lo mismo, examinará con la mayor atención los medios de mejorar y difundir su enseñanza, y de erigir los establecimientos que deben proporcionarla á los ciudadanos en toda la extensión de estos reinos. La filosofía práctica abraza todas las ciencias conocidas con el nombre de Matemáticas puras, todas las Físico-matemáticas, y todas las que se pueden llamar Experimentales y que se perfec- cionan por la aplicación del cálculo al conocimiento de los entes reales. Las primeras comprenden desde la Aritmética y princi- pios de Algebra hasta el cálculo integral; las segundas, desde la Física general hasta la Astronomía física, y las últimas, desde la Química hasta los últimos ramos del estudio de la Naturaleza. Aunque la parte metódica de esta enseñanza demostrativa esté menos expuesta que otras á la imperfección, la Junta examinará cuanto sea necesario para perfeccionar los métodos y señalar las obras elementales en que debe estudiarse, teniendo presente que de la bondad de uno y otro pende, no sólo la mayor facilidad, sino también el mayor provecho de su estudio. .\ cllo'; ^c .lil)'- 40 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA que los jóvenes puedan alcanzar en un tiempo breve los conoci- mientos que han sido el fruto de muchos siglos y de las inmensas tareas de muchos sabios, y á ellos se deberá que, perfeccionados y multiplicados estos estudios, la nación adquiera en el espacio de una generación aciuellas luces y conocimientos que han de atraer sobre ella la abundancia y la prosperidad. Como se haya indicado que conviene dar esta enseñanza en Institutos separados, erigidos en las capitales ó pueblos de nues- tras provincias en que haya mejor proporción para ello, la Junta examinará así los medios de erigirlos, multiplicarlos y dotai-los, como los de organizar su gobierno é instituir la enseñanza que deben abrazar. Cuidará de que se comprendan en esta enseñanza aquellos estudios, sin los cuales la educación de los jóvenes sería imper- fecta; y suponiendo que los que acudan á recibirla deben acredi- tar en riguroso examen haber alcanzado todos los conocimientos que pertenecen al arte de hablar, recibirán en estos Institutos: l.° La enseñanza de dibujo natural, que es tan recomenda- ble, no sólo por la excelencia de este talento aplicado á las bellas artes, sino también por las grandes ventajas que ofrece su apli- cación á las artes industriosas y á todos los usos de la vida civil. 2.° La enseñanza del dibujo científico, que se deberá dar con los princioios de la Geometría práctica, y que, perfecciona- do con las gracias del dibujo natural, hará que los profesores de las ciencias físicas puedan aplicar este talento á la demostración de planos, máquinas, obras é invenciones que pertenecen al ejer- cicio práctico de estas ciencias. 3.° Siendo el estudio de la moral una parte tan esencial de toda educación, no puede ser excluido de la enseñanza de estos Institutos. Mas como para penetrar su doctrina sea necesario co- nocer antes los principios de la ontología, la Junta meditará un medio que, abrazando los de la lógica analítica y metafísica, sir- va de preparación á los jóvenes que no hubiesen hecho el curso de filosofía especulativa, para que entren á estudiar con mayor extensión y aprovechamiento los altos principios de la doctrina ética. JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 41 4.° Convendrá asimismo que en estos Institutos se enseñe un tratado de comercio, dividido en dos partes: una, que compren- da los principios del comercio, considerado con relación al Go- bierno y tomado de la Economía civil, y otra, los principios y reglas prácticas de la profesión mercantil. 5.° Y si á estos tan provechosos estudios se agregasen el de las lenguas inglesa, italiana y francesa, y la música, la danza y otras habilidades para los jóvenes que quisiesen aprenderlas, de- dicando á ellas las horas de la tarde, es visto cuánto conducirían para perfeccionar la educación y extender la instrucción pública del reino. Porque la Junta penetrará que multiplicados estos Institutos en todas las provincias, ofrecerán una educación cumplida: pri- mero, á todos los jóvenes que aspirasen á ejercer aquellas profe- siones prácticas, para cuyo ejercicio es indispensable el conoci- miento de las ciencias matemáticas y tísicas; segundo, á aquellos que perteneciendo á familias ricas y acomodadas, y no aspirando á ellas, ni tampoco á la carrera de la Iglesia y del Foro, deseen, sin embargo, recibir una educación sabia y literal, para llenar un día los deberes de buenos é instruidos ciudadanos, labrar su propia dicha y contribuir á la prosperidad de la patria. Asimismo comprenderá que así divididos los estudios especu- lativos y prácticos, al mismo tiempo que en nuestras universi- dades se forman los dignos ciudadanos que han de hacer reinar en la nación la piedad, la justicia y el orden público, llenando dignamente los cargos de la Iglesia, de la magistratura y el loro; los Institutos de enseñanza práctica harán que abunden en el rei- no los buenos físicos, mecánicos, hidráulicos, astrónomos, arqui- tectos y otros profesores, sin cuyo auxilio nunca podrán ser ni conservarse abiertas las fuentes de la riqueza pública, ni la na- ción alcanzará aquella prosperidad á que es tan acreedora. Pero además de estos Institutos públicos, la Junta reconocerá la necesidad de otros, que aunque se puedan llamar privados, deben estar bajo de la vista y dirección del Gobierno y sus me- ditaciones. Á pesar de los defectos que suelen achacarse -a la (-(hu aen-n 42 boletín de la real academia de la historia de los seminarios, es preciso reconocer su necesidad en favor de aquellos jóvenes que, por ser huérfanos, hijos de viudas, de pa- dres ausentes ó de personas empleadas en cargos activos y labo- riosos, no pueden esperar de la educación doméstica los princi- pios de enseñanza literaria, moral y civil, que tan necesaria es para formar buenos é ilustres ciudadanos. Es, por tanto, de desear que la Junta medite cuanto sea necesario, así para la elec- ción de estos establecimientos, como para organizar el plan de su enseñanza, que debe uniformarse del todo con la general del reino. Y como no sea fácil ni tampoco conveniente multiplicar estos seminarios, y donde no los haya se puede suplir la falta de ellos por medio de pupilajes bien establecidos, sujetos al plan de en- señanza, uniformes y sometidos á la dirección del Gobierno, las Juntas meditarán los medios de organizar estos pupilajes en be- neficio de la enseñanza general, cual exige un objeto de grande importancia y consecuencia. Conviene asimismo que al lado de las Universidades haya también Colegios destinados á jóvenes hijos de familias, pudientes que aspirando á la carrera de la magistratura ó de la Iglesia, se apliquen á los estudios que requiere su profesión con más reco- gimiento y sin el peligro de las distracciones á que está expuesta la vida independiente y libre de los escolares. Por tanto, la Junta examinará los medios de arreglar la organización de estos Cole- gios con todo el esmero que corresponde al alto destino á que se deberá consagrar la juventud que venga á ellos. El ilustre ejemplo del Real Colegio de Artillería y de las Aca- demias de Reales Guardias Marinas, basta para convencer á la Junta de cuánto provecho será á la nación el establecimiento de Colegios destinados para los cadetes que aspiren á recibir la edu- cación militar conveniente, así al servicio de Infantería y de la Caballería como al del Real Cuerpo de Ingenieros; porque, aun- que á algunos de estos Cuerpos se ha atribuido particularmente el título de Cuerpos facultativos, la razón dicta que ninguno de los que se consagran al ejercicio de la guerra debe no serlo, y la experiencia acredita cuánto ganará la nación en que todos lo JOVELLANOS V LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES íMILITARES 4- sean. Por tanto, la Junta meditará y propondrá cuanto estime conveniente para la organización de estos Cuerpos. La educación de las niñas, que es tan importante para la ins- trucción de esta preciosa mitad de la nación española, y que debe tener por objeto el formar buenas y virtuosas madres de familia, lo es mucho más tratándose de unir á esta instrucción la probidad de sus costumbres; de una y otra dependen las mejo- ras de la educación doméstica, así como las de esta primera edu- cación tienen luego tan grande y conocido influjo en la educa- ción literaria, moral y civil de la juventud; por tanto, meditara muy detenidamente la Junta los medios de erigir por todo el rei- no: primero, escuelas gratuitas y generales para que las niñas pobres aprendan las primeras letras, los principios de la religión y las labores necesarias para ser buenas y recogidas madres de familias; segundo, de organizar colegios de niñas, donde las que pertenezcan á familias pudientes puedan recibir á su costa una educación más completa y esmerada. Las ciencias eclesiásticas forman un ramo de instrucción prác- tica, tanto más importante, cuanto abrazando la religión y mo- ral cristiana, su objeto es de mayor alteza y dignidad; y aunque el arreglo de los seminarios conciliares en que deben enseñarse, y el plan de sus estudios pertenezca á los trabajos de la Junta eclesiástica que acaba de crearse, es de desear que la Junta de Instrucción pública medite también cuanto sea necesario á fin de uniformar el plan y métodos de esta enseñanza con los de los demás estudios del reino, para que así como la verdad es una, lo sean también, en cuanto fuese posible, los métodos de investi- garla y alcanzarla, y para que la instrucción nacional no sea tur- bada con tanta variedad de sistemas, métodos, escuelas y opinio- nes como ha sufrido hasta aquí, en daño de la pública instruc- ción y del progreso de los buenos y sólidos conocimientos. Y si á este fin fuese necesario que las dos Juntas entren en comuni- cación y conferencia para acordarse entre sí, los señores l^rcsi- dentes de una y otra procurarán reunir algunos individuos d<' entrambas para convenir en el plan, método y máximas do la enseñanza general. •■ . 44 nOLETlN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA A fin de acordar los fundamentos sobre que se deban asentar los principios del método y doctrina elemental de la enseñanza general, convendrá que la Junta medite y determine las proposi- ciones siguientes: I.^ Si toda la enseñanza conveniente á la generalidad de los ciudadanos, ya para su primera educación, ya para el estudio de las ciencias especulativas y prácticas, sean enteramente gratuitas. 2." Si convendrá que lo sea también la de los seminarios y colegios, de tal forma que sus individuos no costeen otra cosa que lo necesario para su alimento y vestido en cuota determina- da, y además, lo que fuese relativo á estudios voluntarios y habi- lidades accesorias. 3.^ Si convendrá que en los pueblos de Universidad ó Insti- tuto se permita á algún sujeto de eminente ciencia enseñar algún ramo particular de ella á costa de los que voluntariamente quie- ran estudiarla; y en tal caso, cómo deberá darse este permiso, velarse sobre esta enseñanza y determinarse el honorario que habrá de recibir el maestro de sus discípulos. 4.^ Si convendrá determinar que la enseñanza de las Escue- las, Universidades é Institutos de todo el reino, se haga por un mismo método y unas mismas obras, para que uniformada la doctrina elemental, se destierren los vanos síntomas y capricho- sas opiniones que no tienen más origen que la diferencia de las obras estudiadas y la arbitrariedad de los maestros en la exposi- ción de su doctrina, sin que por esto se pretenda dar á la ins- trucción nacional una estabilidad dañosa á los progresos de las ciencias; primero, porque los elementos escogidos para enseñan- za deberán ser siempre los mejores que sean conocidos en el día, y siempre pospuestos á cualesquiera otros que en lo sucesivo aparecieren y sean más á propósito; segundo, porque los sabios dados á cultivar ó promover las ciencias, gozarán siempre de aquella absoluta libertad de opinión que no se oponga á la pure- za de la religión y de la moral, ni al orden y sosiego público. 5.^ Si para abreviar el círculo de la enseñanza, y no cargar á los jóvenes con un largo y penoso estudio de memoria, conven- drá que las obras elementales que se adoptaren sean muy bre- JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ORDENES MILITARES 45 ves y puramente reducidas á los principios de las ciencias, pu- diendo contener en escolios ó notas lo meramente necesario á la ilustración de los mismos principios, para que los jóvenes lo lean y mediten sin necesidad de decorarlo, y dejando á cargo de los maestros, así el desenvolver y extender cuanto fuese posible la doctrina científica, como señalar á sus discípulos las mejores obras en que, acabada la enseñanza ó durante ella — si á tanto se extendiese su aplicación, — deban hacer el estudio profundo cic- la misma doctrina. 6.'^ Si para complemento de la enseñanza elemental conven- drá que las obras destinadas á ella abracen la generalidad de los principios de cada ciencia primitiva; lo cual será tanto más pro- vechoso, cuanto de una parte los jóvenes comprenderán más fá- cilmente las doctrinas derivadas de un mismo principio y de unas mismas fuentes, y presentadas en el orden y serie determi - nados por la afinidad ó relación de sus ideas; y de otra, la ense- ñanza podrá extenderse á todos los ramos de estudio que han resultado de la subdivisión de las mismas ciencias. 7.^ A este fin reflexionará la Junta que, aunque esta subdivi- sión sea muy ventajosa para promover y adelantar el estudio trascendental de las ciencias, cuando los sabios cultiven particu- lar y separadamente algunos de sus varios ramos, es otro tanto más perniciosa en la enseñanza elemental cuando, dada separa - mente, se destruye y pierde de vista aquella unidad de princi- pios á que debe referirse y sobre que debe fundarse toda su doctrina. 8.^ Y, puesto que toda la enseñanza se haya de dar en len- gua castellana, la Junta meditará: primero, los medios de hacer traducir, reformar ó escribir de nuevo los libros elementales des- tinados á ella; segundo, si convendrá hacer traducir ó componer otros tratados más amplios de las mismas ciencias, escritos sobre los mismos principios, para que sirvan de auxilio á los maestros en la explicación, ilustración y ampliación de la doctrina ciuc enseñaren. 9.^ Convendrá también tenga presente que, no bastando cur- sar las Escuelas é Institutos, ni recibir sus lecciones para apro- 46 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA \echar en ellas, deberá ser máxima constante en todos los esta- blecimientos de enseñanza, que ningún alumno pase ni sea ad- mitido al estudio de una clase sin que acredite en un examen público haber estudiado con aprovechamiento la doctrina de la que precede; cuya máxima, fielmente observada, ofrecerá á los jóvenes aplicados un estímulo para proceder á mayores adelan- tamientos, y á los zánganos y distraídos un juslo castigo de su desidia. No será menos conveniente que á la conclusión de cada curso se celebren certámenes literarios, á que se presenten los jóvenes más aprovechados, para ejercitar sobre la doctrina de su ense- ñanza y acreditar los progresos hechos en ella; pues que celebra- dos estos certámenes con aparato y publicidad, y animados con la solemne adjudicación de algunos premios, no pueden dejar de ofrecer grande estímulo á la noble emulación de la juventud es- Uidiosa. Por más fruto que se pueda esperar de las mejoras de la ense- ñanza elemental, la Junta reconocerá que todavía son necesarios otros establecimientos para la extensión, propagación y progre- sos de la literatura y las ciencias, los cuales deben tener por ob- jeto la parte trascendental y sublime de su estudio, y la aplica- ción de sus verdades á los diferentes usos y necesidades de la vida. Este objeto sólo pueden llenarle las Academias ó Asocia- ciones literarias, en que los profesores de literatura y ciencias se reúnan para cultivar, extender y aplicar su doctrina, aprovechan- do en común los medios y auxilios que el Gobierno no les pro- porcionare á este fin. Así que, atendiendo á la naturaleza de los estudios que abraza el vasto plan de la enseñanza literaria, la Junta examinará los me- dios de establecer, organizar y dotar en las principales capitales del reino, y señaladamente en aquéllas en que hubiese Universi- dad 6 Instituto, cuatro especies de Academias, destinadas: prime- ro, á cultivar las humanidades ó buenas letras castellanas, con ex- tensión al estudio de la Historia y Geografía nacional; segundo, á las humanidades latinas y griegas, con extensión á la Historia y (jeografía general; tercero, á todas las ciencias que abraza la F¡- JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 47 losofía especulativa; cuarto, á las que abraza la Filosofía práctica. Acaso convendrá también establecer en algunos puntos deter- minados Academias militares, particularmente destinadas á cul- tivar la parte trascendental de las ciencias pertenecientes al arte de la guerra, cuyas ventajas ha acreditado ya la experiencia en el gran fruto que produjo el establecimiento de estudios mayo- res aplicados á la marina real. Verá asimismo si conviene que, además de estas Academias provinciales, se erijan en la corte ó en otra gran capital del reino dos Academias generales, una de literatura y otra de cien- cias, las cuales podrán ayudar al Gobierno con su consejo y luces para promover la mejora progresiva de la enseñanza general y de los ramos pertenecientes á la instrucción pública. Por último, verá la Junta si conviene que en las sociedades pa- triótiticas, consagradas á promover la felicidad del reino, se for- me una clase particularmente destinada á cultivar el estudio de la economía civil, y la aplicación de sus principios al adelanta- miento de la agricultura y artes útiles y á todas las empresas que se dirigen á aumentar la riqueza y prosperidad nacional. Entre los demás auxilios que pueden prestarse al adelanta- miento de esta instrucción, es de contar el establecimiento y multiplicación de bibliotecas públicas, que son de tan grande auxilio, para que los literatos — que de ordinario abundan poco en conveniencias — hallen en ellas las obras y recursos que de suyo no pueden poseer. Por lo mismo, convendrá que estas bibliotecas estén bien provistas de globos, atlas, cartas geográfi- cas é hidrográficas, modelos de máquinas é instrumentos científi- cos, monetarios y otros auxilios necesarios para el adelantamien- to de la literatura y de las ciencias. No será menos conveniente al mismo fin el establecimiento y multiplicación de gabinetes de Historia natural, y señaladamente de Mineralogía, con los instrumentos y auxilios que pide este ramo de útiles é importantes conocimientos. En el número de los auxilios más importantes para ditundir la instrucción pública, se deben contar las imprentas, cuya multi- plicación es tan necesaria para aquel gran fin. 48 BOLETÍN DK I.A REAI. ACADEMIA DE LA HISTOKIA Entre las obras que pueden salir de estos depósitos y fuentes de sabiduría, se deben conocer como muy convenientes para di- fundir la instrucción los escritos periódicos, los cuales, por su misma brevedad y variedad, son más acomodados para la lectura de aquel gran número de personas que, no habiendo recibido educación literaria ni dedicádose á la profesión de las letras, tam- poco se acomodan bien á una lectura seguida y sedentaria; pero, sin embargo, gustan de leer por curiosidad ó entretenimiento esta especie de obras sueltas y agradables; razón por qué si fuesen bien escritas y sabiamente dirigidas y protegidas, serán muy á propósito para extender la instrucción y mejorar la opinión pú- blica en la nación. La libertad de opinar, escribir é imprimir se debe mirar como absolutamente necesaria para el progreso de las ciencias y para la instrucción de las naciones; y aunque es de esperar que la Jun- ta de legislación medite los medios de conciliar el gran bien que debe producir esta libertad con el peligro que pueda resultar de su abuso, es de desear que la Junta de Instrucción pública pro- ponga también sus ideas sobre un objeto tan recomendable y tan análogo al fin de su erección. También se desea que la Junta preste alguna atención al esta- do en que se hallan nuestros teatros, y al influjo que pueda te- ner su reforma en la de la educación y costumbres de la juven- tud, para que por esta mira proponga todas las mejoras que pue- den recibir, considerándolos principalmente con respecto á tan recomendable objeto. Por último, examinará la Junta si convendrá erigir un Tribu- nal ó Consejo de Instrucción pública, ó bien confiar el cuidado particular de ella á alguna sección ó sala del Consejo de Estado ó del Supremo de España é Indias, para que, velando sobre la enseñanza general del reino, promueva sus mejoras y dirija cuan- to fuere necesario alterar ó establecer, así en los métodos y la doctrina de la enseñanza elemental, como en los estudios tras- cendentales de las ciencias, y cuanto sea relativo á la protección y gobierno de los institutos y cuerpos encargados de promover unos y otros, á fin de que un cuerpo tan recomendable sea diri- JOVELLANOS Y LOS COLEGIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES 49 gido por un cuerpo permanente y regido por máximas constan- tes de protección y vigilancia. La Junta, á vista de estas reflexiones, que se presentan á su consideración sólo para llamar toda su atención hacia un objeto de tan grande importancia y trascendencia, después de haberlas meditado y mejorado con su celo y sus luces, propondrá á la Comisión de Cortes cuanto sea necesario para dirigir, mejorar y extender la instrucción nacional, considerándola como la primera y más abundante fuente de la pública felicidad: porque no se le puede esconder que sin educación física no se podrán formar ciudadanos ágiles, robustos y esforzados; sin instrucción política y moral no se podrán mejorar las leyes con que estos ciudada- nos deben vivir seguros, ni el carácter y costumbres que los han de hacer felices y virtuosos; y que sin ciencias prácticas y cono- cimientos útiles no se podrán dirigir y perfeccionar la agricul- tura, la industria, el comercio y las demás profesiones activas que las han de multiplicar, enriquecer y defender. Y por último, que siendo también constante que la nación más sabia es siempre, en igualdad de circunstancias, la más podero- sa, España, colocada por la Providencia en la situación más favo- rable, bajo de un cielo el más -benigno, sobre un suelo el más fértil, poseedora de las más ricas y dilatadas provincias, y llena de ingenios los más perspicaces y profundos, puede y debe le- vantarse, por medio de leyes sabias y de una instrucción sólida, completa y general, á ser la primera nación de la tierra. Sevilla, 16 de Noviembre de 1809. — Gaspar de jíove llanos. t> José Gómez Centurión, Correspondiente. TOMO LXIV. 50 BOÍ.ETÍN DE I. A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA II MOSÉN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS Ensayo biográfico. Uno de los escritores más fecundos de la España del siglo xv y de mayor prestigio entre sus contemporáneo^", fué el célebre historiador y moralista mosén Diego de Valera. Educado en la alegre y fastuosa corte de D. Juan II, en la que, á pesar de las banderías y rivalidades políticas, desde el Monarca hasta el últi- mo pechero, se complacían tan sólo en cantar la hermosura de sus damas ó en romper lanzas por ellas, Diego de Valera no pudo sustraerse al influjo del medio en que vivía, y fué también poeta y lo que podríamos llamar aventurero de amor. No fué guerrero, en la acepción militar de esta palabra, por- que en la corte de D. Juan II no los había. Había, sí, nobles tur- bulentos, que, por sí solos ó ayudados por los Infantes de Ara- gón, el Rey de Navarra ó el príncipe D. Enrique, conmovían á toda Castilla, combatiendo, ya por sus medros personales ó bien por derrocar de su privanza al maestre de Santiago D. Alvaro de Luna, capaz éste por sí solo de sujetar, á poco que le hubiese ayudado el débil Monarca, á toda la indómita nobleza castellana. No era esta buena escuela militar, puesto que, más que los com- bates, resolvían las diferencias entre unos y otros los tratos y las traiciones. La guerra con los moros se limitaba á ligeras escaramuzas realizadas en las partes fronterizas, y á las que no se puede en modo alguno calificar de campañas, ni por su duración ni por sus resultados; todo el esfuerzo bélico de los castellanos se per- día en las inútiles contiendas entre unos y otros ó en torneos y pasos de armas, complemento esto último de sus canciones y decires amorosos. Los nobles caballeros preferían más lucir su MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS 5 1 garbo y bizarría ante las damas de la corte que no en obscuros combates con los enemigos de nuestra fe; cualquier aconteci- miento era motivo para celebrar torneos de los que no siem- pre salían ilesos los combatientes, y cuando, por rara circuns- tancia, no se celebraban en España, algunos enamorados aven- tureros marchaban á países extraños llevando su empresa para combatir por su dama, y dispuestos á romper lanzas con cual- quier noble caballero que á ello se prestase. Era aquella la época de las aventuras caballerescas, no sólo en España, sino en toda Europa; gentiles caballeros con más ó menos acompañamiento, según sus medios, recorrían todas las cortes buscando ocasión de demostrar el esfuerzo de su brazo. .La Crónica de don jfiian TI nos habla de numerosos pasos de ar- mas y torneos á los que algunas veces concurrieron caballeros de otros países; pero, en comparación con estos, fueron más los es- pañoles que marcharon fuera. «Yo conocí — decía Hernando del Pulgar — al conde don Gonzalo de Guzmán (l) é á Juan de Mer- lo (2); conoscí á Juan de Torres é á Juan de Polanco, é á mosén Pero Vázquez de Saavedra (3), á Gutierre Ouixada (4) é á mosén (i) El conde D. Gonzalo de Guzmán debe ser aquel procer, tartamudo de conveniencia, de quien refiere Falencia algunos donaires que no pecan por delicados. Décadas, trad. de A. Paz y Melia, tomo i, págs. 195 y 198, y de quien habla Don Quijote, parte, i, cap. xlix. (2) Merlo fué también poeta, y sus poesías existen inéditas en el Cau- cionero llamado de Gallardo y en uno de los de la Biblioteca Real. Tuvo también la honra de ser citado por Don Quijote, parte i, cap. xlix: «Si no, díganme también que no es verdad que fué caballero andante el valien- te lusitano Juan de Merlo, que fué á Borgoña y se combatió en la ciu- dad de Arras con el famoso Señor de Charní, llamado mosén Fierres, y después en la ciudad de Basilea, con mosén Enrique de Remestan, sa- liendo de ambas empresas vencedor y lleno de honrosa fama.» Acabó desastradamente muerto por unos peones en la pelea que hubo entre Juan de Guzmán, hijo del Maestre de Calatrava, y Rodrigo Manrique, Co- mendador de Segura. Crón. de dofi Juan II, año 37 (1443)) cap iv. (3) Este caballero fué el primero que combatió en el paso defendiiio por el señor de Charny, quedando después al servicio del duque Felii)e de Borgoña. (4) Uno de los ascendientes de Don Quijote, según éste aseguraba. Parte i, cap. xlix. 52 BOLETÍN nE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Diego de Valera, é oí decir de otros castellanos que, con ánimo de caballeros, fueron por los reinos extraños á facer armas con cualquier caballero que quisiera facerlas con ellos, é por ellas ganaron honra para sí é fama de valientes y esforzados caballe- ros para los fijosdalgo de Castilla» (i). De natural vivo y despierto, Diego de Valera, que no podía competir en nobleza ni en bienes de fortuna con los jó\-enes de la corte, procuró igualarse con ellos en el valor y superarlos, si era posible, en el saber, consiguiendo distinguirse notablemente en aquella corte, que ilustraban con su ciencia entre otros, el Marqués de Santillana, Fernán Pérez de Guzmán y D. Alonso de Cartagena, y con su valor los caballeros mencionados. vSus viajes fuera de su patria por lejanos países, le dieron un renom- bre y una importancia que quizá no hubiese conseguido perma- neciendo en ella, y sus escritos, aunque algo incoherentes y dis- paratados, fueron muy apreciados por sus contemporáneos, y contribuyeron á aumentar su fama. Por éstos principalmente ha pasado su nombre á la posteridad, considerándosele como uno de los mejores escritores en prosa de aquel tiempo. Varios son los escritores que con diversa fortuna han trazado la biografía de mosén Diego de Valera, y únicamente pueden con- siderarse como tales: la inserta en la Historia critica de la litera- tura española de Amador de los Ríos (2) ; la publicada por don Pascual Gayangos en la Revista de Ambos Mundos (3); la escrita por D. José Antonio Balenchana en la Introducción que precede á los cinco tratados que en 1 87 8 publicó la Sociedad de bibliófilos españoles, y, por último, la incluida por D. Marcelino Menéndez y Pelayo en el tomo v de su Antología de poetas líricos españo- les (4). Aun en esta última, hecha por el sabio maestro reunien- do todos los datos aportados por los anteriores, nótanse algunas omisiones y errores de nombres y de fechas, que iremos notan- do en el curso de este trabajo, que, sin pretensiones de que sea (i) Claros varones^ tít. xvii. (2) Tomo VII, pág. 292 y sig. (3) Tomo III, pág. 294. (4) Pág. ccxxxvi y sig. MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 53 completo del todo, procuraremos, en cuanto nos sea posible, que sea exacto. Antes de empezar á trazar la biografía de mosén Diego de Valera, justo es dar desde estas páginas las más expresivas gra- cias, por los datos que para ella nos han facilitado, al Sr, Marqués de Campo-Real, ilustrado procer andaluz, descendiente directo de aquel personaje, y al capitán de infantería D.Juan Moreno de Guerra, cuya gran pericia y conocimientos en asuntos genealógi- cos son sobradamente conocidos. Todos los escritores anteriormente aludidos hacen natural de Cuenca á mosén Diego de Valera, y así es de suponer por re- sidir en ella con frecuencia y ser vecino de la ciudad, pero no hay prueba alguna de tal hecho. El dato más probable para afir- mar que allí íué su nacimiento, nos lo proporciona el saber que sus progenitores fueron naturales y vecinos de dicha ciudad; en cuanto á la fecha, en que naciera, él mismo la señala al final de su Crónica Abreviada^ en donde manifiesta haberla terminado en el Puerto de Santa María, en 1481, á los sesenta y nueve años de edad (l); nació, pues, en 14 1 2. No mencionan ninguno de los autores citados quiénes fueran los ascendientes del fecundo escritor, aunque fundados en la igualdad de apellidos le suponen «hijo ó nieto de Juan Fernán- dez de Valera, regidor de Cuenca y criado de la casa de D. En- rique de Villena, quien le dedicó algunos tratados, entre ellos su famosa Consolatoria». A un Juan Fernández de Valera armó ca- ballero D. Fernando el de Antequera, ante los muros de Setenil, el 17 de Octubre de I407, lo que indica no tendría muchos años en esta época, y D. Enrique de Villena nos dice que hizo la tra- ducción castellana de Los trabajos de Hércules, en Septiembre de 141 7, «á suplicación de Johan Ferrández de Valera, el mozo, su criado». Ambos personajes bien pueden ser uno mismo; pero (i) «Fué acabada esta compilación en la villa del Puerto de Santa Ma- ría, víspera de San Juan de Junio del año de mil é quatrocicntos ú ochenta y un años, seyendo el abreviador della en hedad de sesenta y nueve años.» En algunas ediciones, como en la de 1562, se pone lxxix años, lo que es manifiesto error. 54 BOLETÍN DE I.A REAI. ACADEMIA DE LA HISTORIA el calificativo de el inozo, nos indica que había otro Juan Fernán- dez de Valera el viejo, de quien mosén Diego fué nieto como nacido de su hija doña María de V^alera. Así se desprende de lo contenido en el árbol genealógico que posee el Sr. Marqués de Campo-Real referente á la familia Chiri- no; en él se lee que Pedro Armíndez Chirino fué padre de Alon- so García Armíndez Chirino: «siguió éste la corte de los Reyes; vivió después en Guadalajara y casó en Cuenca con hija de Juan Hernández de Valera, regidor en Cuenca, como consta en la eje- cutoria de su nieto Lope: á él y á sus hijos hizo el Rey muchas mercedes: la hija del dicho Juan Hernández de Valera, con quien casó el referido don Alonso García, se llamó doña María de Valera». Figuran en dicho árbol como hijos de Alonso García Chirino, los siguientes: I.° «Don Alonso García Chirino, del Consejo del Rey don Juan II. Vivió antes en Ocaña, y allí dejó sucesión y hacienda, de quien desciende don Rodrigo Lanchero, del hábito de Cala- trava, y su hermano del de Alcántara.» 2.° «Don Juan Alonso Chirino, capellán mayor del Rey don Enrique IV: fué Abad de Alcalá la Real y Obispo de Segovia, á quien se cometió aquella gran Inquisición de nuestra Santa Fe (Garibay, fol. 473).» 3.° «Fernán Alfonso García Chirino, que dicen de Guadala- jara, vino á casar á la ciudad de Cuenca y fué regidor de ella y montero mayor del Rey D. Enrique IV. Casó con doña Isabel de Montana y Molina, señora de la banda de Oro: fué guarda ma- yor de Cuenca y la defendió él y sus hijos de los Infantes dé Navarra, en la defensa de la puerta de V^alencia de Cuenca, como consta de la Historia del Rey don Juan el II, cap. lio, folio 212» (I). (i) Según cuenta la C/wí/ííz (año 43 (1449), cap. ui), el regidor Fernán Alonso Chirino había ido por mandato de la ciudad á Vélez, en donde es- taba el Maestre de Santiago, á fin de comunicarle el peligro en que es- taba la población, y que durante su ausencia defendió la puerta de Valen- MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 55 4° «Mosén Diego de Valera Chirino, fué doncel del Rey don Juan II, su embajador á Inglaterra, escribió la Valeriana, etcéte- ra, corregidor de Segovia, fué alcaide del Puerto de Santa María, en donde vivió casado con doña María de Valencia. Mandó labrar la capilla de Señora Santa Ana en la iglesia mayor del Puerto.» No es un árbol genealógico autoridad que no pueda ponerse en duda, pero, afortunadamente, otros datos prestan veracidad á sus asertos. Cuanto en él se refiere consta, ó constaba, en la ejecutoria que Lope Chirino — -sobrino de Valera — ganó en la ciu- dad de Ubeda el año de 1489, en cuya fecha, muy poco poste- rior á la del fallecimiento probable de mosén Diego, no parece posible que fuera inventado el cercano parentesco de unos con otros. Esta ejecutoria fué vista y examinada por los caballeros informantes en las pruebas para el hábito de la orden de Alcán- tara de D. Alvaro de Zurita, descendiente directo del célebre historiador (l). Que éste pertenecía á la familia Chirino lo prueban, entre otras cosas, el encontrarse entre sus descendientes varios que adoptan este apellido, y el estar grabadas las armas de dicha familia en la capilla de la iglesia mayor del Puerto de Santa María, en unión de las que correspondían á los Valeras. Entre el maestro Alonso Chirino y Juan Hernández de Valera, ya que no parentesco, mediaba por lo menos una amistad estre- cha. Así se desprende de lo escrito por D. Enrique de Villena en su Tratado de la lepra, compuesto, según nos dice, á instan- cias del maestro Alfonso de Cuenca (2), y en el que responde á cia su hijo Alonso Chirino, quien, construyendo un palenque á pocos pa- sos de la puerta y con trece de los suyos, lo defendió heroicamente. (i) Arch. hist. nac. Alcántara. Pruebas de hábitos. (2) Llaraábasele también de Guadalajara. Véase Nic. Antonio, Bib. vet., tomo II, pág. 213. Una délas pruebas que presentaba D.Adolfo de Castro para demostrar que eran apócrifas las cartas del Bachiller Cib- dad-Real, consistía en que éste, en la epístola xxiv, nombraba al Dr. García Chirino, y añadía el célebre erudito: «Entonces vivía aún, y era también fí-,ico del Rey, Alonso de Chirino, el cual no se titulaba doclor sino maes- tro, según se ve en sus obras que están impresas.» «Estas equivocaciones, tratándose de físicos del Rey, compañeros de 56 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA SU carta diciéndole: «Maestre Alfonso: Vi un escripto, por Juan Fernández de Valcra, menor en días, á mí enviado, que parecía ordenado por vos...» Otra de las obras de I). Enrique de Villena nos proporciona curiosos datos de Juan Fernández de Valera, cuyas desgracias familiares dieron ocasión al procer á dirigirle su famosa Consola- toria. Sirve á esta obra de introducción y motivo una carta por aquél dirigida á D. Enrique, fechada en Cuenca á 13 de Diciem- bre de 1422, en la que le manifiesta no haberle escrito antes por la gran pestilencia que había en la ciudad, de la cual había sido atacado y llevaba cuatro meses de enfermedad: «é en este come- dio— añade — finó mi mujer é una fija mía y toda mi familia y Garci Sánchez mi padre y mis abuelos Juan Fernández y su mu- jer é dos hermanos míos, y otros sobrinos parientes y amigos muchos». En la Consolatoria se dice que Juan Fernández murió el primero de Octubre y Garci Fernández el 19 del mismo mes y año, «é la memoria destos— dice D. Enrique — tira consigo la de Costanza Fernández». La hija de Juan Fernández llamábase Leonor. Al final de uno de los manuscritos que se conservan del Tra- tado llamado Menor daño de medicina (l) se copia el testamen- to del maestro Alonso Chirino, fechado en Medinasidonia á 22 de Agosto de 1429. Ordena el testador, entre otras cosas, que Fernán Gómez, son bien extrañas por cierto, y á la verdad, arguyen mu- cho contra la autoridad del Centón epistolario.» «Confundió el Bachiller los nombres: había un Doctor Alonso García Chirino, Juez mayor de Vizcaya y su fiscal mayor, según el cap. ccv de la Crónica, año de 1431. Había otro Doctor KXowao García Chirino, abad de Alcalá la Real.» Como el verdadero nombre del maestro ó doctor era Alonso García Chi- rino, la prueba, no sólo no lo es, sino que en todo caso lo que demostraría era que Cibdad-Real le conocía algo mejor que D. Adolfo de Castro. (i) Impreso varias veces, según puede verse en el Ensayo, etc., de Gallardo, y en el Catálogo, de Salva. La primera edición, sin embargo, no es ninguna de las por ellos citadas, pues en el Catálogo de D. Fernando Colón, que extracta Gallardo, figura con el núm. 2.084 esta obra, «impresa en Sevilla por Jacobo Ci-omberger, alemán, año de 1506, á 30 de Enero». Al final estaba el testamento del autor, que después mencionaremos. MOSEN DIEGO DE VALER A : SU VIDA Y OBRAS 57 se le entierre en el Monasterio de San Francisco de Cuenca, y deja por sus testamentarios á su mujer Violante López y á sus hijos Fernán "Alfonso, Juan Alonso y Alfonso García. Si á estos tres nombres se añade el apellido Chirino que por su padre les correspondía, se observará que no son otros que los ya mencio- nados hermanos de Diego de Valera. No se nombra á éste para nada en el testamento, lo que debió obedecer, sin duda, á ser me- nor de edad en la época en que su padre testaba, pues que ten- dría por entonces unos diez y siete años. Tampoco se menciona á su madre, doña María de Valera, lo cual prueba que Alonso Chirino había enviudado de ésta y casado nuevamente con Vio- lante López, á quien encargaba, en unión de sus hijos mayores, el' cumplimiento de sus últimas disposiciones. El haber adoptado Valera el apellido materno ha extraviado en sus pesquisas á los que de él se han ocupado, llegando alguno en sus investigaciones á decir lo siguiente, que por su originali- dad copiamos de D. José Antonio Balenchana, quien lo inserta en la Introducción ya mencionada: «Jerónimo de Quintana, en la Historia de Madrid^ afirma que los del apellido Valera, que era muy antiguo en esta villa, eran descendientes de Cuenca, y men- ciona entre ellos al indicado Juan Fernández y al mosén Diego, añadiendo que las casas de este mayorazgo estaban en la calle del Espejo, una de las más antiguas de esta villa; pero que no había papeles ni noticias, por haber recaído en hembras estos mayorazgos.» No sabemos por qué razón al heredar las hembras han de perderse papeles y noticias; buena prueba de que no su- cede así es la presente, puesto que muchos de los datos genealó- gicos de mosén Diego de Valera, así como las cartas que los Re- yes Católigos le dirigieron, nos han sido facilitadas por el Mar- qués de Campo-Real, descendiente suyo por línea femenina pre- cisamente. Si poco ó nada se sabía de la ascendencia del célebre escritor, otro tanto sucedía con su descendencia, originado esto también por empeñarse en buscar en Cuenca los datos necesarios, cuando lo natural era buscarlos en el Puerto de Santa María, en donde se sabía había residido los últimos años de su vida, seguramente $8 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA en compañía de su familia. El Sr. Balenchana, en su mencionado escrito, manifiesta que fueron inútiles cuantas diligencias se hi- cieron en los archivos de Cuenca para encontrar datos de Valera y su familia, pero que, de otros antecedentes que había consulta- do, resultaba que Valera tuvo tres hijos: «Carlos de Valera, de quien hacen mención la Crónica de don Juan II {l) y las cartas de aquél, el cual fué uno de los capitanes de la Armada de los Reyes Católicos; doña Beatriz Puerto Carrero, casada con don Pedro Ortiz Manuel, hijo de don Pedro Manuel y de doña Ana Ortiz de Zúñiga, según manifiesta Argote de Molina en la Suce- sión de los Mamieles, que precede al Conde Liicanor; y, final- mente, otra hija enlazada con descendiente del apellido Basurto, porque... en una nota puesta en el Códice F-I08 de la Biblioteca Nacional... se dice que este Códice perteneció á don Bartolomé Basurto, biznieto de Valera.» De que Charles de Valera fué hijo de mosén Diego y de doña María de Valencia, es cosa indubitable; no sucede lo mismo en lo que se refiere á las dos hijas. De la primera sólo sabemos lo que dice Argote de Molina en la Sucesión de los MamieleSy y el no encontrarla mencionada en las genealogías que posee el Marqués de Campo Real, nos hace sospechar algún error en el autor de la Nobleza de Andalucía^ producido por confundir con el Maestre- sala de los Reyes Católicos á algún otro personaje de su mismo nombre y apellido (2). En cuanto á la otra hija que le atribuye Balenchana, y que, según él, casó con descendiente del apellido Basurto, sólo fué una suposición gratuita de dicho escritor. La siguiente genealogía mostrará claramente el parentesco de mo- sén Diego con Bartolomé Basurto, antiguo poseedor del Códice mencionado: (i) No obstante haberlo buscado con el mayor interés, no hemos po- dido encontrar en la Crónica de don Juan II, la más pequeña alusión á Charles de Valera. (2) El mismo Valera, en el Memorial de varias fazañas (^Crónica de Enrique I\'), menciona á un Diego de Valera que vivía en Übeda. Bi- blioteca de Aut. Esp., tomo lxx, ])ág. 9. MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS CQ Mosén Diego de Valera casó con Doña María de Valencia Charles de Valera casó con Doña Elvira Espinóla Fernando de Padilla casó con Doña Leonor López Dona Elvira de Padilla casó con Diego Pérez Basurto Bartolomé Basurto. Este último sería seguramente el poseedor del manuscrito, ó su hijo, llamado también como él. Fácilmente se ve que no había necesidad de inventar una hija de Valera para encontrar al Bar- tolomé Basurto con él emparentado. A los quince años, y debido al valimiento que en la corte te- nía su padre, entró á servir Diego de Valera como doncel del Rey D. Juan II; tres años después pasó á servir con el mismo cargo al Príncipe D. Enrique, y en 143 1 se halló, en unión de los demás donceles, en la batalla dada á los moros en la Higueruela. En Madrid se encontraba en 1 43 5, y, sabiendo que Fernán Álvarez de Toledo señor de Valdecorneja y después Conde de Alba, se encontraba sitiando la villa de Huelma, partió precipi- tadamente de la que, algún tiempo después, había de ser corte do España, y marchó, acompañado de su amigo el poeta Lope de Estúñiga, con objeto de hallarse en aquel hecho de armas. 1 )ióles á ambos P'ernán Álvarez una de las escalas de las tres que se había acordado poner sobre la villa, y habiendo reclamado va- rios caballeros de los que estaban con aquél de que se les diera tal preferencia, díjoles Fernán Álvarez que tuviesen pacii'iici;i. «porque Lope de Estúñiga é Diego de Valera eran allí venidos solamente por ser en este caso, y era razón de dar lugar > •-" 6o BOLETÍN UE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA buen deseo, que ellos allí quedaban para cada día se hallar en semejantes casos». La única escala que se puso fué en la que iban ambos amigos, porque sentida ésta por los moros, fueron des- baratados y no pudieron ponerse las otras. Determinó Fernán Alvarez combatir la villa al día siguiente, y estando ya dispues- tos todos para verificarlo, armó el Capitán caballero á Diego de V^alera en unión de otros. La villa fué socorrida por los moros, y Fernán Alvarez hubo de retirarse á Jaén sin conseguir su ob- jeto (l). Impulsado Valera por su genio aventurero, que no le abando- nó hasta su muerte, y no encontrando quizás medio de desarro- llarlo en la corte de Juan II, á pesar de haber sido ésta una de las más inquietas y turbulentas que hubo en Castilla, determinó marchar fuera del reino y recorrer tierras y países en que bata- llar y conseguir honra y fama. Obtenida la licencia regia, y con ella cartas para algunos Príncipes extranjeros, partió de Roa el animoso doncel el día 17 de Abril de I437, encaminándose á Francia, en .donde se detuvo hasta que el Rey Carlos VII con- quistó á los ingleses la plaza de Montereau-sur-Yonne, lo que ocurrió el 2/ de Agosto de aquel mismo año, después de un sitio de cuarenta días (2). El Sr. Ga3^angos, en su ya citada biografía de Valera, dice que éste salió de Roa el 1 7 de Abril de 1 436, y que volvió á España en Noviembre de 1437; pero como las Crónicas francesas de aquel tiempo señalan la toma de Montereau en la techa que hemos in- dicado, resultaría que Valera tardó diez y seis meses para ir á Francia, y que en sólo tres recorrió ésta, toda la Alemania y re- gresó á España. Tomada la plaza de Montereau-sur-Yonne, á la que algunos llaman Montreaux (3), otros Montreal (4) y algunos Montreo (5), (i) CrÓ7iica de don Juan II, año 19 (1455), *^^P- ^• (2) ídem id., año 21 (1437), cap. 11, y Monstrelet, Clironiqíies, capítu- lo ccxv. Edición Buchón. (3) El Sr. Gayangos, en su ya citada biografía. (4) El Sr. Balenchana, en su Introducción á las obras de Valera. (5) La Crónica de don Juan II, y el Sr. Amador de los Ríos en su His- toria critica de la literatura española, tomo vii, pág. 294. MOSEN DIEGO DE VALER A : SU VIDA Y OBRAS 6 1 marchó Valera á Bohemia, encontrando en Praga á Alberto, Du- que de Austria y poco después Emperador de Alemania, por la muerte de Segismundo, ocurrida el 8 de Diciembre de 1437, siendo muy bien recibido por dicho Príncipe, gracias á las car- tas que para él llevaba del Rey de Castilla. Encontrábase enton- ces Alemania conmovida por la agitación de los hiissitas, á quie- nes se aprestaba Alberto á combatir, y así enviólo á decir á Va- lera, preguntándole al mismo tiempo si quería recibir sueldo, á lo que éste contestó que había ido á servir y no á cobrar. Tal desinterés, que era digno de todo elogio ya que la fortuna no se había mostrado muy propicia con el español, fué causa de que el Rey ordenase al hostelero en cuya casa aquél posaba, «que lo sirviese muy bien, é le diese á él é á los suyos muy abundante- mente todo lo que oviesen menester, é que él lo mandaría pa- gar». Dos días antes de partir para la campaña regalóle el Rey «una tienda é un charriote toldado é un caballo que lo tirase é dos hombres que la gobernasen é armasen la tienda; y enbióle á decir que siempre se aposentase cerca del señor de Balse, por- que era buen caballero é había recibido mucha honra en Casti- lla» (l). Había venido este caballero á España en 1435) Y ^''^ (i) «De alh' [de Buitrago] el Rey se partió para Segovia, donde vino un caballero alemán llamado Micer Roberto, señor de Balse, acompañado de setenta cabalgaduras, entre los cuales traía veinte gentileshombres, que todos traían empresas para hacer ciertas armas; y hecha reverencia al Rey y habida su licencia, publicó los capítulos de empresa, y fuele tocada por don Juan Pimentel conde de Mayorga, y á los otros principales de su compañía tocaron las empresas Pedro de Quiñones y Lope de Estuñiga c Diego de Bazán, y á todos los otros fueron asimismo tocadas sus empre- sas por caballeros y gentileshombres de la casa del Condestable don Ai- varo de Luna. Y el Rey mandó hacer las lizas en un campo llano que está delante del Alcázar, donde asimesmo mandó hacer dos cadahalsos muy grandes, el uno donde mirase el Rey, y con él todos los Grandes que en la Corte estaban, y otro para la Reina con todas las grandes Señoras que ende estaban, así de su casa como de otras que eran ende venidas por ver las armas. Y el Rey mandó armar dos tiendas muy grandes, la una al un cabo de la liza y la otra al otro, donde los caballeros se armasen; y el se- ñor de Balse entró en la liza, con el cual venían el Condestable y el Conde de Benavente, y entró el Conde de Mayorga, con el cual venían el Conde de Ledesma y el adelantado Pero Manrique; los cuales, dejados cada uno de los caballeros en su tienda donde se habían de armar salieron todos de 62 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Segovia y delante de D.Juan lí había hecho armas con D.Juan Pimentel, conde de Mallorga, y no con D. Rodrigo Alonso Pi- lis lizas, y los caballeros salieron armados encima de sus caballos, y he- cha la reverencia al Rey y á la Reina é al Príncipe, tomadas sus lanzas, se fueron el uno para el otro, é pasaron dos carreras sin se encontrar, y esto fue porque el caballo del señor de Balse traía la cabeza tan alta, que poco menos cobría todo el caballo, y por no hacer feo encuentro el Conde de Mayorga dejó de encontrar, y embió requerir al señor de Balse que le pluguiese tomar otro caballo, porque no era posible de lo poder encon- trar sin tocar en el caballo. El señor de Balse dijo que no trocaría el ca- ballo por ninguna cosa. El Conde le respondió que hiciese á su placer, y si encuentro feo hiciese, fuese á su cargo; y á la tercera carrera el Conde de Mayorga encontró al señor de Balse por la cabeza del caballo, y rom- pió su lanza en piezas, y el señor de Balse no encontró, y así se fueron cada uno dello á su tienda á se desarmar. Y acabadas las armas del señor de Balse, salió Pedro de Quiñones de la una parte, y de la otra un tío del señor de Balse, los cuales anduvieron tres carreras que no se encontra- ron, y á la cuarta Pedro de Quiñones dio un grande encuentro al caballero alemán, tal que hubiera de caer de la silla y el alemán no encontró, y López de Estúñiga hizo asimesmo sus armas con otro alemán, en que á la primera carrera rompieron sus armas ambos á dos. Y después desto hizo armas Diego de Bazán con otro alemán, al cual dio en la primera ca- rrera un encuentro tan grande, que dio con él en el suelo fuera de la silla. Y dende adelante en los días siguientes hicieron armas los otros ca- balleros, en que á las veces llevaron ventaja los castellanos y á las veces los alemanes. A este Caballero fué hecha muy gran fiesta así por el Rey como por el Condestable y por los otros grandes Señores que en la Corte estaban. El Rey embió al señor de Balse cuatro caballos de la brida muy grandes y muy hermosos y dos piezas de brocado muy rico, la una carmesí y la otra azul. El señor de Balse no quiso rescibir cosa desto, y embió de- cir al Rey que gelo tenía en mucha merced, pero que el día que de su tierra partió había hecho juramento de no rescebir cosa alguna de prín- cipe del mundo y por ende le pedía por merced le perdonase, y no le pa- resciese ultrage lo que hacía; y le suplicaba le hiciese merced de dar licen- cia á él y á aquellos veinte gentileshombres que en su compañía venían que pudiesen traer su devisa del collar del escama. Al Rey plugo dello y mandó que los plateros que en Segovia estaban se juntasen, y á muy gran priesa hiciesen veinte y dos collares del escama, los dos de oro y los veinte de plata, porque entre ellos había dos Caballeros y los otros eran todos escuderos: en lo cual se dio tan gran priesa, que dentro en cuatro días fueron todos acabados, y el Rey mandó á Gonzalo de Castillejo, su Maestresala, que tomase dos pages, y cada uno dellos llevase dos platos con que fuesen cubiertos los collares, y así los mandó al señor de Balse, el cual gelo tuvo en muy señalada merced y se despidió del Rey, y le su- plicó que le diese cartas para Fernán Alvarez, señor de Valdecorneja que le oviese recomendado, porque él quería hallarse con él en algún hecho contra los enemigos de nuestra .Santa Fe Católica; y así el señor de Balse MOSÉN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 63 mentel (l), como equivocadamente dijeron D, Pascual Gayan- gos, el Sr. Balenchana al copiarle y ü. Marcelino Menéndez y Pe- layo copiando á ambos, y por todo obsequio sólo quiso admitir se partió del Rey muy contento, y se fué á la frontera de los Moros, donde estuvo algunos días en la compañía de Fernán Alvarez, el cual le hizo tf)- das las honras y fiestas que pudo; y así el señor de Balse se partió para su tierra. > Crónica de don Juan II, año 29 (1435), ^^p. viii. (i) D. Rodrigo Alonso Pimentel era Conde de Benavente, y acom- pañó en unión de su yerno el condestable D. Alvaro de Luna al señor de Balse, así como el Conde de Ledesma y el adelantado Pero Manrique acompañaron al conde de Mayorga, D. Juan Pimentel, hijo del de Benaven- te. Era el Conde de Mayorga sumamente aficionado á los torneos, afición que le costó la vida al poco tiempo, pues estando entrenándose con un su es- cudero Pedro de la Torre, para llevar su empresa y combatir por ella en el extranjero, el hacha de éste le causó tal heiida, que falleció de sus resul- tas en Benavente el 8 de Febrero de 1437, á los veintisiete años. Su tem- prana muerte fué cantada por algunos poetas de aquel tiempo, entre ellos Juan de Mena en sus Trecientas, y Juan de Agraz. De las dos composicio- nes que le dedicó este último copiamos la siguiente, que se conserva iné- dita y que tiene interés biográfico: «Decir de Juan Agraz sobre la muerte del Conde de Mayorga: Aqui yace sepultado El virtuoso de aquel Conde don Juan Pimentel, Que murió en tal estado. Era mogo avisado, Esforzado é bien trayente, E muy singular amado Animoso á toda gente. Iten era bien valiente. En el arnés muy asido. Caso que fué falesgido Sin dubda tan brevemente A su Rey muy obediente E por la onrra pugnante, Más absenté que presente A los amigos costante. Mas, había buen semblante E amava la berdad, En guardar el amistad Era muy perseverante. Un crucifijo delante En su postrimero día, La postrera voz clamante 64 BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA las insignias del Escama para el y los gentileshombres que le acompañaban. Poco tiempo después sucedió la polémica de Valera con el Fué ¡val me Santa María! Así su postrimería Ovo mucha contrición; Demandando redención, Sus lágrimas despedía. El temor le afligía De la temida carrera; Dexo nuestra conpanía, Es adonde nos espera. Su vida falesgedera Fueron veinte é siete años; Partir á reinos extraños Su deseo todo era; De levar empresa fuera Por él era publicado; Duró on su buen espera Fasta dos años casado. Quel año que nombrado Fué de mili é quatrocientos E tres dieses, ved los cuentos E seteno acrecentado. Este número llegado A ocho de Febrero, Fué del mundo arrebatado El valiente caballero. Cancionero de Gallafdo, fol. 374. Aun á riesgo de hacer esta nota demasiado larga, no resistimos á la ten- tación de publicar las dos únicas poesías que conocemos del Conde de Mayorga D. Juan de Pimentel, de quien hace dos poetas el Sr. Amador de los Ríos, en su Ensayo de tm catálogo de los poetas del tiempo de don Juan 11, señalándolos con los números 98 y 131. Apéndice 11, tomo vi de su Hist. crit. de la lii. esp. La primera fué publicada en el Ensayo de Gallardo (tomo i, col. 527), tomándola del Cancionero de Herberay; la segunda se publica ahora por primera vez. I Quando lú á mi oyas Dar voces que me quemaba, Sábete que maquexaba El dolor que á Macías (a). (a) En otros cancioneros se añade tras este verso, el siguiente: Hizo feneger sus días. I MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS (,t Conde de Cilique, según ahora le llama la Crónica, en lugar de Cili, como le había nombrado anteriormente. No están conformes los biógrafos de Valera acerca de quién fuere este personaje. La Yo me veo assi llegado En esta mortal foguera, Que no sé en cual manera Della pueda ser apartado. Salvo por causa de ti Que salvar á mi podrías, E sino te plaze assi Sabe te que en mis días A morir torna Macías. II ¿Quieres saber como va Al triste desventurado Que de ti es apartado Porque libertad non ha? Él está muncho penado, tanto, que quiere morir, E con todo este cuydado Los ¿unes quiere decir: Mal mi grado Me conveu de vos partir, Señora, sin repetir Lo pasado. Non parte de mí deseo Desque de ti me partí, Segunt al partir te vy Por pensamiento te veo; Esta canción deprendí. Bien ó mal, como sopiere. Diré los martes por ti Al tiempo que non te viere: Cuyo soy sepa de mí Que suyo seré do fuere, A la que desto plogiere Ella tómelo por sí. Quien me trabe do soy venido Es lonqura, la cual guía Las personas toda vía No segund su meresgido; Mas por esto me desvía De ti, siempre yo diré Los miércoles toda vía Esta canción que bien sé: TOMO LXIV. 66 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Crónica de don Juan II dice únicamente que era un gran señor alemán, sobrino del Emperador Segismundo; el Sr. Gayangos le llama Roberto de Scilly y le hace sobrino carnal áe\ Emperador, Sepas tú, señora mía, Que doquiera que seré, Tu gaya filosomía Ante mis ojos veré. Mientras de ti fuer absenté Terne por pena la vida, Que voluntad en fingida Tu gesto non lo consiente; Mas después desta partida Nunca fuy sin desearte; Esta cangión dolorida Diré \o?, Jueves aparte: Triste soy por la partida, Pues mi persona se parte De la qual beldad sin arte Me venene, sin ser vengida. Tu merced sin duda crea Que siempre te serviré E al nunca fablaré Fasta que mi muerte sea; Mas en tal fe moriré Con poco arrepentimiento, Y los viernes rogaré Sin ningún infingimiento. Si parto, non soy partido, Nin seré de bien amar; Mas si fuere pesar, Al tornar seré guarido. La mi terribile pasión Non se puede caresger, Nin menos en un querer Con sobrada perdición; E con esta perfegión. Maguer bivo atribulado; Los sábados mal logrado Yo diré esta cangión: Mi bien tanto deseado, (^edo te vean mis ojos Porque cesen mis enojos. Pues es el día que guardado Ser manda Nuestro Señor, Non me quiere dexar dolor Nin se cura del pecado, MOSÉN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 6? y los señores Marqués de la Fuensanta del Valle y Santo Rayón en las notas que pusieron al llamado Cancionero de Stiiñiga, le designan con el nombre de Gaspar Schlick (l). Este Gaspar Schlick nada tiene que ver con el que nos ocupa; había nacido en Eger, y procedía de la clase media; el Empera- dor Segismundo le hizo Conde en premio á sus servicios, y Al- berto le nombró su canciller, sin que en parte alguna se haga mención de que tuviese el más remoto parentesco con el Empe- rador. El Roberto de Scilly citado por Gayangos, nos es comple- tamente desconocido. Nosotros creemos que se trata de Ulrico de Culi, hijo de Federico de Cilli, hermano de Bárbara, la mujer del emperador Segismundo. Era, pues, Ulrico, sobrino político de éste, y no carnal, como afirmó el Sr. Gayangos; nacido en 1406, tendría cuando vino á España veinticuatro años, edad la más apropiada para empresas aventureras. Relataba el Conde de Cilli al Rey Alberto y á sus comensales, entre los que se contaba Diego de Valera, cómo, en su viaje por la Península, había tenido ocasión de ver en Portugal, en la igle- sia de Santa María de la Batalla, la bandera real de Castilla, ga- nada por los portugueses en la desastrosa batalla de Aljubarro- ta, por lo cual, según entendía el Conde, no podía el Rey de Cas- tilla traer la bandera real con sus armas. Escuchaba Diego de Valera atentamente al Conde, pues, aunque no comprendía el lenguaje en que aquél se expresaba, por algunas palabras suel- Mas tu rostro a tal color Que de fermoso fas fea, Y dirá tu servidor Fasta ver á quien desea: Quien me fas que non te vea Vista le sea dolor, E si ama por amor, Non cumple lo que desea. Caíicionero de Gallardo^ fol. 388. (i) En igual error incurrió Jiménez de la Espada en las eruditas notas con que ilustró las Andanzas é viajes de Pedro Tafur (pág. 553), no trüien- do en cuenta que el canciller Schlick no tenía parentesco alguno con el emperador Segismundo. 68 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA tas comprendió que se trataba de su patria, y vista, por Alberto su atención, le preguntó en latín si había entendido cuanto se decía. Resumió el Rey lo dicho por el Conde al oir la respuesta negativa de Valera, y éste, poniéndose de hinojos, le suplicó le diese licencia para responder, y conseguida, dijo dirigiéndose al de Cilli: «Señor, mucho soy maravillado de vos, por ser tan no- ble é prudente caballero, querer decir que el Rey de Castilla, mi soberano señor, no pueda traer la bandera real de sus armas; que debíades, señor, saber, que en las armas se hace tal diferen- cia, que, ó son de linaje ó son de dignidad: si son de dignidad, en ninguna manera se pueden perder, salvo perdiéndose la dig- nidad, por razón de la cual las armas se traen, como lo nota Bartolo en el tratado de hisignis et arniis. É como quiei-a que el Rey don Juan, abuelo del Rey mi soberano señor, por un gran desastre de fortuna perdiese una batalla en que le fué tomada su bandera, no perdió su dignidad, ante siempre la poseyó, la cual el Rey, mi soberano señor, tiene hoy mucho más aventurada por muchas villas é fortalezas é tierras que de moros ha ganado. Así, señor, es cierto que el Rey, mi soberano señor, puede y debe traer é trae la bandera de sus armas sin ningún repro- che (l). E si alguno hay que quiera afirmar el contrario de lo que digo, yo gelo combatiré en presencia del señor Rey, dándo- me para ello Su Alteza licencia. El Rey respondió que Diego de Valera decía la verdad, é le dijo que él no era solamente caba- llero, mas caballero é doctor. El conde de Cilique respondió dis- culpándose mucho de lo dicho, diciendo que no plugiese á Dios que él hubiese dicha cosa de aquello por injuriar al Rey de Cas- tilla, de quien él había resceb'ido mayores honores que de Prín- (i) Idéntica teoría, y casi en la misma forma, fué expuesta por Vale- ra en su tratado Espejo de la verdadera nobleza, en donde dice (pág. 223): «é pongo el caso, por mayor declaración en tal manera: un Rey ó Duque fue vencido en batalla, onde perdió la bandera de sus armas ¿poderlas ha traer dende adelante? cierto es que sy, pues no perdió la dignidad por rrazon de la qual aquellas armas traya, pues sigúese que para ganar las tales armas conviene ganar la dignidad». Igual concepto repite en el Tra- tado de los rieptos é desafíos, pág. 293. MOSÉN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 69 cipe de la Christiandad (i), á quien era más obligado de servir que á Príncipe del mundo después del Rey su señor, é que había gran placer por haber aprendido lo que no sabía, lo cual mucho preciaba. E después de esto el Rey hizo siempre mayor honra á Diego de Valera que hasta allí, é hízole de su Consejo. E desde que el Rey se partió del campo, que era en el mes de Noviembre del año de 38, Diego de Valera tomó licencia de él para se volver en Castilla, é él le envió sus tres divisas, que son el Dragón que daba como Rey de Ungría, el Tusinique como Rey de Boemia (2), el Collar de las disciplinas con el Águi- (i) «De Astudillo el Rey se fué á tener la Pascua de Resurrección á Hamusco, donde vino un gran señor Alemán, sobrino del emperador Si- gismundo que era Conde de Cili, que era venido en este Reyno por ir á Santiago, el cual traía sesenta cabalgaduras de muy gentil gente é rica- mente abillada. El Rey le hizo grande honra é comió con él, y le embió caballos é muías é piezas de brocados, de lo qual ninguna cosa quiso to- mar, teniéndolo al Rey en mucha merced, diciendo quel día que de su tierra partió, hizo voto de no tomar cosa alguna de Príncipe del mundo, pero que le ternía en merced que diese licencia á él é á cuatro Caballeros de su casa para traer su devisa del collar del escama, en la qual traer él se ternía por mucho honrado, por ser devisa de tan alto Príncipe de quien tantas honras y mercedes había rescibido. Al Rey pesó porquel Conde no rescibió las cosas quel le embiaba, é mandó á muy gran priesa hacer cin- co collares de escama de oro muy bien obrados, los quales embió al Con- de por Gonzalo de Castillejo, su Maestresala, é llevólos un Doncel suyo llamado Juan Deigadillo, puestos en dos platos. Y el Rey les mandó que ninguna cosa rescibiesen del Conde de Cili, y ellos así lo hicieron, el qual mandaba dar al Maestresala cierta plata en que habría bien cinquenta marcos, é cierta moneda de oro al dicho Juan Deigadillo, los quales nin- guna cosa quisieron tomar; y el Conde estuvo allí bien veinte días resci- biendo muy grandes fiestas del Rey é de la Reyna; é así de allí se partió para hacer su viaje á Santiago.» Crónica de don Juan II, año 24 (i43o\ cap. xin. (2) El Sr. Balenchana corrige esta expresión diciendo que le regaló el Toisón de oro como Rey de Bohemia, sin tener en cuenta que dicha or- den sólo podía otorgarla el Duque de Borgoña, que la había creado años antes. Con estas condecoraciones fué también agraciado por aquel tiempo el aventurero viajero Pero Tafur. «Otro día, después de misa, el Em- perador hizo venir todos los embajadores, y él estando en su asentamien- to alto, tenía cerca de sí al Obispo de Burgos, al cual rogó que respon- diese por él [á] aquellos embajadores, y esto hizo por le honrar; y acaba- do este acto, llegué á él y dióme sus divisas, así la del Dragón, que es de 70 boletín de la real academia de la historia la Blanca (l), como Duque de Austerriche, en que había tres marcos y medio de oro; y envióle doscientos ducados para ayu- da de su camino, é dióle su carta para el Rey de Castilla, hacién- dole saber en la forma que Diego de-Valera en la guerra le ha- bía servido. A este caso fué presente don Martín Enríquez, hijo del conde don Alonso de Gijón, que cenaba allí, y que era venido al Rey por embaxador del Rey de Francia, el cual vino en Cas- tilla antes que Diego de Valera en ella volviese, é contó al Rey don Juan todo lo dicho; é cuando Diego de Valera volvió en Cas- tilla el Rey gelo preguntó, y él gelo contó como había pasa- do. El Rey ovo dello muy gran placer, é dióle su divisa del collar del Escama que él daba á muy pocos, é dióle el yelmo de torneo, é mandóle dar cien doblas para lo hacer, é hízole otras mercedes, é mandó que dende adelante le llamasen mosén Die- go, é después siempre le dio honrosos cargos en que le sirvie- re» (2). Nota Galíndez de Carvajal, que fué quien primeramente pu- blicó la Q'ónica de don Juan 11, que este capítulo le parece adul- terino, y en verdad que no le falta razón. En él se trata única y exclusivamente de Diego de Valera y de sus andanzas y distin- Hungría, como la del Águila, que es de Austerlic, como el Tusenique, que quiere decir tovaja, que es de Bohemia.» Pedi-o Tafur, Andanzas y viajes, pág. 275. (i) Esta orden, según leemos en las notas con que el Sr. Paz y Mella ilustró la vida y obras de Rodríguez del Padrón publicadas por los Biblió- filos españoles, fué fundada por Alberto V en 23 de Marzo de 1433. Con- sistían sus insignias en un águila blanca, con corona de oro en la cabeza, las alas abiertas y una cinta en las garras con la inscripción Thu Redil (haz derecho ó justicia). Por cima de la corona, y entre nubes, salía una mano que tenía cogida una vara dorada ó de oro para los caballeros, y de plata para los demás combatientes. Después de la primera batalla en que el caballero había tomado parte, podía hacer dorar el ala dei-echa del águila; la izquierda, después de la segunda, y después de la tercera, todo el cuerpo. Por Decreto de 23 de Diciembre de 1438, el Rey Alberto concedió á D. Alonso de Cartagena la facultad de dar las divisas del Águila y del Dragón á 30 caballeros. (2) Crónica de do7i Juan II, año 21 (1437), cap. 11. MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 7 1 ciones que obtuvo, lo que hace pensar si, no obstante la afirma- ción que sienta en su Crónica abreviada, tuvo más tarde ocasión de ver la de D. Juan II, y la enmendó, ó al menos la adicionó, con este y otros capítulos y cartas á él referentes, y que sólo una vanidad muy natural y comprensible pudo darle cabida en dicha obra (l). Vuelto á Castilla el aventurero doncel á fines de 1438 ó prin- cipios del siguiente, pasó poco después á prestar sus servicios como tal al príncipe D. Enrique, según mandato del Rey don Juan, y desde Segovia en donde se encontraba, dirigió á éste la valiente carta que figura en la Crónica y que es la primera de las publicadas. Refiere la Crónica que una vez leída por él mandó el Rey D. Juan á su relator que la llevase y leyese en el Consejo, y que, pareciendo bien á unos lo que en ella se decía y mal á otros, todos callaron, excepto el Arzobispo D. Gutie- rre, que exclamó: «Digan á mosén Diego que nos envíe gen- te ó dineros, que consejo no nos fallece» (2). Creen !os biógrafos de Valera que dicha carta fué escrita por éste después de su viaje á Francia (de que nos ocuparemos en seguida), viaje que la Crónica relata en el capítulo xvii del año 1440, el cual está por entero dedicado á mosén Diego y, como probaremos, fuera del lugar que le corresponde y equivo- cado en las fechas. Refiérese en él la llegada de un faraute del Duque de Borgoña, llamado Xateohelin, á la corte de Castilla, y como, previa la licencia regia, leyó los capítulos de cierta em- presa de armas que Fierres de Brefemonte, señor de Charny (3), (i) Amador de los Ríos, en el cap. x del tomo vi de su Historia criti- ca de la literatura española, dice que mosén Diego de Valera era el más digno de llevar á cabo la refundición de la Crónica, si bien se añade: «la fe debida á las palabras que dirige á la Reina, y lo avanzado de su edad, nos retraen de pronunciar un fallo que pudiera aparecer aventurado», pá- gina 215, nota 4.^ (2) Crónica de don Juan II, año 35 (144 O, cap. iv. (3) No era la primera vez que el Sr. de Charny hacía armas en los torneos. En 1433 tocó la empresa que llevaba Juan de Merlo, caballero portugués, hijo de Martín Alfonso de Merlo, Maestresala de la Reina doña Beatriz, mujer de D.Juan I. Juan de Merlo fué guarda mayor de D.Juan II. 72 boletín de la real academia de la historia había de sostener en el año venidero de cuarenta y uno, cerca de la villa de Dijon, en Borgoña. Añádese que por este tiempo «el Rey mandó á mosén Diego de Valera, su doncel, que de su parte fuese [á] visitar á la Reyna de Dacia, tía suya, hermana de la Reyna doña Catalina, é al Rey de Inglaterra, é al Duque de Borgoña, é mandó que fuese con él Asturias (l) su Faraute é Mariscal de armas, é mosén Diego le suplicó humildemente le diese licencia para en el viaje poder ir [á] hacer las armas en el paso quel señor de Charny tenía, y asimesmo para llevar una em- presa de ciertas armas que él entendía de hacer á toda su re- questa. La qual el Rey le dio graciosamente, é le mandó dar muy largo mantenimiento para espacio de un año en que podía estar en el dicho viaje, é le dio una ropa de velludo vellutado azul, de su persona, forrada de cevellinas, é un muy buen caba- llo; é así mosén Diego se partió, é continuó su camino, é hizo las armas, así del paso como de su requesta asaz honorablemen- te, las del paso con Tibaut de Regemont señor de Rufi y de Molinot (2), é las de su empresa con Jacques de Xalau señor de Amavila (3). E acabadas las armas, el Duque envió á mosén Diego cinquenta marcos de plata en doce tazas é dos servillas, é .cumplió todo lo que el Rey le mandó, aunque halló muerta á la Reyna de Dacia (4), tía del Rey, pero llegó á la cibdad donde El paso de armas se celebró en Arras ante el Duque Felipe de Borgoña, y en él salió herido el Sr. de Charny. Crónica de don Juan II, lib. 27 (1433), cap. iv. En el capítulo siguiente se dice que el Sr. de Charny «había mucho ex- perimentado las armas, é las había hecho cinco ó seis veces así necesarias como voluntarias». (i) Los Sres. Gayangos y Balenchana llaman Casulla al faraute. Ama- dor de los Ríos le llama Asturias, ccmo en la Crónica, y toma ésta y otras noticias del Catálogo imperial, real y pontifical, de Gonzalo Fernández de Oviedo (fol. 330, r. de la Sexta Edad). (2) Así lo escriben también dichos señores, pero su verdadero nom- bre es el que figura en los capítulos del paso en donde se le llama 7%/- baut, seiior de Rougeniont y Mussy. (3) También equivocan este nombre; se llamaba Jacques de Chalant, señor de Ainevile. (4) Ninguno de los escritores que se han ocupado de Valera indica cuál fuese este reino de Dacia, y debieron decirlo, ya que podía coníun- MOSEN DIEGO DE VALERA". SU VIDA Y OBRAS 73 estaba enterrada, que se llama Lubic, que es cibdad muy nota- ble, é así mosén Diego se volvió en Castilla». El paso de armas á que la Crónica se refiere, tuvo lugar el año de 1443 en Dijon, y había de durar cuarenta días, á contar desde el i.° de Junio de dicho año, segúnconsta en los capítulos que copiamos en nota y que fueron firmados y sellados por el mantenedor el 8 de Marzo de 1 442 (l). Á contar de esta fecha dirse con el así llamado en los tiempos antiguos. Por Dacia entendía Va- lera, así como algunos de sus contemporáneos, el reino de Dinamarca, como se ve en el capítulo que á él dedica en su Crónica abreviada. duque de Glocester en Granuja, que es á tres millas de Londres», y en la pág. 318 vuelve á decir que en dicho año estuvo en Inglaterra. 76 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA timos al deseo de extractarla de un escritor coetáneo y presente á todas sus peripecias, que cuenta con toda clase de detalles. Su- pei'ior en magnificencia á aquel otro que años antes había defen- dido en el Órbigo Suero de Quiñones, tiene además la particu- laridad de ser españoles el primero y el último que combaten. En 1442, como hemos dicho, y siendo tiempo de paces en el Ducado de Borgoña, cosa rara para aquellos tiempos, Pedro de Beauffremont, señor de Charny, de Molinot y de Monfort, en unión de otros doce caballeros, no queriendo pasar el tiem- po en inacción, determinaron mantener un paso contra todos los caballeros, excepto los de Francia y Ducado de Borgoña, que quisieran acudir á él. Primeramente anunciaron que tendría lugar en el camino de Auxone; pero después se remitió y ejecutó cerca del árbol de Carlomagno, en la selva de Marsenay, en el camino que conducía á Dijon. Había de empezar el paso el día l.° de ■Julio de 1443, y terminaría transcurridos cuarenta días comple- tos, en los que no se contarían los domingos ni las fiestas reli- giosas. Durante todo este tiempo estarían pendientes del citado árbol de Carlomagno dos escudos: uno negro sembrado de lágrimas de oro, y otro violeta sembrado de lágrimas negras. Los caballe- ros que tocaren ó hicieren tocar este último por su Faraute ó mariscal de armas, se obligaban, según las condiciones publicadas, á combatir á pie quince golpes de espada ó hacha, á su elección, contra uno de los guardadores del paso; los que tocaban el escu- do negro se obligaban á tener once encuentros de lanza con hierro afilado, á caballo, con silla y arnés de guerra. Se estipu- laba también en dichos capítulos que cuantos nobles pasaran á menos de un cuarto de legua de los escudos habrían de hacer ar- mas ó dejarían en prenda su espada ó sus espuelas, cosa imposible de todo punto esta última para un noble caballero de aquellos tiempos. Antes de llegar la época fijada empezaron los suntuosos pre- parativos del paso. Sobre el árbol de Carlomagno, que estaba si- tuado á una legua de Dijon en el camino que conduce á Nuis, se colocó un paño de lizo alto con las armas del señor de Char- MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS 77 ny, y á los lados del tapiz se colocaron los dos escudos: al dere- cho el escudo violeta y el negro al izquierdo; reyes de armas y heraldos vestidos con las cotas de armas del de Charny estaban allí para guardarlos. Una hermosa fuente que existía cerca del árbol fué reedificada con piedra de talla, poniéndole un alto ca- pitel de piedra sobre el que se colocaron imágenes de Dios, Nuestra Señora y Santa Ana, grabándose á lo largo del capitel los escudos de los j trece mantenedores. En el encuentro del ca- mino con otro que también conducía á Dijon fué construida una alta cruz de piedra con la imagen del Crucificado, y á sus pies, de rodillas, estaba la del señor de Charny con cota de armas, casco y armado como para entrar en liza. Hiciéronse también dos palenques: uno para los combates á pie y otro para los de á caballo, y entre uno y otro se construyó una gran casa de madera que serviría para presenciarlos al Du- que de Borgoña y á las damas y nobles de la corte. En medio del que había de servir para el combate á caballo se colocó el lienzo blanco que servía para la dirección de la carrera, segíjn era costumbre en casos tales, y á sus extremos se levantaron dos tiendas capaces para ayudar á armar y desarmar á los comba- tientes sin necesidad de desmontarse. Fuera de las lizas se levan- tó otra tienda para acoger y curar á los forasteros, caso de que fuese necesario. Habilitáronse también tres suntuosos alojamientos. Uno de ellos en el castillo de Parigny, situado no muy lejos del árbol, en el camino que de Dijon conduce á Rouvre, el cual servía para los mantenedores del paso; otro era el castillo de Marsenay, per- teneciente á la Abadía de San Benigno de Dijon, destinado para festejar en él á cuantos concurrieran, y el tercero, la plaza de Couchy, situada á una legua de las lizas y perteneciente al de Charny, la que servía para aquellos que hubieren hechos sus armas. Todos tres estaban abastecidos en tal forma, que según el ingenuo escritor de quien tomamos estos datos, el señor de Charny mantuvo durante dos meses casa abierta «con tan gran gasto y por tanto tiempo, que en el mío, sin ser casa de principe, no he visto nada parecido». 78 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Un caballero del reino de Castilla, llamado Pedro Vázquez de Saavedra, fué el primer llegado é hizo tocar ambos escudos. Re- uniéronse los mantenedores y acordaron fuera el de Charny, su jefe, quien mantuviera este primer paso, avisando al mismo tiem- po al Duque de Borgoña, juez del certamen, para que lo honrase con su presencia. Gran interés — dice Olivier de la Marche — que tenían todos por presenciar el combate, pues el castellano era hombre valeroso y renombrado, que algún tiempo antes había hecho armas en Colonia, en donde le habían visto algunos de los que estaban con el Duque, y ahora venía de hacerlas en Inglate- rra, y tanto en una como en otra parte había demostrado su es- fuerzo y bizarría. El día II de Julio de 1443 tuv^o lugar el combate á pie entre el señor de Charny y Pedro Vázquez de Saavedra, resultando aquél herido en una mano y el castellano en el rostro, y algunos días después, y como el anterior á presencia del Duque, el combate á caballo, en que nuestro compatriota se portó á maravilla, de tal modo, que el Duque, admirando su valor, lo tomó á su servicio, haciéndole su chambelán y confiándole más tarde algunas emba- jadas (l). Mientras los mantenedores combatían con los llegados de leja- nas tierras, y cuyos combates no nos interesan, « llegó al árbol de Carlomagno un caballero del reino de Castilla llamado mosén Diego de Valera, venido expresamente de España para encon- trarse en el paso». «Era el caballero pequeño y de escaso porte, pero de grande y noble valor, gracioso y cortés, y muy agradable á todos.» Armado de todas armas se presentó mosén Diego, y tan deci- dido venía á pelear, que, mandando al heraldo que delante de él marchaba que tocase el escudo negro, manifestó á los guardianes que quería combatir antes de entrar en Dijon, respondiéndole aquéllos que entrase en la ciudad y se alojase, y que más tarde, el señor de Charny y sus compañeros, le indicarían el día en que (1) Todavía en 1450 continuaba al servicio del de Borgoña. — George Chastelain, Chronique de Jacques de Lalain, cap. lxiv. MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS 79 habría de combatir. El impetuoso castellano hubo de resignarse, aunque con sentimiento. El día 14 de Julio se presentó delante del Conde de Nevers, juez comisionado por el Duque de Borgoña, un escudero llamado Tibaut, señor de Rougemont y de Mussy (l), que fué el desig- nado para combatir con mosén Diego de Valera. «Era el escu- dero de muy noble casa y estimado por muy valiente, y por su porte era el más grueso y el de mayor estatura de entre todos los nobles de Borgoña.» Compárese esto con la descripción an- tes hecha de Valera, y se verá la diferencia que existía entre uno y otro contrincante. Diego de Valera presentóse en la liza montado y armado como correspondía; su caballo, según nos cuenta La Marche, testigo presencial del combate, estaba cubierto de una seda bermeja con una gran cruz blanca floreteada y en cada extremo una concha de oro. La vista engañó sin duda alguna á aquel fiel escritor, aunque nada tiene de extraño su error. Lo que mosén Diego llevaría se- rían las armas de los Chirinos, cinco flores de lis de plata en campo rojo, flores que vistas desde lejos semejarían una cruz blanca floreteada, destacándose sobre la seda bermeja que cubría al caballo. Después de las presentaciones y ceremonias acostumbradas, cada uno de los caballeros se colocó en un extremo de la liza, y desde allí corrieron á encontrarse, no llegando á conseguirlo hasta la sexta carrera, en la que el caballero español rompió su lanza contra el guardabrazo de su contrario. En la siguiente vol- vió Valera á romper su lanza, así como también en la undécima, sin que el borgoñón alcanzase romper una sola. Algunos días después de este encuentro, mosén Diego de Va- lera, obtenida licencia del Duque de Borgoña, llevó su empresa públicamente por las calles de Dijon (2). (i) Los ya citados biógrafos de Valera designan á este personaje del mismo modo que se lee en la Crónica. (2) «El que las tales armas enprende— dice Valera eu su Tratado dt los 8o BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Consistía la empresa en un lambrequín que flotaba sobre el yel- mo, en el que iría dibujado el objeto que representaba á aquélla. En el Tj'atado de los rieptos é desafíos hace alusión Valera á esta empresa, y sus palabras nos ponen en la pista de cuál pudie- ra ser. Había de llevarse la empresa — según dice — en la parte derecha, «é sy la traxere descubierta, de que le fuere tocado no la puede más traer, salvo sy fucsse su divisa é lajiciesse empresa, ca entonce bien la puede traer aunque le sea tocada, passándola á la parte yzquierda. E sy la quiere traer cubierta, devela cubrir de una inpla (l) é asy traerla fasta le ser tocada, é después dé- vela descobrir; é assy la puede traer fasta las armas ser conpli- das. Cerca de lo qual fué asaz devate conmigo en la corte de señor Duque Felipo de Borgoña, que oy es, porque truxe ende my empresa cubierta, é después de tocada la truxe descubierta fasta el fin de mys armas; el qual debate fué determinado por el dicho señor Duque con consejo de los barones é cavalleros de su corte en esta guisa: Que yo podia traer mi enpresa fasta las ar- mas ser llegadas á fin, por la diferencia que avia fecho trayéndola ante que fuesse tocada cubierta é después descobierta». Las palabras subrayadas nos hacen pensar si lo que mosén Diego llevaba como empresa sería un aspa de madera; y deci- mos esto, porque las armas que después usó siempre mosén Diego y que aún se ven en la capilla que en la iglesia mayor del Puerto de Santa María fundó su nieto Fernando de Padilla, con- sistían en un aspa grande dorada en campo rojo. Sea como fuere, lo cierto es que mosén Diego llevó su em- presa públicamente, y que al tener de ello conocimiento los mantenedores del paso se reunieron en la capilla de la Orden del Toisón-para resolver lo que convenía en aquel caso, acordan- do que no podían consentir que el caballero llevase por más tiempo su empresa, sin que por alguno de los presentes le fuera >rieptos y desafios — deve primero para ello aver licencia de su soberano >señor; é ávida, sy va fuera de la tierra con su enpresa, deve asymesmo >ante que la muestre aver licencia del Príncipe ó Señor de la provincia »donde su enpresa quiere demostrar», pág. 278. (i) Velo ó toca usado antiguamente. MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS 8 1 tocada, pues lo contrario sería deshonroso para ellos. Esto re- suelto, enviaron con nobles y heraldos á llamar al castellano, quien acudió, como era natural, con su empresa cubierta. Saludado muy cortésmente por los allí reunidos, el de Charny, en nombre de todos, le dijo que no iría más adelante en el trabajo de su empresa, porque estaban allí ellos para descargarle y aliviarle, y porque ignoraban si había escogido por su contrario á alguno de los trece le rogó que lo dijese si así era, ofreciéndole que aquel que hubiese elegido sería el encargado de levantarla. Muy cortésmente les agradeció la atención mosén Diego, y dijo cómo llevada la empresa por orden de su dama para cum- plir ciertos capítulos de armas que llevaba cerrados y sellados, los cuales enseñaría al noble que le hiciese el honor de tocar la empresa; que no había hecho elección alguna, porque cualquiera de ellos que le hiciese el honor de combatir con él sería muy bien recibido, y él se consideraría con ello más honrado que nadie en el mundo. Jacobo de Challant, señor de Aineville, rogó al de Charny y á sus compañeros que le permitiesen levantar la empresa del cas- tellano; obtenida la licencia la levanta, y Valera entonces le muestra sus capítulos, que fueron prontamente abiertos y quita- dos los sellos para ver su contenido. El día 30 de Agosto fué el señalado para el combate, y á fin de presenciarlo llegaron al lugar de las lizas el Duque y su espo- sa, acompañados de toda la corte. Por un extremo apareció en el palenque Jacobo de Challant, acompañado por el de Charny y numerosos parientes y amigos sobre un destrero cubierto de paño azul bordado con sus letras y divisas, y por el otro mosén Diego de Valera sobre un caba- llo adornado «según recuerdo» — dice el cronista, — con un raso blanco y violeta en cuarteles, «pareciendo el caballero muy bien á caballo, pues, aunque de poca talla, .era gentil y derecho y muy agradable á todos». Hechos los saludos y ceremonias tomaron sus lanzas, y en el primer encuentro fué alcanzado el castellano en el guardabrazo, desarmándolo en tal forma, que se tardaron más de tres horas en arreglarlo; tiempo que aprovechó c\ dr- TOMO LXIV. ^ 82 BOLETÍN DE I.A REAI, ACADEMIA DE LA HISTORIA Charny para obsequiar á los espectadores con espléndido ban- quete. Una vez arreglado el desperfecto se renovó el combate, encontrándose ambos tan fuertemente, que el destrero del espa- ñol no pudo sostener el empuje y cayó al suelo arrastrando en su caída al jinete, cuyo arnés quedó tan estropeado, que hubo que suspender el combate remitiendo para otro día el fin de las armas. No llegaron éstas á realizarse; al tiempo de paz había sucedido el de guerra, y Felipe de Borgoña se preparaba para entrar con su ejército en el Luxemburg. Tales circunstancias le movieron á llamar á los campeones y á rogarles que dieran sus armas por terminadas, ya que ambos se habían comportado muy honrosa- mente. Así lo hicieron ambos, abrazándose en su presencia (l). Entonces fué cuando el Duque de Borgoña hizo á Valera los re- galos que en la Crónica se expresan. Dadas por terminadas las armas, en las que según se ha visto no salió vencedor Diego de Valera como aseguran sus biógrafos, marchó éste á saludar á la Reina de Dacia, como él la llamaba, no logrando otra cosa que visitar su sepulcro en Lubik, por lo que, dando por terminada su misión, regresó á Castilla á principio del año 1444, encontrando al Rey D. Juan en la villa de Tordesi- llas (2). «Y allí llegué yo — dice Valera en su Crónica abi'eviada — que venía de Dacia é Inglaterra é Borgoña, donde Su Alteza me había enbiado, y como por entonces no .toviese persona de quien se confiase, mandóme ir al condestable que estaba en Escalona, por le hacer saber cierto trato que tenía para salir de Tordesi- llas, del qual al condestable no plugo, y de allí yo me volví para (i) 'Mémoires d'Olivier de la Alar che. Édition Buchón. — Aiiguste Des- rez, Paris, 1838, pág. 382 y sig. (2) Si el Rey estaba en Tordesillas en la fecha citada, como consta en su Crónica, mal pudo ser enviado mosén Diego en 1443 á Francia para conseguir la libertad del Conde de Armagnac, según dice D. Marcelino Menéndez y Pelayo (Atti. de poet. lir. casi., tomo v, pág. ccxli), máxime cuando el Conde, según puede verse en cualquiera historia general y en la misma Crónica, no fué preso hasta 1444. MOSAICO ROMANO DE ARRÓNIZ gl Cuenca, porque así quedó concertado entre Su Alteza y mí, don- de estuve fasta que salió de Tordesillas y se fué á Portillo y de allí se partió para Falencia, y el Cardenal don Pedro de Cervantes con él y desde Palencia me envió Su Alteza á Cuenca; é venido, determinó que secretamente yo fuese al Rey de Francia é tu- viesse manera como de allá se moviesse casamiento suyo con madama Regunda, fija suya [del Rey de Francia]. É teniendo ya las letras del Rey que menester avia, é mandamiento secreto para Pero Fernández de Lorca, que me diesse lo necesario para el viaje, él lo reveló al Condestable, el qual tenía secretamente tratado casamiento del Rey con la señora doña Isabel... pen- sando allí asegurar su estado, é traxo el cuchillo con que se cortó la cabeza» (l). (Continuará.) Lucas de Torre y Franco-Romero, Capitán de Infantería, diplomado. III MOSAICO ROMANO DE ARRÓNIZ (2) La villa de Arróniz, sita en la falda meridional de Monte- Jurra, y distante dos leguas al S. de Estella, había demostrado su antigüedad romana con una inscripción sepulcral, reseñada por Hübner bajo el núm. 2.972, que estuvo en la ermita de San Martín, y se da por perdida. Era un epitafio que hizo labrar en vida suya para sí Tito Sevio Scriba y para los difuntos: Herme- ción, su padre; Sempronia Fadila, su madre, y Sevio Januario, su tío. En el tomo lviii del Boletín, p'ágs. 223-225, se hizo notar ( 1 ) Crónica abreviada. (2) Véase la información de D. Florencio de Ansoleaga, publicada bajo el título Monumentos romajios de Arróniz, en el Boletín, toni.i ' vn, h.i'm- nas 384-386. $4 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA la relación que guarda este epígrafe con otros de la comarca: dos aras votiv^as en Barbarín y tres sepulcrales de Villatuerta y Oteiza. La de Villatuerta, dedicada á los Manes de Octavia, hija de Pudente, cuyo fotograbado salió á luz en el tomo l del Bo- letín, pág. 466, refleja el arte escultórico del país, así como va- rias lápidas del cercano pueblo de Gastiain, fotografiadas por el Sr, Altadill (i). Al arte escultórico de la Vasconia no podía me- nos de corresponder el pictórico, representado por el musivo. Ha recogido y ordenado algunos fragmentos del presente Mo- saico en su Museo Arqueológico de Pamplona la Comisión pro- vincial de monumentos de Navarra. Forman un cuadro, cuya fo- tografía se publicó por la revista pamplonesa La Avalancha (número del 24 de Febrero de 1913, pág. 43), y que nosotros reproducimos. Pero esos fragmentos son pequeña parte de lo que se descu- brió, que fué el pavimento de una habitación suntuosa. Los frag- mentos mayores y más importantes fueron adquiridos por el Go- bierno, á raíz del hallazgo, ocurrido en 1 883, con destino al Mu- seo Arqueológico Nacional. Hízose la adquisición previo infor- me de la Academia, cuando uno de sus individuos más ilustres, el Sr. D. Juan Facundo Riaño, desempeñaba la Dirección gene- ral de Instrucción pública. No sin graves dificultades pudo ser reconstituido en gran par- te, con los dichos fragmentos mayores, en el Museo de Madrid, el pavimento en cuestión, que hoy luce en uno de los patios cu- biertos del expresado centro. Se trata, en efecto, del pavimento de una habitación de forma octógona regular, cuyo eje mide 4,90 m., y cada lado del octó- gono 1,85 m. Su trazado comprende una medalla central de 1,66 m. de diámetro; una faja ornamental de cintas entrelazadas, que mide 0,20 m. de ancho, junto á los bordes; y entre esta faja y la medalla ocho compartimientos trapezoidales irregulares, de- terminados por una faja ornamental continua que los bordea, cuyo motivo es el conocidísimo de la ti'enza. Dichos comparti- (i) Boletín, tf)mo lxiii, págs. 558-560. MOSAICO ROMANO DE ARRÓNIZ 85 86 boletín de la real academia de la historia mientes contienen composiciones de figuras. Acusa desde luego singular torpeza decorativa lo irregular del trazado, pues las fajas divisorias de los ocho recuadros debieron coincidir con los ángulos ó con los medios del octógono, y con más razón siendo éste regular. Se comprende que el mosaísta no cultivaba la or- namentación, y en cambio se preocupó exclusivamente de las composiciones figurativas, que trató por cierto con singular es- píritu pintoresco. Las piedrecillas empleadas en las cenefas son de colores blanco, negro, rojo y ocre, y la labor es la corriente. En cambio en las composiciones figurativas y en la medalla cen- tral, la labor es esmerada y la variedad y riqueza de los colores, que manifiesta el empleo de pastas vitreas, avalora singularmente este mosaico. No es posible, por desgracia, juzgar en totalidad de los asun- tos figurativos, que constituyen el aspecto más importante de este mosaico, porque lo apreciable del mismo es cosa de dos terceras partes. Con los fragmentos sueltos, hoy conservados en Pamplona, se hubiese completado casi todo el pavimento. Salta á la vista que uno de esos fragmentos, en el que se ve un caballo pequeño y un trozo de una gran corona, corresponde á la medalla central. Dicha corona, de la que quedan varios res- tos con hojas de laurel y grandes frutos, se distingue por la vi- veza de los colores, entre los que predominan el verde y el azul, con algunos toques amarillos. Las composiciones desarrolladas en los compartimientos ó re- cuadros trapezoidales, guardan una cierta uniformidad, pues en cada una no hay más de dos figuras y accesorios, y al fondo, en la parte alta y en pequeño, para figurar un lejos, se ve un grupo de casas entre árboles, algunos de los cuales son palmeras, que denotan ser copias de modelos orientales. Las figuras, que ocu- pan el primer término, son grandes, de 0,7o m. de altura una de las mayores, y proporcionalmente las demás. En cuanto á los asuntos representados, bien pronto se echa de ver que no son mitológicos y que se refieren al teatro, esto es, á la lírica y á la declamación. Raros son los monumentos icono- ^4 I o w o o > :^-Í o ^ I p i I § (te g. ^ O _ Z ^ 'o O c-s NO MOSAICO ROMANO DE ARRÓNIZ g? gráficos de este tipo. Alguna semejanza ofrece el relieve de un sarcófago de piedra, descubierto entre Casariche y Puente de Don Gonzalo, y conservado en el Museo de los Sres. Marqueses de Casa-Loring (l). Se ven en dicho relieve unos personajes sen- tados leyendo volúmenes y uno en pie declamando ó recitando. Por análogo modo se repiten en cuatro de las seis composi- ciones, las cuatro completas, de nuestro mosaico, la representa- ción de un personaje varonil, envuelto en su manto, unas veces sentado y otras de pie, ante el cual se ve una mujer con lira y careta teatral. En los otros dos compartimientos, ambas figuras son de mujer. Ni las liras ni las caretas se ofrecen aquí con carác- ter de símbolos, y tampoco consienten los caracteres de las figu- ras femeniles la sospecha de que sean imágenes de las Musas. El mismo carácter pintoresco de las composiciones indica que el artista reprodujo ó quiso representar asuntos de la vida real, cuya interpretación más acertada, á nuestro juicio, es la de en- sayos de obras teatrales ó de juegos escénicos. En más de un mosaico pompeyano se encuentran de estos asuntos; por ejem- plo, en uno de esos bellos monumentos se representa una escena de la comedia de Planto, El soldado fanfarrón^ y á uno y otro lado de los actores se ven sendas figuras de graves personajes sentados que dirigen la representación; en otro mosaico, el di- rector de escena presencia el ensayo de una pieza satírica. Este director era el dominiis gregis, y él es sin duda el que aparece repetidamente con las peregrinas declamadoras de nuestro mosaico. La descripción detallada de cada composición, con relación a las láminas que acompañan, acabará de dar idea de ellas. Compartimiento núm. i. — ^Figura A. — Tan sólo se ve un resto de ropa amarilla. Figura B. — Parte inferior de una figura femenil, con traje blanco y cinturón ancho con adornos azules, ceñido por las ca- deras. (i) Catálogo del Museo Loringiano, que redacta el Excmo. .Sr. D. Ma- nuel R. de Berlanga. Málaga, 1903. Núm. xiii, págs. 99 Á 101 y lám. .xxviu. 88 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA / Z K 5 Tray. rjU 'llfys A ^ GRÁFICOS DE LA TRAZA DEL MOSAICO Y DE LOS FRAGMENTOS SUELTOS DEL MISMO TI > < K m z H O a m 1 ^ ^ K o o C5 3 > ^ -^ -o — 3-. O 3 " 1 s' ;o 5t 2- o »2 ° K ?;■ > Q> ." Z ? ° O rj -t^ s S' •^ m v_7 s > 7) 7] o z N /^-» Z > < > ;d 73 > 4-» ;3, o o 1 1:§ -; o > <-l (O -7 ^ ü. O ^ '° ' ^ "< o 2. 05 m 5 "o -. O MOSAICO ROMANO DE ARRÓNIZ go En el cuadro del Museo de Pamplona el trozo grande (nú- mero 3) contiene las cabezas de estas dos figuras y algo del fondo. Compartimiento núm. 2. — Figura A. — Mujer en pie, vestida con túnica blanca franjeada de púrpura y manto amarillo. Pulsa con plectro una lira que tiene apoyada en una columnilla. P^igura B. — Personaje varonil en pie, con túnica amarilla y manto blanco con fajas de púrpura (claviis latus)^ en el que se envuelve. Acciona con la mano derecha, y tiene en la izquierda un volumen. Sin duda declama. Tras de él se ve otra columnilla. Compartimiento núm. j. — -Figura A. — Mujer declamando, con el brazo derecho levantado. Sobre túnica blanca viste otra, corta, roja, listada de negro, y sobretúnica con mangas, amarilla. Al lado, sobre una columnilla, se ve una careta ó persona trágica. Pigura B. — Personaje varonil, envuelto en un manto blanco. Está sentado en un sillón de respaldo alto y curvo y apoya los pies en una alfombrilla roja. Su actitud es la de escuchar atenta- mente. Compartimiento núm. ¿f.. — Figura A. — Mujer declamando, en pie, ligeramente inclinada hacia adelante, vestida de túnica blanca y manto azul, con cuyo borde coge una careta que mantiene ante su rostro en dirección al segundo personaje. Figura B. — Hombre sentado, envuelto en su manto blanco, con un volumen en la mano izquierda y accionando con la de- recha, como quien acompasa el ritmo de la declamante. Compartimiento núm. 5. — Figura A. — Mujer accionando, acaso poetisa, sentada junto á una capsa de volúmenes. Viste túnica con mangas, amarilla, y manto rojo. Se adorna con pulseras de esmaltes ó piedras azules, y con una cinta azul más claro ciñe su cabeza, Pigura B.— Bailarina con pintoresco traje oriental, compuesto de una ropa transparente, turbante adornado con una flor azul, y un pectoral amarillo, como de oro. Baila con los pies desnu- dos, y tiene en la mano derecha una espada, cuyo color azul indica su brillo acerado, y en la izquierda una vara ó tirso. A su lado, sobre una pequeña columna, hay una careta tríígica. 90 boletín de la real academia de la historia Compartimiento núm. ó. — Figura A. — Mujer declamante, con túnica listada de amarillo y negro, sobretúnica azul y manto amarillo. Figura B. — Hombre envuelto en su blanco manto. Es figura movida, como de personaje que está en acción. A su lado se ve la capsa de volúmenes. De los compartimientos 7-° y 8.° tan sólo se ven exiguos res- tos en el Museo Arqueológico Nacional, correspondientes á las cenefas, accesorios de los fondos de las composiciones y parte de una cabeza. Los demás restos de esta parte del pavimento están en el Museo de Pamplona. Entre ellos se reconoce la mi- tad superior del personaje varonil, con túnica (núm. l), del com- partimiento 7.°, y buena parte de una figura (núm. 2) envuelta en su manto, que aparecía á la derecha en el compartimiento 8.°, además de restos de cenefas y de ángulos, etc., de los mis- mos. Sus asuntos debieron ser análogos á los descritos. No es tan fácil reconocer el de la medalla central, cuyo resto más importante es el fragmento de caballo (núm, 4) del Museo de Pamplona. En el de Madrid tan sólo se advierte el pie de una figura, al parecer de niño, por cierto en opuesta dirección al caballo. Tales son los asuntos del mosaico. En cuanto á su mérito artístico, su estilo y fecha, los térmi- nos de comparación necesarios para fijar estos extremos, ape- nas podremos hallarlos en España, ya que, por desgracia, es re- ducido el número de esta clase de monumentos en nuestro suelo y algunos ejemplares se han perdido. Los que se conservan, en su mayoría de otro carácter, en consonancia con el gusto greco- romano, del siglo de Augusto, y en general los asuntos, están tomados de la Mitología. En el mosaico de Arróniz, por el con- trario, los asuntos están tomados de la vida real, y el carácter esencialmente pintoresco y realista de sus composiciones res- ponde al espíritu descriptivo del arte romano en obras figurati- vas, tales como relieves, pinturas y mosaicos. Ese carácter no solamente se manifiesta aquí en las figuras, que en nada recuer- dan, como las de otros mosaicos, los tipos clásicos preconcebidos MOSAICO ROMANO DE ARRÓNIZ 9 1 de los tipos heroicos ó de divinidades, tipos abstractos incon- fundibles, sino que son personajes tomados de la realidad, con todos sus detalles indumentarios. No se recomiendan estas figu- ras por la elegancia y la gracia de las de los buenos tiempos del arte clásico. El artista que las trazó no era un dibujante co- rrecto; pero supo darles las actitudes, el movimiento y el ade- mán expresivo más conveniente y tratarlas con una libertad y una riqueza de color, que avalora su obra. Por otra parte, es muy de notar el cuidado que puso en completar las composiciones con motivos pintorescos, tales como árboles, casas y animales. En este punto son de notar dos figuras de cigüeña que se ven en el compartimiento 4.°, y en el fragmento núni. i del Museo de Pamplona, mejor dibujadas, por cierto, que las figuras humanas. Posiblemente habrá que buscar la razón de estas diferencias en una de dos causas, y acaso en ambas, á saber: 1.°, que es regu- lar haya intervenido en la producción de este mosaico más de un artista de distinto mérito y diferentes aptitudes; uno que trazara las figuras humanas, que constituyen los asuntos, otro que hiciera los fondos ó motivos accesorios, y otro, en fin, encargado de la parte ornamental; y 2.°, que composiciones y accesorios deben ser copias ú obras hechas de recuerdo de pinturas célebres ó de algún mosaico original importante. Sabido es que muchos de éstos son copias de pinturas, como acontece en el caso notabilísimo del mosaico pompeyano, representativo de la batalla de Isso, que es gala del Museo de Ñapóles, y está tomado de una pintura alejandrina atribuida á Elena, hija de l'imones, ó con mejor ra- zón, á Filoxenos de Eretria, discípulo del ateniense Nicómacos. Es verosímil, por lo que se refiere al mosaico de Arróniz, que estemos ante un caso semejante, y aun creemos que también el modelo debió ser alejandrino. Fué Alejandría el último brillante foco del arte griego que irradió su luz poderosa al mundo ro- mano, y la característica de su estilo fué el realismo pintoresco, el cual perdura en los mosaicos romanos descubiertos en África, de los que posee buena colección el Museo de San Luis de C .11 - tago. Con ellos guarda más semejanza el mosaico de Arróniz que con los descubiertos en España. Su misma riqueza de color, el 92 boletín de la real academia de la historia realismo de sus figuras, sus accesorios, entre los que figuran pal- meras y grullas, todo ello se nos ofrece como indicios de que es una obra concebida y ejecutada en esa tendencia y quizá por artistas de estirpe africana, que morasen en la Vasconia (l). Por otra parte, no hay que perder de vista que sus figuras, un poco cortas, no son ya las de los buenos tiempos del arte clá- sico. La figura del hombre sentado, envuelto en su toga, está más cerca de ciertas figuras un poco redondas, de los dípticos consulares que de las del arte augústeo. De todo lo expuesto, deducimos que el mosaico de Arróniz es una obra romana de estilo africano, que podrá datar del siglo ii ó más bien del iii, y que por su mérito como obra pictórica, por la novedad de sus asuntos y por todos los caracteres que le dis- tinguen de los demás mosaicos españoles, es un monumento de singular importancia en la Arqueología nacional. Solamente por vía de conjetura nos atrevemos á barruntar que no fué indife- rente á su composición Tito Servio Scríba^ el cual, habiendo sido por ventura escritor dramático y director de la orquesta teatral de Pamplona, perpetuó su memoria y la de su familia con el edi- ficio sepulcral que, estando él vivo, se hizo labrar en Arróniz. Madrid, 12 de Diciembre de 191 3. Fidel Fita. José Ramón Mélida. IV ANTIGÜEDADES ROMANAS DESCUBIERTAS EN ZARAGOZA Noticiosa la Academia de un hallazgo de antigüedades ocurri- do en Zaragoza, y encargado de informar sobre el particular el (i) Compárese el gran mosaico de Pamplona que representa al vivo escenas de gladiadores, sobre el cual uno de nosotros emitió Informe en el tomo Liv del Boletín, págs. 426-437. ^^ Boletín de la Real academia de la historia TRiur Mosaico romano de un pavimento descub lam. IV 1. LaC06l ■ - M.idnd DE BACO n Zaragoza, en una casa de D. Mariano Ena. ANTIGÜEDADES ROMANAS DESCUBIERTAS EN ZARAGOZA 93 que suscribe, tiene la honra de presentar reproducción colorida ( I ) de un magnífico mosaico y fotografía de un grupo escultórico de mármol, dedicada á la Corporación por D. Mariano Ena, descu- bridor y poseedor de tan preciosos monumentos arqueológicos, los cuales acreditan desde luego el aprecio que de las buenas obras de arte hacían los patricios de Caesar augusta. Recientemente fué encontrado el grupo, y hace poco más de un año el mosaico, ambas cosas en el mismo sitio, en una finca de la propiedad de dicho señor, en la calle de Alfonso I de la ex- presada ciudad. No vacilamos en señalar el mosaico como monumento de la mayor importancia en su género, tanto por el mérito artístico de la composición como por su gran tamaño, del que se formará cabal idea con sólo saber que las figuras son de tamaño natural. La composición, encerrada en un recuadro, por desgracia in- completo (véase lám. iv), ocupaba el centro del pavimento de una habitación, y en torno del recuadro hay parte de una faja deco- rada con- medallones, que encierran bustos alegóricos, algunos de los cuales fueron descubiertos hace tiempo y los conserva nuestro Correspondiente D. Mariano de Paño en su casa, conti- gua á la del Sr. Ena. Tuve ocasión de ver en casa del Sr. Paño dichos medallones y de admirar por una parte la fineza del trabajo de mosaico, com- puesto de pequeños cubitos de piedras y pastas para obtener la riqueza de colores y de to-nos que maravilla en tal obra, al pro- pio tiempo que la corrección del dibujo. Las mismas excelencias concurren en el recuadro, algo incom- pleto, que constituye la parte central del pavimento. El asunto de la composición es interesante. Representa al dios Baco en biga de tigres, de los cuales el que aparece en primer término se distingue entre todas las figuras de la composiciiui (i) Esta reproducción fotocromotípica se publicó con una Explkacióti del mosaico hallado en la casa de D. Mariano de Ena, de Zaraqoza, suscrita por el P.José Monserbat, S. J., en el Bolel/n de la Sociedad Aragoticsi de Ciencias Naturales, t. ix, 191 2, pág. 27 y lám. 11. 94 boletín de la real academia de la historia por ]a valentía del dibujo. Baco va en pie en su carro, guiándole, con un tirso en la diestra mano. Viste túnica oriental, con man- gas, la bássara, vestido femenil que valió al dios el epíteto de bassareo, ciñe á su cuerpo una piel de pantera y ostenta un manto. Lleva al lado derecho, en el carro, una mujer, pues así lo indican las vestiduras, que es lo que de esta segunda figura se ve, pues falta su cabeza, y debe ser imagen de Ariadna. Forman el cortejo del dios, en este su triunfo, un fauno coro- nado de pámpanos y con un cuerno á guisa de vaso, ó sea el A-aso primitivo (xépaí;, puxóv) relacionado con la religión de Baco, en la diestra mano; una bacante con tirso y el dios Pan, que va delan- te, llevando por la brida á los tigres, y se caracteriza con pies y cuernos capriles, lleva terciada al cuerpo una nébride y en la mano un cayado. Camina el cortejo báquico por el campo, entre árboles, y de uno corpulento que se ve al lado izquierdo, está suspendido por una punta un paño ó cortina, dispuesto en pabellón, que recuer- da el teatro en su forma campestre originaria en relación con las fiestas de Baco. Recuadra la composición una faja negra. La labor de este mosaico es muy fina. Está compuesto de pie- drecillas pequeñas, muy pequeñas, en los detalles más importan- tes, como son las caras. Desde el punto de vista artístico, avalora singularmente este mosaico su carácter pictórico. Cuidó su desconocido autor de tratar el modelado y el claroscuro como un pintor lo hubiese hecho en una pintura mural, buscando los efectos más realistas. Así vemos que las carnes, los accesorios de todas las figuras, la proyección esfumada de las mismas sobre el piso, está todo ello valientemente acusado, como obra de un colorista, buen obser- vador del natural. A cuanto era posible, en la ilusión de dar apariencia de pintura á una obra de mosaico, se llegó en este de Zaragoza, Por su estilo, que recuerda el de la escuela pictórica de Her- culano y Pompeya, corresponde este mosaico á la mejor época del arte romano, y puede colocarse entre los mejores. Si pasa- (a).— Nota de V. P. (2) Está en cap. uv del fol. 81 del manuscrito antiguo de... Nota de V. P. Hemos dejado, tal cual estaban, todas las notas del erudito V;ir- (a) En las Epístolas se lee: «asy como lo otro he gastado satisfazicndo á mi lealtad». 154 boletín de i.a real academia de la historia Cap. xLvm. — De las cosas que afirmaron el casamiento de la serenísima Princesa doña Juana con el ilustrísimo Príncipe don Fernando, cuando la- fortuna más contraria se mostraba. Si el Sr. Rosell hubiese leído lo que antecede, habría susti- tuido el nombre de Isabel por el de Juana, que con manifiesto error había estampado el ignorante copista. Cap. Lix. — De la villa que ovo don Jorge Manrique que ayu- daba á don Juan de Valenzuela, prior de San Juan de quel ovo la victoria. Todo esto, como se ve, carece de sentido, y si alguno tiene, es precisamente lo contrario de lo que debía manifestar, puesto que se afirma que D. Jorge Manrique ayudaba al prior de San Juan, cuando, lo que se desprende del contenido del capítulo, es que éste era el contrario, del cual aquél «ovo la victoria» como consecuencia de la batalla habida entre ambos, y no de la villa, como arriba se lee. Cap. Lxxxiv. — De la muerte del Condestable Miguel Lucas, e del robo de muchos conversos moradores en la ciudad de Xerez. Puede ser que el manuscrito dijese Xerez; pero el Sr. Rosell debió enmendar la equivocación poniendo Jaén. P>n la breve Advertencia que precede al tomo iii de las Cróni- cas, en el que va incluido el Memorial, decía el Sr. Rosell que tuvo la curiosidad de confrontar algunos trozos de éste con la Crónica de Enrique IV, que se atribuye á Alonso de Palencia, y que de la confronta vio la completa identidad de ambas obras; pero como á renglón seguido cita únicamente los dos pasajes que Amador de los Ríos en su Historia critica de la literatura espa- ñola copió de la Crónica de Enrique IV, nos parece, y no somos los primeros en sospecharlo, que éstos fueron los únicos que con- frontó el distinguido académico. Bien es verdad que quien deno- mina empalagosa la cuestión de resolver si Valera copió á Palen- cia ó éste á aquél, bien puede no preocuparse de cosas tan baladíes. gasPonce, aun cuando en algunas se repiten conceptos expresados ante- riormente, porque hemos querido respetar por completo el traljajo que escribió el antiguo Director de la Academia. MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 1 55 ¿Es realmente obra de Valera el Memorial de varias fasañas? Sea ó no obra suya, ¿es preferible, como aseguran algunos críti- cos, á las demás historias del reinado de Enrique IV? A una y á otra pregunta habremos de contestar negativamente: á la prime- ra, porque á nadie se le ocurrirá llamar autor de la Odisea ó del Quijote á cualquiera de sus muchos traductores á lenguas distin- tas que las de sus originales, y el Memorial es tan sólo una tra- ducción un tanto libre de las Décadas latinas de Alonso de Fa- lencia, ■ El Memorial, tal como fué publicado en la Biblioteca de Auto- res españoles, consta sólo de lOO capítulos, terminando con la muerte de D. Enrique; los traductores de la Literatura española, de Ticknor, Sres. Vedia y Gayangos, afirman en sus notas que esta obra, á su juicio la más importante de Valera, está escri- ta con sencillez y sin pretensiones, y que consta de 235 capí- tulos. Confrontado por nosotros el Memorial con la Crónica caste- llana que algunos atribuyen á Falencia y otros á Hernando del Pulgar, se ve una completa identidad entre ambas, hasta el punto de que puede afirmarse, sin género de duda, que son una misma, salvo que el manuscrito que sirvió para la impre- sión era sumamente incompleto, como lo muestra el más ligero examen. El mismo mosén Diego indicaba en el Prólogo que su obra no era original, puesto que decía que había determinado escribir en suma «las cosas más dignas de memoria... desde el año de 1434... hasta el tiempo presente; las cuales, como quier que elegante- mente estén escritas en las Corónicas d' España, éstas son tan largas y tan difíciles de haber, que muy pocos las pueden alcan- zar ni leer», palabras que sólo pueden aplicarse á las Décadas, de Falencia, obra voluminosa y elegantemente escrita en latín; de aquí también la dificultad de trasladarla y de leerla, ya que el latín por aquel tiempo había dejado de ser lengua vulgar y era sólo conocido por los doctos. Tradujo mosén Diego las Décadas después de 1482, y antes de 1488, según se desprende de la lectura del capítulo xxxvui, 156 BOLETÍN DE LA REAL ACAUE.MIA DE LA HISTORIA en el que, al referirse á D. García de Padilla, se dice «que hoy es Maestre», y como su nombramiento ocurrió en el primero de los años citados, y su muerte d fines de I487, hay que supo- ner que entre estas fechas hubo de escribirla. Supuesto esto, cabe preguntar si Valera llevó á cabo su pro- yecto de escribir hasta el tiempo presente^ según manifestaba en el Prólogo. En los catálogos de las bibliotecas de Londres y la antigua del Conde de Montealegre figura una Historia de ¡os Reyes Cató- licos, atribuida á mosén Diego de Valera, lo cual indica que éste llevó á cabo su proyecto de trasladar en castellano la obra en- tera de Falencia, y hasta le siguió en sus divisiones. Termina Alonso de Falencia su primera Década con la muerte del infante don Alonso, y así terminan también su primera parte la mayo- ría de los manuscritos que hemos examinado, é igualmente ter- mina la segunda parte de éstos y la segunda Década, con la muerte de Enrique IV. La tercera Década llega hasta 1477, y habría que examinar si la Historia de los Reyes Católicos, de Va- lera, llega hasta esa fecha y tiene con la obra de Falencia la ana- logía que con ella tienen las partes anteriores. Empieza el capítulo i del Memorial relatando cómo después de muerto el Rey D. Juan entró á reinar Enrique IV, su hijo (y no su cuarto hijo, como se lee en la edición Rosell), el martes, 23 de Julio de «mil e quatrocientos y cinquenta e quatro años y medio y diez y ochos dias». Esta extraña manera de contar debió llamar la atención al Sr. Rosell, quien, si hubiera hecho el cotejo con ia llamada Crónica castellana, pudo notar que faltaban las palabras que en ésta se encuentran después de las palabras «qua- tro años», «siendo de edad [D. Enrique] de \einticinco años y medio y diez y ocho días». Cítanse después los personajes que estuvieron presentes á la coronación, haciéndolo precisamente en el mismo orden en que los nombra Falencia; por cierto que éste menciona entre los concurrentes á 13. Diego Manrique, Conde de Treviño, quien, según el Memorial y la Crónica de Henríquez del Castillo, estaba preso en Segovia desde el reinado anterior, y fué puesto en 1¡- MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS '57 bertad por D. Enrique, poco después de su advenimiento al trono. Algunas erratas se notan en este capítulo, como son el llamar D. Rodrigo Delma al Arzobispo de Santiago D. Rodrigo de Luna; ü. Diego de Iniesca al Obispo de Córdoba Fray Gonzalo de Illescas y Ortiz Velázquez de Cuellar á Fortun ú Ortuño, como se lee en el capítulo vii del Memorial. Hasta el capítulo iv continúa la traducción de la obra de Fa- lencia; en el IV y V no encontramos ya tal correspondencia, é igual sucede en el vi, ocurriendo en éste la particularidad de que todo el segundo párrafo está copiado á la letra de la Crónica de Henríquez del Castillo, capítulo xi. Véase la prueba: Memorial. Después de esto, el Rey se par- tió de la cibdad de Écija, víspera de San Marcos, que fué á veinte é cinco días del mes de Abril del di- cho año, y el Marqués de Villena con él con trescientos de caballo. . en los quales lugares ovieron algu- nos moros, y allí vino el Rey Ciriza "de Granada á facer reuerencia al Rey D. Enrique. Crónica de Henríquez del Castillo. El Rey se partió para la vega de Granada, é llegado á la cibdad de Ecija se partió dende víspera de Sant Marcos, que fué ¿25 días del mes de Abril de dicho año, y el Marqués de Villena con él con tres- cientos de caballo En los quales lugares vinieron algu- nos moros, é allí vino el Rey Ci- riza de Granada á facer reveren- cia al Rey. Si por este estilo siguiéramos haciendo la comparación entre el Memorial y las Décadas^ alargaríamos considerablemente este trabajo, y siempre nos llevaría al mismo resultado, es decir, que el primero es tan sólo compendiada traducción de las segundas. Aun con la notable diferencia de estar traducidos con cuatro siglos de distancia, lo que es más que suficiente para que existan grandes diferencias en la lengua y el modo de decir, compárcn- .se estos dos trozos, uno de Diego de Valera y el otro de la nota- ble y correcta traducción que el Sr. Paz y Mélia ha hecho recien- temente de las Décadas. 158 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Valera. Y en el mes de Marzo del mismo año el Arzobispo de Toledo y el Marqués de Villena se fueron á Ba- yona, donde vinieron el Maestre de Montesa, D. Luis del Puche y Mo- sén Fierres de Peralta, ya Condes- table de Navarra, para que en uno entendiesen en las cosas de Catalu- ña y de Navarra, y en todas las otras contiendas en quel Rey de Francia había de intervenir; y la Reyna Doña Juana, mujer del Rey de Aragón, á quien era dado poder del Rey, su marido, para en todo determinar trabajaba con todas sus fuerzas por guardar la honra de su marido, y así la porfiaban y acre- centaban, pero al fin parecióle que debía todo dexarlo só la fe del Rey de Francia, mayormente como viese al Arzobispo y al Almirante estar en voluntad de se partir de Bayona y las cosas dañarse. Paz y Mélia. ... envió en Marzo al Arzobispf) de Toledo y al Marqués de Ville- na á Bayona, adonde acudieron el Maestre de Montesa, Luis de Spuch y Mosén Fierres de Peralta , ya Condestable de Navarra, para tra- tratar reunidos de los asuntos de Cataluña y Navarra y de todas las demás controversias que había de zanjar la intervención del Rey de Francia. Aumentaban los debates, los grandes esfuerzos de la Reina de Aragón, Doña Juana, en defensa del honor y de los dominios de su esposo, cuyos poderes tenía, hasta que al fin se convenció de que le sería más ventajoso dejarlo todo en manos del Rey de Francia que dar lugar con las negativas al fracaso de la alianza y amistosos pactos que se habían empezado á tratar. Sobre todo la decidió la resistencia del Arzobispo y del Marqués á perma- necer más tiempo en Bayona y el ver que las cosas iban empeorándo- se de día en día. No creemos que después de leído lo transcrito quepa la me- nor duda de que el Memorial es simple traducción de las Déca- das, y no una obra original, como hasta aquí se ha venido afir- mando. Tratado de las armas ó de los rieptos y desafíos. — Es el tratado más completo, en nuestro concepto, de cuantos escribió nuestro autor, y natural es que así sea, ya que en él no hacía más que vaciar los conocimientos que acerca de los duelos y empresas caballerescas había adquirido, no sólo en España, sino en los via- jes al extranjero. Está dedicado á D. Alfonso V, Rey de Portu- gal, y debió ser escrito, según opina el Sr. Gayangos, entre los años 1458 y 147 1, pues llama al Rey en la dedicatoria Señor de MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS 1 59 Alcázar Saguer, plaza conquistada en 1458, y no le denomina Señor de Tánger, como lo hubiera hecho si la obra fuese poste- rior á 1471. De esta obra se publicaron dos ediciones. Preheminencias y cargos de los oficiales de armas. — Pequeño tratado que no viene á ser otra cosa que un complemento del Tratado de las armas ó de los rieptos y desafíos^ y en el que se expresan y detallan las funciones que desempeñaban los Reyes de armas, farautes y pcrsevantes. Espejo de verdadera nobleza. — Este tratado es conocido tam- bién con el título de Tratado de Nobleza é Fidalguía, y lo dedicó Valera al Rey D. Juan II, escribiéndolo cuando se encontraba «arredrado de la vida civil ó activa». Es una de sus más interesantes obras, pues en ella describe qué cosa sea la nobleza, cómo se adquiere y cómo se pierden las armas, de qué clase pueden ser éstas, y á vuelta de algunos luga- res comunes trae especies muy curiosas. Genealogía de los Reyes de Francia.- ^t^\^ tratado dirigido por Valera á Juan Terrín, quien había manifestado deseos de co- nocer la antigüedad del reino de Francia. Valera, partiendo del supuesto de que Jafet fué su primer poblador, enumera muy su- mariamente los hechos de sus Reyes hasta Felipe V el Largo, en 1320. Está copiado este tratado de la crónica del Cardenal Martín, conocida con el nombre de Martiniana. Origen de Roma y Troya. — Es un breve tratado dirigido á don Juan Hurtado de Mendoza, señor de las villas de Cañete, Poya- tos y Tragacete; su objeto es demostrar cuál había sido el origen y fundación de Roma, y por incidencia el de Troj'^a. Como todas las obras de esta clase debidas á la pluma de Valera, está llena de errores y de fábulas. Providencia contra fortuna. — Es uno de los tratados que han sido impresos varias veces en el siglo xv. Está dirigido al muy magnífico Sr. D. Juan Pacheco, Marqués de V^illena, en ocasión en que el privado estaba retirado de la Corte, por haber perdido temporalmente el favor real. «Las armas contra la fortuna que Valera aconseja deben usar los grandes señores, son, después de 1 6o BOLETÍN UE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA servir á Dios, el amar, querer servir, tener y honrar de todo co- razón á su Rey, ca los Reyes, dice, tiemen el lugar de Dios en la tierra; granjearse con liberalidades el amor de sus subditos, dán- doles con mano franca antes que demanden; procurarse por bue- nos medios grandes riquezas y usar bien de ellas; confiar sus fortalezas á fijosdalgo experimentados en la guerra y tenerlas bien proveídas; y finalmente, tener tres ó cuatro personas fieles é idónaas de quienes puedan tomar consejo, y con las que pue- dan comunicar todos los hechos que ocurran. Invoca, en confir- mación de sus asertos, textos de Séneca, de San Bernardo y de la Biblia.» Este tratado fué reproducido en parte por Capmani, como tipo de la mejor prosa del siglo xv, «aunque no sea más que un tejido de lugares comunes», según dice el Sr. M.enéndez y Pelayo. Breviloquio de virtudes. — Es un pequeño tratado de moral en el que define y analiza en qué consisten las virtudes. Está dedi- cado á D. Rodrigo Pimentel, Conde de Benavente y señor de Villalón y de Mayorga, con objeto, según dice, de prestarle algún servicio en reconocimiento á los muchos beneficios que debía' á su padre, el célebre Conde dq Benavente, que tanto figu- ró en la corte de D. Juan II, y cuyo título había heredado este I). Rodrigo por la muerte violenta de su hermano mayor el ilustre y esforzado Conde de Mayorga. Exortación á la paz. — Lleva esta obra el título siguiente: Tra- tado llamado exortación de la paz, dirigido al muy alto y muy excelente Príncipe D.Juan II, Rey de este nombre en Castilla y en León, y viene á ser como una paráfrasis de las dos cartas que en distintas fechas dirigiera al mismo Monarca, y debió ser es- crita después de 1448, fecha en que le envió la segunda de aquéllas. Defensa de virtuosas mujeres. — Esta obra es una imitación de la que con el título de Claris mulieribus publicó Juan Bocaccio, y en la que impugna á éste «por la contradicción en que incu- rrió, en los últimos años de su vida, escribiendo // Corbacio, en que tan duramente increpa á todas las mujeres, en venganza y MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS ibl por resentimiento de los desdenes de una señora á quien amó siendo ya de avanzada edad. Censura también fuertemente á Ovidio, por la manera con que, en su célebre obra El a^'te de amai; pinta el carácter y las cualidades de las mujeres. El Sr. Menéndez y Pelaj^o advierte que esta obra tiene el mis- mo tema que el Triunfo de las donas^ de Juan Rodríguez del Padrón, «con la diferencia de dar Valera más espacio á los ejem- plos históricos que á la argumentación escolástica, y con la di- ferencia todavía mayor del estilo, que en el cronista de Cuenca es por lo común llano, apacible y ameno, al paso que en el tro- vador gallego peca constantemente de alegórico redundante, emblemático y si se quiere poético, pero con mala manera de lirismo». Doctrinal de Príncipes. — Al enumerar este tratado D. Marce- lino Menéndez y Pelayo, entre las varias debidas á la pluma de Valera, decía: «el Doctrinal de Principes^ inédito todavía, aun- que es de los más curiosos, porque principalmente trata de las diferencias. entre el Rey y el tirano». El célebre polígrafo, honra de nuestras letras, no debió recordar en el momento en que es- cribía, que Gallardo había visto y descrito un ejemplar impreso, que se conserva en la biblioteca Medinaceli. La descripción que de él hizo Gallardo es la que sigue: «En 4.°, 1. g., 40 hoj., sin reclamos ni foliación». «Al ejemplar que tengo á la vista — añade después de copiar el prólogo — le falta la primera hoja, y creo que la última, donde debía ponerse el membrete de la impresión». «La última hoja de este ejemplar es la 39 (sign. E-7), cuya últi- ma cara está toda en blanco y la mitad de la anterior, donde el libro concluye con una especie de despedida al Príncipe (después llamado Rey Católico)^ encabezada Conclusión de la obra, en doce renglones, con su Deo graciasy>. «La impresión es hermosa, en buen papel; creóla aragonesa y de fines del siglo xv». Historia de la casa de Guzmán. — D. Nicolás Antonio atribuye á Valera una Historia de la casa de Zúñiga., que nos es desco- nocida en absoluto, y añade que pudo servir de- base á Pellicer l62 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA para la que éste escribió con el título de Justificación de la gran- deza y cobertura de primera clase en la casa y persona de D. Fer- nando de Zúñiga, noveno Conde de Miranda. La que conocemos de Valera es la Historia de la casa de Guzmán, de la cual hay- copia en la Biblioteca Nacional, entre los manuscritos que perte- necieron á D. Pascual Gayangos, y otra mucho más antigua en la selecta biblioteca que posee el distinguido académico y biblió- filo üuque de T'Serclaes. Si la de la casa de Zúñiga fué obra de Valera, y estaba escrita con el mismo espíritu histórico que ésta, dudamos mucho que pudiera servir de base ni á Pellicer ni á nadie para estudio algu- no. Las más absurdas fábulas forman su narración, en la que in- tercala sin ningún orden algunos Guzmanes, los cuales, por obra y gracia de mosén Diego de Valera, resultan á veces padres de sus abuelos ó hijos de sus nietos. La obra termina mucho antes de alcanzar su época. Árbol de batallas. — Es la conocida obra que escribió en fran- cés Honorato Bonet, cuya traducción se viene atribuyendo á Diego de Valera, bajo la autoridad de Nicolás Antonio, quien así lo asegura al ocuparse de este escritor. Pero los que tal cosa afirman no tuvieron en cuenta que en el tomo ii de su Bib. Vet., página 248, afirma que la tradujo Diego de Valencia á suplicación de D. Alvaro de Luna, Igual asegura Pérez Bayer en sus notas á la obra de Nicolás Antonio. En la Biblioteca Nacional (sig. ant. S-81, mod. 6.605) se con- serva un ejemplar del Árbol de las Batallas, escrito en letra del siglo XV, y en cuyo principio se lee: «Comienza el libro que es llamado árbol de batallas, sacado de francés en castellano por Diego de Valencia de mandado del muy magnífico e ylustre señor don Alvaro de Luna, Maestre de Santiago, Condestable de Castilla, Conde de Alburquerque e de Sant Esteban, señor del Infantazgo» (l). (ij Es extraño que Menéndez y Pelayo, Director que fué muchos años de la Biblioteca Nacional, diga en el tomo v de la Antología de poetas líricos castellanos, que la única traducción que conocía de dicha obra era la de Antón de Zurita, criado del Marqués de Santiliana. MOSÉN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 1 63 La equivocación en el nombre de los autores debió originarse de haber visto Nicolás Antonio algún ejemplar en el que el nom- bre del traductor estaría escrito abreviadamente: Diego de V.^, y la mayor notoriedad de Valera le hizo atribuir la obra á éste. Tratado de los linajes nobles de España. — El Sr. Balenchana, al ocuparse de esta obra, manifiesta que la pudo examinar, gracias á la generosidad de D. Pascual Gayangos, á cuya biblioteca per- tenecía. «Es un tomo en 4.°, manuscrito — dice, describiéndola, — de 116 fojas útiles, letra del siglo xv, á nuestro parecer. Tiene en la primera hoja una nota de letra posterior, en la que se dice que íué autor de ella mosén Diego de Valera, natural de Cuenca, según afirma Gerardo Ernesto Francheunca (sic) en su Biblioteca heráldica.-» Sigue describiendo la obra, dando algunos detalles de su contenido, en los que no entraremos, por no estar escrita por Valera, como pudo notarlo fácilmente el Sr. Balenchana, si su examen hubiese sido un poco más detenido. Bastará, para probar esto, copiar la descripción que de este códice y de otro de la misma biblioteca hace en el Catálogo de los manuscritos que pertenecieron al Sr. Gayangos: «52. — Linajes de Castilla-». «.De los linajes de España es el título de este nobiliario, cuyo verdadero autor fué, según Franckenan (Bibl. Gen. Her.)^ Juan Pérez de Vargas, criado del Duque de Villahermosa, D. Alon- so de Aragón». «Fué escrito en tiempo de los Reyes Católicos, como se ad- vierte al tratar del linaje de Cisneros y del Arzobispo que á la sazón era (fol. ^2 v.)». «Al fol. 43 alude á la coronación de Carlos V en Bolonia, en .1529» (1). «Alguno de los poseedores del libro creyó deberlo atribuir al cronista mosén Diego de Valera, más bien debe ser obra de Bus- tamante, pues cotejado con su Nobiliario, parece este manus- crito copia de aquél, adicionada hasta t-l tiempo de Carlos V, (i) En el manuscrito escribió Gayangos á continuación de lo anterior: «No se pusieron los escudos en este códice; pero en' otro, que tam- 164 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA describiéndose muchos linajes y armas, que no están en aquel Nobiliario». «En un capítulo aparte se trata de las armas del Gran Capitán (folio 102), y el tomo concluye con el blasón y armas del linaje de Vera, sacado del traslado que hizo, Gracia Dei, por Antonio de Barahona, su sobrino». «No se pusieron los escudos en este manuscrito. — II6 h. 4." L. de la ép. Pta.». «33. — Este libro es intitulado Blasón de las armas ó armerías, en el qual se ponen las armas de muchos Reynos é imperios de xpianos, é las armas de los claros varones destos Reynos de Castilla, é como ovieron su pringipio, é de las fundaciones de muchas gibdades destos Reynos...» «Habla el autor de sí mismo en el capítulo xxviii, fol. 18, col. I.^, al tratar de las armas del primer Duque de Villahermo- sa D. Alonso de Aragón, hermano del Rey Católico, y dice el «aver tanto insistido en relatar algunas fagañas deste Señor... lo causan estas razones, la primera ser causa loable y justa que las virtudes que ansí resplandegen que no sean encubiertas con la mella [niebla.?] del silencio, y lo segundo, porque su Señoría me crió desde catorce años y asta los veynte y seys [V] fui tes- tigo de las mas destas cosas, y pues no pude en su vida cumplir my deseó quise después de su fin ser pregonero de sus loores». «La obra que parece original se concluyó de escribir, según se lee en una nota final, la víspera de San Bernabé de! año 154I». <,üíwa. Pompeya Primitiva á las Madres Useas. Enriquece este epígrafe con un nombre más nuestra corta Mi- tología. Cinco eran hasta él, los números de quienes había me- moria en Álava: las Ninfas en Araya (Baráibar, Mtís. incip., 12,) la Tutela en Iruña (id., Discurso), Uvarna en Cabriana (Presta- mero, Camino Romano; Hübner, 2.924), Tullonio en Alegría de Dulanci (id., C. R.\ PL, 2.939), Sandao Vim... mburo en Arcinie- ga (id., C. R.\ IL, 2.930), y Baelisto en Angostina (Baráibar, Lá- pidas de Angostina, inéditas). El culto á las Madres, divinidades colectivas debió, en sentir de Costa (Poesía popular española y Mitología y literatura celto- hispana, pág. 255), brotar como obligada consecuencia del dog- ma admitido en todas las tribus hispánicas, de que los Lares son l8o BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA hijos de Yun, á quien identifica con Zeus, suponiendo la noción de Yun-Zeus, patrimonio religioso del Oriente, legado por igual á todas las familias del tronco Ario. Como la condición está lejos de ser. Un'aura dolce senza mutamento, la ingeniosa hipótesis de Costa ha sido reputada y destruida por el Dr. Bonilla (Historia de la Filosofía española, tomo i, pág. 6"/), con lo cual queda obscureada la claridad que el sabio aragonés proyectó sobre las Madres. Por fortuna la intervención del altí- simo maestro Marcelino Menéndez y Pelayo las ha rodeado de luz definitiva, en los maravillosos prolegómenos á la segunda edición de la Historia de los Heterodoxos españoles (pág. 353). De ellos copiamos lo siguiente: «Entre las divinidades de nom- bre colectivo, merecen especial atención las Diosas Madres ó Matronas, númenes benéficos, de carácter regional y protecto- ras de los campos. Estos monumentos, que abundan en las Ga- llas, en Inglaterra y en la Baja Alemania, son escasos en nues- tra epigrafía peninsular, y alguno de ellos, como la inscripción que Marco Julio Grato dedicó en Carmona: Matribits Aiifania- btis, es de origen extranjero, puesto que las Matres Atifaniae se encuentran muchas veces en inscripciones alemanas, como ad- virtió Hübner. Es verosímil que el dedicante fuese un germano, residente en España, que cumplió un voto á las diosas de su país. Más atención merece la importantísima inscripción de Co- ruña del Conde (la antigua Colunia), que Terencio Fraterno, que probablemente sería gallego, aunque vivía en tierra celtibérica, dedicó Matribus Gallaicis (tomo 11, núm. 2.776). Lo que no te- nemos hasta ahora, es ninguna representación figurada de estas diosas, que generalmente eran tres, sentadas y teniendo en las faldas flores y frutos, como aparecen en una escultura del Museo de Lyon, que reproduce Seite de Vasconcellos (Religides do Lu- sitania, tomo 11, pág. 176, fig. 37). Otros epígrafes hay de Ma- tres 6 Matronae, sin epíteto alguno, como las de Sepúlveda y Muro de Agreda (tomo 11, 2.764, 2.848).» Resta averiguar la significación de Uséis con que las Madres LAPIDAS DE PUEBLA DE ARGANZON Y LAGUARDIA 161 de Laguardia están adjetivadas. Los epígrafes aducidos por Me- néndez y Pelayo: Matribus Gallaicis (H., 2.776), Matribus Aufa- niabus (H., 5-413)) parecen designar el lugar donde eran vene- radas. Lógico es suponer que Uscis denote lo mismo. Por des- gracia, tal vocablo suena, á mi juicio, por primera vez en nues- tra epigrafía, donde Usulenias, de una lápida de Barcelona (H., 4.594), y, Useiti, de otra de Coria, son los únicos nombres de persona que con la radical de Usea pueden quizá conexionarse. Si acudimos al resbaladizo terreno de la etimología, nos brindan raíces el eúskaro y el indogermánico. El primero, entre otras voces con el radical lís, aparente ó real, tiene: 7is-a (ejido, cam- po, monte común), us-e (bosque), us-in (alud, pozo, abismo), lis-kaina (trigo de mala calidad), us-ta (muérdago), us-to (hoja), uz-ta (míes, cosecha), us-o (paloma), origen probable de Uxama, del cual los Osinas de Álava y de Soria. A la raíz indogermáni- ca Vas=^Us, han de atribuirse, según León Meyer (Lessico delle Radici indo-italo-greche recato in italiano da Domenico Pezzi), en sánscrito vástii (casa); griego, aatu (ciudad), eoTÍa (hogar), éaxcav (encoger hospitalariamente); latín, vesta (diosa del Hogar), vestibu- him; ur-o (arder), tis-tus (quemado); sane, ushás. gr., ecog; latín aurora; s. vasantas, gr., -^p; lat., ver (primavera), etc. Nadie es capaz de poner puertas al campo de la etimología, por el cual la imaginación puede correr como caballo sin freno. Dejo, pues, la investigación del significado de uséis, para quien pueda fantasear con ingenio, y me limito á suponer, con toda clase de precauciones y reservas, que ese adjetivo, aplicado á las Madres, quizá dé á entender algo así como protectoras ó benéfi- cas, es decir, una cualidad cuya paternidad pueda ser reclama- da, por ejemplo, por el vasco us-o-a «paloma» y por el indoger- mánico vesta, con todas las traslaciones de significación á que se prestan tan hermosos vocablos. Como la visigótica Amaya, con el vasco García, caso, en fin, á usoa con vesta, y supongo que uséis querría decir amorosas, tutelares, bencficas, hospita- larias. Vitoria, 19 de Noviembre de 1913. Federico Baráibar. TOMO LXIV. 12 1 82 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA V CONSIDERACIONES Y DOCUMENTOS RELATIVOS AL FAMOSO INGENIO DEL HIDALGO BLASCO DE GARAY por Manuel de Saralegui y Aledina. Madrid, 1913. Hubo en España, en la primera mitad del siglo xvi, un hombre insigne que se distinguió por su amor á la patria y á la ciencia, que se llamaba Blasco de Garay. Su nombre, digno de perpetuo recuerdo para estímulo de las personas estudiosas que lejanas de las mundanales mezquindades laboran por impulsos nobles y elevados, merece el respeto y la consideración de los buenos es- pañoles; pero justo es al propio tiempo que no le calumniemos atribuyéndole inventos que nunca pretendió haber logrado, por- que por tal camino, y falseando la verdad histórica, más se va al desprestigio y al descrédito de aquellos á quienes se pretende ensalzar, que á rodearles de la aureola pura y clara, sin sombras y sin manchas, que conquistaron por su modestia y su saber. A restablece]- la verdad, obscurecida momentáneamente, tien- de el folleto del Sr. Saralegui, quien sintiendo el patriotismo con la vehemencia propia de todo español, templa sus entusiasmos patrióticos y los depura con el culto de la verdad histórica, sin que esto le prive de elogiar sinceramente á Blasco de Garay, por lo que hizo y por lo que pretendió lograr, avanzando en el difí- cil campo de la mecánica, y adelantándose en proponer reformas y modificaciones útiles á la navegación y á otras industrias, según resulta de los documentos dados á luz en diferentes oca- siones. En efecto, en la larga serie de escritos que pudieran mencio- narse, consta que «Blasco de Garay, hidalgo toledano, pensando muchas veces con qué podría ser útil á S. M., como algunos de su linaje habían hecho, y especialmente su hermano mayor don Diego de Alarcón, que en servicio del Monarca perdió la vida, siendo Capitán en el ejército de Italia; él, con el mismo deseo de DOCUMENTOS RELATIVOS AL HIDALGO BLASCO DE CARAY 183 servirle, se dedicó al estudio de la filosofía y de otras ciencias, y pensó en un invento capaz de sustentar una gran escuadra sin costa de las rentas reales ni daño de los pueblos, lo cual creía ser cosa que podría efectuarse, dando para ello un instrumento fácil para excusar en las galeras los remadores y las velas, ins- trumento que se podía colocar en cualquier navio. No paraban aquí los deseos y propósitos del buen hidalgo, que en el estudio de la mecánica pasó varios años de su vida, sino que resolvió ó creyó resolver otros problemas, como el de sacar un navio sumergido á la superficie, con sólo el esfuerzo de dos hombres; lograr que un individuo permaneciera debajo del agua todo el tiempo que quisiera; ver el fondo del mar hasta cierta profundidad; purificar las aguas convirtiendo la salobre en pota- ble ó dulce, y llevar á bordo un molino para durante la travesía moler el trigo á bordo (l). Era Rey de España Carlos I, y los hombres de gobierno que constituían el Consejo de Guerra, atentos al buen servicio de la nación y del Monarca, acogieron con beneplácito el proyecto y dispusieron el ensayo del primero de sus inventos en un galeón de 250 toneladas, el día 4 de Octubre del año 1539? en el puer- to de Málaga (2). La prueba fué realmente satisfactoria, ya que tratándose de una nave vieja y muy pesada, se logró, con sólo 18 hombres, que navegase casi una legua por hora; mas como todo invento, exigió algunas modificaciones porque se quebraron algunas cosas y otras embarazaban mucho el navio, acordándose á su vez que sólo se emplearan dos ruedas. Garay hizo las modificaciones con- siguientes, suprimiendo unas vigas muy largas con que se movía, de modo que el mecanismo así simplificado ocupaba muy redu- cido espacio, y se dispuso un navio de lOO toneladas, cargado de trigo, con sólo seis hombres para manejar el mecanismo. (i' Memorial de Blasco de Garay al Emperador. Año 1539. Archivo de Simancas. (2) Carta de Blasco de Garay á S. M. C, fechada en 10 de Septiembre de 1540. 184 BOLETÍN DE I.A REAI. ACADEMIA DE LA HISTORIA La segunda prueba, realizada en 2 de Julio de 1540, dio una velocidad de media legua por hora; pero habiéndose querido probar la rapidez de maniobras, hizo ciaboga varias veces, con más presteza que una galera, mereciendo Blasco de Garay la fe- licitación de los capitanes de navio, pilotos, marineros y perso- nas hábiles y experimentadas en cosas de mar, que embarcaron en la nao, y de otros muchos que lo hicieron en bateas, los cua- les, por novedad del caso, por la fama y crédito de Garay y por la utilidad del invento, siguieron con interés esta prueba muy de cerca (l). Indudablemente fué aquel acto uno de los más solemnes y más interesantes que Málaga ha presenciado. Su hermoso puerto, su mar tranquilo, su cielo azul limpio y despejado, su alegre campiña, el carácter jovial de sus habitantes, la gracia de su in- genio y de su lenguaje, el vuelo de su espontánea fantasía, que borda, engrandece y transporta los hechos y las ideas, su patrio- tismo exaltado y desbordante, todo debió contribuir á la bri- llantez del acto que, si interiormente tenía la solemnidad y la se- riedad de la ciencia, estaba rodeado de una aureola de ingenio, de gracia y de espontaneidad. Blasco de Garay debió sentir entonces amortiguarse el hambre que había experimentado, pues en carta fechada el 6 de Julio, sin indicar año, pero que probablemente se refiere á este, dice sin enojos ni recriminaciones al secretario Francisco de Eraso... «y porque sin comer no se puede hacer cosa, escribo á su merced la necesidad que tengo de que me provean de algo para gustar, porque juro á nuestro Señor que es la mayor necesidad que tuve ni sentí desde que nací, tanto que hoy doy la espada á ven- der» (2). Triste destino el de los hombres de valía en casi todos los tiem- pos y pueblos; lucen y brillan favorecidos por la fortuna los que (i) Véase «Carta de los proveedores de Málaga á S. M., á 27 de Julio de 1540». Archivo de Simancas. En ella se dice: y cada rueda movían tres hombres, los cuales se remudaban para poder sufrir el trabajo. (2) Carta autógrafa al Secretario Francisco de Eraso: Revista de Ar- chivos, tomo V, pág. 272. DOCUMENTOS RELATIVOS AL HIDALGO BLASCO DE GARAY 1 85 buscan el medro, los que cultivan y explotan el trato de las per- sonas y por mutuos favores se ayudan á subir á altos puestos; no los que todo lo fían á la bondad de sus propósitos, los que no emplean astucias y ardides para ascender al templo de la fama empujados por sus contemporáneos, ni mendigan ni venden los favores, y de estos era Blasco de Garay. Sus cartas, escritas en un lenguaje digno y claro, propio de los grandes hombres y de los grandes tiempos, son un modelo de buen pensar, no al uso de hoy, en que las ideas se cubren con ropaje que oculta la verdad, figuras retóricas innecesarias que quitan á los escritos vigor y energía, y alabanzas que á fuerza de prodigarse á diestro y siniestro, han perdido todo su valor, ha ciendo preciso un nuevo diccionario para expresar con verdad los conceptos. En este sentido de emplear con propiedad las pa- labras y de exponer con claridad las ideas pueden servir de ejemplo sus frases de que «la necesidad es tanta, que el pensa- miento de comer es el más triste pensamiento que probé jamás le quitaba el entendimiento en lo que hacía» (l). Dejando estas consideraciones aparte, diré que el in\-ento de Garay se sujetó todavía á nuevos ensayos. Fueron éstos: uno rea- lizado en Málaga en el mes de Junio de 1542, á presencia del ge- neral D. Bernardino de Mendoza, en el que se logró una marcha de tres cuartos de legua por hora; y como entonces se censurara la excesiva longitud de las aspas de las ruedas, tal defecto fué co- rregido en la siguiente de lO de Julio de 1542, aventajando en ésta á la galera Renegada en la rapidez de las maniobras, á pesar de que en esta nave iban 24 remeros. Por último, el 7 de Junio de 1543» d el puerto de Barcelona, y con sólo dos ruedas por banda, logró la velocidad de una legua por hora, empleando hombres advenedizos y no experimentados ni prácticos en el manejo de los aparatos. A pesar de esto el invento de Garay no prosperó, ignorando cuál fuese el verdadero motivo de ello. El tesorero Rávago se- ñala imparcialmente, aludiendo no á las ventajas conseguidas, (i) Carta ya citada ciel 6 de Julio. l86 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA sino á las que más adelante podrían obtenerse, que parece que con aquel ingenio se andarán en dos horas tres leguas, añadiendo las expresivas frases de «lo cual es satisfactorio», bien que diga al mismo tiempo que es trabajoso porque ha menester 50 hom- bres que la traían casi con igual trabajo que los que reman. Esto en cuanto á los hechos, porque entrando en otro género de con- sideraciones añade que para una batalla naval ó para enviarse una escuadra con más seguridad, provechosa cosa es, porque da tan presto la nao dos vueltas á la redonda á la parte que quisieren, como la galera una, y que se podría perfeccionar mejorándola y haciéndola más fuerte. Rávago no fué, por consiguiente, como alguien ha indicad ), enemigo del invento, sino un consejero que supo apreciarle en todo su valor. Difícil es averiguar si Blasco de Garay tuvo precursores en nuestro propio país ó fuera de él; pero el Académico que suscribe, en su deseo de esclarecer en lo posible el asunto, ha podido com- probar que no parece que entonces, ni en años anteriores, ni tampoco en mucho tiempo después, se intentara sustituir la na- vegación á vela y á remo por la navegación por medio de rue- das. Mas no sucede lo mismo con respecto á tiempos muy re- motos, pues en un manuscrito primorosamente iluminado, de origen italiano, existente en la Biblioteca Nacional (l), y corres- pondiente al siglo XV, pero cuyos tratados fueron escritos prime- ramente en el siglo v, bajo el título áe Naves libiirnicas (2), apa- rece una nave perfectamente dibujada, é iluminada con gran arte y delicadeza, la cual lleva al costado visible tres ruedas, dándo- nos noticia de ella el texto en breves párrafos, donde se dice que las empleaban para la guerra y que el peso de los bueyes que aparecen en el dibujo, era la fuerza que producía el movimiento. Itxiste, pues, entre las naves de Blasco de Garay y los barcos de Liburnia una analogía, cual es la de emplear ruedas; pero existe también una diferencia, que es la de emplear aquél la fuerza huma- (i) Signatura Q., 129, (2) Tomó su nombre de Liburnia dado en la antigüedad á la parte de Iliria, comprendida entre Istria al Norte y la Dalmacia al Sur. Sus habi- tantes eran hábiles piratas. DOCUMENTOS RELATIVOS AL HIDALGO BLASCO DE CARAY 187 na y los liburnios la de los animales para producir el movimien- to. Por esto y por no existir prueba alguna de que el inventor español tuviera noticia del citado manuscrito ó de otro en que de tales naves se hiciera mención, podemos decir que debe consi- derarse su obra como verdaderamente original y propia. El empleo de las ruedas en los barcos no vuelve á intentarse hasta que Papin, el inventor de las máquinas de vapor, colocó en 1707 una de éstas en un barco provisto de ruedas, en el cual na- vegó desde Cassel, sobre el Fulda, hasta Munden, ciudad de Han- nover, con el objeto de pasar desde allí al Wesser y trasladarse luego á Inglaterra, donde daría á conocer su máquina; pero los barqueros del Wesser se opusieron á su entrada en el río, y no satisfechos con esto, llevaron su brutalidad hasta el punto de res- ponder á sus súplicas, destrozando el barco (i). En 1736, Jonathan Hulls, obtuvo un privilegio para remolcar barcos en los ríos y puertos cuando el viento no fuese propicio para la navegación á vela. En un libro que publicó en el siguien- te año trae la descripción del invento, y de ella resulta que con- sistía en una vasija cerrada, conteniendo dos partes de agua. Ha- ciendo hervir el líquido se formaba el vapor, que era conducido por tubos al interior de un recipiente cilindrico, donde empujaba un émbolo cuyo movimiento se transmitía á una rueda de paletas. En 1753 l3 Real Academia de Ciencias de París, ofreció un premio al mejor trabajo en que se empleara la forma más venta- josa para suplir la acción del viento en los grandes barcos, y M. Bernouilli, entonces Profesor de Basilea, presentó un aparato ensayado con éxito. Euler y Mathon de la Cour escribieron sobre el mismo asunto, proponiendo el uso de ruedas de paletas fijas, empleando al hombre como motor, pues pensaban que el ganado exige para su subsistencia cantidades más considerables de agua y alimento (2). Por último, es posible que Fulton, el primero que aplicó con éxito el vapor á la navegación, utilizara en parte los estudios de (i) Figuier: Los grandes inventos^ pág. 220. (2) Fincham: Historia de la arquilecíura naval, pág. 276. l88 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Garay, según se deduce de las noticias aportadas acerca de este asunto por el 5r. Ferrer de Couto, puesto que el ingeniero espa- ñol Betancourt tuvo en su poder los planos de (iaray y los dio á conocer, ó los en\ió, á unos norteamericanos, poco antes de em- prender sus experiencias el mencionado Fulton en los primeros años del pasado siglo (l). Expuestos los antecedentes más importantes para conocer el invento de Garay, así como su trascendencia y los trabajos que le precedieron y los subsiguientes, vamos .1 tratar de un asunto para mí accidental, puesto que la gloria de Garay se funda en sus intentos de emplear procedimientos nuevos, sean éstos los que fueren, á la navegación. Una carta de D. Tomás González, archivero que fué de Siman- cas, consignaba que en los ensayos realizados por Blasco de Ga- raje el ingenio consistía, según se vio al tiempo de verificarse, en una gran caldera de agua hirviendo, y en unas ruedas colocadas á una y otra banda de la nave, refiriendo todo esto á la expe- riencia ó prueba practicada en el puerto de Barcelona el día 17 de Junio de 1543; añade después que Rávago, enemigo del pro- yecto, decía en su parte que había mucha exposición de que esta- llara con frecuencia la caldera, y, por último, que así resulta de los expedientes y registros originales que se custodiaban en el Ar- chivo de Simancas. Desde que González escribió esto al ilustre D. Martín Fernán- dez de Navarrete, quien no tenía motivos para sospechar que era falsa la noticia, se han practicado en dicho archivo investigacio- nes minuciosas, resultando que su bibliotecario incurrió en un error injustificado, porque, no sólo no consta en parte alguna que hubiese tal caldera, sino que, por lo contrario, aparece de un modo explícito, claro y terminante que se movían por el es- fuerzo humano; y no es que falten los documentos á que aludía ("lonzález, sino que los alteró gravemente, pues se conserva la carta de Rávago dando cuenta del referido ensayo, así como va- (1) Ferrer de Couto: Crisol hisiórico español y Restauración de glorias nacionales. — Segunda edición, Habana, 1862. DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS EN SEVILLA 1 89 rios memoriales y documentos relativos á Blasco de Garay (l), y redactados por el mismo, debiéndose al Sr. Saralegui la publi- cación de los más interesantes (2). No es, por consiguiente cierto que utilizara la fuerza del va- por; tampoco lo es que Rávago afirmara que había peligro de ex- plosiones de la caldera, sino que, por el contrario, afirmaba que los hombres empleados en las ruedas trabajaban tanto como los re- meros de los barcos, y, por último, debe rechazarse la afirmación de que el Tesorero del Rey fuera enemigo del proyecto, pues como se ha visto en anteriores párrafos, le dedica elogios, le juzga cosa provechosa, y considera que la prueba ha sido satisfactoria. En cuanto al folleto del Sr. Saralegui, diré que contiene la ma- yor parte de las consideraciones anteriores; pero expuestas con galana frase é inspiradas en una sinceridad tal, que seguramente producirán grata impresión en el ánimo de los lectores, mere- ciendo por ello sinceros plácemes. Tal es el juicio que el asunto y el libro merecen al Académico que suscribe. Madrid, 21 de Noviembre de 1913. Antonio Blázquez. VI DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS OCURRIDOS EN SEVILLA CON OCASIÓN DE LOS DESMONTES EFECTUADOS EN LA CUESTA DEL ROSARIO (Comunicación de 19 de Mayo de 1913.) En la sesión del día 7 de Junio del año actual me permití lla- mar la atención de esta docta Academia respecto de un artículo (i) En la carta de Garay de 9 de Julio de 1540, dice que, porque en la prueba de 1 537 embarazab;m mucho mías vigas largas cotí que se movía..., á cada rueda puse ¿res hombres que la tnovieseti. (2) También trataron del asunto en el mismo sentido Ferrer del Río (núm. 4.° de La América, y Ribot y Fonseré (núms. 19 á 23 del Diario Uni- versal, aportando datos). «90 boletín de la real academia de la historia publicado en Vida Marítima, en que se daba noticia de recien- tes hallazgos de antigüedades en la ciudad de Sevilla (l). En ella se mencionaban mosaicos, masas de hormigón, cerá- mica samiota y etrusca, dibujos con lotos y peces, y restos de la edad de bronce; y todo en tal forma se describía, que aunque se expresaba que unos extranjeros muy versados en arqueología habían seguido con atención el curso de las excavaciones, no re- sultaba clara la descripción, ni científico el procedimiento em- pleado, puesto que los operarios realizaron su trabajo en la for- ma en que le habían comenzado, ya que el dueño de la finca se limitó á consentir que los extranjeros lo presenciaran; ni era fá- cil que los objetos hallados, caso de ser auténticos, estuvieran en la forma y disposición en que se describían. Por todo esto, al dar noticia á la Academia, donde surgió la misma duda á otros compañeros, me limité á expresar la conve- niencia de que informara la Comisión Provincial de Monumentos de Sevilla acerca del asunto. Poco después, la misma persona que en Vida Mai'ítima sus- cribía el trabajo, dio cuenta de los descubrimientos en una Socie- dad (2), bien que ampliando de palabra algunas consideraciones, y ya no pude menos de emitir mi opinión respecto de ciertos ex- tremos contenidos en su trabajo; porque si las noticias ofrecían serias dudas, las conclusiones y ampliaciones no podían ofrecer- las, á mi juicio, por alejarse de modo considerable de lo que la crítica histórica, arqueológica y geográfica requiere. Y para que los señores Académicos puedan formar juicio de este artícu- lo, que quizás algunos no recuerden, indicaré que empezaba por citar la inscripción que estuvo en una de las puertas de Sevilla, inscripción que decía: «Hércules me labró, Julio César me reno- vó y el Rey Santo me ganó», según el outor del artículo á que nos referimos. Cita después á D. Joaquín Costa para afirmar que el sitio de (i) Revista de Geografía colonial y mercantil, tomo x, pág. 83 y si- guientes. (2) Númeru correspondiente al 30 de Enero de 1913. I DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS EN SEVILLA I9I la ciudad de Sevilla corresponde exactamente al de la desapare- cida Tarsis, que se hallaba en una isla del Guadalquivir, cuyo delta formaba ya, hacia el siglo vi, antes de }. C, al llegar la ma- rea alta, una inmensa laguna, salpicada de islitas, en las que, se- gún refiere Estrabón, buscaban refugio los famosos toros tartesia- nos cuando subía la marea; añadiendo que cualquiera que haya estado en Sevilla en la época de las grandes avenidas, habrá po- dido observar el río con el mismo aspecto que ofreciera seis si- glos antes de la Era Cristiana, y que la ligerísima elevación del terreno donde se levanta la parte más antigua de Sevilla, es la única porción que se ve sobresaliendo del nivel de las aguas en una extensión de mucho» kilómetros á lo largo del río; siendo, por lo tanto, el único sitio en el cual pudo haberse construido una gran ciudad en la región donde se formaba el gran lago en los tiempos pre-romanos. Y el lugar en que se encontró la necrópo- lis antes mencionada (ó sea la Cuesta del Rosario) constituía tam bien en la marea alta una de las islitas á que se refiere Estrabón. Es el autor de tales consideraciones gran amigo mío y perso- na á quien sinceramente estimo; pero recordando una frase lati- na muy conocida, aun sintiéndolo mucho, me creí obligado en la ocasión citada á combatir sus asertos, ciñéndome á aquellos pun- tos en que, durante la discusión insistiera, ó aquellos otros nue- vos argumentos que empleara. Y lo repito una vez más, me do- lía tener que rectificarle, porque además es persona de cultura general bastante extensa; la cual, con la mejor buena fe y guia- da por un impulso nobilísimo, se dejó arrastrar por la fantasía, y con unas cuantas citas formó, con la maestría que él sabe hacer- lo, un artículo en que para el vulgo todo parece demostrado. Educado yo en otra escuela, aunque sea sólo modesto aficio- nado y no maestro, aduje entonces datos, hechos y noticias de geógrafos y geólogos cuya cita era necesaria, ya que en la dis- cusión se pretendió hallar apoyo en la geología, y demostré, al menos así lo creo y así consta , leyendo el relato de la discusión entablada (l), que la geología, con sus datos, se oponía en abso- (i) Boletín de la Real Sociedad Geográfica. (Revista citada, año 19 13.) 192 boletín de la real academia de la historia luto á las conclusiones sustentadas por el autor del trabajo, y no hice mención especial de la inscripción que cita, colocada en una puerta de Sevilla, después de la conquista cristiana, como prueba de su antigüedad, porque tal juicio no merece en realidad refu- tación seria. Quedaba, sin embargo, por aclarar la exactitud é importancia de los descubrimientos que, como ya he indicado, ofrecían dudas, y la Comisión Provincial de Monumentos de Sevilla manifiesta, en comunicación fechada el día 3 de Mayo, que los autores de algunos artículos aparecidos en The Times y en Fígaro^ que tie- nen gran analogía con los citados antes, en cuanto á los descubri- mientos, están redactados por personas de aquella ciudad, que carecen de toda autoridad científica, bastando para convencerse de ello el calificativo de pre-romanos que dan á los fustes de las columnas del paseo llamado de Hércules, y la afirmación de que las galerías subterráneas del jardín del crucero del Alcázar, con- ducían á la famosa Torre del Oro, cosa que, como es sabida, ca- rece de toda verosimilitud. Igualmente rectifica la noticia que coloca la cuesta del Rosa- rio fuera de la ciudad, pues por el contrario, está en una de sus más céntricas zonas, y añade que habiendo visitado los trabajos de desmonte allí efectuados, desde los primeros momentos, sólo han encontrado restos sin importancia, por lo cual no han pro- curado su conservación ni su adquisición. Con esto cae por tierra toda la falsa leyenda y todas las aven- turadas conjeturas que á la sombra de dichas noticias se forja- ron, y con ésto cree deber terminar su trabajo el que suscribe, esperando que sirva de ejemplo, para que en lo sucesivo se con- tengan los generosos entusiasmos y se mediten más los trabajos destinados á la publicidad. Por último, justo es que se den las gracias á los celosos indi- viduos de la Comisión sevillana, honrándose en proponerlo así el Académico que suscribe, Madrid, 30 de Noviembre de 1913. Antonio Blázquez. epigrafía ibérica y romana 193 VII LÁPIDA IBÉRICA DK GABANES Y ROMANAS DE ALMENARA, VILLARREAL Y TARRAGONA A lo largo de la costa marítima de la provincia de Castellón de la Plana, en trayectos de lO, 19, 4 y 29 kilómetros, se escalo- nan, respectivamente, desde Sagunto, las estaciones ferroviarias de Almenara, Burriana, Villareal y Oropesa, cuyo término con- fina por N. y O. con el de Gabanes. A la ciudad de Burriana se han trasladado las lápidas de Gabanes, Villarreal y Almenara, vi- llas pertenecientes al antiguo territorio ilergavónico y consiguien- temente á la diócesis de 1 ortosa. Gabanes. Desde Gastellón de la Plana, D. Luis del Arco, nuestro Co- rrespondiente en aquella capital, con fecha del 12 de Diciembre último, me escribió: «Hablando en Burriana con D. Manuel Pe- ris, me dio noticia de una lápida ibérica^ que posee un primo suyo, gran coleccionador de antigüedades. La inscripción ha sido des- cubierta, hace pocos días, entre Albalat y Miravete». Miravete y Albalat son despoblados dentro del término de Ga- banes, donde se hallaron un cipo terminal (l ) y dos miliarios (2), de los cuales el uno, sito junto al famoso arco romano, se erigió imperando Galerio Valerio Maximiano (años 292-304), y el otro, que mucho importaría recobrar y reconocer, marcaba las miliaís que reducen la población á la estación llamada Ildum por los Vasos Apolinares y el Itinerario de Antonino, é Hildum por el Ravenate. Esta inscripción es inédita. El Dr. D. Garlos Barthou, abogado que reside en Burriana, ha sacado y me ha enviado la adjunta (i) Priva{tum) Calpurni Acutiam... {iier?). Hübner, 4.048, (2) Hübner, 4.950 y 4.951. 194 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA fotografía de la piedra original, advirtiendo (l) que «ha rellena- do con yeso la borrosa inscripción para que resulte más clara.» rATonm l:íN:^t5:AX4 El tipo de las letras cabalmente se ajusta al regional ecletano é ilergav'ónico de las lápidas ibéricas, que fueron reseñadas por Hübner (2), procedentes de Iglesuela del Cid, Cretas, Alcalá de (i) Carta del 17 de Diciembre de 1913. (2) Monume?ita ii/igicae iben'cae, ^ág'3. 150-164. EPIGRAFÍA IBÉRICA Y ROMANA ig^ Chisvert, Castellón de la Plana, Sagunto y Valencia. Con arreglo al sistema Hübneriano, en esta estela funeral de Cabanes, hay que leer: i I t o p g z e n . s e l d r íi i Por de pronto se ve que los puntos (:) indican la separación de vocablos, como acontece en la grande inscripción ibérica de Castellón de la Plana, en muchas de Sagunto y de otros pa- rajes. En el renglón primero la p sonaría menos dura que la p^ y puede tomarse por b; pues con efecto, en casi todas sus inscrip- ciones latinas esto sucede, por ejemplo, en las monedas autóno- mas de Bilbilis (Calatayud), Saetabis (Játiva), Segobriga (Segor- be?), etc. Lo mismo, si bien con menos frecuencia, cabe decir de la f (t), que en el nombre étnico de las monedas de Agreda, unas veces aparece, y otras reaparece sustituido por X (d). Por igual estilo, el nombre de Lérida, que Hecateo y Ptolomeo escribieron 'IXépoa, lo escribió Apiano 'IXépxYj. Hay más: las monedas ibéricas de Lérida, suprimen la pronunciación de la "-p como si fuese una d rapidísima, y dan seguramente á la O el valor de r. Además la ]/\ puede estimarse como ligatura de il, y también como expre- siva de h; por lo cual, no me atrevo á fijar la verdadera lectura del nombre. Conjeturo que es Ildobilizen, comparable al geográ- fico Tntibili (villa de la Jana) y al propio de persona ilustre de la región ilcrgctica, llamado 'AvSo¡3áXy^c; y 'Avo&|SaXo(;, por Po- libio; 'Ivotj'jÉXT^g, por Diodoro, é Indibilis, por Tito Livio, Apia- no y Valerio Máximo. De parecida formación es el nombre ibérico Neitinbe/es, que campea en una inscripción de Tarra- sa (Hübner, 6. 144). La traducción del presente epígrafe po- dría ser: lldóbilo (hijo) de Seldro. 196 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA El giro sintáctico de esta inscripción Ildense corre parejas con el de la Barcelonesa, registrada por Hübner bajo el núm. iv (l). 11 n ke i I t r a z u i La cual, si mal no creo, significa: Victoria^ hija de Ilerzo. Observaré, por último, que la desinencia ui 6 v¿, del genitivo ibérico, atestiguada por estos y otros ejemplos (2), no carece de semejanza con la griega poética ^pi. Griegas son igualmente las desinencias de nominativo, masculina en, femenina e: [Jiigv (mes), ^r¡vr¡ (luna), TíOi\ir¡v (pastor), vív.yj (victoria). Es punto histórico indubitable que desde remota antigüedad el idioma griego se infiltró en el ibérico, cuya índole peculiar, ex- traña y misteriosa aún, aguarda para revelarse mayor número de inscripciones. Almenara. Diecinueve inscripciones romanas (Hübner, 3-973-3-983) 6.054- 6.061), halladas en esta villa, sobre la cumbre del monte que la domina y está coronado por las ruinas de un'castillo famoso, han dado á conocer su antigüedad y rivalidad émula del fronterizo pueblo Saguntino. De la marmórea lápida, señalada con el núme- ro 6.057, y se ha trasladado á Burriana, nos envía el Sr. Barthou la fotografía adjunta, cuyos bellísimos caracteres la colocan en el siglo Augustéo. ITTIVS ivDYMION FECIT ET 'DEDICAVIT [ Ve\tiius \E\ndymion fecit et dedicavit. Vettio Endymión lo hizo y dedicó. (i) Monum. 1. iber., pág. 143. (2) Véase el tomo xxv del Boletín, i)ág. 284. epigrafía ItíERICA Y ROMANA 197 El sobrenombre del dedicante, 'Evo'j¡jiíwv, es indicio de que el monumento (ara, estatua ó templo) fué Consagrado á Diana. Publicó esta inscripción, á raíz de su descubrimiento, la Socie- dad Arqueológica Valenciana en el tomo de sus Memorias, co- rrespondiente al año 1873, pág. 23, pero viciando el primer ren- glón, que transformó en TIIVS. Hübner corrigió este error; pero guiándose por una copia, no del todo exacta, que obtuvo del se- ñor Chabret, removió de su propio lugar el primer renglón que leyó [A]ttiiis; mas no se aviene con el ejemplar fotográfico, que exige dos letras antes de la primera T. No debe parecer extraño el cognombre 'Evou|jlccov, tomado de la mitología helénica de Diana. Básteme recordar, que no lejos de Almenara, en Albalat de Segart, murió, según reza su epitafio 3.969), Caecilia O(uinti) l(iberta) Arteiiiis. TOMO L\1V 13 i95> boletín de la real academl\ de la historia Villarreal. Las dos Iclpidas romanas que en el término municipal de esta villa se descubrieron, y se han trasladado á Burriana, ofrecen un texto que, desfigurado y publicado atropelladamente por mano incauta ( I ), necesita revisión. Ksta me han proporcionado las improntas de los epígrafes originales, que ha sacado D. Luis del Arco, nuestro Correspondiente en Castellón de la Plana, y que tengo el honor de presentar á la Academia. 1. Mide 43 cm. de alto por 32 de ancho. Se halló en un huerto de la partida de las alquerías del Niño perdido, entre varias sepulturas de un cementerio romano. C-A^TON-LE o • P A R n AE • VXORI F • C C{aius) Antoiiiiíis) Leo Pardae uxori f[aciendum) c{uravit). Cayo Antonio León á Parda, su mujer, hizo este monumento. Los cognombres de esta inscripción expresan por rara coinci- dencia los elementos de que se compone el nombre latino y cas- tellano leopardo. Parda se llamaría Antonia, y sería probable- mente liberta de León, su marido. 2. Zócalo grande, que mide 1,17 m. de alto por 0,40 de ancho, y 1,40 de espesor. D o M i V L o P - I L E V N I D I o A N ÑOR O XX IIX Z O T 1 C V S M A R I T V .S VXORI O K A R I S S I ME • PIDEI.ISSI 10 ME • D • S • F (1) Véase el tomo lxiii del Boletín, págs. 583-586, EPir.KAFIA IBÉRICA Y ROMANA 1 99 D{ís) Ali^anibus) Jul{iae) Pldletmidi ann{onim) XXIIX. Zotictis marítus uxori karissi7ne fidelissmie, d{e) s[uo) f{ ecit). A los dioses Manes. A Julia Fileiinis, amadísima y fidelísima esposa, de edad de veintiocho años, costeó este monumento Zótico su marido. Philetmis brotó del griego '•^íXsuvoi; (deleitoso, amoroso); Zoti- ciis de J^wxcxói; (vital). El nombre Julia de la difunta permite sobrentender el de Julio para su viudo sobreviviente. Una vez más se columbra la difusión del idioma griego en la región marí- tima, que se prolonga desde Tortosa hasta Sagunto. Las letras de esta inscripción son de baja época, distinguién- dose por su pequenez los ojos de la P y de la R, así como por sobresalir el primer palo en los ángulos de la A, la M y la N. Otra muy semejante se halló en Almazora, villa confinante por el Oeste con Villarreal. Diago vio esta lápida en la casa de Apa- ricio Montañana, y su texto, según Hijbner (4.032), decía: Ful- viae Te/e[te?] \ anu[orum)... \ F^idvius) Venís iix\orí\ \ carissi- niae \ fidelisshnae \ .... | . Mucho me temo que esta Almazorana sea la presente 2 de Villarreal mal leída. Tarragona. Sepulcro de piedra que mide 2 m. de largo por 56 cm. de ancho y 62 cm. de alto. En su frontis está la inscripción, que á su vez mide 56 por 62 cm. Se ha descubierto en la finca rural que poseen los dos hermanos D. Mariano y D. Rafael Puig y Valle, al lado de la carretera de Castellón ó de la vía Augusta^ cerca del río Francolí, al Oeste del puerto de la ciudad, extramuros, en el sitio denominado Benlloch, donde estuvo á partir del siglo xii el monasterio benedictino de Santa María Magdalena, y se encon- tró el ara votiva (Hübner, 4.083) dedicada á Marte Campeador por Tito Aurelio Décimo, centurión de la legión séptima gemina feliz, en el año 182 de la era cristiana. De la nueva inscripción se ha dado noticia en el Diario de larragona (l) por D. Ángel del Arco, nuestro antiguo y muy (i) Número del 28 de Diciembre de 1913. 2O0 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA benemérito Correspondiente y Director del Museo Provincial Arqueológico en aquella ciudad. A los datos que acabo de con- signar, añade que la importancia del hallazgo sube de punto, porque ha sido hecho en una zona llena de sepulturas romanas, con tégulas y restos de grandes ánforas funerarias, y todo ello ha sido destrozado y fracturado, rodando por todas partes huesos humanos; pero se está á tiempo de subsanar la pérdida, procu- rando que sean descubiertos y sacados íntegros los sepulcros restantes. Acerca de la inscripción, observa el Sr. Arco que los caracteres de sus doce líneas están «descuidadamente grabados por el lapidario, sin las debidas distancias ni punto de separa- ción, lo que hace difícil la lectura, tanto más, por haber sitios en que las letras están borrosísimas». Transcribe las que de primera intención pudo ver; y nos envía el calco y la fotografía, que ha sacado del original, para su mayor estudio y conveniente aprecio. Las letras de esta inscripción, así como las del ara sobredicha, erigida en el año 182 por el centurión Tito Aurelio Dérimo, per- tenecen al declive del siglo 11 (l), según lo manifiesta su ejem- plar fotográfico. o D o M 6 AVREr-PAVr, IN/E Fll. lAE'O-CRv DELE • FVNVS ' Q V I • NVNC • ATTIGIT,* MIHI • E • RENOVATVS • O • DOLOR • DOl.V 5 FRAM • FRATRI • SIMVLQ^' SORORI • NV NC • LVGEO • FILIA • PARITF.RO • SANE • COSE S • EO • lAM • PLACIDE • POSITA • LETHES • IN ABORTE • QVIESCE • IVNCTAQ^' 1 V MV LO FRATRI • SIMVLQ • SORORI • VIXIT • AN • XX • M 10 n-XVI-T-AVR-P-AVR-PVRIS-MATER-PU.I^-DVL CISS • ET • píen TI SS • FECERVNT • (i) Ilübner, Exenipla scr/pfiirae epigraphicae laí¡}iae, núm. 447, Ber- h'n, 1885. epigrafía ibérica y romana 20 1 D[¿s) J\í[anibuS' Aiir{eliae) Paiilinae filiae. O crudelc fiinus! Qiii niaic aUi- git miJti e{st] renovaiiis, o dolor! dolitcram frairi siiniilqiiic) sóror ¿. Nimc lu- geo, filia, pan'lerq{7te) sane comes eo. larn placide posita Letlies in morte quies- ce, iunctaqiue] túmulo fratrí simulqiue) sorori. Vixit añinos) XA', jnieusem) d{ies\ XVI. T{iius) Aur[el¿us) p(ater), Aur[elia) Pnris mafer, filice. dulciss(i- mae) et pieni¿ss(imae) fecerunt [et posuerunt. H¿c\síia e[st. S\it) tiibi) i[erra) l{evis).'\ A los fiioses Manes de Aurelia Paulina. Oh de (mi) hija defunción cruel! El que ahora me tocó se ha renovado oh dolor! Dolor, que juntamente me causaron su hermano y su hermana. Ahora te lloro, hija mía, y como he- rido de muerte, te acompaño en la tumba. Mas ya, siquiera esto no sea, por lo menos con tu hermano y tu hermana descanse ahí plácidamente en esa m.ansión mortuoria tu cuerpo, y en la elisíaca del río Leteo tu alma afortunada. Vivió 20 años, un mes y 16 días. Tito Aurelio su padre y Au- relia Puris su madre le hicieron y pusieron este monumento á la hija dul- císima y piadosísima. Aquí yace. Séate la tierra ligera. Todos los vocablos en esta inscripción son de buena latinidad, y ninguna dificultad pueden ofrecer, salvo el cognombre de la yf i^ *fí, -•^ 'i _.^ -. ^ ■' -r V-^t*'" - • V* \' . ?.^\.- ^^'j^f •'-:>^.'. 202 boletín de LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA madre, Puris, c[ue correspoüde al griego Tiópi? (becerra) y muda la o en ti. Un caso parecido dejé notado sobre una líípida de Ca- pilla en la provincia de Badajoz (l), tratando del cognombre fe- menino Biíreis, que en griego es (jopr/i^. El estilo es abrupto y propio del alma paternal, aquejada por' el dolor de la pérdida más sensible. No es extraño que de rít- mico ascienda á ser poético, infringiendo las leyes de la cantidad y limitándose á las del acento. Tales son los versos hexámetros: O dolor! dolueram fratri simulqiie sorori. Jam placide posita, Lethes in morte quiesce, Junctaque túmulo fratri simulque sorori. Otro ejemplo de semejante estilo poético nps ofrece la inscrip- ción de Tarragona (2), reseñada por Hübner bajo el núm. 4.427. Otras de mejor y clásico estilo en diferentes metros (4. 350, 4.375 y 4.420) nos ha presentado la musa tarraconense. Madrid, 2 de Enero 19 14. Fidel Fita. VIII LOS PRIVILEGIOS DE LA MESTA DE 1273 y 1276 Curioso es que una institución tan importante en el desarrollo económico de España, como el Honrado ('oncejo de la Mes- ta, que durante casi seis siglos ha dominado la \-ida agronómica del país, todavía no tenga más que un estudio hecho especial- (i) Boletín, tomo lxi, pág. 139. (2) Dice así: «Dulcem carui lucem, cum te amibi ego, coniunx. Has tibi fundo dolens lachiimas, dulcissime coniunx; Lachriinae, si prosint, visis, te ostende videri. Semper in perpetuo vale mihi carissime coniunx.» LOS PRIVILEGIOS DE LA MESTA DE 1273 Y I276 203 tiiente de su historia (l), y éste un trabajo, aunque cuidadosa- mente hecho, fundado solamente sobre unos documentos y leyes impresos del Concejo y las observancias de autoridades secun- darias. Muchos son los escritores que han dedicado páginas al examen breve de esta organización (2); pero falla un estudio de la abundancia de manuscritos sobre el asunto, y sobre todo, un trabajo fundado en la riquísima documentación del Archivo de la Alesta misma. Un cuerpo con tantos enemigos, tantas luchas jurídicas contra las iglesias, la nobleza, las ciudades y los par- ticulares, tiene la necesidad imperativa de un depósito de docu- mentos. Así fué que, bajo los Reyes Católicos, se ha empezado la colección sistemática de los instrumentos del Concejo. Fué des- pués aumentado de varias fuentes. En los principios del siglo xvii fueron sacados del Archivo de Simancas, por orden real, privile- gios, cédulas y otros documentos desde la mitad del siglo xiv en adelante, los cuales títulos llenan 17 tomos en manuscrito (3). Otros se han sacado del Archivo del Monasterio de Nuestra Se- ñora de Guadalupe, patrona de la Mesta; otros, del de Villanueva de la Serena (4); otros, de bibliotecas particulares de varios fun- cionarios del Concejo. Así se ha reunido la colección preciosa que está tan cuidadosamente arreglada y guardada por la sucesora ■del Honrado Concejo, la Asociación General de Ganaderos del Reino. Aunque no es grande, según las proporciones de otros Archivos mejor conocidos, es, sin duda, uno de los pocos ejem- (i) Fernando Cos-Gayón: La Mesta, en la Revista de España, xi, 329- 366, y X, 5-39, años 1869 y 1870. (2) Citamos las dos últimas y mejores de estas sumarias de la Mesta, en las páginas de dos excelentes ensayos sobre la Historia jurídica del cultivo y de la industria ganadera en España, Madrid, 1912: el de D. Ángel M. Camacho, págs. 231 -240, yelde D. Antonio Moreno Calderón, pági- nas 322-342, 360-381. (3) Hay un impreso incompleto de este inventario: Abecedario general de los privilegios y concordias... tocante al Honrado Concejo de la Mesta, que en virtud de cédula de Su Magestad se sacaron de los Reales Archivos de Si- mancas. Madrid, 1629. (4) Itiventario de los privilegios... que la Mesta tiene en su Archivo que se trujo de Villanueva de la Serena d esta villa de Madrid el Año 1621 y es- tán en Sa?i Martín... Madrid, 1624. 204 boletín de la real academia de la historia piares de un depósito tan completo en su campo especial cóme- se puede hacer ó imaginar. Buscas extensivas dentro y fuera de España, muestran que es raro el documento mesteño, del que no existe el original ó una copia en este Archivo. Suben, por ejem- plo, á más de 5-O0O las provisiones, ejecutorias y sentencias de pleitos que empiezan bajo Pedro I y llegan hasta los primeros años del siglo pasado. Además hay 200 tomos manuscritos sobre las cañadas y los alcaldes entregadores, las cuentas y los acuer- dos de Juntas; en fin, una colección quizás única, por lo muy completa que es, sobre una institución tan importante en la his- toria del pueblo español como el Concejo de la Mesta. Antes de continuar, no puedo por menos de expresar todo mi agradecimiento, el más sincero y el más veraz, á la Junta directiva de la Asociación de Ganaderos, y particularmente al excelentísi- mo Marqués de la Frontera, su digno Secretario, al cortés archive- ro D. Rafael Tamarit, y al erudito administrador D. Manuel Gó- mez Valverde, que con una noble é hidalga hospitalidad, y con va- liosísimos consejos, me han acogido y ayudado en mis investiga- ciones en dicho Archivo durante el año y medio próximos pasados. Para empezar la publicación de las modestas resultas de este estudio volvemos, naturalmente, á los primeros privilegios, cu- yos textos existen en el Archivo, los de 1 273 y 12/6. No han formado ellos el origen de la Mesta, porque se hallan indicacio- nes en sus cláusulas y en las de otros documentos, de la existen- cia de la Mesta en tiempos anteriores, pero son estos los primeros privilegios cuyos textos están conservados. Han desaparecido los originales de estos instrumentos de 1273 y 12/6, y parala pre- paración de las copias presentes se ha usado la confirmación más antigua que hállase en dicho Archivo, la de D. Enrique II, dado en las Cortes de Toro, 26 de Septiembre 1 3/1; una hoja de pergamino, 57o X 750 mm., con sello rodado y los nom- bres de los príncipes, grandes y oficiales eclesiásticos. Además de los textos citados, tiene las confirmaciones de D. Sancho IV, dada en Soria, 3 de Febrero 1295; de D. Fernando IV, en Sala- manca, 15 de Octubre 1295, Y de D. Alfonso XI, en Valladolid,. 12 de Diciembre 1325. LOS PRIVILEGIOS DE LA MESTA DE 1 273 Y I 276 2O5 Unas variantes están citadas de la confirmación de D. Juan I, dada en Burgos, 30 de Agosto 1 379, y de ella, de los Reyes Católicos, en Jaén, 26 de Mayo 1489. Existen ejemplares impre- sos de estos documentos en dos formas: en las varias ediciones de las leyes de la Mesta (i), y en el Memorial, usualmente lla- mado la Concordia (2); pero el desorden y las inexactitudes de éstas merece la pena de presentar una copia hecha directamente del manuscrito (3). JuLius Klein. (De la Harvard University, EE. UU.) I Privilegios de 1273. Sepan quantos este priuillegio vieren como ante nos Don Alfonso, por la gracia de Dios, Rey de Castiella, de Toledo, de León, de Galizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murcia, de Jahen, (1) El régimen peculiar ó interior de la Mesta fué arreglado por las ordenanzas de su cuaderno. Quizás la aprobación más antigua de estas re- glas fué la de D. Juan I, dada en Burgos en 1379. El primer texto que se conserva es el de las ordenanzas, así llamadas de Malpartida, su redactor, aprobadas por los Reyes Católicos en Barcelona, á 10 de Agosto 1492. Sigue la recopilación del Dr. Juan Palacios Rubios de 15 fi, impreso de este año ó lo siguiente ('34 hojas s. 1. y a.). La concordia de 1783, i, 185-252, citado abajo, tiene los textos de estas ordenanzas de 1492 y 151 1. Se ocu- pan solamente con el gobierno de la Mesta misma y dicen casi nada de los privilegios reales, pero la colección aprobada en 1563 y dada á luz en 1569, con el título de Libro de los prinilegios y leyes del ilustre y muy honrrado Con- cejo de la Mesfa general y Cabana Real destos Rey nos de Castilla y León y Granada... quiere presentar los textos de los privilegios de 1273 y 1276 con los otros siguientes. Lo mismo hacen las varias ediciones que han apa- recido después, cada una con sus adiciones y cambios: 1576, 1582, 1586, •590. i595i 1609, 1639, 1 68 1 y 1 731. Es el último el más útil y mejor hecho: Quaderno de Leyes v Privilegios del Honrado Concejo de la Mesta con Ín- dice y Concordatites..., por Ajidrés Diez Navarro, Madrid, 1731, citado aquí como «Quaderno 173 1». (2) Alemorial Ajustado del Expediente de Concordia que trata el Honrado Concejo de la Mesta con la Diputacio'n general del Reyno y Provincia de Ex- tremadura ante el limo. Sr. Conde de Campomanes... Madrid, 1783, dos tomos. (3) Apenas no necesita decir que está preservada la ortografía del ori- ginal, con las excepciones délas mayúsculas y las abreviaturas. El signo z está resuelto en et. 206 BOLETÍN DE L\ KEAL ACADEMIA DE I.A HISTORIA del Algaruc, en uno con la Reyna Donna X'iolante, mi muger, et con nuestros fijos, el Infante Don Sancho, fijo mayor, ct con Don Peidro, et Don Johan, et Don Jaymes, vinieron omnes bonos de los pastores et mostráronnos de como las cartas que de nos tie- nen, selladas con nuestros sellos de cera, de las mercedes que les a\icmos fecho, que se les quebrantaban los sellos, et se les dannaban; ct que nos pidien merced, que de todas estas cartas, que les diésemos un priuillegio. Et nos, por les facer bien et mercct, tobiemoslo por bien; et las cartas eran fechas en esta guisa: Don Alfonso, por la gracia de Dios, Rey de Castiella, de To- ledo, de León, de Galizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murcia, de Jahen, del Algarue: al Concejo déla Mesta de los pastores de mió regno, salut et gracia. Sepades, que me dixieron que auia- des auenencia entre vos, que toda postura que pusiesedes (l) en vuestras mestas (2), que fuesen a mió seruicio, et a pro de la (i) Ms. {Tf-jg: pes/esedes. (2) Es dudoso el origen de este nombre. Se hallan indicaciones de su uso para un especie de dehesa ó parte de los términos de un lugar. Véase dos documentos que muestran el cambio de la forma latina al romance: en el Tuwóo (fe¿ J\/onas¿erío de Lorenzafia {Pírch.Hist.'N-dc.), dos mojonamien- tos, dice el primero, año 933, fol. 128, núm. 185: «... per suos términos an- tiguos de ambas m/x/as usque in petras nigras», y el segundo, año 1 1 12, folios 128-9, núm. ^^^'- «ilio cauto est per rio Malo et per ambas /«i?j-/ííj et per...\ Vemos un sentido semejante en un pleito entre la Mesta y Fuen- te el Sanco, año 1511 (Arch. Asoc. Ganaderos, Executorias, F 2), don- de se dice que «los términos de Fuente el Saúco nin tenian mesta ni pasauan a mesta en dehesas algunas. > Pero casi siempre intiica la pa- labra la reunión de los ganaderos y pastores del lugar que se han ce- lebrado dos ó tres veces cada año para recuperar los dueños las reses que se les extraviaban en la mezcla de unos rebaños con otros. Véase núm. 2 délos Documentos reales de Beniela, año 11 25 (Arch. Hist. nac, sala VI, caj. 408) «si vero ganatum vestrum cum alio ext raneo ;«/;v////;z fue- rit...» Parece una indicación del origen de la palabra en su sentido presen- te. Explica Covarrubias (Thesoro, voz mesta) el nombre por la amistad que se encuentra entre los ganaderos así reunidos. También indica el nombre mesta el mismo ganado estrauiado: Ureña y Bonilla, lanero de Usagre, Ma- drid, 1907, cap. 463: «Nengun pastor non de mesta nin uenda, nin malmeta a nenguno omme, si non fuere á los señores que ge las pare delante»; co- rresponde á éste el cap. 415 del Fuero de Cáceres en Ulloa, Priv. de Cáce- res (,¡1679?), pág. 83: «De non uender mesta». Pero sea la etimología lo que LOS PRIVILEGIOS DE I.A MESTA DE I273 Y I 276 20'J tierra (l), en razón de guarda de nos (2) et de vuestras cabannas (3) et de vuestras mestas, que ualiese. Et agora dizen que hay algunos que son reuelles, que non quisieren ser en ello; et esto non tengo por bien. Et mando que toda postura et toda auenen- cia que pusiesedes (4) en vuestras mestas que vos entenda- des que son á mió seruicio, et a pro de todos nos, asi como dicho es, que vala. Et qualquiera que non quisiere ser en ello, et non quisiere dar (5) como los otros en aquellas cosas que pu- sea, claro es que la costumbre de juntas locales de ganaderos fué casi uni- versal en la Península. En Navarra se llamaban meztas (Nov. Recop. Leyes Nav., Pamplona, 1735, lib. i, tit. 24), cambiado después á la forma usual. {Cuaderno Leyes Nav. en Caries 1S17-1S1S, ley 54, «aboliendo las corpora- ciones de las Mestas y Gremios Pastoriles».) En Aragón fueron llamadas ligajoi, ligayos ó ligallos: Arch. Corona de Aragón, Escrituras... de Jay- me II, Ms. núm. 187, sobre «un ligajo da ganaderos» en Exea de los Canos, año 13 1 7. Ordinaciones de la Comunidad de Teruel, Zaragoza, 1685, pág. 161. «De los pastores que no fueron a los ligajos». Docs. ine'd. Arch, Ara- gón, XL, 128 «concession para hacer congregación o ligayo de pastores», año 1333. Borao, Dic. voces aragoneses, voz ligallo. El nombre aragonés pliega fué usado también para estas juntas. (Ordinacioties de la mesta... de Albarracin ¿Zaragoza?, 1740, pág. i). El Arch. Asoc. Ganaderos tiene datos sobre ciento y cuatro de estas mestas locales de los siglos xiv al xviii; unos de aquellos notablemente las ordenanzas del Concejo de la Mesta de Ubeda de 1376, serán publicados pronto con notas sobre estas que exis- ten en forma impresa: Alcaraz (1266), Toledo (_i399-i 549), Baena (1415- 1536), Sevilla (1450), Madrid (1495) Y Albarracin (siglo xvi). (i) Ms. 1525, confirmación de Carlos V, dice/ro de la cauanna real (2) Ms. 1489: ellos. (3) Véase Ureña, Fuero de Zorita de los Canes, Madrid, 191 i, pág. 335 nota, para una explicación interesante de la palabra cabanna como choza movible, que tiene importancia para comprender las penas que fueron aplicadas por el quebrantamiento de cabanas: Fuero de Navarra, Pamplo- na, 1815, lib. 5,tít. 10, cap. 5, «que calonia ha qui crevanta cabaynas de ba- cas ó de obeillas». Nov. Recop. Leyes Nav., lib. i, tít. 21, ley i, sobre des- hacer las cabanas, corrales ó majadas, año 1567. Aznar, Lorum lurolii, Za- ragoza, 1905, pág. 263: «De lo qui cabannam ( uero mapale alienum) uio]auent>. (4) Ms. iT)'](): posieredes; Concordia de \ySy. pusieredes. (5) Así dice Ms. 1379; está oscurac): fianza. (3) Concordia de 1783, no tiene las palabras /¿i/- ello. (4) Ms. 1489, no tiene esta frase. El título Caballero fué empleado par.i varias clases de guardas rurales; los «caualleros de la sierra» de las Or- denanzas... de G?-anada, /f.f^, Granada, 1672, fol. 7; y en las Ordmaciojies... de Albarracin, Zaragoza, 1647, fol. 55. También se encontraban los «mon- tanneros» en el fuero de Soria, año 1256 en Loperráez Corvalan, Descrip. Obispado de Osma, Madrid, 1787, ni, 102; los «guardas de huertas» en las Ordinacioncs... de Zaragoza, 1693, fol. 189 y los «guardas del verde» en las Ordenaiizas... de Badajoz, 1767, pág. 18, privilegio del año 1292. La Mesta ha reclamado varias veces para la protección de los caballeros nombrados en este privilegio: al fin del siglo xiii, principios del xiv, por ejemplo, con- tra los golfines. Véase Bonilla, en la Revue Hispanique, xii, 602-603, año 1905; Revista Penitenciaria, 11, 645-662, año 1905; Domingo Palacios, Docs. Arch. Madrid, \, 146, ordenamiento del año 1293 fi '«''^ Cortes de Valla- dolid sobre «el dan no que ffissieren los golffmes a los pastores quando pasaren con sus ganados». También se ha pedido protección real de esta forma durante la guerra portuguesa en el siglo xvii, Arch. Asoc. Ganade- ros, Provisiones, leg. 2, año 1641; Cuaderno de 1731, i part., pág. 49. LOS PRIVILEGIOS DE LA MESTA DE I273 Y 12/6 211 alcaldes, et a los aguacilles, et a los merinos et a los maestres de las ordenes, et a los comendadores, et a los alcaydes de los cas- tiellos, et a todos quantos esta mi carta vierdes, salut et gracia. Sepades que todos los pastores de mis regnos (l) se me enuia- ron querellas et dizen que quando pasan por nuestras villas o por nuestros castillos o por vuestros términos con ganados o sin ga- nados, et sallan a ellos en algunos logares vuestros omnes, et que les tomauan por fuerga sus ganados; et si lo quieren anparar que los mataban et los ferien, et los deshonrauan, et que non podían ende auer derecho. Et pidiéronme mercet que pusiese et tal es- carmiento et tal calonna, porque daqui adelante fuesen mejor guardados que fasta aqui, que non rescibiesen danno nin mal. Et yo touelo por bien, et sobresto mando (2) que aquellos que han de fazer por my las entregas a los pastores (3), que todas las muertes, et las feridas, et las deshonras que fallaren que son aue- riguadas que son fechas sin razón et sin derecho como non de- bien. P2t que peche por la muerte quinientos marauedis; et por la (i) Es notable Ja universalidad de esta frase que se presenta solamen- te aquí y en el próximo privilegio de este año. La forma usual de esta épo- ca es «el Concejo de la Mesta» ó «los pastores de los ganados que van al extremo». Diez Navarro, en su Introducción al Cuaderno de i73i,pág. 11, dice que . (4) Concordia de 1783: wtzV. (5) Concordia de 1783: ¿vA'. LOS PRIVILEGIOS DE LA MESTA DE 1 273 Y 1276 213 dos los pastores de los ganados de mios reynos, toue por bien que non paguen portadgos (l) de los pannos que traxiesen para su vestir, nin de la vianda, nin de las otras cosas que leuasen para conplimiento de sus cabannas. Et agora los pastores quere llaronseme, et dizen que les tomades portadgo de las cosas que lieuan, asi como sobre dicho es; et demás que gelo tomades por descaminado por razón que lo llevan por los montes (2), et por las cannadas, et por aquellos logares donde sus ganados van; et que non entran en las villas con ello, por aquellas puer- tas sennaladas donde vos tomades el derecho de portadgo. Et esto non tengo yo por bien, onde (3) vos mando que non tome- des portadgo, nin a los pastores por descaminados por razón de las cosas que levaren que han mester para despensa de sus ca- bannas, et non fagades ende al. Otrosi, se me querellaron, et dizen que quando lieuan alguno ganado a vender a los mercados de las villas para las cosas que han menester para sus cabannas, que gelo portadgades; onde (4) (i) Ms. 1371, es ¡legible aquí; el de 1379 dice portadgos; la Concordia de 1783, tiene derechos. (2) La pena para estas trasgresiones de ganado en los montes, usual- mente llamado el montazgo (véase abajo, pág. 12, nota), fué cobrado en unos términos en dinero, pero en muchos otros fué costumbre de quintar el ga- nado trasgresiendo. Las ordenanzas hechas en Cáceres, año 1479, explican la pena que fué «de cada rebaño que entrare a pacer en la dehesa agena, cinco caberas de ganado». Ulloa, Priv. de Cáceres^ pág. 291. Las Ordenan- zas de Murcia^ 1695, pág. 179, mandan «que sea quintado el dicho ganado» (año 1503). Lo mismo dice el fuero de Sepúlveda, edición de Reguera Valdelomar, Madrid, 1798, tít. 6. Los quintos fueron tomados más y más en dinero: hállase el pleito empezado en 1577 entre la Mesta y Plasencia sobre «los 600 maravedís tomado por razón de quinto en los baldios», ÍArch. Asoc. Ganaderos, Executorias P 3); y otros pleitos sobre lo mismo, Ídem, Executorias, M 2, Medellín, 1553, y M 3, Mestanza, 1591. Notamos también el práctico de «quintar ganado para tasas de guerra», Acade- mia Hist., Colee, de Traggia, B 153, Libro que trata déla fundación de Te- ruel, año 1 28 1, «fué ctjnquistado toda Cataluña et fueron los ganados del reyno (de Aragón) para esta conquista quintados todos»; año 1282, «El Rei D. Pedro... quinto de los ganados (de Teruel) et paso en el regno de Sicilia et guañola». (3) Ms. 1489, tiene solamente la última frase confirmatoria de este pá- rrafo. (4) Id^m. TOMO LXIV. 14 214 BOLETÍN DE I. A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA VOS mando, que a los pastores que leuaren a los mercados a ven- der de cada cabanna fasta sesenta cauegas (l), que non les to- medes dellas por portadgo, ni otro derecho ninguno; et non fa- gades ende al. Ca qualesquier que lo fiziesen, al cuerpo et a a quanto ouiesen me tornaria por ello. Otrosi: me dixeron que de las yeguas et de los potros, et de las otras bestias que meten a los extremos con los ganados, que les toman por portadgo et seruicio et montadgo, et esto que nun- ca fue en el tiempo del Rey Don Ferrando mió padre (2). Et pe- diéronme mercet que mandase yo lo que touiese por bien. Et yo por les facer bien et mercet, et porque se acrescentasen los cauallos et muías en mi tierra (3), tengo por bien de gelo quar- tar ende; mando et defiendo firmemente que ninguno non sea osado de tomarles montadgo, nin seruicio, nin portadgo en logar ninguno de mios regnos, de las yeguas nin de los potros, nin de las otras bestias cargadas e uazias que entran con los ganados a los extremos, ca qualquier que lo fiziese, al cuerpo et a quanto ouiese me tornaria por ello. (1) El concepto usual de la Mesta es de un cuerpo de ganaderos tras- humantes, dueños del comercio de las lanas en el Reino. Es olvidada ó desconocida su importancia en los mercados de ganados, especialmente en los pueblos de las dehesas meridionales. Según las Cuentas del Conce- jo, tomo I, años 1535, 15367 1537, que tienen cifras típicas de los 2.400.000 cabezas que pasaban por los puertos reales cada año en su viaje al Sur, unas 9Ó.000 quedaban en los extremos cuando retornaban al Norte en la primavera, la mayor parte de ellas vendidas allí. Esta actividad de los hermanos de la Mesta, como mercaderes de ganado, dueños de wg/r//!««/í?- gos en vez de trashumantes ó cabañiles, fué la causa de muchos pleitos so- bre el pago de la alcabala y otras tasas de las villas y lugares sobre ven- tas: Arch. Asoc. Ganaderos, Executorias, M i, Madrid, año 1677; R 2, Roda, año 1501; S 5, Socucllamos, año 1555; V 4, Villalpando, año 1775 (pleito del año 1500). (2) Nótase la indicación de la trashumación de los miembros de este cuerpo en tiempos anteriores á estos privilegios. (3) Esta expresión del interés de D. Alfonso X en la conservación y mejoramiento de la caballería del Reino, es la misma que se encuentra en la part. 2, tít. 21, leyes 10, 13, 14 y otras. Véase un discurso sobre «La Historia de Caballería Española», por Juan Sempere y Guarinos, Acade- mia Hiát., Ms. 12-24-5, B 126, cap. XI 'cle la Decadencia de la Caballería Castellana en el Reynado de Alfonso X». LOS PRIVILEGIOS DE LA MESTA DE I 273 Y I 276 215 Otrosí: se me querellaron que les tomabades montadgo (l) de sus ganados en aquellas villas que non tenedes priuillegios del (i) La asociación del derecho de montazgo con la Mesta durante tan- tos siglos ha dado origen á la idea que este impuesto fué pagado por los trashumantes para paso seguro de unos términos á otros, ó la vía misma — la cañada — por donde pasan los ganados. Así dice el Diccionario de la Academia, Madrid, 1734, voz ?iiofiiazgo; también Canga Arguelles, Dic. de Hacienda, Madrid, 1834, con más confusión, porque cita la cédula de 1748, que trata del servicio y moJiíazgo, una cosa muy diferente del montazgo. Lo mismo dicen Jordana, Algunas Voces Forestales, Madrid, 1900, y muchos otros. La evidencia de unos documentos basta para indicar que el mon- tazgo puro fué una contribución que los ganados de cualquier especie de- bían satisfacer por el aprovechamiento de pastos en los montes. El Fuero de Usagre (ed. de Ureña y Bonilla, citada), cap. 2, fija las penas ó moniaagos que los montar azes llevan del «ganado que intrare in istos términos sine mandato de concilio, que uezino non fuere... Et esto prendan por mon- tadgo cada vin° días fata que hiscan del termino». El mismo objeto de lle- var pena para transgresiones se encuentra en el Fuero de Plasencia, cap 9 (ed. Benavides (romanos), 1896. También lo vemos en los Portugaliae Mo- numenia Histórica, Leges et Consuetudines, i, 392: «Et omnes que quesie- runt pausar cum suo ganado in términos de Elbora prendant de illis montadigo de grege das ouies iiir"' carneiros, de busto de uacas, i uaca», año 1 166. Hállase lo mismo en un privilegio de D. Pedro III de Aragón, dado á Santa María de Albarracín, año 1284, Acad. Hist. Colec.de Trag- gia, VI. fol. I i: «Mando similites quod si pécora vel iumenta sive armenta extraneorum ad pascendum terminum Sanctae Mariae intraverint cf)nsi- lium montet illa et de toto suo termino sine calonia expelantur, et illis proriis (sic) hominibus pertinuerit... iste verum et ipsum moutagium et heruagium ipsorum terminorum». Los montatineros ó cobradores de este impuesto se encuentran en el Fuero de Soria (ed. citada), tít. 2, y en un privilegio de D. Fernando IV dado á Santander, año 1295, Acad. Hist, Colee, de Escrituras. Privilegios .. de las iglesias de España, C 5, fol. 46. Ló- pez de Ayala, Contribuciones ¿Impuestos en León y Castilla, Madrid, 1896, pág. 127, cita otros documentos sobre lo mismo. Es verdad que en unos lugares el montazgo fué llevado á la entrada ó á la salida de los términos, y por eso tiene el aspecto de un derecho de paso: por ejemplo, en Toledo baja un privilegio de D. Alfonso X, año 1255, Alemorial Histórico Español, I, 62; ó en el de Santiago, año 1253; López Ferreiro, Fueros 7nuni.cipa¡es de Santiago, i, 365. El nombre de servicio y montazgo tiene su origen proba- blemente en el servicio votado á vendido al rey del derecho de montazgo. Véase un privilegio de la iglesia de Coria, año 1380, que dice que «el Rey D. Alfonso (XI) tomo para si el dicho montazgo et dio al... obispo... en emienda... cada anno tres mili mrs. et que ge los posiera que los oviesen €n el servicio et montazgo de los ganados y que serán pagados el obispo y cabildo para la dha. renta del servicio et montazgo de cada anno los > El epitafio de Ursela no indica el tiempo de la defiínción; y tanto por ello como por su estilo gramatical y carácter paleográ- fico, y sobre todo por sus crismones pareados, debe colocarse entre los anteriores al siglo vii. Las dos parejas de estos cris- mones parecen referirse á la protestación de fe católica contra los arríanos, en la que murió Ursela y perseveró su viudo Pro- yecto. Una sola pareja de los mismos crismones, con igual con- figuración, hemos visto en el epitafio lusitano (5) del maestro de capilla en la principal iglesia de Mértola del Algarbe (Andreas princeps cantoriim sacrosancte ecclesiae Mertilliane), fallecido en 30 de Aíarzo del año 525. En el siglo anterior ó en el v, apa- (i) Trazado por D, Antonio Gal van en i.o de Agosto de 191 3. (2) Boletín, tomo xxv, pág. 222. (3) Inscripiioiium Ilispaniae ckrisiia7iariim supplementum, núm. 524. lier- lín, 1900. (4) Le Blant, [nscriptiotis chréticiines de la Gaule, núms. 526 y 534. París, 1865. (5) Fotografiado en el tomo liv del Boletín, pág. 35. 23S boletín de la real academia de la historia rece también la pareja de crismones (años 465, 472 y 494), pero en estas lápidas (Ilübncr, 306, 309 y 3 10) el crismón segundo no es la P con travesano, sino una simple cruz griega. Por último, he de advertir que la formula <;vixit cum marito» ú otra expresiva de la duración del matrimonio, es también indi- cio de relativa antigüedad. En la colecci(5n de Hübner esta fórmula tan sólo nos habían manifestado dos lápidas extremeñas (52 y 53) de la provincia de Badajoz, en Valencia del Ventoso, partido judicial de Fuente de Cantos. Están fechadas en el año 515) ^^ ^i^ic ó no mucho antes, ó no mucho después, es decir, al primer tercio del siglo vi, opino que se reduce esta hermosa de Mérida. Sevilla. El día 20 de Diciembre último por la tarde, visitando en íSe- villa el Museo de esta ciudad, que ha sido fundado por los señores Whishaw, dentro de su casa (calle de los Angeles, 5), acerté á Ycv el fragmento de una preciosa lápida, inédita, de la cual sa- qué la impronta acompañado por el Dr, Yahuda, nuestro sabio Correspondiente en Berlín, y de la que sus dueños me han en- viado la adjunta fotografía. No se menciona esta lápida por el primer folleto (l) descripti- . (i) Museo de alfarería y labores andaluzas, fundado por los señores IVhishaiü (D. Bernardo y Doña Elena), en su casa. Ansíeles, 5, ¿'¿z'/M/.— Se- villa, imprenta de Joaquín L. Arévalo, San Eloy, 15. 1912. NUEVAS INSCRIPCIONES DE MÉRIDA Y SEVILLA 239 vo de tan interesante Colección artística y arqueológica. El se- gundo (l) lo indica vagamente (pág. 9), afirmando (2) que esta lápida contiene el nombre romano que á Sevilla impuso Julio César, y que esta misma lápida se halló en el subsuelo y entre los yacimientos romano y visigótico de las cuatro casas (números 10, 12, 14 y 16), de la Cuesta del Rosario^ derribadas y luego reconstruidas en una sola por su propietario D. Joaquín del Valle. * * * Despejando este asunto, me ha contestado y referido Doña Ele- na Whishaw que fué ella la que descubrió la lápida, que yacía volcada, con la inscripción hacia abajo, sobre un pavimento de mosaico romano, entre ladrillos y otros escombros de la misma época; que esta lápida allí la vio el respetable y sabio sacerdote D, Manuel Serrano (3); que la misma señora hizo suya esta joya arqueológica, y la tiene en su Museo por legítima donación de su primer dueño (4); que conserva en su poder, asimismo, algunos fragmentos del mosaico; que el Sr. Serrano dio aviso del descu- brimiento á D. José Gestoso, el cual fué á ver el mosaico y dijo "que no teniendo figuras, no valía la pena de descubrirlo»; y por último, que dicho pavimento romano estaba á 3,20 metros de profundidad, contados desde el nivel de la calle. Las bellas letras de la inscripción son del tiempo de Trajano, y á lo sumo, ó lo más tarde, de Adriano (5). Rota por ambos la- dos, ocupa la faz anterior de un plinto de mármol blanco, que (i) Illustrated descríptivc account of the Miiseum of Andahician Poltery and Lace at Seville hy Bernhard and Ellen M. Whishaw. London, Smith, Eider and Co., 15 Wateiloo Place w. 19 13. (2) «We have also a specimen from a Visigothic floor fouiid above the Román, with a Latín inscription referring to Julia Romana, the ñame given to His[)alis by Julius Caesar, u^hich was found upside down In the layer of soil 60 cms. deep betwcen them.» (3) Véase la pág, 227 del presente cuaderno del Boletín. (4) El Sr. Serrano, en carta particular del lo de Enero, me ha rati- ficado lo dicho por Doña Elena. ^^5) Hübner, Exempla scripturae epkigrap/iicae /atinae, núm. 429-438. Ber- lín, 1885. 240 boletín de la real academia de la historia estuvo colocado sobre un pedestal, bajo los pies de una estatua argéntea de una princesa, ó quizá Diosa, Augusta, á quien la ciudad de Sevilla erigió tan suntuoso monumento. Leo y conjeturo que se puede suplir: matidifiiE • AV& • COL • KON\ídensis EX ■ ARG • P • CVI [Maiidi]ae Aug{usiae) Col{oniá) Rom\tilensis\ ex argieníi) p[ondo) CVI. A Matidia augusta dedicó la Colonia Romulense esta estatua de plata, que pesa io6 libras. Al renglón segundo nada se le debe añadir, para que salga elegante y simétrico del primero. La I del numeral CVI se des- taca visiblemente por su parte inferior, tanto en el mármol ori- ginal que examiné, como en su impronta, que saqué, y tengo el honor de presentar á la atención de la Academia. La altura de las letras, hermosísimas, que el cincel moderno no pudo falsear, es de cuatro centímetros. Para los suplementos del renglón primero, que no doy por ciertos sino á lo que estimo por probables, conviene, ante todo, calcular la dimensión de los espacios iguales que á diestra y si- niestra ha perdido la faz del plinto, comprensiva de toda la ins- cripción. La parte visible mide de largo 42 cm., que repartidos por igual á uno y otro lado, hacen subir á 84 el total que se bus- ca, y viene á ser el séptuplo de 12, propio de la altura de dicha faz. Atribuyó, pues, un recorrido de 21 cm. á cada suplemento. -■\ poco más de 24, ó al doble de 12 alcanza la latitud, ó fondo lateral de todo el tablero. Al catálogo de las estatuas de plata y de oro erigidas en Es- paña por diferentes colonias y municipios (l) á divinidades y personas augustas, hay que agregar la presente de Sevilla. El peso de las argénteas varía desde el mínimo de 5 libras hasta el máximo de 150 (2). La fórmula ordinaria ex argc[itti) p{ondd) se (1) Hübner, pág. 1.196. (2) La de Écija (1471), que pesaba 150 libras, fué dedicada por una sacerdotisa de las emperatrices y princesas augustas, elevadas al ho- NUEVAS INSCRIPCIONES DE MKRIDA Y SEVILLA 24 c expresa alguna vez por ex ar{genti) libris. El peso de la estatua sevillana (lo6 libras = 34.450 gramos) permite á cualquier artis- ta rehacer la efigie con su amplitud y altura, dado caso que fue- se la de Matidia, sobrina de Trajano y madre de la emperatriz Sabina, esposa de Adriano, Me he fijado en Matidia, porque á ella y á su madre Marciana se erigieron estatuas (Hübner, 5-545) 5-54^1 5-549)) ^sí como á Nerva divinizado y á Trajano (5-543- 5-544)) por el municipio céltico-betúrico Contríbuta 'Julia Ugultuniactini, adscrito al con- vento jurídico de Sevilla, que se reduce á la villa extremeña de Azuaga, poco distante de Llerena. La familia de Trajano está representada por estas dedicaciones, que tuvieron indudablemen- te lugar en el año 115) cuando aún Marciana vivía y poco antes que falleciese. Su nieta Sabina — hija de Matidia — se había casa- do con Adriano en el año 1 00. A Matidia y á Sabina erigió también estatuas (4.992, 4.993) la ciudad de Lisboa. Compréndese que para ello cupo á Sevilla mayor motivo, y mejor aún á Itálica, patria de Trajano y de Adriano. Sabido es que Trajano, vencedor de la Parthia espiró, á me- diados de Agosto del año 1 17, en Selinunte de Cilicia, y que lue- go su predilecta sobrina Matidia, y su esposa Pompeya Pletina desde allí trasladaron á Roma la urna cineraria de aquel grande emperador español, ante quien muda se postró la tierra que ve del sol la cuna. Marciana, madre de Matidia y hermana de Trajano, había muerto antes delaño 1 16; Plotina murió en 129; Matidia también, imperando su yerno Adriano, el cual hizo acuñar en honor de ella, ya difunta, un medallón de bronce (Cohén, nú- mero 543)) G"^ cuyo reverso se lee: Divae Matidiae socrui^ s{enatus) c{onsulto). En el mismo renglón he suplido Rom[ulensis]^ porque asi llama á la colonia Plinio (ui, 3, 1 5). Ni en las monedas que acuñó Sevilla ni en sus inscripciones la designación Romula, que pro- nor de la apoteosis. En Sevilla no podía faltar, ó debía existir otra Sacer- dos divarum Augustarum. 242 boletín de i, a keai. academia de i.a mistokia puso San Isidoro (i) aparece completa. Puede creerse que en el fragmento s(\sjundo, por desgracia perdido, de la presente ins- cripción, diese á leer Rom{u/eHSÍs) d{edit) d[ed¿cavit), pero pre- fiero atenerme á la concisión elegantísima, resultante de la su- presión del verbo en el epígrafe de una estatua de oro^ de peso de cinco libras, que en Mérida y en el año 7/ de Cristo (Hüb- ner, 564) la provincia Lusitania hizo labrar y dedicó al empera- dor Tito Vespasiano. Otro ejemplo de la misma concisión de es- tilo se ofrece en (juadix (2. 192), cuya célebre estatua argéntea de Isis pesaba 112 libras. Con todo, no he de negar que la sevillana estatua en cuestión acaso fué representativa de una diosa augusta, cuyo nombre pro- pio acabase en a, como serían Concordia, Diana, Fortuna, Luna, Lupa, Minerva, Vesta, Victoria. Baste decir que, no lejos de Se- villa y cerca de Utrera, cierta sacerdotisa dedicó á la Fortuna augusta una estatua de plata [ex. ar<{. p. O que pesaba cien li- bras (Hübner, núm. 1.2/8). Madrid, 30 de Enero de ¡914. Fidel Fita. V LA NUEVA LÁPIDA ROMANA DE SEVILLA Desde hace más de tres años he observado las excavaciones que se hacían poco á poco en la Cuesta del Rosario. Al principio me llamó la atención la existencia de un arco junto (\ una co- lumna, los dos casi enterrados en la entrada del antiguo callejón estrecho y escarpado, que conducía desde la calle de Francos á la plaza de la Pescadería. Más tarde hablé con los albañiles empleados por D. Joaquín del Valle, el primer propietario que excavó allí para labrar nue- (i) Hispalim Caesar Julius condidit, quam ex <;uo et Romae urbis vo- cabulo Juliam Romulam vocavit. Etym. xv, 1,71. LA NUEVA LAPIDA ROMANA DE SEVILLA 243 vas construcciones; y ellos, una vez enterados de mis aficiones arqueológicas, se empeñaron en darme noticias cada vez que en- contrasen restos árabes, según decían ellos; sin que ni ellos ni yo esperásemos encontrar otros restos más antiguos, porque nin- gún historiador sevillano cita aquel sitio como de importancia en épocas anteriores. Pero llegó un día en que mis amigos, los albañiles, me llama- ron á toda prisa para ver una solería que había aparecido á 2,6o metros debajo del nivel del antiguo callejón. Fui en seguida, y efectivamente, la vi. ¿Era romana? Muy basta me pareció la téc- nica y muy endeble la mezcla, que no creí fuese obra de aque- llos maestros de construcción. Con todo, pedí permiso al propie- tario de la finca para sacar, con destino á nuestro Museo, algu- nos restos de ella; y él, muy cortesmente, me dio la deseada licencia, no solamente para ello, sino también para sacar y apro- piarme sin interés ninguno cualesquier otros restos arqueológi- cos que saliesen de la excavación. La única condición que me puso fué que yo diera las correspondientes gratificaciones á sus obreros, y que no estorbara el curso del derribo; porque, dijo él, aquel derribo ya le costaba 20 pesetas el metro cúbico, en lugar del precio corriente de cinco pesetas, debido á la mucha obra, dítra como la piedra, que se encontraba bajo tierra. Excusado es decir que en estas condiciones yo no podía de- morar el trabajo para exca\ar la solería entera. No tenía más re- medio que conformarme con verla derribada vertical mente y dar las gracias á D. Joaquín del \^alle por la concesión que me había hecho. Pasaron pocos días, y se me llamó otra vez con urgencia. Otra solería había aparecido á 6o cm. debajo de la primera. Ahora sí; ya no me cabía duda de que era romana. La perfección del cor- te de los pedacitos de mármol blanco, negro y rojo, y la dureza de la mezcla, ó sea hormigón, acusaban la maestría romana, como también el dibujo, sencillo y rígido, parecido á los encon- trados con frecuencia en Santi[)once. Pronto allí me deparó la fortuna una sorpresa más agradable. Mientras un albañil, en la hora libre del almuerzo, se dedicaba á 244 boletín de la real academia de la historia sacarme un trozo del mosaico romano, vi una lápida de mármol blanco, que yacía encima de la solería, mezclada con tierra y restos de ladrillos rotos y otros tiestos también romanos. Con mucho cuidado logré sacarla con el trozo de mosaico sobre el cual estaba, y vi cjue era un fragmento de una lápida epigráfica, tirada boca abajo la inscripción, y revuelta con los demás es- combros, que fueron arrojados y apelmazados para rellenar los cimientos de la solería superior 6 planta de un ediñcio, en mi opinión visigótico, y ciertamente posterior al de la época ro- mana. Buena parte del mosaico se extendía á terrenos públicos. Yo hice lo que podía para salvarla y extraerla entera de aquel lugar, en beneficio del Arte y de la Historia. Escribí \arias veces al Catedrático de Arqueología de la Universidad de Sevilla, rogán- dole que se interesase en el descubrimiento; pero él estaba de va- caciones en Cádiz, y no vi5 las excavaciones. Convidé á D. Ma- nuel Serrano á pasar conmigo á verlas para informar á la Comi- sión de Monumentos. Él vino en seguida; quedó conforme con- migo en cuanto á la importancia de aquellos vestigios de la Sevilla visigoda y romana en el centro de la población^ y visitó in- mediatamente al Sr. Gestoso para darle parte del descubrimien- to. Yo esperaba que el Sr. Gestoso me visitaría para enterarse de cómo se había descubierto la lápida y las solerías; pero ese señor, ni vino á mi casa, ni me escribió. Los albañiles me dijeron que él había ido á la cuesta para ver el mosaico romano; pero dijo, según ellos, que no teniendo el mosaico figuras, no valía la pena de descubrirlo. Quedábamos D. Manuel Serrano y yo en- tristecidos delante de tanta indiferencia; pero ¿qué podíamos ha- cer? Deplorar, como deploramos que los mosaicos desdeñados y no sé si destrozados se hayan echado á donde nadie los pueda ver; salvándose, no obstante, en mi casa algunos fragmentillos, que para muestra conservo. Sevilla, 15 de Enero de 19 14. Elena M. Whishow. LA arqueología SEVILLANA EN LA CUESTA DEL ROSARIO 245 VI LA ARQUEOLOGÍA SEVILLANA EN LA CUESTA DEL ROSARIO NUEVAS ILUSTRACIONES i).^-Carta de D. Manuel Guisado. Sevilla, 29 de Enero de 1914. «Según mi amigo D. Joaquín del Valle, dueño de las casas, números 10, 12, 14 y 16 de la Cuesta del Rosario, que las ha derribado, formando ahora una sola, sólo encontró él, en el de- rribo, un pedazo ó fragmento pequeño de cierto mosaico, que lo trasladaron al Museo del Ayuntamiento, Respecto á la casa, número II, que fué botica, calle de Francos, con fachada zaguera á la calle Galindo, propiedad de doña Encar- nación Naranjo, mujer de D. Pedro Suárez, me dice este señor, que en efecto, existen columnas, capiteles y otros objetos de valor, á su parecer árabes, de los que va á sacar fotografías en breve.» 2). — Carta del Dr. Abraham Salom Yahuda, profesor de Filología semí- tica en Berlín y Correspondiente de nuestra Academia. Sevilla, 3 de Fe- brero de 19 14. «He visto hoy al Sr. Valle y me dice que, aunque no puede asegurar la autenticidad, pero sí la procedencia ó descubrimien- to en su casa, de los objetos allí recogidos, y llevados como tales por la señora Whishow al Museo de la alfarería y labores anda- luzas, en la calle de los Angeles. De mayor importancia es el testimonio, que me ha dado el Sr. Valle, de que es verdad que en las excavaciones efectuadas se han encontrado los subterráneos, á que se refiere la señora Whishow, aunque hoy están tapados. El sitio donde se han en- contrado, está justamente frente á la puerta de su nueva casa. No fué posible proseguir las excavaciones, porque á poca dis- tancia se encontró un pozo negro.» 3). — Réplicas, tomadas de la Memoria inglesa lUustraied descriptive ac- count of the Museu?n of Andalucian Pottery and Lace at Seville. «The property of señor Valle in the Cuesta del Rosario, a blodk of oíd houses in the heart of the oldest part of .Seville». Pá- TOMO LXIV. 16 246 BOLETÍN PE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA ginas 3 y 4. — Los señores Whishow no dicen que la Cuesta del Rosario está fuera de la ciudad, sino en el corazón (heart) de lo más antiguo de la misma. «It thus appears that the Cuesta del Rosario is not a hill at all, but merely a slight natural elevation, raised many feet above its original level to the erection of buildings to successive peoples, each on the débris of those of their predecessors.» Pág. 4. Madrid, 4 de Febrero de 19 13. p p VII NUEVA INSCRIPCIÓN ROMANA DEL ESCURIAL (TRUJILLO) Pilar de granito, bien tallado con letras claras hermosas; alto, dos metros; ancho y profundo, 3 decímetros. Existe, y lo he visto en el portal de la casa de D. Agustín Zúñiga, en el barrio de La Laguna^ en dicha villa del Escurial, confinante con la de Villamesías, una y otra del partido judicial de Trujillo, en la pro- vincia de Cáceres. Tengo por verosímil que este pilar procede del cementerio romano, sito en la dehesa que llaman de los Pa- lacios, dentro del término de la villa. L • A N T E S T I V S • C E L E R • H -S-E- S-T«T'L • L(ucius), Antesttus Celer fi(ic) s(itus) e(st). S(it) i{ibi) í(ena) l(evis}. Lucio Antestio Céler aquí yace. Séale la tierra ligera. En Mérida (Hübner, 559) fué sepultada cierta Antestia Jucun- da, liberta de Quinto. Sobre otras lápidas romanas del Escurial y de Villamesías, véanse los tomos del Boletín, lx (págs. 158-IÓI) y Lxui (570). Madrid, 30 de Enero de 1914. Mario Roso de Luna, Correspondiente. NOTICIAS El día 15 de Enero último falleció en Madrid el Excmo. Sr. D. Camilo García de Polavieja del Castillo y Negrete, Marqués de Pola vieja, que había ingresado en nuestra Academia como individuo de número en la sesión del 28 de Enero de 191 2, presidida por S. M. el Rey. El senti- miento ocasionado por tamaña pérdida fué nacional, constando los gran- des servicios que á España prestó este eminente patricio, que desde hu- milde soldado mereció subir hasta la más alta jerarquía del Ejército, de- biéndose la mayor parte de sus ascensos á méritos de guerra, y especial- mente á su intervención en las campañas de África, Cuba y Filipinas. Sus grandes dotes de diplomático le permitieron representar dignamente á nuestra Nación en las solemnidades del Centenario de la Independencia de Méjico. Dedicado al estudio de la Historia militar de España, publicó notables, volúmenes que le hicieron acreedor á que nuestra Academia, admitiéndole en su seno, le confiase valiosos estudios, de los cuales algu- nos han visto la luz en el Boletín de la misma. A la conducción de los restos mortales de tan ilustre finado, á quien se rindieron honores de Capitán general, muerto con mando en plaza, fue- ron invitados todos sus compañeros de Academia, representada especial- mente por el Excmo. Sr. Duque de T'SercIaes, que llevó una de las cua- tro cintas del féretro, y una Comisión compuesta de los Sres. Hinojosa (Secretario de la Corporación), Vives, Herrera y Beltrán y Rózpide. Han fallecido, según noticias adquiridas por la Academia, los sabios Correspondientes extranjeros Sr. Gustavo Saige, en Monaco; el doctor Chwolson, en San Petersburgo, y el Sr. Rodolfo Beer, en Viena de Aus- tria, de los cuales se hizo cumplido elogio y demostración de sentimiento en la sesión de 20 de Enero próximo pasado. 248 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Ha fallecido asimismo, ea Lérida, el Excmo. é limo. Sr. D. Juan Anto- nio Ruano y Martín, Obispo de aquella diócesis y meritísimo Correspon- diente de la Academia, desde el día 7 de Mayo de 1909; noticia que se oyó con sentimiento en la sesión del 9 de Enero último, no sin el digno elogio de tan docto prelado. Han sido elegidos Correspondientes nacionales los Sres. D. Julián Paz y Espeso, Jefe del Archivo general de Simancas; D. Ventura Reyes Prós- per, Director del Instituto general y técnico de Toledo; D. Alvaro Fer- nández de Miranda, Vizconde de Campo-Grande, residente en Oviedo; el Rvdo. P. Juan Serra y Vilaró, en Solsona (Lérida); y los extranjeros seño- res Johan Vising, en Stokolmo, y Dr. Abraham Salom Yahuda, en Berlín. Se ha recibido el cuantioso donativo de objetos arqueológicos y li- bros que ha hecho á la Academia su Correspondiente en Lieja (Bélgica), Mr. Eugéne M. O. Dognée, cuyas obras históricas, y singularmente las re- lativas á España, gozan de universal aceptación. Con el fin de completar las Comisiones académicas de Indias, Cortes y Fueros, Recompensas, Memorial' Histórico y Biblioteca Histórica Españo- la, han sido designados para la primera los Sres. Marqués de Cerralbo y Blázquez; para la segunda, el Sr Azcárate; para la tercera, el Sr. Pérez de Guzmán; para la cuarta, el Sr. Bonilla; y para la quinta, el Sr. Conde de Cedillo. Con mucho aprecio se ha recibido la obra de Mr. Eugéne Albertini, ti- tulada Sculpiures Auliques dii CotivenUis Tarraco?ieftsis , y con ella la del Sr. D. Maximiliano Macías, que lleva por ií\.\i\o ]\íér ida monumefital y artís- tica (Bosquejo para su estudio); obras ilustradas con gran pericia artística y arqueológica, y numerosas fototipias sacadas de los objetos originales, sin excluir los que pertenecen á los más recientes descubrimientos. La Academia ha hecho donativo del tomo xiii de sus Memorias á los señores Whishow, en retorno del libro, que le han regalado y del que son autores, intitulado Arabia Spain: Side lights on her history and art (Lon- dres, 1912). F. F. TOMO Lxiv. Marzo, 1914. cuaderno iii. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA INFORMES I MOSÉN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS (Continuación.) POESÍAS DE MOSÉN DIEGO DE VALERA I AL MUNDO ■ Quien no te conosge ¡o mundo! te ame Que yo no te puedo amar nin querer; Tú faces lo alto al centro caer E nunca respondes por mucho que llame. Tú pones los viles en muy alta cumbre E los virtuosos abajas al suelo; Verdad e justicia son ydas al cielo Fuiendo tu ynorme malvada costunbre. Repartes los vienes con muy larga mano Segund que te plage, sin mere<;imiento; Derribas los muros y fuerte pimiento De toda nobleza con tu querer vano; Trastornas y buelves en rueda volante Lo alto y lo baxo con tu gran poder A quien contrastar non iusta saber Nin menos umano poder otro instante. Quien más en ti fía e piensa tener En más firme roca seguro su estado, Ve más de súpito seer derribado TOMO LXIV. 17 250 BOLETÍN DE I.A KEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Sin arte nin maña i>oderle valer; Pues quien si non loco de ti se confía Nin punto presume de ti ser seguro, A quien resistir fosado ni muro Non puede ni menos umana porfía. Pues, quien me creyere, jamás non porná En ti su esperanza nin firme cuydado, Nin será punto jamás engañado Quien tus vanos vienes en poco terna; Lo que es necesario darás mal tu grado Pues por lo suprófulo penar es locura; Quien se rigiere por esta mesura De tus casos duros será reservado. ¡Ó vos mortales! mirad lo pasado Y lo presente con provida cura, Non vos engañe quien nunca segura Umana persona de ningund estado. RESPONDE POR EL MUNDO IÑIGO ORTIZ DE ESTÚÑIGA Maguer vuestra lengua mucho me difame Yo so cual fui siempre y tengo de ser; No pienses queriendo los vicios crecer Que jamás mi corte nunca se derrame. Pues temor de Dios non muestra su lumbre Y toda vergüenza oto yda del vuelo Si por mis promesas en carnal señuelo Nunca de virtudes abrá muchedumbre. Yo nunca paresco perro de ortolano Que non como berzas nin comer consiento, Mas en los mis libros rescibo y asiento A los que me piden el honor mundano; Por lo qual me fallo yo ser abastante De siempre mi corte hacer florecer, Pues más a quien quiere flaquezas aver Que no que en codicia venir mal andante. Pues sé que no puede jamás perescer Codicia, que dicen ser mortal pecado, Como quier que sea de vos baldonado No dexa por eso de prevalecer. MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS Mas pues que ninguno muestra cobardía A lo que prometo por vida ó de juro, Discreción non basta nin seso maduro A quien se contenta de mi compañía. La fiera soberbia que* conmigo está Anparo, defensa de mi grant estado, Podedes sin duda ser certificado Que de vuestra lengua me defenderá; Envidia, que fila sotil delicado; Luxuria, deleite de umana natura Como de dos miembros de mi fermosura Seré todos tiempos muy bien ayudado. Amigo, si fuiste de mí lastimado Volved á servirme, gozar mi dol. «Por la prohibición del Sultán de hacer ex- cavaciones— dice — no pude, cuando estuve de Cónsul de España en dicha población, realizar lo que tanto hubiera deseado, para haber remitido á la docta Corporación... prueba de las diversas (i) Tomo I, de 1910, págs. 58 y 59. 294 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA razas que han debido pasar por el mencionado sitio, al que lla- man Jardín de las Hespérides, y del cual se han recogido ya no pocos objetos, que indudablemente habrán pasado al extranjero ó desaparecido.» Añade que esa zona española en Marruecos es muy digna de ser explorada, «hoy mejor que mañana», para que no se «dejen perder más objetos de los que allí se est.ln encon- trando, con motivo de la extracción de piedra, por una Socie- dad alemana, para la construcción del muelle». Muy oportuno es este aviso acerca de lo que, tocante á las ciencias históricas, puede y debe hacer España en el suelo afri- cano, como lo han hecho y hacen arqueólogos franceses y ale- manes en Argelia, y sería conveniente que la Academia tomase alofuna iniciativa en tal sentido. La mitología griega designa, en efecto, esta región como en- cantadora residencia de las Hespérides, hijas de i\tlas, de quie- nes conquistó Hércules las manzanas de oro, pasando en su ex- pedición para tal empresa por nuestra Península, donde venció á los hijos de Gerion, y plantando en el Estrecho, por testimonio de su paso, una columna en cada continente. Este mito, como otros varios referentes á expediciones aventureras, acaso oculta bajo la ficción poética un remoto pasado, del que dan, sin duda, testimo- nio las antigüedades anterromanas que llamaron la atención del Sr. Rotondo. Pensaba él, y lo indica en la citada carta, que uno de esos in- dicios arqueológicos debía ser la piedra grabada, cuyo original me mostró. P^s un entalle ó grabado en hueco, en cornelina, de forma rectangular, con los ángulos ro- bados, de 0,02 1 por 0,015. Su asunto es un busto de perfil, hacia la izquierda, de un dios marino, barbado y con melena, cuyos rizos desordenados se Entalle griego escapan de un caracol que ciñe su cabeza á modo de Larache. de yelmo. En cuanto á qué dios sea el representado, sus caracteres con- vienen menos con los del Poseidon griego, y Neptuno romano, que pudieran convenir con los de Nereo, el viejo profético del mar, ó como conjeturaba el poseedor de la piedra, con los de UNA PIEDRA LABRADA, DESCUBIERTA EN LARACHE 295 Consus, antigua divinidad latina, de un cierto carácter misterioso, identificada en Roma con Neptuno. Esta cuestión iconográfica se relaciona, sin duda, con los ca- racteres artísticos del entalle. La piedra, por su forma, difiere de la generalidad de las antiguas, que son ovales ó circulares. En cuanto al estilo del grabado, aun habida cuenta de que, como dice un experto conocedor, M. Babelon (l), fué tal el espíritu de imi- tación de los artistas del Renacimiento italiano, «que á veces es imposible distinguir sus obras de las que nos ha legado la Anti- güedad», además de que solían retocar las piedras antiguas, creemos reconocer en ella caracteres de autenticidad. Antiguo parece el trabajo y su estilo, su acento, la expresión grave del rostro y el modo como están tratados los revueltos mechones de barba y melena, está todo ello en relación con el estilo helenís- tico, tan señalado en la Escultura con las producciones de las escuelas de Pérgamo y de Rodas por los siglos iii y ii antes de nuestra Era. Menester es tener en cuenta también que la glíptica fué en los tiempos clásicos un arte esencialmente griego. Griegos fueron sus mejores cultivadores en Roma, quienes, como es consiguiente, reproducían, por lo general, los tipos preconcebidos y sanciona- dos. De manera que, trátese de una obra helenística ó hecha por recuerdo de este estilo en época romana, será acertado tenerla por producción de un artista griego, que debió copiar un tipo tradicional de dios marino, el cual, probablemente, es Nereo. Este dios primitivo del mar, á quien Hesiodo en la Theogonia nos presenta como un ser bondadoso que á nadie engaña, figura como personaje episódico en la citada leyenda de la expedición de Hércules á la Lybia, pues á él arrancó el héroe el secreto del lugar misterioso en que se escondían las Hespérides. No es pues de extrañar, ni debe considerarse como cosa puramente casual, la presencia del viejo Nereo en el sitio que ocupó Lixiis, hoy Larache. Hay un detalle en la piedra, que tendría grandísima impor- (i) La gi-avurc en picrres fines carnees et intailles. París, 1894, pág. 128. 296 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA tancia si no se advirtiese bien pronto que es una adición hecha con intento de avalorar el objeto. Es una inscripción grabada al pie del busto y que simula ser firma del más afamado grabador griego: Pyrgóteles. Pero es el caso que de este grabador, al que Plinio proclama el más hábil de todos los tiempos, colocándole á la altura de los mejores escultores y pintores, y á quien honró Alejandro, ordenando que nadie más que él tuviese derecho de reproducir su imagen en piedras preciosas, como Lysipo en la Escultura y Apeles en la Pintura, no se conserva obra alguna que con certidumbre le pueda ser atribuida, siquiera se considere que de tal imagen deben proceder ciertos entalles y camafeos con el busto de Alejandro, existentes en las colecciones; y en el caso presente, mal podría atribuírsele este entalle, cuyo estilo es evi- dentemente posterior al del siglo iv. Por otra parte, la inscripción misma, por su incorrección lexi- cográfica, no abona su autenticidad, pues por lo menos algunas de sus letras son latinas. Literalmente, y tal como la vemos en las improntas, ó sea en sentido inverso á conforme está grabada, como en todo entalle destinado á sellar, es así: PYPGOTELE en vez de n^'PrOTEAHS. No es nuevo el caso de un nombre de artista famoso grabado en alguna obra antigua, por darle valor. Desde el Renacimiento se practicó este género de fraudes, un tanto inocentes, que hoy se registran en las colecciones. En la de esculturas antiguas de nuestro Museo del Prado se lee opus Praxiteles en una hermosa estatua de mármol , que lejos de tener relación alguna con las del famoso escultor ático del siglo iv, es una excelente copia antigua del Diadumenos, de Policleto, el jefe de la escuela argiva del siglo V . En suma, la piedra cuyas son las improntas, es un entalle griego, de estilo helenístico, que debió formar parte de un anillo signatorio, de uso personal, acaso de algún viajero ó traficante que se confiaba á la protección de los dioses del mar, y que UN DOCUMENTO ANTIGUO 297 debió adquirió á Larache antes de la dominación romana, ó du- rante ella, si como objeto religioso ó recuerdo familiar de tiempo pasado lo conservaba. Madrid, 30 de Enero de 1914. José Ramón Mélida. VIII UN DOCUMENTO ANTIGUO D. Claudio Sanz Arizmendi, docto catedrático de la Univer- sidad de Sevilla, me remite con atenta carta copia de un privi- legio de Alfonso X, por el cual concedió aquel rey á la villa de Arcos la celebración de un mercado semanal. El documento lleva la fecha de 26 de Marzo de la Era 1 306, que corresponde al año 1268. Avaloran la importancia del mismo, escrito en letra gótica, sobre pergamino, la circunstancia de que, al parecer, no ha sido citado ni dado á luz, pues aunque son conocidos otros dos pri- vilegios del mismo rey, se refieren: el primero, fechado en Se- govia en 13 de Junio de 1 2 56 (Memorial histórico^ tomo i, pági- na 86) á la concesión á los vecinos de la villa citada de el fuero de Sevilla, y el segundo, de 2"] de Enero de 1268 (Memorial histórico^ tomo i, pág. 240) á los caballeros de linaje, á quienes concede los privilegios de los fijos-dalgo de Toledo y las fran- quezas de los ciudadanos de Sevilla. Como puede observarse, el remitido ahora, en copia, por el Sr. Sanz Arizmendi, cuyo original se conserva en el archivo del monasterio de San Clemente el Real, de Sevilla, es posterior á ambos, y muestra el empeño del rey en favorecer á Arcos, y en verdad que bien lo merecía por su situación y por los riesgos á que se habían expuesto sus moradores, y por los que era de pre- sumir que habían de correr nuevamente, en aquellos tiempos en que aún no derrocados los árabes, ó, por mejor decir, los maho- TOMO Lxiv. 20 29» boletín de la real academia de la historia metanos españoles, y habiendo surgido ya en Marruecos una di- nastía poderosa y fanática, la de los Merinos, era de esperar una reacción ofensiva que les llevara á invalidar las gloriosas con- quistas de nuestro gran rey Fernando III y las adquisiciones lle- vadas a cabo por su hijo en los primeros años de su reinado. Habíala conquistado^ en efecto, D. Alfonso en 1254, por las armas, con los ejércitos mandados por su hermano el infante don Enrique, á quien dio en señorío esta villa juntamente con las de Medina Sidonia y Lebrija; mas el infante, poco escrupuloso, co- rrespondió á ésta y otras mercedes que del monarca recibiera, conjurándose primero con el rey de Aragón, y después prestan- do sus servicios á los enemigos de la religión de su pueblo, y de su rey y hermano. A tenor de las capitulaciones hechas, lo mismo en Arcos que en Jerez y en otras plazas, los habitantes mahometanos queda- ron en libertad de abandonarlas, llevándose sus riquezas y vesti- dos, ó de permanecer en ellas, quedando libres y seguros ellos y sus bienes, y obteniendo el trato mismo que los demás vasallos de la corona. Bastantes aceptaron lo último, y esto contribu- yó poco después á tristes sucesos y á luchas que ensangrenta- ron el territorio, pues iniciaron una sublevación, habiéndose puesto antes de acuerdo con Alhamar, rey de Granada, que si por una parte sostenía tratos y amistad con los reyes de Castilla, por otra procuraba atacar sus conquistas y debilitar su poder en los territorios andaluces, no vacilando por esto en apadrinar y aun en dirigir y auxiliar la sublevación que estalló al mismo tiem- po en todas las fronteras, así en las de Murcia como en las de Granada, y en las del Algarbe como en las de la provincia de Cádiz. En todas partes fueron degollados los cristianos ó arroja- dos de las plazas que ocupaban, bien que en algunos puntos, como en Jerez, pudiéndose apercibir á la defensa su gobernador, el conde D. Gómez, dieron pruebas de heroísmo. Pero la insurrección no dio el fruto apetecido, y entonces Alhamar llamó en su auxilio á los Zenetas, los cuales se distin- guieron en las luchas que hubo de sostener con los castellanos, logrando elogios del rey de Granada. Tales distinciones produ- UN DOCUMENTO ANTIGUO 299 jeron, sin embargo, muy distinto resultado del que se proponía el rey Alhamar, pues si agradaron sus elogios á aquellos á quie- nes se prodigaban, en cambio causaron el enojo y determinaron el descontento de los walies de Málaga, Gomares y otras pobla- ciones, determinando en definitiva el que entablaran tratos con el castellano, de los cuales resultó el recobro de las plazas de San Lúcar, Rota, Medina Sidonia, Jerez, Arcos y Lebrija, que en aquel entonces eran las más importantes de toda la provincia (año 1263). Cuatro años después, ya en pacífica posesión de ellas, D. Alfonso concedió el privilegio de que tratamos. Con posterioridad, y según hemos indicado, los Beni-Merines ó Me- rinos, invadieron Andalucía en 1273, amenazando acabar con la España cristiana, y proponiéndose el restablecimiento en toda ella del culto de Mahoma. La guerra iniciada en este año, y proseguida en los siguientes, mediante el envío de nuevas expediciones, fué una guerra cruel, porque más que contra los ejércitos, se dirigió contra los inde- fensos habitantes; guerra de esterminio y de salvaje espíritu de destrucción, en la que se arrasaban pueblos, se incendiaban aldeas y caseríos, se destruían cosechas y se derribaban árboles, y cuyo fruto más preciado eran millares de mujeres y de niños, que pa- saban cautivos el Estrecho, para no ver ya nunca á sus familias, sus padres, sus hermanos, y para vivir sujetos á una religión odiada, y quizá á combatir á sus propios deudos y allegados, en nuevas luchas contra los vínculos de la naturaleza y de la sangre. El valle del Guadalete fué entonces campo donde se efectua- ron tales estragos y tales atropellos; pero, por fin, pasó aquel tur- bión, y la obra iniciada por Alfonso X en Arcos y su comarca, empezó á dar preciados frutos. Mostradas ya las circunstancias históricas que precedieron y subsiguieron á la concesión del privilegio de 26 de Marzo de 1 268, y señalada su importancia, sólo nos resta darle á conocer y agra- decer al Sr. Arizmendi su diligencia y su interés al facilitarle á la Academia. Madrid, i.° de Enero de 191 4. Antonio Blázquez. 300 boletín de la real academia de la historia IX PRIVILEGIO INÉDITO DE ALFONSO X EL SABIO ( 1252-1284). El (iriginnl se coiisc-i-va en el archivo del monasterio de San CLemeiitc el Real, de Sevilla. Sepan quantos esta carta vieren e oyeren cuomo nos don AL- FONSO por la gracia de Dios Rey de Castiella, de Toledo, de León, de Galligia, de Seuilla, de Cordova, de Murgia, de Jahen e del Algarue. Por fazer bien z merced al Congeio de Arcos a los que agora y son z serán daqui adelante. Otorgárnosles que ayan Mercado para siempre y cada semana en el dia de el Martes. E todos aquellos que a este mercado uinieren que sean libres e seguros los cuerpos e los aueres e las mercaderías e todas las cosas. E mandamos e deffendemos que ninguno non sea osado de contrariar esta nuestra carta para crebantarla ni para min- guarla en ninguna cosa, ca qual quier que lo fiziesse aurie nues- tra ira e pecharnos y en coto mili marauedis e a los que el tuerto recibiessen todo el danno doblado. E porque esto sea firme z estable mandamos seellar esta nuestra carta con nuestro seello de plomo. Fecha la carta en Xerez por nuestro mandado Lunes veynte e seys dias andados del mes de margo en Era de mili v trezientos e seys annos. Yo Ihoan Pérez fijo de Miguel Pérez la fiz escreuir por su mandado en el anno sezeno que el Rey don ALFONSO regno. (Corresponde, pues, al año 1268. Es un pei-gamino con letra gótica. Le falta el sello.) — Por la copia, Claudio Sanz Arizmendi. X DOÑA ANGELINA DE GRECIA Ensayo biográfico por Juan de Contreras., con tma carta-prólogo del Excelen- tísimo Se/íor Conde de Cedillo, de la Real Academia de la Historia. Se- govia, 1913. Con frases muy discretas y oportunas, como suyas, encabeza en efecto este folleto un bien escrito prólogo de nuestro querido compañero el Conde de Cedillo, y por él sabemos que es un mozo DOXA ANGELINA DE GRECIA 3OI de pocos años, casi un niño, el D. Juan de Contreras su autor c[ue siendo de segundo apellido López de Ayala, pertenece igual- mente á la ilustre familia del famoso Chanciller, como hijo de los Marqueses de Lozoya y sobrino carnal del Académico prolo- guista. Esta figura interesante y legendaria de la Princesa de Hungría llamada en España Doña Angelina de Grecia, arrancada á su fa- milia y á su patria por los azares de la guerra, es de las que des- pertaron siempre la viva simpatía de cuantos en edad temprana se aficionaron á los estudios histórico-genealógicos. Yo mismo recuerdo con placer los días ya remotos de mi primer conoci- miento con la sobrina del Emperador Segismundo, y en que por primera vez le oía, embelesado y entristecido, los versos aque- llos que el poeta, entre sevillano y genoyés, puso en sus labios, / O venüira muy esquiva! ¡Ay de mi^ por qué ttací! Dime, iqué ie merecí? iPor que me faces que viva? Las dos Princesas lejanas^ Doña Angelina y su hermana Doña María, prisioneras del Sultán Bayaceto en la batalla de Nicópolis, llevadas entre el botín del turco al Asia Menor, cautivas allí del feroz Tamorlán, regalo de éste á nuestro Rey D. Enrique III, el Doliente, recibidas y tratadas en la Corte de Castilla como su alto nacimiento y sus desgracias aún mayores merecían, aparecen en la Historia cuando finalizaba el siglo xiv, y atraviesan con su dulce recuerdo los tiempos transcurridos, entre nuestra curiosidad y nuestra admiración. Su vida corresponde á lo mucho que encie- rra de interesante, y hasta de poético, contra lo que el vulgo cree, este vasto campo de la genealogía española, donde muchos se empeñan en no ver más que cronologías descarnadas, sartas de nombres y apellidos, fechas áridas y escudos ininteligibles. El Sr. Contreras, que es poeta, como lo fueron y lo son otros de su familia, ha formado este ensayo biográfico con un acierto tal, que dejando á Doña Angelina cuanto le toca como figura de la novela — por algo dijo el escritor francés que no hay novela que se iguale con la realidad — , la presenta á nuestros ojos con los 302 boletín de la keal acauiímia de la historia parcos adornos de la verdad histórica, sin que el más exigente pueda querellarse con razón de atrev'imientos ni suposiciones de su imaginación juvenil. Así el lector curioso podrá encontrar en este folleto la relación exacta de cuanto <1 la familia, mocedad y casamiento de la Princesa húngara hay averiguado, que desgra- ciadamente no es mucho, porque de fijo fué su vida, después de que pasó á ser la mujer del Regidor de Segovia Diego González de Contreras, y por ello Señora de la Casa de Contreras, llamada de San Juan por la Parroquia en que estaba situada, la siempre modesta y tranquila, honesta y recogida de las señoras castella- nas, que, ó no tenían historia, ó tenían solamente la que repre- sentaban el cuidado del hogar, el amor del marido, la educación de los hijos, los deberes de la piedad. De su primer enterra- miento en el Convento de Santa Cruz; de su traslación luego á la Iglesia de San Juan de los Caballeros, después á la de San Pablo, por fin á la de las Monjas Dominicas, donde sus restos parece que se conservan, trata también el folleto del Sr. Contreras, y no son menos apreciables las noticias que consigna de la casa en que tuvo Doña Angelina su morada, á su juicio la que es hoy pro- piedad del Conde de Superunda, y de la estatua yacente que se pusiera sobre su sepulcro, de la que, mutilada por los estragos de la moderna civilización, sólo se conserva la bella marmórea cabeza, en poder del General D. Luis de Ezpeleta y Contreras, asimismo descendiente suyo por la línea' materna. La prole que Doña Angelina diera en su matrimonio al ilustre caballero segoviano no está olvidada en el trabajo de que gus- toso doy á la Academia breve cuenta, para que el interés genea- lógico no sea menor que el histórico, mereciendo en él muy es- pecial memoria, entre sus hijos, el célebre D. Juan de Contreras, conocido por D. Juan de Segovia según las costumbres de la época, que fué Embajador español al Concilio de Basilea, Arzo- bispo y Cardenal, gran defensor de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, y acaso el mayor personaje que toda esta fami- lia de los Contreras produjo. Claro está que para casi todo se inspira principalmente el autor en las noticias del excelente Cura de San Juan de Segovia, Diego DONA ANGELINA DE GRECIA 3O3 de Colmenares, que bien se sabe hasta qué punto son verídicas y autorizadas, en lo que respecta á los tiempos que este historia- dor tuvo cerca, como son aquéllos en que florecieron los hijos de Diego González y de Doña Angelina de Grecia, apenas separados por un siglo del sacerdote cronista. ¡Lástima grande que no se conserve en la Casa de Quintanar documento alguno de esta egregia abuela suya! Y digo que no se conservan, porque de existir, no hubieran pasado inadvertidos para éste su deudo, cuya inteligencia y perspicacia resultan patentes en el trabajo de que trato, su obra primera, con serias promesas de futuro historia- dor, cuya vocación literaria, como con razón le dice el Conde de Cedillo, en estas páginas se afirma y robustece. Si añado que esta biografía está escrita en la forma galana que las circunstancias de su principal protagonista requieren, y que ella revela en su autor una madurez de criterio superior á la que en realidad corresponde á sus pocos años — veinte si no me equi- voco,— habré dicho á la Academia cuanto se me ocurre acerca del ensayo biográfico que D. Juan de Contreras ha dedicado á esta figura original y atractiva de la Muy Honrada Doña Angelina de Grecia, hija del Conde Ivan y nieta del Rey de Hungría, según la piedra de su sepulcro rezaba. A través de esta relación se adi- vina á la gentil Princesa, Que debe sin duda ser mujer de alta naciÓ7i^ tuesta en gran tribulación, depuesta de gran poder, de los conocidos versos de Micer Francisco Imperial, y en honor de la que los Contreras segovianos, que conservan su sangre, añadieron á sus armas antiguas de la torre puesta del revés, el león famoso de los antiguos Reyes de Hungría. Por estos sus primeros pasos en el campo de nuestros estudios merece el Sr. Contreras un aplauso, que yo le doy gustoso ante la Academia, esperando que nuestro Cuerpo habrá de prestarse á hacerlo suyo. F. Fernández de Béthencourt. Madrid, 6 de Febrero de 1914. 304 boletín de la real academia de la historia XI NUEVAS INSCRIPCIONES ROMANA Y VISIGÓTICA DE TALA VAN Y MÉRIDA Talarán. En la provincia de Cáceres, partido judicial de (3arrovillas, la villa de Talaván^ ribereña de la izquierda del Tajo, no se había distinguido hasta el presente, como Talayera de la Reina (Caesarobriga)^ y Talavera la vieja (Augustobriga), por su nom- bre romano. Una de Talaván, descubierta siete meses ha en el sitio que llaman los Villares, de aquella villa, cerca de la arruina- da ermita de San Gregorio, es insigne bajo el triple concepto de que echó mano Plinio para poder afirmar que los Célticos de la Beturia, entre el Guadiana y el Guadalquivir, eran vastagos desprendidos de la estirpe celtibérica arraigada en la Lusi- tania (l). Con fecha del 26 de Julio de 191 3, L). Antonio C. Floriano, dirigió á la Comisión de Monumentos históricos de Cáceres, la comunicación siguiente (2): «Habiendo tenido noticia de que en el término municipal de Talaván, á una media legua del poblado, y en el lugar por donde se va construyendo la carretera de Cáceres á Torrejón, había aparecido una piedra con inscripción y relieve, el día 21 salí para dicho punto; y al llegar, con el concurso de D. Natalio Sena, desenterramos la piedra del lugar en donde, para mayor seguri- dad, la había enterrado dicho señor. (i) «Célticos ex Celtiberis a Lusitania advenisse manifestum est sacris, lingua, oppidorum vocabulis... Viriolae celtice dicuntur, viriae celtibe- rice.» iii, 3, 13; XXXIII, 40. (2) El texto me fué proporcionado para que saliese á luz en el Boletín con permiso y anuencia de la Comisión, por nuestro doctísimo Corres- pondiente en Cáceres, D. Juan' Sanguino y Michel, en carta de 3 de Sep- tiembre. NUEVAS INSCRIPCIONES ROMANA Y VISIGÓTICA 305 Trátase de una gran piedra granítica, de granos gruesos, de 0,75 m. de altura por 0,37 de ancho. La parte superior forma un arco, debajo del cual hay una hornacina, en la que se destaca en relieve una figura grotesca de aspecto, primitiva de factura y formas cuadradas, que recuerdan las de algunos idolillos ibéricos, y sobre todo á algunos encontrados en Mérida, que son de hueso, dándonos la disposición de las manos, que lleva la figura de este relieve, un aspecto análogo al que presentan los de Mérida, que tienen unas líneas al medio formando triángulo, y de las que se ha discutido si serían ó no la indicación del sexo. La figura que venimos estudiando mide de altura 0,46 m. De- bajo de esta hornacina va la inscripción en un cuadro de 0,35 metros de longitud por 0,30 de ancho. Este cuadro descansa sobre un friso, ó basamento, con un apéndice para fijarlo en tierra. Los costados de la piedra están tallados con molduras lisas y sencillas. El arco está roto en su parte superior. En la espalda se observan dos grandes huecos, ó cajas, donde es de suponer fueran empotrados dos apéndices de bronce , ó de hierro, para fijarla en la pared.» Hasta aquí el Sr. Floriano. Las copias del epígrafe, trazadas por diferentes manos, que me fueron remitidas, no lograron satisfacerme para aventurar su recta lectura é interpretación; por lo cual he solicitado y obtenido la fotografía que acompaño y me ha proporcionado el señor Conde de Doña Marina, D. José de Liñán y Eguizábal. La inscripción tiene picado el renglón postrero, si bien éste ha conservado al principio rastros indubitables de la preposi- ción ex (iix). Falta en todo el texto la separación de vocablos; sobrevive la forma antigua (ii) de la e, alternando con la ro- mana E, como acontece en otras inscripciones (l); y para ahorro de espacio se ven ligaturas de am y ma\ todo lo cual es indi- cio de remota edad, probablemente anterior á la de la era cris- tiana. (i) Por ejemplo, la de Santo Tórnasele Colliá vAsturias), fotografiada en el tomo Lxi del Boletín, pág. 478. 306 BOLETÍN DE LA FÍEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Munidi Eberobrigae Taudopalandaigae Ammaia BouUa ex [voto p^ostiit) ?. 1 Á da diosa) Munis de Eberobriga, Toudopalandaiga. Este exvoto le puso Ammaya Boutea. El nombre Ammaia, como propio de mujer, sale en una ins- cripción de Lisboa (Hübner, 5.002), y corresponde al geográfico romano de Portalegre, cerca de Alburquerque, hacia la raya de Portugal. El segundo nombre Boutea de la dedicante, reapare- ce (^.380) en un epígrafe de Pombeiro en la comarca de Braga; en Sasamón (5.802)se escribe Botía, pero regularmente y en muchos parajes señalados por Hübner (123, 342, 375, 626, 798, 2.380, 2.786, 5.814) Boutia^ á los cuales hay que agregar los ejemplos NUEVAS INSCRIPCIONES ROMANA Y VISIGÓTICA 307 recientemente hallados en Coria y Clunia (Boletín, tomo xlvi, págs. 77-79; L, 437), ciudades ésta celtibérica y aquélla lusitana. La efigie esculpida en el monumento es el de una diosa ma- dre, Terra mater, ó simplemente Matcr ó Matrona, de las que innumerables monumentos epigráficos atestiguan la adoración. Puede compararse con la Venus genitrix, á la cual se erigió una estatua en Cazlona (3.270) y pertenecen las de Libia y Deobrígu- la, cuyas fotografías publiqué en el tomo lv del Boletín, pági- nas 504 y 505. La rudeza de la Talavanera no impide recono- cer su significado, previo á la explicación del epígrafe, que nos ofrece el nombre propio de la diosa y sus dos calificativos. La Venus de Libia. 308 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA La Venus de Deobrígula. El nombre propio es Munis, que, si mal no creo, significa lo mismo que el vocablo griego ¡SoOvt?, tierra montañosa, como lo es la del distrito de Talaván, villa situada en el declive de una colina, rodeada de cerros por todas partes y regada por el río Monte ó Almonte, que desagua en el Tajo. No fué desfiguración del romano Monti el dativo Munidi porque es femenino, concer- tando con Toutopalandaíga. Es vocablo celto -lusitano, cuya abre- viación resalta en el geográfico Mundobriga (San Vicente de Al- cántara?) y en el famoso de la colonia Miinda en Andalucía. Su fuente ha de buscarse en los idiomas célticos, donde con sig- NUEVAS INSCRIPCIONES ROMANA Y VISIGÓTICA 309 nificación de montaña se manifiestan el irlandés y escocés mui- ne, el welsh mwiit, y el bretón menez, pariente del vasco mendi. Eberobriga, nombre lusitano y geográfico del antiguo cas- tro, ó castillo, de Talaván, ha de juntarse á tantos otros de ori- gen céltico, como ya conocíamos y que únicamente las inscrip- ciones nos han revelado, por ejemplo Jongobriga (villa de las Brozas en la provincia de Cáceres y patria del Brócense). Los nombres briga y ditmim, son harto frecuentes en el mapa geo- gráfico de la antigua Céltica dentro y fuera de España. Lejos de nuestra Península se registran Eburobriga y Eburodunum; y sabi- do es que la ciudad de Embrun en el departamento del Gap sobre el río Durance se llamó Eberodunimi. Ahora para completar la simetría nos ha salido de paso Eberobriga. Sospecho que á esta ciudad cacereña podrán reducirse dos que andan buscando co- locación, conviene á saber, las lusitanas 'E|3oupo|3iatYYuacag de Flegón y Ebut obiitüiun de Plinio, que notó Llübner (l). Toudopalandaiga. — Los calificativos de divinidades ter- minados en aicus, aecus, ecus, aigtts^ aegus, egiis, abundan en Lusitania y Galicia , empezando por las Mati'es Gallaicae^ 6 ga- llegas, adoradas en Clunia {l.'j'/G). El presente de Mimis pro- viene del sustantivo Toudo-palanda, palabra compuesta de dos elementos, como la céltica Eberobriga y la griega Xao-póx£ipa que significa «abastecedora» de pueblo. A esta significación se acomoda el primer elemento toudos^ correspondiente al céltico tuad., 6 tiiath (pueblo), que produjo infinitos derivados como lo notó Zeuss (2), y entre ellos el nombre griego y romano de la ciudad de Tuy: ToOoat, Tudae, Tyde, Tude. Por lo tocante á palanda^ curioso es también obser\-ar su afinidad con el nom- bre de la ciudad de Palencia, que en las inscripciones ora se llama Palentina (6.1 1 5), ora civitas Palantina (5.763), y con el de la villa de Blanes (Blanda). Quizá su primer ideal fué el de palen- que, valladar ó baranda. Los tres nombres que llevo examinados, y que nos eran total - (i) Monumcnta linguae ibericac, pág. 222. Berlín, 1893. (2) Grammatica céltica, pág. 34. Berlín, 1871. 3IO BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTOKIA mente desconocidos, han venido á enriquecer el tesoro del habla ibérica. Por igual orden del propio de la diosa, geográfico y calificativo, los ofrece el exvoto cacereño, cuya fotografía publi- qué (l), y en cuya tablilla se lee: D{eaé) sianctaé) Tiiiribrigensi) Ad{aeginae) — Victorinia serivd) C{orneliaé) Se \ verae j a{nimo) /{¿dais) v{otuni) s{o¿vit). La cabra, debajo de cuyos pies delante- i) Boletín, tomo vi, págs. 430 y 431. NUEVAS INSCRIPCIONES ROiMANA Y VISIGÓTICA 3 I I ros está la tablilla cuadrada que contiene la inscripción, es em- blema de la céltica Proserpina. La tablilla voti\^a se deja adivinar en la efigie de Munis, á la que da un grotesco aspecto de saya ó tonelete incongruo. L na lapida de Mérida (462), en vez de Adae- gena escribe Ataecina, endureciendo las consonantes d y g^ y transformándolas en t y c. Parecida substitución ofrecen en la provincia de Beira dos lápidas de Idanha, que descubrió y ha fotografiado el Sr. Félix Alvés Pereira (l). En la primera leo: Rectus Rufi fiilius) Reue Langanidaeigui v{piuni) s(plvit). En la segunda: R[eve] Langanitaeco [da]¿ hosiia{)ii) deliganda{iii) [L]ucamis Adiei f{ilius). Las publicó en el tomo iii de su obra preclara (2) el Sr. Leite de Vasconcellos. La segunda es además muy notable en razón de la víctima que debía ser amarrada (hostia deliganda)^ para inmo- larse en cumplimiento del voto. Esta, ¿sería un cabrito? Tal fué, al menos, la que Horacio donó, coronada de flores, á la cristalina fuente de Blandusia; y macho cabrío era el que, según Estrabón, á Marte inmolaban los lusitanos. El atar las víctimas, aunque fuesen humanas, se desprende igualmente de un célebre texto de Virgilio (Aeneid., 11, 132 134). El dios Reva no sólo fué ado- rado cerca del río Pensul, en Idanha, sino también cerca del Miño, en Galicia. Lo prueban dos inscripciones (3) que expuse en el tomo lv del Boletín, págs. 5 1 2-5 14, notando su relación con el río Areva^ que dio su nombre á los Arévacos celtíberos y tal vez á los Aravz, vecinos de los Igeditanos. (i) Os dcuses Igeditanos, págs- 10 y 15. Lisboa, 1913. (2) Religioes da Lusiianía na parte que principalmente se refiere a Portu- gal. El tomo I salió á luz en 1897, el 11 en 1905, y el iii en 1909. (3j En Mosleiro da Riveira: Peregrinus Apri fe\cit) Revé eis voto. — En Rubianes: Rcuve Anabaraeco Aper Alpini f{ilius) Turolus v{ptum) siplvit) liibens) m{eríto). 312 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Mérida. Entre los epígrafes inéditos descubiertos y conservados en esta ciudad, merced á muy recientes excavaciones, merece singular atención el visigótico, del cual me ha proporcionado la adjunta fotografía nuestro compañero D. José Ramón Mélida. Depositio HippolUi diac[o)n[i) d^ie) XIII kal{eiidas) april{es) era DXL VI. SepeJio del diácono Hipólito en 20 de Marzo de la era 546 (año 508). Fracturada en todos sus lados, esta que fué cuadrada laja de mármol, mide actualmente 36 por 48 cm. La corona de laurel que rodea la inscripción, distinguen sendas cruces, marcadas en las extremidades de los dos ejes, horizontal y vertical de la coro- na, alusiva á un texto de San Pablo (2 Tim., 11, 5). Hacia el tiempo de este epitafio se coloca el griego de otro diácono Emeritense, fallecido al correr de la indicción quinta (año 512?). La inscripción está precedida de una cruz sencilla, y NUEVAS INSCRIPCIONES ROMANA V VISIGÓTICA 313 asimismo rodeada por una corona. Expliqué este monumento en el tomo XXV del Boletín, páginas 87 y 88. Otro epígrafe de Mérida, no menos precioso que los dos sobre- dichos, y que Hübner no conoció, es el publicado en el tomo lv del Boletín, páginas 447 y 448, por el Sr. Marqués de Monsa- lud. Está ceñido igualmente por una corona de laurel, y dice así: Orbamis \ pr(e\s{biter) famulus D{e)i \ vixit annos LXXV \ . Requievit in I pace d[ie) séptimo \ idus augustas \ era DL VI. Urbano, presbítero, siervo de Dios, vivió setenta y cinco años y seis me- ses. Descansó en paz, el día 7 de Agosto de la era 556 (año 518). Al mismo año 518 pertenecen las inscripciones Emeritenses, señaladas por Hübner bajo los números 35 y 341- Son epitafios respectivamente de la niña Valeria y de la matrona María, sien- do muy de notar este último nombre. Ambos están ceñidos por una corona, ó láurea; y sobre la del primero se destaca un bello crismón \)k\ entre dos palomas. Anterior de un año á los epitafios del presbítero Urbano, Va- leria y María es el Emeritense, que publiqué y expliqué en el tomo XXV del Boletín, págs. 78 y 79. Hübner (núm. 332) pre- sentó fotografiada la impronta de esta inscripción que le remití. Dentro de la corona de laurel que rodea el epígrafe, se ve deba- jo de éste el crismón, en figura de P con travesano en el palo vertical, á guisa de cruz, cuyos brazos se tienden sobre el a y o) ( A ~ )• ^^ forma de este crismón y la del sobredicho ( A )> do- blemente se repite sobre el epitafio de Ursela (Boletín, t. lxiv, pág. 236); el cual, si bien carece de fecha, puede adjudicarse á los primeros años del siglo vi, ó á los postreros del v. Madrid, 27 de Febrero de ¡914. Fidel Fita. TOMO I.XIV. AUQUISICIÜNES DE LA ACADEMIA Durante el segundo semestre del año 1913. REGALO DE IMPRESOS DE SEÑORES ACADÉMICOS DE NÚMERO Beltrán y Rózpide (Excmo. Sr. D. Ricardo). «La Geografía y su enseñanza». Bonilla y San Martín (limo. Sr. D. Adolfo). «Historia de la Poesía Hispano-Americana», por el Dr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo, Director de la Real Academia de la Historia. Tomo II. Madrid, 1913. Fernández de Béthencourt (Excmo. Sr. D. Francisco). «Discurso leído en la Iglesia Catedral de Tenerife, con motivo de la inauguración de la misma, por el Excmo. Sr. D. Francisco Fernández de Béthencourt, de la Real Academia de la His- toria, el día 4 de Septiembre de 1913, impreso por acuerdo del Excelentísimo Ayuntamiento de la ciudad de La Lagu- na». Santa Cruz de Tenerife, 1 91 3. Fita y Colomer (Excmo. Sr. D. Fidel). «Dell' Origine Regia e Aragonese dei Paterno di Sicilia», per Guiseppe Emanuele Paterno di Sessa. Roma, 1913. «Acción Social Católica. — La Religión Católica y el Ateísmo». Discurso pronunciado el día 2 de Mayo de 1913 en el Pa- tronato escolar del Arrabal de Zaragoza, por D. A. Comas Doy. A. M. D. G. Zaragoza. «Revue Épigraphique». Nouvelle serie. Tome i. Janvier-Avril 1913. Paria, 1913. «La España hebrea. — Datos históricos», por D. Fidel Fita. Tomo I. Madrid, 1889. ADQUISICIONES DE LA ACADEMIA 3 1 5 T'Serclaes (Excmo. Sr. Duque de). — «Ordenanzas de la Real Maestranza de la ciudad de Sevilla». Sevilla, I913. DE ACADÉMICOS HONORARIOS Monaco (S. A. S. el Príncipe Alberto I de). «Institut de Paléon- tologie humaine. — La Pasiega á Puente- Viesgo (Santan- der)», par MM. l'abbé H. Breuil et le Dr. H. Obermaier, Professeurs á l'Institut de Paléontologie humaine, et H. Al- calde del Río, Directeur de l'Ecole des Arts et Métiers de Torrelavega. Monaco, 1913. Schwab (M. Moíse). «Le manuscrit hébreu num. 1. 408 de la Bi- bliothéque Nationale». Tiré des notices et extraits des ma- nuscrits de la Bibliothéque Nationale et autes Bibliothéques. Tome XXXIX. París, 19 1 3. «Livre de comptes de Mardoché Joseph (manuscrit hébréo- provengal)», par M. Mo'ise Schwab. París, 1913. DE CORRESPONDIENTES NACIONALES Castro López (D. Manuel). «Almanaque Gallego para 1914». Buenos Aires, 1913. Cróquer Cabezas (D. Emilio). «Centenario de la Independencia española. — Noticia genealógica y biográfica del mariscal de campo, ilustre gaditano, defensor de la plaza de Badajoz, Rafael Menacho». Cádiz, 191 2. Díaz de Escovar (limo. Sr. D. Narciso). «Catálogo de las obras históricas, jurídicas y literarias del limo. Sr. D. Narciso Díaz de Escovar, cronista de la provincia de Málaga». Mála- ga, 1906. «Noticias biográficas y bibliográficas de algunos médicos ilus- tres de Málaga». Madrid, 1913. «Siluetas escénicas del pasado». Barcelona. «Academia bibliográfico-Mariana. — Certamen literario y ar- tístico celebrado en honor de su excelsa patrona Nues- tra Señora de la Academia en Octubre de 1912. Aniver- 3l6 BOI ETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA sario L de su instalación». Primera parte. Lérida, I913. «Biblioteca de «La ciudad de Dios». — .anales del Teatro e.spa- ñol correspondiente á los años I 581 á 1625», por D. Nar- ciso Díaz de Escovar. Madrid, 191 3. Díaz Milian (D. Luis). «Vocabulario de algunas voces arábigas usadas por cronistas é historiadores de España». Manus- crito autógrafo del autor. Hurtado (D. Publio). «Castillos, torres y casas fuertes de la pro- vincia de Cáceres. Apuntes históricos». Cáceres, 1912, Gil Gavilondo (D. Isidro). «Memorias históricas de Burgos y su provincia». Burgos, 19 1 3. Gómez Rodales, S. J. (Rvdo. P. Cecilio). «Historia de la publica- ción «Monumenta histórica Societatis Jesu». Madrid, 10 1 3. «La Compañía de Jesús catequista». Obra premiada con me- dalla de oro en el Congreso Catequístico Nacional de Valla- dolid. Madrid, 1913. Laffitte (D. Alfredo de). «Guía del Centenario del 31 de Agosto de 191 3 y del Cincuentenario del derribo de las murallas de San Sebastián». San Sebastián, 1913. Martínez Sueiro (D. Manuel). «La cuestión agraria en Galicia». Orense, 1912. Miret y Sans (D. Joaquín). «V^ida de Fray Anselmo Turneda». París, 191 3. «Les Cases de Templers y Hospitalers en Catalunya. Aplech de noves y documents histórichs». Barcelona, 1910. Moraleda y Esteban (D. Juan). «La Cruz y Toledo. — Centenario Constantiniano». Toledo, mcmxiii. Moreno de Guerra (D. Juan). «Guía de la villa de Puerto Real para 1913», f)or D. Rafael de Cózar y Vargas-Zúñiga. Puerto Real, 191 3. «Carta Puebla de la villa de Puerto Real (Cádiz)». Reimpresa por I). Rafael de Cózar y \^argas-Zúñiga. Puerto Real, 1913. Moya y Jiménez (D. Francisco) )• Rey Joly (D. Celestino). «El Ejército y la Marina en las Cortes de Cádiz». Tomo 1. Cádiz, I913. Naval (Rvdo. P. Francisco). «Diccionario manual Español-Pá- ADQUISICIONES DE LA ACADEMIA 3I7 mué», compuesto por el R. P. Alfredo Bolados Cárter. Barcelona, I902. , por el Licenciado Antonio C. Floriano. Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra. Pamplona. «Boletín». Segunda época. Año iv. Núm. 14. Se- gundo trimestre de 1913. Comisión organizadora del Segundo Congreso Español de Geo- grafía Colonial y Mercantil. «Programa general. — Barcelona, 10 al 15 de Noviembre de 1913». Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Orense. «Boletín». Tomo iv. Núms. 90-92. Mayo-Octu- bre 1913. ADQUISICIONES DE LA ACADEMIA 325 Congreso Internacional de Turismo. Madrid. «Memoria gene- ral.— 24 al 30 de Octubre de 1 91 2». Madrid, 19 1 3. Cuerpo Nacional de Ingenieros de Montes. «Ligeros apuntes sobre el problema silvo-pastoral de España», por D. Domin- go Olazábal. Madrid, 1 91 3. Escuela de Comercio de Colunga. « Memoria y cuentas rela- tivas al año de 1912, aprobadas por la Junta de Patrona- * to en sesión celebrada el 23 de Abril de 1913». Oviedo, I913. Escuela Industrial y de Ingenieros de Industrias Textiles de l"a- rrasa. «Resumen histórico y estado actual de la Industria Textil», por D. Daniel Blanxart. Tarrasa, 1912. Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer. Madrid. «Memoria del curso de 1913 á 1914, por el Comisario Regio D. losé Gómez Ocaña». Madrid, 1913. Institución Libre de Enseñanza. -iMadrid. «Boletín». Año xxxvii. Núms. 638-642. 31 Mayo-30 Septiembre I913. Institutd'EstudisCatalans. Barcelona. «AnuarÍMCMXi-xii». Anyiv. Barcelona, 1913. Instituto general y técnico de Navarra. «Memoria del curso aca- démico de 191 1 á 1912», por D. Fernando Romero Gonzá- lez. Pamplona, 1913. Instituto general y técnico de Valencia. «Memoria del curso aca- démico de 1912 á 191 3», por D. Francisco Moróte y Creus. Valencia, Í913. Liga Marítima Española. Madrid. «Boletín oficial». Año xiii. Nú- meros 78-80. Mayo-Octubre 1913. «Vida Marítima». (Órgano de propaganda de la Liga Marítima Española.) Madrid. Año xii. Núms. 414 432. 30 Junio-30 Di- ciembre 191 3. Observatorio del Ebro. Tortosa. «Ibérica», Revista semanal ilus- trada. Tortosa. Número spécimen A. Octubre, 1913. Patronato Real para la Represión de la trata de blancas. «Recueil des Lois et Ordonnances en vigueur pour la Répression de la Traite des Blanches dans les principaux pays d'Europe et d'Amérique, fait, au nom du patronagé Royal Espagnol 326 P.OLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA pour la Répression de la Traite des Blanches», par Julián Juderías. Madrid, I913. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. «Boletín». Se- gunda época. Madrid. Xúms, 26-27. 30 Junio- 30 Septiem- bre I913. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. «Re- vista». Tomo XI. Núms. 5-6- Noviembre-Diciembre 1912. Núms. 7-12. Enero-Junio I913. «Memorias». Tomo xv. Estudios preliminares sobre los mo- luscos terrestres y marinos de España, Portugal é Islas Ba- leares. Suplemento primero. Madrid, 1913. Discursos leídos en la recepción pública del Excelentísimo Sr. D. José Casares Gil el día 1 5 de Junio de 1913». Madrid. Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. «Discursos leídos en la recepción pública de D. Cayetano Soler, Pbro., el día 29 de Junio de I913». Bar-celona, I913. «Boletín». Año xiii. Núms. 49-50. Enero-Junio 1913. Barce- lona, 1913. Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. «Formas típicas de Guardería rural». Memoria escrita por D. Tomás Costa- Martínez. Madrid, 191 3. «Extractos de discusiones habidas en las sesiones ordinarias de dicha Corporación sobre temas de su instituto». Tomo vi. Primera y segunda parte. Madrid, 1913. «Don Gaspar Melchor de Jovellanos. Su vida, su tiempo, sus obras, su influencia social», por D. Julián Juderías. Ma- drid, 1913. «Estudio crítico de las doctrinas de Jovellanos en lo referente á las Ciencias morales y políticas», escrito por D. Ángel María Camacho y Perea. Madrid, 1913. «Jovellanos y su España», escrita por D. Gervasio de Artiña- no y de Galdácarro. Madrid, 1913. «Jovellanos y las Ciencias morales y políticas. Estudio crítico», escrito por D, Enrique G. Rendueles, Pbro. Madrid, 1913. «Juicio crítico de las doctrinas de Jovellanos en lo referente á las Ciencias morales y políticas»,- escrito por D. Hilario Ya- ADQUISICIONES DE LA ACADEMIA 327 ben Yaben, Canónigo lectoral de la Catedral de Sigüenza. Madrid, 1913. Real Academia Española. «Oración fúnebre del Excelentísimo Sr. D, Alejandro Pidal y Mon, pronunciada por el Reveren- do P. Fr. Pedro Gerard, O. P., en las solemnes exequias ce- lebradas por la Real Academia Española el 19 de Noviem- bre de 1913 en San Jerónimo el Real». Madrid, 1913. «Obras de Lope de Vega, publicadas por la Real Academia Española». Tomo xiv. Comedias novelescas. Segunda sec- ción. Madrid, 1913. Tomo xv. Comedias novelescas. Terce- ra sección. Madrid, 1913. Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes de Cá- diz. «Revista». Año 11. Núms. 12-14. Trimestres segundo á cuarto, 191 3. «La República de Colombia». Discursos leídos ante la Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes de Cá- diz, en la recepción pública del Sr, D. José Manuel Pérez Sarmiento». Cádiz, 1913. Real Academia de Medicina. Madrid. «Anales». Tomo xxxiii. Cuadernos ii-iii. 30 Junio 1913. Real Sociedad Geográfica. Madrid. «Boletín». Tomo lv. Segun- do trimestre de 1913. «Revista de Geografía colonial y mercantil» (Órgano oficial de la Sección Colonial del Ministerio de Estado.) Tomo x. Nú- meros 5-6- Mayo-Junio 1913. Sociedad Castellana de Excursiones. Valladolid. «Boletín». Año XI. Núms. 1 27- 1 3 1. Junio-Noviembre 1913. Sociedad Española de Salvamento de Náufragos. Madrid. «Bo- letín». Año xxxiv. Cuaderno v. Núms. 331-332. I." Julio- l.° Octubre 1913. Societat Arqueológica -Luliana. Palma (Baleares). «Bolletí». Anyxxix. Tomo xiv. Núms. 399-404. Juny-Noviembrel9i3. Universidad Central. «Discurso leído en la solemne inauguración del curso académico de 1913 á 1914 por el Dr. D. Ildefon- so Rodríguez y Fernández, Catedrático de la I'acultad de Medicina». Madrid, 1913. 328 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Universidad Literaria de Granada. «Discurso leído en la solemne apertura del curso académico de 1913 á 19 14 por el Doctor D. Francisco Arroyo Rojas». Granada, 1913. Universidad Literaria de Salamanca. «Discurso leído en la inau- guración del curso académico de 1913 á 1914, por el Catedrático D. Hipólito Rodríguez Pinilla ». Salamanca, 1913- «Memoria sobre el estado de la Instrucción en la Universidad y Establecimientos de Enseñanza de su distrito, correspon- diente al curso académico de 1911 á 1912, y Anuario para el de 1912 á 1913». Salamanca, I9I3- Universidad Literaria de Sevilla. «Discurso leído en la solemne apertura del curso de 1913 á 1914 por el Dr. D. Antonio Torrents y Torres». Sevilla, 1913. Universidad de Oviedo. «Discurso leído en la solemne apertura del curso académico de 1913 á 1914 por el Dr. D. Julio Rey Pastor». Oviedo, 1913- Universidad de Santiago de Compostela. «Boletín de la Bibliote- ca «América» de la Universidad de Santiago de Composte- la (España)». Núm. 6. Buenos Aires, Julio 1913. Universidad de Valladolid. «Discurso leído en la solemne inau- guración del curso académico de 1913 á 1914 por el Doctor D. León Corral y Maestro». Valladolid, 1913. DE ACADEMIAS Y CORPORACIONES EXTRANJERAS Academia Cearense. Ceará Fortaleza (Brasil). «Revista». Tomo xvn. Anno 1912. Academia Nacional de la Historia de Venezuela. Caracas. «Bo- letín». Año II. Tomo II. Xúms. 23. 30 }unio-30 Septiem- bre 1913. «Memoria que presenta el Ministro de Instrucción Pública al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela en sus sesio- nes ordinarias de 1913». Tomos i-ii. Caracas, 1913. Académie Impériale des Sciences de St. Pétersbourg. «BuUetin». vi^ serie. N°* 11-18. 15 Juin-15 Décembre 1913- ADQUISICIONES DE LA ACADEMIA 329 Académie des Inscriptions et Belles Lettres. París. «Comptes rendus des séances de l'année 1913». Bulletinde Mars-Sep- tembre 1913. Académie Royale d'ArchéoIogie de Belgique. «Annales». 6*^ se- rie. Tome V. I""^ livraison. Anvers, 1913. «BuUetin». N° 4. Anvers, 1913. Académie Royale de Belgique. Bruxelles. «Commission Roj^ale d'Histoire-Chroniques Liégeoises», publiées par le Chanoi- ne Sylv. Balau. Tome premier. 1913. «Mémoires de la Classe des Lettres et des Sciences morales et politiques et Classe des Beaux-Arts». Collection in 4° Deuxiéme serie. Tome vi. Bruxelles, Juillet 1913. Académie Royale de Sciences á Amsterdam. «Verslagen en Me- dedeelingen der Koninklijke Akademie van Wetenschap- pen». Amsterdam, 191 2. «Beschreibung der Griechischen autonomen Münzen». Amster- dam, 1912. «The Dragón in China and Japan», by Dr. M. W. de Visser. Amsterdam, I913. «Flexión of substantives in Blackfoot a preliminar sketch», bv C. C. Uhlenbech. Amsterdam, 1913. «Amaryllis. Accedunt septem carmina laudata». Amsteloda- mi MCMXIII. Académie Royale des Sciences et des Lettres de Danemark. Copenhague. «BuUetin». N''^ 35. 1913. American Catholic Historical Society. Philadelphia. «Records». Vol. XXIV. N''^ 2-3. June-September 1913. American Philosophical Society. Philadelphia. «Proceedings». Vol. m. N°-^ 208-209. January-April 1913. Archivo Nacional. Habana. «Boletín». Publicación bimestral. Año xii. Núm. 4. Julio-Agosto 1913. Asociación Cívica Puertorriqueña. San Juan. «La Independen- cia». Revista quincenal. Año i. Núms. IO-21. 15 Junio- l.° Diciembre 1913. Biblioteca Municipal de Guayaquil. «Boletín». Núms. 33-34. Enero-Marzo 1913. TOMO LXIV. 22 330 boletín de la reai. academia de la historia Biblioteca Nacional de México. «Boletín». Año x. Núms. I-5. Marzo-Julio 1913. Biblioteca Nazionale Céntrale di l^'irenze. «BoUettino delle pubbli- cazioni italiane ricevute per diritto di Stampa». N""" 1 5 1- 1 56. Luglio-Dicembre 1913. Bibliotheca Philologica Batava. Lipsiae. «Mneniosyne». Nova serie. Volumen quadragesimum primum. Pars iv. 1913. Centro de Sciencias, Letras e Artes de Campiñas. E. U. do Bra- sil. «Revista». Anno xii. Fases, i-ii. N""^ 30-32. 31 Margo- 30 Setembro 1913. Connecticut Academy of Arts and Sciences. New Haven. U. S. A. «A Monograph of the Terrestrial Palaeozoic Arachnida of North America», by Alexander Petrunkevitch. New Haven. 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Le Caire. «Bulletin». Cinquiéme serie. Tome vi. ADQUISICIONES DE LA ACADEMIA 33 1 Second fascicule. Année 1912. Tome vii. Premier fascicule. Année 1913. Instituto Histórico e Geographico Parahybano. Parahyba (Brasil). «Revista». Anno iv. Vol. iv. 1913. Instituto Smithsoniano de Washington. «Report on the progress and condition of the unitet states National Museum for the year ending June 30». 1912. «Smithsonian Miscellaneous Collections». Volume lxi. N""* 4-5. Washington, 1913. Tunta de Historia y Numismática Americana. Buenos Aires. «El Redactor de la Asamblea. 1813-1815»- Reimpresión facsi- milar ilustrada. Buenos Aires, 1913. Kais. Akademie der Wissenschaften in Wien. «Proben schwe- discher Sprache und Mundart», von Dr. Hans Wolfgang Pollak. Wien, 1913. «Andreas Fricius Modrevius. Ein Beitrag zur Geschichte der Staats-und Vólkerrechtstheorien», von Wladislaus Mali- niak. 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Nú- meros 73-79. l.°Junio-l.° Diciembre 1913. «Boletín de Santo Domingo de Silos». Burgos. Año xv. Núme- ros 9-12. Julio-Octubre 1913. Año xvi. Núms. 1-2. Noviem- bre-Diciembre 191 3. Año XVI. Núm. 3. Enero 1914. Número exti-aordinario correspondiente á x'\gosto de 1913. «España y América». Revista quincenal. Madrid. Año xi. Nú- meros 13-24. I.° Julio- 1 5 Diciembre I913. «Estudios Franciscanos». Revista mensual dirigida por los Padres Capuchinos. Sarria (Barcelona). Año vii. Tomo x. Núm. 75- Mayo 191 3. Tomo xi. Núms. 77-79. Julio -Septiembre 191 3. «Estudios Franciscanos». Número extraordinario. Sarria (Bar- celona). Octubre-Diciembre 1913. «La Alhambra». Revista quincenal de Artes y Letras. Granada. Año xvi. Núms. 367-378. 30junio-l5 Diciembre I9I3- «La Ciencia Tomista». Publicación bimestral de los Dominicos españoles. Madrid. Año iv. Núms. 21-23. Julio -Diciem- bre 1913. «La Ciudad de Dios». Revista quincenal religiosa, filosófica, científica y literaria, publicada por los Padres Agustinos del •, Escorial. Madrid. Época 3.'' Año xxxiii. Núms. 963-974. 5 Julio-20 Diciembre 19 1 3. «Memorial de Artillería». Madrid. Año lxviu. Serie vi. Tomo iii. Entrega 6." Junio 1913. Tomo iv. Entregas i. ^- 5. "" Julio-No- viembre 191 3. «Memorial de Infantería». Toledo. Año 11. Tomo iv. Núms. 19- 24. Julio-Diciembre 1913. «Homenaje que tributa el Memorial de Infantería á la me- ADQUISICIONES DE LA ACADEMIA 347 moría de los oficiales que dieron su vida por la Patria. 1909- I913». Madrid, 1913. «Memorial de Ingenieros del Ejército». Madrid. Año lxviii. Quinta época. Tomo xxx. Núms. 6-1 1. Junio-Noviembre 1913- «Monumenta histórica Societatis Jesu a Patribus ejusdem Socie- tatis edita». Matriti. Annus xx. Fases. 235-240. Julio-De- cembre I913. Annus xxi. Fase. 24I. Januario 1914. «Razón y Fe». Revista mensual editada por Padres de la Com- pañía de Jesús. Madrid. Tomo xxxvi. Núms. 3-4. Julio-i\gos- to 191 3. Tomo XXXVII. Núms. I -4. Septiembre-Diciem- bre 1913. «Revista del Centro de estudios históricos de Granada y su rei- no». Granada. Año iii. Núms. 2-3. Granada, 1913. «Revista general de Marina». Madrid. Tomo lxxiii. Cuadernos I. °-6.°. Julio-Diciembre 1913. «Revista de Historia y de Genealogía española». Madrid. Año 11. Núms. 7-1 1. l5julio-I5 Noviembre 1913. PUBLICACIONES EXTRANJERAS RECIBIDAS POR CAMBIO CON El, «BOLETÍN» «Archivum Franciscanum Historicum » . Firenze. Annus vi. Fase. IV. October 1913. «El Sendero Teosófico». Revista internacional. Point Loma (Ca- lifornia). Tomo IV. Núm. ó. Junio 19 1 3. Tomo v. Núms. I -5. Julio-Noviembre 1913. «Félix Ravenna». Bollettino storico romagnolo edito da un gru- po di studiosi. Ravenna. Fases, ix-xi. Gennaio-Luglio I913. «Kwartalnik HisLoryczny». Organ Towarzystwa Historycznego. Rocznik xxvii. Zeszyt I-4. We Lwowie, I913. «La Civiltá Cattolica». Roma. Anno lxiv°. Vol. iii. Cuader- nos 1.5 I 3-1.524. 5 Luglio-20 Dicembre 1913. «L'Archiginnasio». Bullettino della Biblioteca Comunalc di Bo- logna. Anno xiu. N"" 3-4. Maggio-Agosto 1913. «Madonna Verona». Bollettino del Museo Civico di Verona. Annata vii. Fases, xxvi-xxvii. Aprile-Settembrc 1913. * 348 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA «O Instituto». Revista scientifica e literaria. Coimbra. Vol. 6o. N"^ 5-IO. Maio-Outubro 1913. «Paléographie Musicale. — Les principaux manuscrits de chant grégorien, ambrosien, mozárabe, gallican, publiées en fac- siniilés phototypiques par les Bénédictins de Solesmes». Paris-Leipzig. Vingt-quatricme annce. N"'^ 99-IOO. I913. «Polybiblion». Kevue Bibliographique Universelle. Paris. «Partía Littéraires». Deuxiéme serie. Tome soixante-dix-sep- tiéme. cxxvji" de la Collection. Sixiéme livraison. Juin 1913. Tome soixante-dix-huitiéme. cxxviii'^ de la Collection. Pre- miére-sixiéme livraison. Juillet-Décembre 1913. «Partie Tecnique». Deuxiéme serie. Tome trente-neuviéme. cxxix'" de la Collection. Sixiéme -douziéme livraison. Juin- Décembre 1913. «Revue Celtique». Paris. Vol. xxxiv. N° 3. 1913. «Revue Hispanique». Paris. Tome xxv. N° 68. Décembre 1911. Tomes xxvi-xxvii. N"'^ 69-72. Mars-Décembre I912. Tome XXVIII. N°^ 73-74- Mars-Juin 1913. «Revue Historique». Paris. xxxviii® année. Tomes cxiii-cxiv. N"'' 225-227. Juillet-Décembre 1913. «Ri vista Storica Italiana». Pubblicazione trimestrale. Torino. Anno XXX. Cuarta serie. Vol. v. Pases, iii-iv. Luglio-Dicem- bre 1913. «Roma e r()riente». Rivista criptolérratense per l'unione delle Chiese. Pubblicazione mensile. Roma. Anno iii. N"^ 31-34- Giugno-Ottobre 1913. «The English Historical Review». London. Vol. xxviii. N°'' III- 112. July-October 1913. PE LAS REDACCIONES Y POR CORREO «África». Revista española ilustrada. Barcelona. Año vii. Nú- meros 25-31. Mayo-Noviembre 19 13. «Archivo bibliográfico hispano-aniericano».. Publícalo la libre- ría general de Victoriano Suárez. Preciados, 48, Madrid. Tomo v. Núms. 4-7. Abril-Julio 1913. ADQUISICIONES DE LA ACADEMIA 349 «Biblos». Revista bibliográfica mensual. México. Año i. Núm, I. Octubre 1912. Núm. 2. Mayo 1913. «Bulletin des éditions de la Librairie Nationale d'Art et d'His- toire G. Van Oest». Paris, N° 5. Novembre 1913. «Don Lope de Sosa». Crónica mensual de la provincia de Jaén. Año I. Núms. 6-12. Junio-Diciembre 1913. «El Eco Toledano». Toledo, Año iv. Núm. 775. 26 Julio 1913. «España en África». Revista quincenal. Madrid. Año ix. Núme- ro 155. 30 Agosto 191 3. «Euskal-Erria». Revista vascongada. San Sebastián. Año xxxiv. Tomo Lxix. Núms. I.085-I.087. 15 Julio-30 Agosto 1913. «Euskalerriaren alde». Revista de cultura vasca, publicada bajo el patrocinio de la Excelentísima Diputación de Guipúzcoa. Tomo III. Núms. 59-69. 15 Junio- 1 5 Noviembre 1913. «Programa de las Fiestas eúskaras que se celebrarán en la M. N. L. y V. villa de Tolosa los días 24 al 29 de Julio de 191 3». Tolosa. «La Actualidad financiera». Madrid. Revista de información se- manal. Año XII. Núms. 560-578. 23 Julio- 19 Noviembre 1913- «Leipziger Zeitschrift für Deutsches Recht». Leipzig. N° I. vm Jahrg. Januar I914. «L'Eglise et la Guerre», par MM. Batiffol, Monceaux et Chénon. Paris, 191 3. »L'Espagne». Paris. Premiére anné. N°* 9-16. 16 Octobre-4 Dé- cembre 1913. «Libertad». Periódico regionalista. Tortosa. Año vi. Núms. 288- 290. 7 Agosto-2l Agosto 191 3. «Litteratur Hunst Hulturgeschichte Auswahl Schóner Illustrier- ter Bücher». Katalog 104. Leipzig, 1913. «Mapa y Consultor estadístico hidro-minero-medicinal de la Pen- ínsula ibérica». Madrid, 1913. «Mitteilungen der Verlagsbuchandlung», 46 Jahrgang, N" 2. Leipzig, 191 3. «Nueva Academia Heráldica». Madrid. Tomo i. Julio-Noviem- bre 1913. 350 BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA «Répertoire d'Art et d'Archéologie». Fases. 15- 17. Paris, 1913- «Revista de las Antillas». San Juan de Puerto Rico. Año i. Nú- mero 4. Junio 1913. «Revista Bimestre Cubana». Habana. Vol. viii. Núms. 1-5. Enero- Octubre I913. «Revista Económica». Tegucigalpa. Año i. Núms. 1-2. Mayo- Junio 1913. Núms. 5-12. ioJulio-25 Octubre [913. Núm. 14. 25 Noviembre 1913. «Rexista Española de Dermatología y Sifiliografía». Madrid. Año XV. Núms. 1 74- 1 80. Junio-Diciembre 1913. «Revista general de Enseñanza y Bellas Artes». Madrid. Año iv. Núms. 85-96. I.° Julio- 15 Diciembre 1913. «Revista de Obras Públicas». Madrid. Año lxi. Núms. 1.970- 1.996. 26Junio-25 Diciembre 1913. «Revue des Questions Historiques». Paris. Quarante-huitiéme année. l87''-l88*" livraison. I*^'' Juillet-I'^'' Octobre T913. «Cnión Ibero- Americana». Madrid. Año xxvii. Núms. 4-9. 30 Junio-30 Noviembre 1913. «Uniled Empire the Roya! Colonial Institute Journal». London. Vol. IV. N° II. November 1913. «Zeta». Semanario defensor de los intereses de Toledo y su pro- \incia. Año 11. Núms. 31-49. 15 Mayo-2I Septiembre 1913. POR SUSCRIPCIÓN y COMPRA «Colección de libros y documentos referentes á la Historia de América». Tomo xiii. Historia del Paraguay, escrita en francés por el P. Pedro P"rancisco Javier de Charlevoix, de la Compañía de Jesús, con las anotaciones y correcciones latinas del P. Muriel; traducida al castellano por el P. Pablo Hernández, de la misma Compañía. Tomos iii-iv. Ma- drid, 191 3. «Cedulario de las Provincias de Santa María y Cartagena de Indias (siglo xvi). Tomo i. Años 1 529- 1 535». Madrid, 1913. ADQUISICIONES DE LA ACADEMIA 35 I «Encyclopédie de 1' Islam». Dictionnaire Géographique, Ethno- graphique et Biographique des peuples musulmans, publié avec le concours des principaux orientalistes, par M. Th. Houtsma, R. Basset, T. W. Arnold et H. Bauer (Ouvrage patronné par l'Association Internationale des Académies). XVIII* livraison. Leyde, 1913. VARIEDADES I LUCTUOSA DEL REY D. ALFONSO X del arlo 12^6, sobre la muerte, bienes y sjicesión de los Arzobispos de Toledo. (Archivo de la Catedral de Toledo: — V. a.-i.-io." Xristus. Connosguda cosa sea a todos los ornes que esta Carta uieren cuerno yo don Alfonso por la gragia de dios Rey de Cas- tiella de Toledo de León de Gallizia de Seuilla de Cordoua de Murcia e de Jahen. En una con la Reyna donna Yolant mi mu- gier e con mió ffijo el InfFante don fferrando. Por grand sabor que he de fazer bien e merced a la Eglesia Cathedral de Toledo e al Cabillo desse mismo logar. Otorgo e establesco daqui ade- lante pora siempre iamas que cada que muriere el Argobispo déla Sobredicha Eglesia, que todas las cosas que ouiere a la sazón que finare, que finquen saluas e seguras en jur e empoder [sic) del Cabillo, que ninguno sea osado de tomar nin de fforgar, nin de robar ninguna cosa dellas. Et otrossi mando e otorgo que el omme mió non tome nin robe ninguna cosa de las que fueren del Argobispo mas que las guarde, e que las ampare, con el omme que el Cabillo diere por guardar las poral Otro Argo- bispo que uiniere. Et otorgo tam bien por mi, como por los que Regnaren después de mi en Castiella e en León. Et qual quier que da qui adelante quisiere yr contra este mió Priuilegio por crebantar lo o por minguar lo en alguna cosa, aya la yra de dios todo poderoso llenera mientre, e sea maledicho e descomul- gado con judas el traidor en los Infiernos. Et por que este Pri- uilegio sea firme e estable mándelo seellar con mió seello de LUCTUOSA DEL REY D. ALFONSO X 353 Plomo. íTecha la carta en Briuega por mandado del Rey, xx iij. dias andados del mes de Mayo, en Era de mili e dozientos e No- naenta e Quatro Annos. Et yo sobredicho Rey don Alfonso reg- nant en uno con la Reyna Donna Yolant mi mugier e con mió ffijo el Inffante Don fferrando en Castiella en Toledo en León en Gallizia en Cordoua en Murcia en Jahen en Baega en Bada- Hoz e en el Algarue, Otorgo este Priuilegio e confirmólo. Don Sancho Electo de Toledo e Chanceler del Rey confirma Don Phelyp Electo de Seuilla confirma. Don Alboabdille Abcnnazar Rey de Granada uassallo del Rey conf. Don Alñbnsso de Molina confirma. Don ffredrich confirma. Don A'íTonsso fijo del Rey lohan Emperador de Constantinopla e de la Emperadriz donna Berenguella Comde Do, uasallo del Rey confirma. Don Loys fijo del Emperador e de la Emperadriz sobredichos conde de Belmont uassallo del Rey confirma. Don iohan ffijo del Empera- dor e déla Emperadriz sobredichos conde de montfort, uassallo del Rey confirma. Don Mahoma Abenmafomat abenhur Rey de Murcia uassallo del Rey confirma. D. Gastón Vizconde de Bearr uassallo del Rey confirma. Don Gui Vizconde de Limoges uassa- llo del Rey confirma. Don iohan Argobispo de Santiago e Chan- celer del Rey confirma. Don Abenmafort Rey de Niebla uassallo del Rey confirma. Don Manuel confirma. Don fí'errandcí confir- ma. Don Loys confirma. (7." columna) Don Apparicio obispo de Burgos conf. Don fiferrando electo de Palentia conf. Don Re- mondo obispo de Segouia conf. D. P. obispo de Siguenga conf. Don Gil obispo de Osma conf. Don Mathe obispo de Cuenca conf. Don Benito obispo de Auila conf. Don Agnar obispo de Calahorra conf. Don Lop Electo de Cordoua conf. Don Adam obispo de Plazentia conf. D. Pasqual obispo de Jahem conf. Don Pero obispo de Carthagena conf. Don Pedriuannes maestre de la orden de Calatraua conf. (2° col.) Don Nunno González conf. Don Alfi'onsso López conf. Don Symon Royz conf. Don Alñ'onsso Thellez conf. Don fferrant Royz de Castro conf. Don Pero Nunnez conf. Don Nunno Guijlelmus conf. Don Pero Guz- man conf. Don R.° gonzalez el Ninno conf. Don R.° Aluarez conf. Don fl'errant Garcia conf. Don Alffonsso Garcia conf. Don 354 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Diego (lomez conf. Don Gómez Royz conf. Don Gutier Suarez conf. D. Suer Thellez conf. (Debajo de la 2. '^ y 3." col.) Garci Sua- rez merino mayor del Regno de Murcia conf. Don fferrando Electo de Palentia e Notario del Rey 'en Castiella conf. (j." col.) Don Martin obispo de León conf. Don Pero obispo de Ouiedo conf. Don Suero obispo de C^amora conf. Don Pero obispo de Salamanca conf. Don Pero obispo de Astorga conf. Don Leonart obispo de Cipdat conf. Don miguel obispo de Lugo conf. Don lohan obispo de (^rens conf. Don Gil obispo de Tuy conf. Don lohan obispo de Mondonedo conf. Don Pero obispo de Coria conf. Don ffrey Robert obispo de Sillue conf. Don ftVey Pero obispo de Badalloz conf. (d."' col.) Don Alfíbnsso fernandez ffijo del Rey conf. Don R.° AlfFonsso conf. Don R.° Gómez conf Don R.° ffrolaz conf. Don lohan Pérez conf. Don íTerrant yuannes conf. Don Martin Gil conf. Don (j.° Ramirez conf. Don R.° Ro- dríguez conf. Don Aluar diaz conf. Don Pelay Pérez conf. {Deba- jo de las col.^ 3."' y 4."') Don Pelay Pérez maestre déla orden de Sanctiago conf. de Sanct (sic) ffernandez maestre déla orden de Alcántara conf Don Martin Nunnez maestre déla orden del Tem- ple conf. Don G.° morant merino mayor de León conf. Roy Suarez merino mayor de Gallizia conf. Don Suero obispo de Qa- mora e Notario del Rey en León conf. (Debajo de la rueda) Roy López de Mendoga Almirage déla Mar conf. Sancho martinez de xodar adelantado déla fFrontera conf. Garci Pérez de Toledo e Notario del Rey en el Andaluzia conf. — Johan Pérez de Cuenca la escriuio el Anno Quarto que el Rey don Alffonsso Regno, (Conserva el sello de plomo pendiente de hilos de seda roja). (Arch.de la Cat. de Toledo, Luctuosa V. 2. i. lo.) Por la transcripción, Juan Pérez dr Guzmán v Gallo. 15 de Octul)re de 1866. CATALOGO DEL ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS 355 II CATÁLOGO DEL ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS El Sr. D. Julián Paz, jefe del Archivo general de Simancas, que, en Comisión del Gobierno, se halla en París catalogando los documentos de aquel Archivo, que durante la Guerra de la In- dependencia fueron transportados á los de la capital de Francia, y que, á pesar de cuantas reclamaciones se han hecho apoyadas en las disposiciones del Tratado de Viena en l8 1 5, jamás han sido devueltos á nuestra nación, ha obsequiado á la Real Acade- mia de la Historia con un ejemplar del Catálogo II áe aquel Ar- chivo, que contiene la enumeración por legajos de los documen- tos relativos á Capitulaciones con la Casa de Austria y papeles de las negociaciones de Alemania, Polonia^ Prusiay Hamburgo desde I4g3 hasta lygó. Este Catálogo ha sido publicado en Viena por la Kaiserliche Akademie der Wissenschafteu, en su publicación periódica titulada Archiv für osterreichische Geschichte, habien- do hecho además una limitada edición aparte. Para orientar en sus investigaciones á los estudiosos que con- curren á Simancas á la busca de documentos con que ilustrar las obras históricas á que se dedican, no existía más que la obra del antiguo jefe de aquel Archivo D. Francisco Díaz Sánchez, la cual, .si bien pudo considerarse útilísima en el tiempo y con el propó- sito que presidieron á su publicación, en las exigencias crecien- tes y en el progreso que han tenido desde entonces estos estu- dios y estas investigaciones, resultaba ya insuficiente. Aun sin haber intentado el Sr. Paz hacer una obra perfecta, que quedara como magistral, ha dado en el nuevo sistema que sigue respecto á estas catalogaciones un paso muy aventajado. Como el fondo principal, y casi único, de la documentación del Archivo general de Simancas, lo constituye la correspondencia diplomática con nuestros Embajadores en las Cortes extranjeras y las consultas y deliberaciones del Consejo de Estado sobre ellas, durante el rei- nado de la Casa de Austria y una parte considerable del de la 35^ BOLETÍN DE I,A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA de Borbon, el vSr. Paz dispone por orden cronológico dentro de cada negociación índices por orden alfabético, y así ha empezado por el de Alemania, á que responde el Catálogo recibido por la Academia, debiendo seguir los de Flandes, Francia, Inglaterra, Portugal, etc. Así como el primero de que se trata ha aparecido en Viena en la Revista de la Kaiser /i che Akademie der Wissenschaften, ahora el de P'landes se est<1 publicando también en la Revue des Biblio- théques^ de París, mientras que en la Revista de Archivos, Museos y Bibliotecas, de Madrid, se inserta contemporáneamente el del Patronato real; de modo, que el Sr. Paz lleva simultáneamente á la publicidad todos estos apreciables trabajos de catalogación, lo que hace esperar que no se tarde mucho en que los investigado- res estudiosos tengan en sus propios gabinetes de estudios estas Guias tan interesantes, como fuentes de su ilustración. Los trabajos de la Comisión que en París el Sr. Paz desempeña según las noticias que llegan á la Academia, solícita en seguir el curso de estas tareas, permiten asegurar que muy en breve estará impreso también el Catálogo de los documentos de las negociacio- nes con Francia, que fueron los que en la Guerra de la Indepen- dencia los franceses sustrajeron del Archivo de Simancas, y que, como se ha dicho ya, P2spaña, por más reclamaciones diplomáti- cas que ha hecho, durante todo el siglo antecedente, no ha logrado que se devuelvan. J. P. DE GUZMÁN. III LA ARGENTINA EN EL SIGLO XX La cuarta edición que en pocos años se ha hecho del libro titulado La Argentina en el siglo XX, escrito en francés por don Alberto B. Martínez, subsecretario de Estado del Gobierno de aquella República, y por D. Mauricio Lewandowski, profesor de Derecho de su Universidad, adicionado de un breve Prólogo por I.A ARGENTINA EN EL SIGLO XX 357 M. Emile Le\asseuf, y con una interesante Introducción por el ex presidente D. Carlos Pellegrini, ha sido \ertido al castellano por el Excmo. Sr. Marqués de Valdeiglesias, director del perió- dico La Epoca^ que ha tenido la atención de consagrar. un ejem- plar para la Biblioteca de la Academia. Como en la Advertencia preliminar del mismo libro se dice, esta obra constituye únicamente un trabajo de vulgarización para formar cabal concepto del estado de prosperidad en que actual- mente se encuentra la República Argentina; concepto tanto mejor formado, cuanto que todos los datos que se contienen en cada uno de los capítulos de las cuatro partes en que el libro está dividido, emana puntualmente de las copiosas estadísticas oficiales de todos los Centros de aquel Estado; de modo que no solamente se detalla en los tres que forma la primera la parte geográfica del [jais con todas sus adherencias, el desarrollo de sus vías ferro- viarias y la balanza de la emigración y colonización de todo su \-asto territorio; sino se estudia en la segunda la situación total de su desenvolvimiento agrícola, en la tercera el mercantil é industrial, y en la cuarta su economía y la apreciación de todos sus resortes financieros, cuyo balance forma el cuadro completo de su actualidad próspera y desahogada con la exposición de las fuentes que para el porvenir garantizan la solidez de su opulencia. Aunque por este conciso extracto solamente se deduce de la obra referida lo bien que con los datos que contiene satisface el propósito con que fué desde su origen concebido y ejecutado, no está demás indicar aquí la importancia que en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia tienen siempre estas publi- caciones, así como toda suerte de Censos, Estadísticas y cuanto con ellas se relaciona. Los dalos qLie en estos libros se contienen para responder al interés del estadista, del comerciante, del hom- bre de negocios en el momento en que se publican, quedan des- pués á la Historia como documentos luminosos de ilustración para todos los estudios del porvenir, y es un error que en España suelen cometer los que dirigen ciertos C'entros oficiales, no incluir la Biblioteca de la Academia entre los Archivos, en que con mayor utilidad para lo futuro, estas piezas, hoy políticas y eco- 35o BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA nóinicas, y mañana históricas, deben á perpetuidad conservarse. Hay, en efecto, en España, Centros donde no se observa con escrupulosa solicitud este cuidado, y aun en Madrid, donde algu- nas oficinas producen casi de continuo hojas, papeles y docu- mentos que se conceptúan de una mera utilidad momentánea, y que del mismo modo que se dan á la estampa para la orden de un día, al siguiente desaparecen, ni aun se envían á los Archivos de la Real Academia de la Historia, que los estimaría como eje- cutorias para el porvenir de muchas cosas que en algún tiempo podrán ser interesantes. La oportunidad de la publicación del libro de La Argentina en el siglo XX^ con cuyo ejemplar el señor Marqués de Val- deiglesias ha obsequiado á la Academia, presta alientos para hacer oir esta representación en todos los Centros oficiales de- pendientes de los diversos Ministerios, pues en la fácil ejecución de lo que se indica, se prestara un verdadero servicio á la Histo- ria, á la patria y á los estudiosos del porvenir. J. P. I)K CiuZMÁN. NOTICIAS El día i.° del mes corriente celebró nuestra Academia sesión pública, que se dignó presidir S. M. el Rey para dar posesión de su plaza de nú- mero al Excmo. Sr. D. José María Salvador y Barrera, Obispo de Madrid- Alcalá. Á la derecha de S. M. tomaron asiento Monseñor Ragonesi, Nun- cio Apostólico de Su Santidad; el señor Ministro de Gracia y Justicia, Mar- qués de Vadillo; el Jefe Superior de Palacio, Marqués de la Torrecilla, y los Ayudantes de Su Majestad, Conde de Aybar y Barón de CasaDavaliUo, y en los lugares respectivos, el Académico que funcionaba de Secretario, Sr. Pérez de Guzmán y Gallo, por la enfermedad del Sr. Hinojosa, y el Tesorero Sr. Herrera; á la izquierda, el Director de la Academia Excelen- tísimo Sr. D. Fidel Fita, el señor Obispo de Sión, el Ministro de Fomento, Sr. Ugarte, y en el lugar correspondiente el Censor Sr. Fernández de Béthencourt, encargado además de la contestación al discurso del reci- piendario y el Anticuario de la Academia Sr. Mélida. En los escaños del estrado tomaron parte los Académicos de número, los correspondientes y dignos individuos de las demás Academias, Espa- ñola, de San Fernando, de Ciencias Físicas, de Ciencias Morales y de Medicina; en el salón, escogida concurrencia, en la que estaban repre- sentadas todas las clases sociales, principalmente el sacerdocio, el gene- ralato, la Universidad y la aristocracia titulada. Abierta la sesión por orden de S. M., los Académicos Sres. Bécquer y Barón de la Vega de Hoz, introdujeron al electo en la sala, y con la venia del Rey, dio lectura á su discurso, cuyo tema versó sobre El P. Enrique Flo'rez y su España Sagrada. Después de hacer merecido elogio de su an- tecesor en la silla que había de ocupar el Sr. D.Juan Facundo Riaño y del electo que no llegó á tomar posesión, Sr. D. Federico Olóriz, y de hacer, á título de granadino, grata conmemoración de los que fueron nuestros compañeros de Academia, los Sres. D. Aureliano Fernández Guen-a y don Juan de Cueto y Herrera, bosquejó una rápida biografía del P. Flórez y una breve exposición de la mayor parte de los diversos trabajos literarios en que ocupó su laboriosa vida, é hizo el elogio de su obra fundamental de la España Sagrada, apoyándose además, como expresión suprema de su reconocido mérito, así en los decretos de Carlos III mandando que el P. Risco prosiguiera obra tan útil á la Historia patria, como en los juicios que acerca de la misma dejaron estampados, en sus obras respectivas, D. Vicente de la Fuente, D. Marcelino Menéndez y Pelayo, y últimamente el malogrado y sabio agustino Fr. (honrado Muiños. Por conocidos dejó Excmo. Sr. D. José María Salvador y Barrera, Obispo de Madrid- Alcalá, Académico desde i.° del actual. NOTICIAS ^' 361 de mencionar, á pesar de haberse referido á los trabajos posteriores del P. Merino y del Sr. Sáinz de Baranda, los que más recientemente se han publicado por la Academia en sus Memorias, en su Boletín, en su Me- morial Histórico y en la reproducción de algunos tomos, ya agotados, y de los que tiene en preparación, lo que revela el incesante desvelo que la Academia tiene por obras tan insignes. El Sr. Béthencourt comenzó su discurso de contestación recordando los tiempos pasados, en los que conoció, en la vida social de Madrid, al presbítero, entonces Profesor de Historia y Director del Sacromonte de Granada. Hizo después extensa relación de las obras y aptitudes desple- gadas por el Sr. Obispo en todas las posiciones de su carrera eclesiástica para el cultivo y el fomento de los estudios históricos, singularmente en las sedes de Tarazona y de Madrid, augurándole las nuevas y mayores dignidades á que por tantos títulos se hace acreedor. El concurso aplaudió ampliamente uno y otro discurso, é impuesta al nuevo Académico por S. M. el Rey la medalla distintiva de esta Corpora- ción y tomado asiento por él junto á los demás académicos, S. M, el Rey dio por terminada la sesión. Una Comisión de señores Académicos, que ya había recibido en el pórtico del edificio á S. M., le acompañó de nuevo hasta tomar su auto- móvil. S. M. el Rey, al descender la escalera, indicó indulgentemente al Sr. Director lo complacido que se encontraba de haber, una vez más, de- mostrado la predilección que tiene por la Academia. La recepción oficial del Sr. Barón de la Vega de Hoz como Académico de número, tuvo lugar el domingo, 15 del próximo pasado Febrero. Constituyeron la mesa el Sr. Director, á cuya derecha tomó asiento el Sr. Obispo de Madrid-Alcalá, y en los lugares respectivos el .Secretario, el Censor, Anticuario y Tesorero. En los escaños del estrado los Académicos de número, algunos Corres- pondientes y el electo, General Martín Arrué, y en la sala un público tan numeroso como selecto. Introducido el nuevo Académico por los Sres. Conde de la Mortera y Bécquer, leyó su discurso, haciendo en él digno elogio de su antecesor, D. Antonio Pirala. El tema escogido fué La espada española, luciendo, al desarrollarlo, su grande erudición. Le contestó el Sr. Marqués de Lau- rencín, con la galanura que le es ingénita, y añadió datos preciosos á los muchos que había expuesto el recipiendario. Uno y otro discurso fueron oídos con mucho agrado, y fueron premiados, al terminar, con calurosos aplausos. El Director, Sr. Fita, impuso la medalla al nuevo Académico, el cual tomó asiento entre los demás; y se levantó la sesión. La Academia, en sesión de 6 de Marzo actual, ha elegido individuo de número, en la vacante prf)ducida por fallecimiento del Sr. Marqués de Polavieja, al Iltmo. Sr. D. Julio Puyol y Alonso, Doctor en Derecho, y no- table historiador y literato, á quien se deben muchos y muy importantes 362 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA trabajos históricos, entre ellos el Cantar de gesta de Don Sancho II de Cas- tilla, Madrid, 191 1; admirable recoiistitiición de un Cantar de gesta perdi- do, elogiado por el insigne Mencndez y Pelayo en el tomo i de la Histo- ria de la Poesía Castellana en la Edad Media, y por Jaime Fitzmawrice- Kelly, en la reciente edición de su Historia de la literatura española, y que, con los trabajos del Sr. Menéndez Pidal sobre los Infantes de Lara, figura entre las aportaciones de mayor entidad á la historia de la epope- ya castellana. La Academia ha recibido con sentimiento la noticia de haber fallecido sus beneméritos Correspondientes nacionales Sres. D. Agustín García Gutiérrez y D. Manuel Rodríguez Martín, en Cádiz; D. Manuel Rico Gar- cía, en Alicante; D. Pedro Hernández Perrero , en Zamora, y D. Manuel Iradier, en Madrid; y asimismo los extranjeros D. Francisco Javier Verga - ra y Velasco, en Bogotá (Colombia); Sres. Augusto Carlos Teixeira d'Ara- gao, Francisco de Fonseca Bencoides, Gabriel Pereyra, José Manuel C. de Basto, Raimundo Bulhao Pato y Francisco Marques Sousa Viterbo, en Lisboa, y Mons. J. M. Pereira Boto, en Faro (Portugal). En sesión de 20 de Febrero último, fueron elegidos Correspondientes de la Academia los Sres. D. Prudencio Morales, en Las Palmas (Canarias); D. Manuel Martínez de Caso-López, en Otañes (Santander); D. Celestino Rey Foly, en Cádiz, y D. Crescente Errázuriz, en Santiago de Chile. Memorial histórico español. Colección de documefitos, opúsculos y an- tigüedades que publica la Real Academia de la Historia, tomo xlvi. Ma- drid, establecimiento tipográfico de Fortanet, 1914. En 4.°, pág. 372. Este volumen es el v de las Relaciojies topográficas de España referentes á Guadalaj ara y pueblos de sti provincia con aumentos y notas de D. Manuel Pérez Villaniil, Académico de nilmero. He aquí su índice: Advertencia preliminar. Relación de Guadalajara. Aumentos á la relación de Guadalajara: Noticias y leyendas de la do- minación romana.— Censo de población.— Invasión de los árabes.— Cortes de (iuadalajara.— Situación geográfica. —Escudo de armas. -Señorío de la ciudad.— Jurisdicción civil de la ciudad.— Legislación municipal: sus fue- ros y ordenanzas.— Jurisdicción eclesiástica: Cabildo de abades.— Venta- josas condiciones higiénicas de la ciudad.— El río Henares y sus afluentes. Fuentes de la ciudad.— Pastos y dehesas.— Topografía de la ciudad y su recinto murado. — Materiales de construcción empleados en sus edificios. Palacio de los Duques del Infantado.— Familias ilustres de la ciudad.— Iglesias parroquiales.— Fundaciones benéficas, educativas y piadosas.— Monasierios de varones y de monjas.— Ferias, mercados y fiestas.— Real Fábrica de paños.— Contestación al interrogatorio de 1751. Fuentes para la historia de Guadalajara: Principales archivos de la ciu- dad de Guadalajara. — Archivo municipal.— Archivo provincial de Hacien- da.—Archivo y biblioteca de la Diputación provincial.- Archivo parro- NOTICIAS 363 quial de la iglesia del Apóstol Santiago. —Archivo parroquial de Santa María. — Archivo parroquial de San Nicolás el Real. — Archivo de la Aca- demia de Ingenieros militares. — Obras impresas y manuscritas que ilus- tran la historia de Guadalajara. Pueblos de la provincia de Guadalajara (Relaciones con aumentos y notas): Lupiana. Medranda. Pioz. Galápagos. Puebla de Veleña. Quer. Renera. Valdenceño. Yebes, El Sr. Pérez Villamil, doctísimo autor de este volumen, tiene en vía de publicación el vi, que será el último de las Relaciones de Guadalajara y pueblos de su provincia. Datos importantes para la historia de aquella ciu- dad y de la villa de Veleña ó Beleña, han salido á luz por vez primera en cinco tomos del Boletín (vii, 215; viii, 52; xxiii, 502: xxxv, 553; xlvi, 234). Nuestro Correspondiente en San Juan de Puerto Rico, Dr. Cayetano Coll y Tosté, ha comenzado á publicar en aquella ciudad, y en cuadernos bimestrales, un Boletin Histórico de Puerto Rico, que para la Historia de España en América tiene reconocida importancia. El primer fascículo de 50 páginas que en la Academia se ha recibido, corresponde á los meses de Enero y Febrero del año actual. En el Prefacio que el autor escribe, detalla todo el aparato histórico bibliográfico que se produjo por los españoles, desde que en el reinado de Carlos III el Conde de Floridablanca dispuso que Fray Agustín Iñigo Abbad y Lasierra, de la Orden de Benedictinos, redactara una Historia de aquella Isla, á cuyo manuscrito, que hoy posee la librería Lenox, de Nueva York, puso término el 25 de Agosto de 1782, y al que dio el título de Historia geográfica, civil y natjiral de San Juan Bautista de Puerto Rico. En 1788 publicó en Madrid esta obra D. Antonio Valladares de Sotoma- yor, y posteriormente fué reproducida en 1831-33 por el coronel don Pedro Tomás de Córdoba, en sus Aíetnorias geográficas, históricas , econó- micas y estadisticasy dadas á la estampa en Puerto Rico. Otras varias edi- ciones se hicieron de la misma en Madrid en 1838 y en Puerto Rico por D. José Julián Acosta. Desde entonces la bibliografía hispano-porto-rique- ña fué bastante abundante, ilustrándola muchos nombres esclarecidos, cu- yas últimas obras alcanzan hasta 19 13. A esta producción literaria en nuestra lengua, hay que añadir ahora, y desde 1898, la de los norteamericanos, actuales dominadores de la isla, y cuya enumeración entra también en el cuadro del conjunto histórico y literario del Prefacio de la publicación del Sr, Coll y Tosté. Pero lo que se hace más apreciable en esta obra es el índice de Reales Cédulas, desde el 5 de Septiembre de 1646, que sigue á la introducción referida, y que, 364 BOLETÍN DE I A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA según el Sr. Coll y Tosté, encontradas sus copias en un cuaderno apolilla- do en los Archivos de Santa Catalina, fueron reclamadas por el Gober- nador general de la Isla, Geo. W. Davis, para remitirlas á la librería del Congreso de Washington, donde ya radican. Las que contienen el cua- derno recibido, en número de 557, alcanzan hasta el 1 5 de Octubre de 1 787; y aunque en estas Cédulas Reales no se contengan todas las disposiciones que puedan dar luz comf)leta de lo que ha sido la gloriosa y culta admi- nistración española en sus antiguas colonias del Nuevo Mundo, forman ya un cuerpo metódico y reducido á su solo gobierno de ellas, bastante im- portante, para que nuestros escritores de Historia de América las tengan presentes, como fuentes indubitables de ilustración y de autoridad. La crónica latina de los Reyes de Castilla. De nueve años á esta parte el Sr. Jorge Cirot, nuestro Correspondiente en Üurdeos, no ha cesa- do de emplear su talento perspicaz, discreto y activo en obras de mérito relevante y de sumo interés para la Historia de España; de las cuales las dos primeras fueron coronadas por la Academia francesa de Ciencias morales y políticas, y la tercera por la nacional Bordelesa de Ciencias, Be- llas Letras y Artes. Son las cinco siguientes: I. Les histotres genérales d Espagne entre Alphonse X et Philippe II (1284-1556), I vol. in 8.° raisin, xi-108 pages (1905). II. Mariana historien, i vol. in 8.° raisin, xiv-481 pages, avec un por- trait et deux fac-similes (1905). III. Recherches sur les Jui/s espagfiols et portiigais a Bordeaux, i^e par- tie, I vol. in 8.° raisin de 198 pages, avec planches (1908). IV. De operibus historiéis Johannis Aegidíi Zamorensis qui iempore Al- dephonsi decimi Regis Castellae scribebat, i vol. in 8.°, Jésus, de 83 pages ('913)- V. Chronique latine des Rois de Castille en 1236, i vol. in 8.°, de 152 pa- ges, avec 4 planches (1913). Esta Monografía está dedicada por el autor á nuestro Secretario perpetuo (i). De estas obras, menos de la última, se ha dado ya justa noticia en nues- tro Boletín (tomo xlvi, págs. 352 y 509; liii, 8; lxiii, 191)- En un Códice pergamináceo de la Biblioteca de nuestra Academia, ro- tulado G* y procedente de la colección Salazar, manuscrito del año 1495 y quizá dedicado al Papa Alejandro VI, se contiene (íols. 89-122) la Cróni- ca latina de los Reyes de Castilla, comenzando por Fernando I y terminán- dose en Fernando III hasta Noviembre de 1236. La edición de esta Cró- nica, que la Academia, sin resultado práctico encomendó á D. Manuel Aballa, ha sido llevada por el Sr. Cirot á feliz cumplimiento. F. F.— J. P. de G. (i) a Monsieur Edu.irdo de Hinojosa, Secrétaire perpetué! de l'Académie royale d'Histoire de Madrid, un Correspondant franjáis s'honore de dédier la premiére édition d'un document qui conaplcte, renouvelle et illustre l'histoire glorieuse de de l'Espagne et de ses rois Alphonse le Noble et Ferdinand le Saint. TOMO Lxiv. Abril, 1914. cuaderno iv. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIADE LA HISTORIA INFORMES I MOSÉN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS (Conclusión.) CARTAS UE LOS REYES CATÓLICOS Y EL DUQUE DE MEDINACELI I EL REY Mosén Diego de Valera mi maestresala e del mi consejo. Recebí vuestra carta e así mismo la de la cibdad de Cuenca y he ávido mucho enojo de la (l) que los del Marqués hnn hecho y quedo al remedio que desys es menester, ya estando en Madrid yo había entendido en ello con el Duque su hermano e con los diputados de la Hermandad e se dio forma como luego vaya gente allá e después acabada la junta de Madrigal que agora se face vaya Alonso de Quintanilla en persona á entender en todas las cosas que cumplen á mi servicio el cual será ay muy presto, entretanto yo vos ruego e mando entendays e deys forma en la defensión e guarda de esa cibdad como non recibáis socorro al- guno e de lo que ocurriere me avisad continuamente en lo cual me fareis señalado servicio. De Alcalá á l6 de Junio de 69 años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Gaspar de Ariño. (i) No se puede leer bien la palabra, aunque parece quiere decir ca- valgada. TOMO LXIV. 24 366 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA II KI. KEV Mosén Diego de Valera amigo. En esa villa de Santa María del Puerto son repartidos ciertos maravedís en el pedido e mo- nedas del año pasado para el gasto de la mi mesa e despensa e otros oficios me an de librar. Por ende yo vos ruego y mando tengays manera como luego los reciban e se cojan e recabden por que yo sea luego de ellos socorrido e que todo (l) que Gongalo de Orihuela para la recabdación de ellos vos pidiere e fuere menester (2) y fagáis dar e que non dedes logar (3) que en ello se ponga embargo ni dilación alguna sabiendo que en ello me fareys mucho placer y servicio de cuanto pensar podeys de lo cual embío allá á Joan Correa mi maestrasala e mi criado con el cual fablar de lo que de mi parte vos dijere e dadle entera fe y creencia. De Badajos 27 de Margo de 472 años. Yo el Rey. V Por mandado del Rey, Johan de Ayala. III EL REY Mosén Diego de Valera. Rescibí vuestra letra y el libro que me enviaste(s) el cual y lo que me escrevisteis vos tengo en muy señalado servicio y bien es conforme vuestra buena volun- tad á mi servicio segund lo que siempre esperé y confié de vos y así viniendo tiempo e logar para ello vos contamos gratificar e remunerar con honras e mercedes y continuando vuestros bue- nos oficios v'os ruego e mando que siempre me fagades e guar- (i) Ilegible. (2) Ilegible. (3) Ilegible. MOSÉN DIEGO DE VALERA! SU VIDA Y OBRAS 367 ■dades las cosas á mi servicio complideras syendo cierto en ello une fareis servycio. De (^amora 17 de Febrero de 476 años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Luis Gutiérrez. IV EL REV Alosen Diego de Valera. Viendo \'uestra dispusigión y los ser- vicios que me ha fecho \'os he resgibido por my Maestresala con diez mil maravedises de quitación segund allá vereys. Resgibildo en principio de mercedes que en esto y en todas las otras cosas que á vos cumplen soy muy ganoso de vos gratificad e sublimad "VOS en honras y mercedes. De (^amora 17 de Febrero de 476 años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Luis Gutiérrez. V LA REYNA Mosén Diego de \"alera. Esme dicho que giertos vecinos de esa villa del Puerto de Santa María e de la villa de Palos en deservycio mío e contra las cartas e mandamiento que por el Rey mi señor e mías fueron dadas e publicadas en las villas e lu- gares de la costa de la mar fueron a las partes de Guinea con ciertas carabelas armadas e diz que prendieron a uno que se dice Rey de Guinea e otras ciertas personas parientes e criados del dicho Rey de Guinea e porque mi voluntad es que el dicho Rey e los otros que con él fueron tomados e presos se den e entre- guen al doctor Antón Rodríguez de Lillo del mi Consejo que por mi mandado está residente en la muy noble e leal gibdad de Se- villa e soy gierta segund el deseo tenéis de me servir aprovecha- reis en este caso. Por ende yo vos mando e ruego que con la ma- yor diligencia que podáis tengáis manera como, toda dilación ce- 368 nOI.ETÍN DE LA REAL ACADEML\ DE LA HISTORIA sante, se dé e entregue luego al dicho Rey e los otros presos que en esa dicha villa de Santa María del Puerto están al dicho Doc- tor; e en esto cumple, si servirme deseays, pongays aquel recabdo e diligencia que de vos espero lo cual en muy señalado servicio- vos ternó. De Tordesillas a 1 5 dias de Mayo de 476 años. Yo la Reyna. Por mandado de la Reyna, Ferrand Núñez. VI EL REY Mosén Diego de Valera. Estando en Madrigal regebí vuestra letra con un vuestro mensajero e ove mucho placer con ello por saber todas cosas acaecidas en la mar e la victoria que a nues- tro Señor plugo de dar á los míos de la gente e armada porto- guesas e de cuanto bien vuestro fijo Charles se había habido en ello y es bien de creer que non lo puede facer si non como es- forzado e virtuoso teniendo tal padre. Y no se pudo despachar vuestro mensagero porque la Capitanía que demandávades per- tenece dar al Almirante e no a mí. Después vine á Valladolid donde muy poco me detuve y vino ally el dicho Almirante y luego le mandé que diese la Capitanía á vuestro fijo en la ma- nera que lo demandávades el cual fué dello contento y quedó que luego se despacharía. Después venyendo á esta cibdad res- gebí otra letra vuestra con un mensagero de Diego de Herrera los fechos del cual han sido bien despachados. Yo vos ruego y mando que siempre me aviseys de todo lo que ocorriere en lo cual res(^ebiré señalado servicio. De Burgos 2^ días de Maio de "/^ año.'^. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Gaspar de Aryño. MOSÉN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 369 VII EL REV Mosén Diego de Valera. Vuestra letra regebí con una cédula ■dentro, por la cual he sabido largamente todo lo acontecido en el armada de los franceses e portugueses con las naos de los genoveses, de lo cual he habido mucho placer e vos tengo en mucho servicio la diligencia que aveis dado en me lo escrevir y en escrevir á Sevilla y al Marqués porque armasen contra Co- lón. Yo \'os mando e ruego mucho que de todo lo que sucediere me aviséis y trabajéis y entendáis en todas las cosas que cum- ple á mi servycio segund de vos confío. Acá yo he mandado que luego el armada de \ izcaya e Guipúzcoa pase toda á esas pro- vincias así por buscar á Colón como por dar favor á las cosas de esa parte. De Bitoria á 5 días de Setiembre de 76 años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Gaspar de Aryño. VIII EL REV Mosén Diego de Valera mi maestresala. Juntamente con el aviso del reencuentro que ovieron en esos mares Colón e los portogueses con los genoveses regebí una vuestra letra llena de -prudengia segund se espera de vuestro sano juycio e lympia con- sideragión. E mucho vos gradezco vuestro buen consejo el qual yo siguiera si el tiempo diere á ello lugar, pero cuando se ovo •de entender por los grandes de mis Reynos en las muchas nege- sidades e gastos que por causa de la guerra e grandes turbacio- nes se recrescen recurrióse por todos á este antiguo remedio que en tiempo de muy menores dificultades juzgaban sólo reparo para proveer de sueldo c de otras negesidades extravagantes más si á la sazón por un semejante que vos yo fuera avisado de los me- jores reparos que en vuestra letra se contienen antes recurriera 370 BOLETÍN DE I,A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA á ellos que á la otra provisyón que con razón vos condenays si- quier por que los pueblos conoscieran que mi voluntad siempre fué y será de los no agraviar e de favoreger e gratificar la leal voluntad que á mi servicio muestran. Al Marqués mandé escre- vir sobre la querella que de Charles de Valera vuestro fijo tiene. Creo que el dicho Marqués fará lo que la rasón quiere e seguirá mi mandamiento. Luego que con la merced de Dios la flota fuere ende tornada de Guinea me avisad con la mayor presteza que pudiéredes de todo el sucesso que oviere ávido. De Bitoria 7 de setiembre. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Lilis Gutiérrez. IX LA REYNA Mosén Diego de Valera. Yo enbío á mandar á ese mi Reyna del Andalugía que entre en las hermandades que agora yo mando facer en estos mis Reynos e por que á mi servicio e al bien desas provincias cumple mucho que las dichas hermandades se fagan yo vos mando por servicio mío luego fagáis que entre esa villa de Santa María del Puerto en las dichas hermandades por ma- nera que a (l) dicha hermandad en cosa alguna non se impida porque esto es lo que cumple á mi ser\icyo, en lo cual agrada- ble servycio me fareis cierta de lo cual yo mando á Juan Rexón continuo de mi casa que vos fable e dadle fe e creencia. De Tru- jillo á 8 días de Junyo año de T] años. Yo la Reyna. Por mandado de la Reyna, Dieí^^o de Santander. (i) Ilegible. MOSÉN DIEGO DE VALERA : SU Vi:).V Y OBRAS 37I X EL REY E LA REYNA Mosén Diego de Valera. Por Pedro del Algava supimos las buenas diligencias que Invistes en que se rescibiesela hermandad en esa villa e estuviese en ella, lo cual vos tenemos en servicio mandamos vos que trabajeys como se contynue e que en las cosas tocantes á ella tengan la forma e orden que el dicho Pedro de Algava vos dirá e que lo pongan así en obra, lo cual \-os ter- nemos en servicio. De la cibdad de Jerez á 22 días de Octubre de yj años. Yo el Rey. Yo la Reyna. Por mandado del Rey e de la Reyna, Fernand Álvarez. XI LA REYNA Mosén Diego de Valera mi vasallo e del mi Consejo. Ya sa- béis cómo el Conde de Medinaceli dejó concertado que esa su villa del Puerto daría luego una caravela de armada bien apare- jada para se juntar con las otras que por mi mandado se arman contra la gente de Portogal y porque cumple que esto se taga luego yo os envío allá á Alfonso del Salto contino de mi casa para que lo (l) yo vos mando que con toda diligencia fagays partir la dicha caravela porque se junte en Sant Lucar de Barrá- meda con las otras que ende fallarán para esto. Y en todo dad fe e creencia al dicho Alfonso del Salto y en esto por servicio mío no haya dilación. De Sevilla á 1 8 días de Abril de 78 años. Yo la Reyna. Por mandado de la Reyna, Fernand Álvarez. (i) ¿Solicite? 372 boletín de la real academia de la historia XII Mosén Diego de Valera del mi Consejo. Recebí vuestra carta que con Francisco Bonagensi mi contino me enviastes e visto lo que por ella me escrevisteys e así mesmo lo quel dicho Fran- cisco Bonagensi de vuestra parte me dijo e por que sobre todo yo le respondí largamente el cual vos lo comunicará yo vos ruego e mando le deys entera fe e creencia a todo lo que sobre ello de mi parte vos dijere e aquello pongáis por obra como yo de vos confío ca sé de cierto me fareys en ello señalado plaser e servicio. De Trujillo á 21 días de Febrero de /Q años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Gaspar Dar Oto. Xlll p:l rey Mosén Diego de Valera mi maestresala e del mi Consejo e mi Corregidor en la cibdad de Segovia. Ya sabeys cómo estando la serenísima Reyna mi muy cara e muy amada muger en la cibdad de Trujillo con acuerdo de los del nuestro consejo ovo dado cier- tas provisiones complideras á nuestro ser\icio e al bien e proco- mún de la dicha cibdad, de las cuales dis que no aveis usado ni las aveis presentado por ende yo vos mando que veáis las dichas provisiones y las presenteys i useys dellas i las guardeys i cum- plays y fagays guardar i cumplir en todo y por todo segund que en ellas se contienen e contra el tenor i forma dellas no va- yades ni pasades ni consintadcs ir ni pasar i no fagades ende al. De la cibdad de Toledo á 23 días de Novyembre de 79 años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Dicíio de Santander. MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 373 XIV EL REY Mosén Diego de Valera mi corregidor en la noble cibdad de Segovia. Sabed que yo fice merced á Bartolomé Diez de Strada mi capellán de los bienes de unos moros que se fueron á bevir á Granada segund por la carta de merced que sobrello llevan de sus reyes. Por ende yo vos mando si plaser e servicio me deseáis facer tengáis forma como en la dicha merced vaya escrito por manera que el dicho Bartolomé Diez non se detenga allá por que es menester para el servicio de mi capilla, en lo cual servicio me fareys. De Toledo á 29 días de Desembre de 79 años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Diego de Santander. XV EL REV Mosén Diego de \^alera. Vy vuestra carta y ove muncho pla- cer de lo que por ella me escrevistes y así vos mando que por servicio mío pongáis en obra lo que por aquélla me escrevistes que sea cierto en ello me fareis señalado servicio. De la Rambla á 29 de Marzo de 82 años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Luis González. XVI EL KK^• Mosén Diego de Yalera mi maestresala. Yi vuestra carta que con \-uestro fijo Charle me enviastes e asy mismo vi todo lo que por \'uestra parte me fabló e tengo vos en señalado servicio el ardid que vos e esos otros caballeros me escribís para le facer 374 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA por la mar y por que muy presto plasiendo á nuestro Señor será aquí la serenísima Reyna mi muy cara e muy amada muger porque es razón que en ello entienda como sea venida luego os mandare escrevir para que vos ó el dicho vuestro fijo vengáis acá para entender en ello e dar conclusión e se ponga en obra y porque sobre ello e m.ls largo fablado con el dicho vuestro fijo sea creydo. De la cibdad de Córdova á honce de Abril de 82 años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Lilis González. XVII LA REYNA Charle de Valera. Rescebí vuestra letra y v}' lo que de vues- tra parte me dijo Diego García el Rico alguacil de mi casa e corte, lo cual vos tengo en señalado servicio siempre de vos tuve conoscida la buena voluntad que habéis mostrado en las cosas de mi servicio, por lo cual yo os terne encargo de mandar mirar las cosas que os complieren como de servidor. De Granada á 15 días del mes de Otubre de 501 años. Yo la Reyna. Por mandado de la Reyna, Gaspar de García. XVIII KL REY Y LA REYNA Charle de Valera, alcayde de la fortaleza de la villa del Puerto de Santa María. Nos avemos mandado á Andrés Rubeite, algua- cil de mi casa e corte levador de ésta que vos fable de nuestra parte lo que él dirá por ende nos vos mandamos le dedes entera fe y creencia y aquello pongays en obra e no fagades ende al. De Ecija á siete de Deciembre de quinientos e un años. Yo el Rey, Yo la Reyna. Por mandado del Rey e de la Reyna, Miguel Pérez de Almazán. MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 375 XIX El, REY Charle de Valera, alcayde del Puerto de Santa María y corre- gidor de ella. Yo embío á mandar á esa villa lo que por mi carta vereys para una gruesa armada que yo tengo acordado de man- dar hacer con ayuda de nuestro Señor e de su gloriosa e bendita Madre contra los moros de África enemigos de nuestra santa fe católica e pues veys cuanto esto es servicio de Dios e bien de la criptiandad y principalmente de los que viven en esas costas, por ende yo vos encargo e mando que entendáis en ello con mucha diligencia por manera que aquello se cumpla sin falta alguna para el servicio que enbío á mandar y de que aquél no falte en manera alguna, porque para aquel tiempo ha de estar toda la jente junta e hacen mucho enconveniente e daño toda la dilación que en ello oviese y porque sobre todo vos fa- blará de mi parte Pedro de la Fuente continuo de mi casa ju- rado de Sevilla, que para ello enbío, dadle fe e creencia y en todo se ponga aquel buen recabdo que para semejante servicio conviene que en ello plazer e servicio rescibiré. De la cibdad de Segovia á 30 días del mes de Junio del año de 1505 años. Yo el Rey (l). XX A mi tío Charles de Valera, mi alcaide del Puerto. El Duque de Medinaceli, Conde del Puerto. Alcaide tío: recibí la vuestra carta y como quiera que yo quisiera mucho que hubiera efecto aquello á que envié á mi primo Diego López de Medrano, con haberse hecho todo lo posible parece que quedo satisfecho en este caso y pues parece que será provechoso para que haya efecto y su Alteza de creencia que algunos veinticuatros vivan conmigo yo le enviaré á procurar y entonces responderé á vos y á Ana Núñez en la que Diego López de vuestra parte me dijo y (i) Está cortada la firma del Secretario. ;376 boletín de la real academia de la historia se mirará ésto como yo he mirado todas las cosas que os han tocado. También me dijo Diego López que me suplicábades que acrecentase un oficio de fiel ejecutoria para Verdugo vuestro hijo bien vedes que esto es poco, según lo mucho que yo deseo haceros merced, pero según los muchos que hay en el Cabildo días ha que yo deseo ponellos en concierto, y aún se me hace conciencia y me la ponen para ello; mirad cuando vaque algún oficio destos ó regimiento que yo holgaré de os hacer merced. También me dice que tenéis un hijo que se llama Padilla, y que .holgaríades que le recibiese por page, enviadle cuando quisiére- des, que á mí me place dello y pues presto os escribiré más largo sobre lo que acordare de hacer en esto de los caballeros (le Jerez, y para ahora aquesto basta. Nuestro Señor os haga en su gracia. De la \"illa de Medinaceli á 2 de Agosto de 515- ^^- seo vuestro bien. El Duque. XXI Charles de Valera mi alcaide y bachiller de la Mota y Corregi- dor, y Gonzalo Pérez mi Regidor de la mi villa del Puerto de Santa María. Yo envío á mandar á esa mi villa como veréis que repartan armas en todos los vecinos della y como quiera que esto sea para mi servicio y bien de esa villa y defensa de la for- taleza hame parecido que debe haber alguna gente que esté cierta y señalada para meterse en la fortaleza si fuere menester, y que esto sea hasta 50 hombres de ballesteros y espingarderos y por sus cuadrilleros estén señalados para que cuando vos el dicho Alcaide los Uamáredes y fueren menester se metan en la dicha fbrteleza con vos, y porque esto mejor puedan hacer y con más voluntad á mí me place que estos dichos cincuenta hombres sean libres y exentos de huéspedes y ropa y gallinas, no estando yo en esa dicha y del pecho que á mí me pertenece y dádgelo así firmado de vuestros nombres que yo lo mandaré cumplir, l'echo á 2 de Agosto de 515 años. El I )uquc. Por mandado del Duque, mi señor. Fabián de Solaza. MOSÉN DIEGO DE VAI.EIÍA : SU VIDA Y OBRAS 377 RELACIÓN DE VARIOS DOCUMENTOS REl-^ERENTES A LA FAMILIA DE MOSÉN DIECO DE VALERA (i) Vínculo de Charles de Vaíera «el Viejo». I. El Comendador Charles de Valera, el Viejo, Caballero de la orden de Cristo, hermano del í.lcaide Hernando de Padilla, hijos ambos de Charles de Valera y de doña Elvira de Padilla, que fué la primera de cuatro mujeres que tuvo, otorgó una escri- tura en Jerez ante Diego López de Arellano, en 6 de Septiem- bre de 1553) q>^ie es el documento núm. I, por la que hizo do- nación á su sobrino D. Luis Chirino, hijo del dicho su hermano Hernando de Padilla, de 3.000 ducados de oro en todos sus bie- nes presentes y futuros para él y sus descendientes, y que, fa- lleciendo sin hijos volviesen al otorgante; y de dos terceras par- tes que le correspondían en las casas grandes del Puerto, en la calle de la Iglesia, y que hasta que le pagas los 3. 000 ducados le señalaba 75 ducados del acostamiento que cobraba del Rey de Portugal, como tal Caballero de la orden de Cristo, y asimismo hipotecaba una heredad de olivares, molino y casa, término del Puerto, pago de la Laguna salada. n. Ante el mismo escribano, en el propio día, mes y año, Hernando de Padilla Valera Chirino, Alcaide del Puerto, otorgó otra escritura, de que quedan dos copias al núm. 2, en favor de D. Luis Chirino, su hijo legítimo y de doña Catalina de Vique, tratado de casar con doña Catalina de Valdespino, hija de don Bartolomé Núñez Dávila y de doña Isabel Dávila, y por ella se obligó á darle para dicho casamiento 1 00 ducados de oro, y la tercera parte que le correspondía en las casas grandes del Puer- to que habían sido de sus padres, en la calle de la Iglesia, que las, (1) Todos los documentos se conservan en la actualidad en el magní- fico archivo que posee en Jerez el Sr. Marqués de Campo Real, á quien volvemos á dar las gracias por habernos facilitado estas notas, las cuales prueban palpablemente que á mosén Diego de Valera le correspondía c! apellido Chirino que tanto usaron sus sucesores. 378 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA otras dos terceras partes eran de Charles de Valera de Padilla, hermano del otorgante, para él, sus hijos y descendientes, con condición de que no las pudiesen enajenar; con las mismas cláu- sulas y vínculo con que el dicho Charles de Valera le había dado las otras dos terceras partes en este día por escritura ante el pre- sente escribano. III. Charles de \^alera, el Viejo, el Caballero de la orden de Cristo, falleció en el Puerto, año de IS/I? y ^n su testamento cerrado, otorgado ante Diego Hernández Montero, estableció por su universal heredero á D. Pedro de Padilla, su sobrino, hijo de Hernando de Padilla, su hermano, y después de sus días á D. Diego, hijo de D. Pedro; cuyo testamento fué hurtado de la Escribanía del dicho Diego Hernández Montero, según todo se justifica por información dada á instancia del citado D. Pedro de Padilla, ante la Justicia del Puerto, y presencia de García Her- nández de Olivares en 27 de Enero de I 571) de que queda una copia al núm. 3. IV. D. Luis Chirino, por escritura ante Pedro de Herrera en 12 de Marzo de I59^j que es el documento núm. 4, declaró que, aunque había hecho donación en favor de su hijo natural, Luis Chirino, por escritura ante dicho escribano, en 6 de Julio de 1594» de una heredad de 60 aranzadas de olivar con su casa y molino de aceite, término del Puerto, en que había sucedido por muer- te de Charles de Valera., habiendo sabido ahora que no había podido hacer dicha donación por cuanto de aquellos bienes tenía hecho vínculo el citado su tío Charles de Valera, que revocaba dicha donación en cuanto á la heredad y molino, quedando en su fuerza en cuanto á los demás bienes. V. \Ü misn:io D. Luis Chirino, por otra escritura otorgada ante Pedro de Herrera en 4 de Septiembre de I 598) que es el documento núm. 5, declaró que tenía por su hijo natural á don Luis Chirino, habido en soltera, como él lo era y legitimado por S. M. por su Cédula de 29 de Junio de 159Ó, que se inserta en dicha escritura; que, por tanto, le hacía donación intervivos de los bienes siguientes: De una heredad de olivar, casa y rosal en el Barranco, térmi- MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 379 no del Puerto, junto á la Laguna sillada que había sido de Char- les de Valera. ítem: del derecho que tenía á unas casas que había habido: del alcaide Fernando de Padilla Chirino, su padre, la tercera parte, y las otras dos terceras partes hubo de Charles de Valera Chiri- no, su tío, las cuales, siendo vinculadas, las había vendido el otor- gante á Aparicio Duarte, y estaban sirviendo de Cárcel, Cabildo y Pósito; mandó que dichas casas se reclamasen y reintegrasen á dicho vínculo, satisfaciendo los 400 ducados en que el otor- gante las había vendido. Que después de los días de la vida del dicho D. Luis, su hijo, habían de ser vinculados dichos bienes perpetuamente. Que el citado su hijo y los demás sucesores en dicho vínculo habían de ser obligados á casarse con mujer limpia de toda mala raza. Llamó á este vínculo al expresado D. Luis Chirino, su hijo, el cual y los demás sucesores se habían de apellidar Chirino, usando de sus armas en el lugar principal, llamándose el varón mosén Diego de Valera Chirino, ó D. Fernando de Padilla Chirino, ó D. Luis Chirino. Después del dicho D. Luis Chirino, su hijo, llamó al hijo ma- yor de éste, legítimo 6 legitimado, y después de él á su nieto mayor varón, y así sucesivamente de varón en varón, y que en defecto de hijos sucediese su hija mayor, y después de ella su hijo varón mayor y sus descendientes de varón en varón, y en falta de varón en hembra, y en falta de varón á hembra suceda en mujeres de la descendencia del dicho su hijo perpetuamente, prefiriendo mayor á menor y varón á hembra, siendo obligada la que sucediere en él á casarse con hombre pr¡ncii:)al hijodalgo, y no haciéndolo pierda el derecho. Que en falta de la descendencia del dicho D. Luis Chirino, su hijo, suceda en dicho vínculo D,. Pedro de Padilla, hermano del otorgante, y después de sus días, D. Pedro de Padilla, nieto del dicho su hermano, hijo de D. l'ernando de Padilla, sobrino del otorgante, y en fin de su vida del dicho D. Pedro de Padilla, nie- lo del dicho su hermano, pase á su hijo mayor varón, y en falta 380 boletín de i. a real academia de la historia de varón á la hembra mayor; y así sucesivamente, prefiriendo mayor á menor y varón á hembra, con dichas condiciones, y con que se junten y agreguen los bienes de este vínculo con el que hizo en su favor doña Ana de Morales, abuela del dicho D. Pedro de Padilla Chirino, y en falta de sucesión del dicho D. Pedro de Padilla suceda en dicho vínculo doña Ana de Padilla, hermana del dicho D. Pedro y sus descendientes, con preferencia de ma- yor á menor y de varón á hembra. Que en falta de la des- cendencia de la dicha doña Ana, había de suceder Charles de Valera, hermano del otorgante y sus descendientes; previnien- do que en falta de descendencia del dicho D. Pedro de Padilla habían de suceder los demás hermanos que tuviera, nietos del dicho su hermano, prefiriendo de mayor á menor y varón á hembra. Que en falta de todos los susodichos, sucediese mosén Diego de Valera y sus descendientes, con dicha preferencia, y asimismo llamó á dicha sucesión á las hijas del dicho mosén Diego de Va- lera y sus descendientes, con que se casen con hombres ejecuto- riados, y en falta de descendientes del dicho mosén Diego, suceda en dichos bienes doña Catalina Chirino, sobrina del otorgante, hija de su hermano D. Diego Valera Chirino. Que en falta de todos los susodichos, suceda el pariente mas cercano descendiente de Charles de Valera, abuelo del otorgan- te, y en falta de parientes pase al Convento de San Agustín del Puerto, con obligación de cantar cada año las misas que montare dicha renta, á medio ducado cada una. VI. En el año de 1599, solicitó D. Luis Chirino la posesión del olivar, casa molino y rozal que en su cabeza había vincula- do su padre D. Luis, y se mandó por la justicia en I 5 de Diciem- bre, según el testimonio núm. 6, que se le diese dicha posesión, como se le dio, á la que se opuso D. Pedro de Padilla, y seguida la instancia se le mandó amparar, imponiéndole perpetuo silen- cio al D. Pedro de Padilla, cjuien apeló; quedándose dicha ins- tancia en este estado. VIL En el Puerto, ante Alonso Pérez, en ló de Agosto de 1600, nüm. 7, otorgó su testamento D. Luis Chirino, por el que MOSÉN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 38 1 mandó ser enterrado en la iglesia mayor, en la capilla que tenían él y sus hermanos. Declaró tenía hecha donación y vínculo con licencia de Su Majestad en favor de D. Luis de Padilla, su hijo natural, legiti- mado por S. M., por escritura ante Pedro de Plerrera en 4 de Septiembre de 1 598, cuya donación desde luego aprobaba y ra- tificaba en todo y por todo. Declaró que las casas grandes que servían de Cabildo, Cárcel y Pósito se habían vendido por el testador, sin haberlo podido hacer, en 400 ducados; manda que se reclamen y reintegren á dicho vínculo. Instituyó por su heredero universal al dicho Luis de Padilla Chirino, su hijo. VIIL Consta por el documento núm. 8 que estas casas, lla- madas las casas grandes del Alcaide, las vendió D, Luis Chirino, por sí y su mujer, doña Catalina de Valdespino, al teniente ge- neral Aparicio Duarte, por escritura otorgada en el Puerto, ante Alonso Hernández, en 26 de Junio de 1560, expresando que es- taban caídas. IX. Por el documento núm. 9, consta que D. Luis Chirino de Padilla, nieto de Hernando de Padilla, fundador, reclamó las casas principales como vinculadas, exponiendo que su padre, D. Luis Chirino, las había enajenado. Este documento núm. 9 es una copia simple de un pedimento del mismo nieto, en que demanda al Concejo, Justicia y Regi- miento del Puerto y al Adelantado mayor de Castilla sobre la res- titución de dichas casas. Estas casas, después de haber servido de Cabildo, fueron palacio de los señores Duques de Medinaceli. X, XI y XII. La disonancia de fechas de estos documentos y su contenido sólo producen dudas que desvanece el parecer de. los tres abogados de Granada de 18 de Junio de 1599, que es el documento núm. lO, en que se resuelve que D. Luis Chirino no pudo hacer el vínculo en su hijo natural, D. Luis, y, de consi- guiente, los bienes \inculados por Charles de Valera debieron quedar libres para su heredero, que lo fué Pedro de Padilla, her- mano mayor del dicho D. Luis; lo que se conoce asimismo por TOMO LXIV. 25 382 l'.OLETÍN DE LA KEAI ACADEMIA DE I.A HISTORIA c'l papel en derecho señalado, con el núni. II, y con otro sobre el mismo asunto, señalado con el núm. 12. Vínculo de Charles de Valera «el Mozo». Charles de Valera, el Mozo, hijo de Fernando de Padilla Va- lera y de doña Catalina de Vique, por su testamento, bajo el cual falleció, que fué otorgado en el Puerto ante Alonso Pérez, en 10 de Noviembre de 1599, instituyó vínculo de unas casas que po- seía en la calle de la Iglesia de la Concepción, y de un pedazo de viña y tierra en el pago del Aceitunillo, término de aquella ciudad, á la linde de olivares de Sancho de Balmaseda, y los ca- minos reales, en que podría haber unas 18 ó 20 aranzadas; cuyos bienes mandó que se diesen á censo y fuesen para Pedro, hijo de Fernando de Padilla, difunto, nieto de D. Pedro de Pa- dilla, hermano del testador, para él y sus descendientes, como bienes vinculados, y, á falta de descendencia, volviesen al varón más cercano por la línea de su padre, con preferencia de mayor á menor y de varón á hembra. XIII. Lo referido consta de unos autos, señalados con el nú- mero 13 y formados sobre la propiedad de un pedazo de tierra en el Aceitunillo ó Laguna salada, término del Puerto, que, se- gún su medida, es de 18 V2 aranzadas. Por principio de estos autos está un testimonio por el que consta que, ante Alonso Guerrero, en i,° de Diciembre de iyi6, D. Alvaro Diego de Zurita, poseedor del vínculo de Charles de Valera, fundado por su testamento ante Alonso Pérez en 19 de Noviembre de 1 599, dio á censo á Alonso Palomino Barrero, vecino del Puerto, un pedazo de tierra, en que había 18 aranza- das ó 20, como bienes de dicho vínculo, en el pago del Aceitu- nillo, término de dicha ciudad del Puerto, que lindaban con oli- vares de D. Sancho de Balmaseda y los caminos reales, en pre- cio y con cargo, cada aranzada de las que allí hubiera, de seis reales de tributo al plazo de San Juan. Al folio 9 de dichos autos está el testimonio de la fundación > hecha por Charles de Valera qué va referida. mos-In diego de valera: su vida v obras 383 Después sigue otro testimonio por el que consta que, ante Pedro Durante Rallón, en 13 de Octubre de 1687, doña Leonor Micaela de Moría, viuda de D. Diego Alvaro de Zurita, dio en arrendamiento á Francisco López 20 aranzadas de tierra que 5ÜS menores hijos tenían en el término de dicha ciudad, á la linde de olivares de D. Sancho Dávila. ■ Al folio 12 se halla la medida de dichas tierras, por la que consta que dicha suerte se componía de 1 8 '/o aranzadas. : Y concluyen dichos autos con uno promovido por la Justicia del Puerto y presencia del escribano Pedro Guerrero en 18 de Julio de 17 18, en que se mandaron entregar á la parte originales, por ser títulos que justificaban la propiedad de dichas tierras. Testamento y vínculo de doña Elvira de Padilla. XIV. Doña Elvira de Padilla, hija de Hernando de Padilla \'alera Chirino, otorgó su testamento en el Puerto, ante Diego Hernández Montero, en 10 de Mayo de 1 582, que es el docu- mento núm. 14. Mandó las casas de su morada á D. Fernando de Padilla, hijo de D. Pedro de Padilla, su sobrino, por su vida. Mandó que por su ánima se dijesen dos remembranzas: la una el día de la Magdalena y la otra el de Nuestra Señora de Agos- to, en la capilla que sus padres tenían en la iglesia mayor del Puerto, para lo cual se impusiese un tributo sobre sus bienes. Nombró por albaceas á D. Pedro de Padilla y doña María, sus hermanos. Instituyó por heredera á doña María, su hermana, en calidad rio usufructuaria por los días de su vida, y mandó que en fin de ellos gozase sus bienes D. Fernando, sobrino de la testadora, hijo de D. Pedro de Padilla, su hermano, y después de él su hijo mayor ó hembra, con preferencia de mayor á menor y, de varón á hembra. Y á falta de la descendencia del dicho D. Fer- nando, herede dichos bienes D. Diego de Padilla, su hermano. 384 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Testamento y vínculo de doña María Chirino. XV. Doña María de Chirino, hija de Hernando de Padilla Valera Chirino y de doña María de Vique, otorgó su testamento- en el Puerto ante Gaspar de Flores en 22 de Mayo de 1582^ que es el documento núm. 15. Mandó ser enterrada en la iglesia mayor, en la tumba de sus padres. Instituyó dos remembranzas en la capilla de sus padres, una de Nuestra Señora de la Encarnación, y otra el día de la Asun- ción, que dotó con dos ducados de tributo perpetuo sobre una parte de solar que tenía en la calle Larga, en el mesón de la Orea, y sobre otro solar que era de Antón de Gracia, en la calle de San Bartolomé. Mandó á su hermano mosén Diego de Valera la mitad de unas viñas que tenía en el pago de la Cabeza, en comunidad con doña Elvira, difunta, y toda la parte que tenía en el Palmar del Cercado. Mandó un esclavo á mosén Diego de Valera y á Charles de Valera, sus hermanos. Mandó á Magdalena, hija de Luisa y nieta de Martín López, la tercera parte de la arboleda que tenía en las Jaretas, término del Puerto, por su vida, y en fin de ella había de volver la dicha tercera parte de arboleda á Charles de Valera, para que con los demás bienes de la testadora gozase de ellos por los días de su vida, y en íin de ellos lo hubiese de heredar todo su sobrino D. Fernando de Padilla, hermano de la testadora, por vía de vínculo. XVI. \\Vi la villa del Puerto, ante la real justicia y presencia de Cristóbal de Castro, en 12 de Junio de 1582 se formó un ex- pediente, que es el núm. 16, á instancia de D. P>rnando de Pa- dilla, hijo de D. Pedro de Padilla, en que expuso que le corres- pondía la herencia de doña Elvira de Padilla, su tía, difunta, por haber fallecido también doña María, hermana de la anterior, que había sido usufructuaria de aquélla. Mandó la Justicia que diese información de lo referido, y probó MOSÉN DIEGO DE VALERAC SU VIDA Y OBRAS 385 la muerte de dichas sus dos tías, en cuya vista se le mandó dar la posesión de los enunciados bienes. Testamento y vínculo de doña Ana de Morales. X\^II. En el Puerto de Santa María, ante el escribano Alon- so Pérez, en l8 de Noviembre de 159^, núm. 17, otorgó su testamento doña Ana de Morales, mujer de D. Pedro de Pa- dilla. Mandó ser enterrada en la iglesia mayor, en la sepultura de sus padres, debajo de la lámpara, junto al altar mayor; declaró era su marido D. Pedro de Padilla. Mandó se apreciasen todos sus bienes dótales y parafernales, y que el tercio y remanente del quinto fuese para D. Pedro de Padilla, nieto de la testadora, hijo de D. Fernando de Padilla, su hijo, cu^^o tercio y quinto fuese vinculado y anduviese unido con ■el vínculo que tenía D. Pedro de Padilla, su marido, y con el de Charles de Valera, tío del dicho su marido. Que si el dicho su nieto muriese sin hijos, pasase á los demás, sus hermanos, prefiriendo siempre mayor á menor y varón á hembra, con obligación de llamarse D. Pedro de Padilla, como el dicho su marido. Que falleciendo sin sucesión el dicho su nieto, volviese dicho vínculo al pariente más propincuo del expresado D. Pedro de Padilla, su marido, ó de la testadora. Instituyó por su único y universal heredero á D, Fernando de Padilla, su hijo, y del dicho su marido. Bienes de que se compone el vínculo de Charles de Valera «el Viejo», y de Hernando de Padilla, su hermano. Pos bienes de que se compone este vínculo, según la escritura que va señalada con el núm. I, son los siguientes: Las dos terceras partes que le correspondían en las casas grandes del Puerto, en la calle de la Iglesia. Y una heredad de olivar, molino y casa, término de dicha ciudad, en el pago de la Laguna salada, cuya heredad quedó 386 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA hipotecada para el caso de que á su sobrino D. Luis Chirino, nó- le fuera cierta la donación de los 3.000 ducados. De la otra tercera parte de estas casas, hizo donación Her- nando de Padilla a su hijo D. Luis Chirino, como queda dicho en el núm, 2. Como Charles de Valera falleció sin sucesión, dejando por heredero á su sobrino D, Pedro de Padilla, según se ha dicho en el núm. 3, y su vinculación y herencia ofrecieron tantas dudas^ se citaron aquí los varios documentos que existen relativos á aquel tiempo y fundador, para que se infiera de su contenido la verdad del hecho. XVIIL Ll núm. 18 es un cuaderno que contiene lo siguiente,^ sin autoridad: Lo primero, la deposición de los testigos en el pleito que tenían los herederos del Comendador Charles de Valera, por haberse perdido el testamento de éste. ítem un alegato de I). Luis Chirino, sobre los 75 ducados que tenía por su encomienda Charles de Valera, su tío. Otro alegato del mismo D. Luis, sobre la posesión de seis aranzadas y 16 estadales de olivar. Un interrogatorio por parte de 1). Luis Chirino en el pleito sobre la herencia del Comendador Charles de Valera. Una copia autorizada á pedimento de Gutierre de Padilla, hijo de Lorenzo de Padilla, de una provisión del Duque de Medinace- li, en que manda á su corregidor de su villa del Puerto que cum- pla á su alcaide Charles de Valera, la merced que le había hecha el Duque, su padre, año de 1 508, del mesón de la Mancebía. Títulos de las fincas de Charles de Valera «el Viejo». XÍX. En el Puerto, ante Antón de Alarcón, en 16 de Enero de 1 5 10) núm. 19, Lope Ruiz de Hinojosa vendió al alcaide Charles de Valera y á doña Elvira, su mujer, un pedazo de viña, arboleda y olivar, en el pago del Juncal, término del Puerto, que lindaba con viñas de Cristóbal Labrador y viñas de Salvador Jiménez, en precio de 20 g) maravedís. MOSÉN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 387 XX. De esta hacienda tomó posesión Charles de \"alcra ante dicho escribano Alarcón en 22 de Junio del mismo año de 1 510, como parece del documento núm. 20. XXI. En el Puerto, ante Fernando de Mercado, en 1 5 de Noviembre de 1 5 14) núm. 21, García de Padilla, hijo de Lorenzo de Padilla, recibió por dote de su mujer, doña Luisa de Valencia, hija del alcaide Charles de Valera y de doña Inés de Mosquera 409.464 maravedís, los 150 £) por la sexta parte de la mancebía del Puerto y lOO.OOO por la sexta parte de las casas grandes, calle de la Iglesia que va á la plaza. XXII. Ante Alonso Hernández, en 4 de Enero de 1543, nú- mero 22, Antón Martín Lobo, vendió á Charles de Valera tres ducados de tributo abierto que le pagaba Francisco de Arias, sobre un pedazo de viña en Matachamariz, termino del Puerto, lindando por todas partes con olivares del dicho Charles de Va- lera, en precio de 24 ducados. Bajo dicho número sigue otra escritura otorgada en el Puerto ante Gonzalo Hernández Montero en 21 de Abril de 1 5 56, por la que Luis de Oliva (Salaíate y Leonor Bernal, su mujer, ven- dieron al Comendador Charles de Valera, un pedazo de tierra calina en el pago de Matachamariz, en que había tres aranza- das, linde viñas de Alonso de Vique y olivares de dicho Comen- dador, en precio de 16 ducados de oro. XXIII. En Sevilla, ante Martín de Ledesma, en 10 de Enero de 1544, Charles de Valora, vendió á Luis de Monsalve, vecino de Sevilla, 7.500 maravedís de tributo abierto por 75.OOO de prin- cipal que impuso sobre 195 aranzadas de olivar y viña con su casa y molino, término del Puerto, que por todas partes linda- ban con el camino Real; sus plazos, San Juan y Navidad. XXIV. En el Puerto, ante Diego Morel, en 30 de junio de I 55 1, núm. 24, Antón de Morales, vendió al Comendador Char- les de Valera un pedazo de tierra palmar en el pago de Mata- chamariz, en que habría 2 '/.^ aranzadas en linde de olivares de dicho Comendador. XXV. En el Puerto, ante Diego Morel, en 8 de Julio de 1 556, número 25, el Comendador Charles de Valera Chirino, D. Luis 38S BOLETÍN DE LA KEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Chirino, hijo legítimo del alcaide Hernando de Padilla Valera y doña Catalina de la Oliva, por sí y en nombre de doña Catalina Valdespino, su mujer, dijeron que cuando el dicho ü. Luis ha- bía casado con la dicha doña Catalina \"aldespino, el dicho Co- mendador Charles de \"alera, su tío, le había mandado en ca- samiento 3.000 ducados de oro y se obligó á pagarle 150 duca- dos de tributo en cada año, de cuyos corridos se le debían por- ción de reales, y se transigieron en esta manera: Que el dicho ]). Luis Chirino, por sí y su mujer, se contentaba en percibir 30.000 reales de que el rey de Portugal le había hecho merced al dicho su tío Charles de Valera por la encomienda de Cristo. Bajo dicho número sigue la ejecución que hizo Mateo Bernar- dino, veneciano, contra los bienes de Charles de Valera, á cuya continuación se halla una requisitoria fie la Justicia del Puerto, para que .1 Luis Chirino se le diese traslado de dicha ejecución. Sigue un requerimiento que hizo mosén Diego en nombre de D. Luis Chirino, su hermano, á diferentes personas que tenían tierras de Charles X^alera. Sigue una provisión sobre el particular de los 3. 000 ducados. Sigue un poder de doña Juana Suasola, viuda de D. P'ernando de Padilla. Sigue una merced en latín del acostamiento que tenía Charles de Valera del rey de Portugal por su encomienda y un poder de I). Luis Chirino para cobrar los 75 ducados de encomienda. XX\^L Ante Alonso Hernández, en ó de Octubre de 1560, número 26, doña Catalina de Valdespino, mujer del Comenda- dor Charles de Valera, por sí y en nombre del dicho su marido, dio á censo perpetuo á Gaspar Hernández dos aranzadas de tie- rra palmar, término de dicha villa en Matachamariz, que por am- bas partes lindaban con tierras de la otorgante, en precio y con cargo de seis reales de tributo por cada aranzada, por Santos. XXVIL Ante García Hernández Olivares, escribano del Puer- to, en 14 de Octubre de iS^Si núm. 27, doña Catalina de Valdes- pino, mujer del Comendador Charles de \'alera, dio á censo per- petuo enfiteútico á Juan Sánchez Monic; tres aranzadas de ma- juelo en el pago de Matachamariz, linde tierras por ambas partes MOSÉN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS 389 de la otorgante en precio y con cargo de seis reales de plata por cada aranzada, por Santos. XXVIII. Ante dicho escribano, dicho día, mes y año, que es el documento núm. 28, la misma doña Catalina Valdespino, por sí y en nombre del Comendador Charles de Valera, su marido, dio á tributo á Nicolás de Almonte tres aranzadas de tierra pal- mar en Matachamariz, á precio de seis reales cada aranzada, por Santos. XXIX. La referida doña Catalina, ante Alonso Hernández, en 20 de Septiembre de 1 562, núm. 29, dio á censo perpetuo á Juan Martín Arroyo dos aranzadas de tierra en el pago del Ba- rranco, término del Puerto, que lindaban con tierras de Francis- co de S. Lucas, viñas de la otorgante y viñas de Andrés Díaz, en precio y con cargo de nueve reales de tributo por aranzada, al plazo de Todos Santos. XXX. En el Puerto, ante Gonzalo Hernández Monteros en 29 de Diciembre de 1 569, núm. 30, el Comendador Charles de Valera, dio á censo enfitéutico á Juan Carnero tres aranzadas de tierra en el pago del Barranco, linde viñas suyas, en precio y con cargo de 12 reales de tributo por aranzada, al pago de Santos. Bienes del vínculo de Luis Chirino. Los bienes de que se compone este vínculo, según la escritura de fundación de 4 de Septiembre de 1 598, que queda en el nú- mero 5, son: Una heredad de olivar, casa y rosal en el Barranco, término del Puerto, junto á la Laguna salada, que había sido de Charles de Valera. Ittem el derecho que tenía á unas casas que había habido del alcaide Fernando de Padilla Chirino, su padre, la tercera parte, y las otras dos terceras partes de Charles de Valera Chirino, su tío, que estaban vinculadas ya por los dichos su padre y tío. XXXI. Queda dicho en el núm. I." que Charles de Valera hizo donación á su sobrino I). Luis Chirino de dos terceras par- tes de casas, calle de la Iglesia, para casar con doña Catalina 3;;0 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA \\ildcspino, y adenicis se expresa en el documento núm. 3 1 que el mismo D. Luis Chirino recibió en dote del expresado su tío Charles de Valera para dicho casamiento las dichas casas, con condición que, falleciendo el D. Luis sin hijos, volviesen á los he- rederos del donante, y que, habiéndolo sido universal de éste D. Pedro de Padilla, su sobrino, requirió el mismo D. Pedro á la ciudad del Puerto ante Pedro de la Barrera en 2 de /Vbril de 1579, para que respecto á no haber podido comprarlas ni el don Luis venderlas, no procediese á edificar cuartos ni aposentos en ellas para el Corregidor, etc. Bienes del vínculo de Charles de Valera «el Mozo». Queda dicho en el núm. 13 los bienes de que se compone el vínculo de Charles de Valera, el Mozo, que consisten en unas casas en el Puerto, en la calle de la Iglesia de la Concepción, gra- vadas con siete ducados de tributo abierto á los menores hijos de doña Isabel de Flores, y en un pedazo de viña y tierra en el pago del Accitunillo, que D. Alvaro Diego de Zurita, poseedor de dicho vínculo, dio á censo á Alonso Palomino Barrero en nú- mero de 18 aranzadas ó 20 ante Alonso Guerrero en l° de Di- ciembre de 1716, en precio, cada aranzada de las que allí hubie- ra, de seis reales de tributo, al plazo de San Juan. Títulos de estos bienes. Casas. XXXII. Las casas de este vínculo las hubo Charles de Va- lera de Juan Fernández Labrador y de Juana Sánchez de llines- trosa, su mujer, por escritura ante PVancisco de Saldaña en 18 de Abril de 1 583, como parece del núm. ^2, las cuales se compo- nían de un portal y un palacio, con el servicio de casa, en linde de casas de Francisco Pernal, gravadas con 500 maravedís de tributo al convento de la Concepción. Otra parte de dichas casas la hubo el mismo Charles de Va- lera por escritura ante el propio escribano dicho año de I 583 por MOSEN DIEGJ DE VALEKA: SU VIDA Y OBRAS 39 I traspaso que le hizo Bartolomé de (Jrbaneja, según consta en di- cho núm, 32. Bajo dicho número hay otra escritura otorgada ante Fernan- do de San Miguel en 2 de Agosto de 1583» por la que Juan Ber- nal Sastre, Mencía Alonso y Felipa de Santiago, hijos y herede- ros de Juana Sánchez de Hinestrosa, viuda de Juan Fernández, por sí y en nombre de sus hermanos, Catalina de los Angeles y María Bernal, dijeron que entre ellos se trataba pleito sobre que al dicho Juan Fernández le pedían los bienes que había recibido con la dichajuana de Hinestrosa, su mujer, y que ahora, por evi- tar dicho pleito, se habían transigido en esta manera: que el dicho Juan Fernández pagase 48 ducados y ciertas prendas de ropa, el cual dio 28 ducados de ellos en Charles de Valera. Bajo dicho número hay un testimonio por el que consta que Juana Sánchez Beata otorgó su testamento en el Puerto, ante García Hernández de Olivares, en 22 de Diciembre de 1 562, por el que, donó á Juana Sánchez, su sobrina, mujer de Juan Ber- nal, albañil, el palacio y portal de las casas de su morada, frente de las casas de Pedro de Benavides, con cargo de 500 mara\e- dís de tributo á las monjas de la Concepción, delTuerto. Estas casas se dieron á tributo en precio de 19 ducados per- petuos cada año, y las compró D. Fernando Francisco Philipon en el concurso hecho en el Puerto ante Francisco Pacheco, año de 1709, de cuyo tributo hizo reconocimiento el mismo I). Fer- nando Francisco PhiÜpon en favor de D. Alvaro de Zurita, ante Matías Nicasio Quiñones, en 20 de Septiembre de 1 7 10. D. F"ernando Philipon traspasó estas casas á D. Fernando de la Torre, ante Antonio Jiménez, escribano del Puerto, en fines de Mayo de 17 14, el cual, por escritura ante Matías Nicasio Qui- ñones en 10 de Junio siguiente, reconoció dicho tributo en fa\or de D. Alvaro Diego de Zurita. Tierras. Se ha dicho al principio que D. Alvaro Diego de Zurita dio á tributo perpetuo enfitcútico á D. Alonso Palomino las tierras de 392 BOLETÍN PE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA este vínculo ante Alonso Guerrero en I.° de Diciembre de iyi6, en precio, y con cargo cada aranzada de 6 reales de tributo, al plazo de San Juan. T.a viuda 6 hijos de Alonso Palomino, por escritura ante Alon- so Guerrero en 2/ de Agosto de I/IQ, traspasaron á Pedro Ma- deira y Mendoza 1 8 aranzadas y media de tierra en el pago del Aceitunillo, con cargo cada aranzada de 6 reales de tributo. Por muerte de Pedro Madeira, xendió estas tierras su viuda, Constanza Pinche, á Alonso Díaz, por escritura, en el Puerto, ante D. Pedro de Castillejo en 2i de Agosto de 1725, y en 27 de dicho mes y año, el citado Alonso Díaz, ante Alonso Gue- rrero, hizo reconocimiento de III reales de tributo perpetuo sobre 18 y media aranzadas de tierra del vínculo de Charles de Va lera. En el año de 1 7 57, en 21 de Panero, el marqués de Campo Real tomó posesión del vínculo de Charles de Valera, como cons- ta de la segunda pieza de autos que quedan en el núm. 13. En ellos está copia de la escritura de data de dichas tierras, hecha por D. Alvaro Diego de Zurita á Alonso Palomino Barrero, año de 1 7 16. Ea medida de ellas, por la que resulta que, de lindes adentro, había 18 '/g aranzadas. Y una providencia de la Jus- ticia del Puerto de l5 de Octubre de 1773 ante el escribano Juan Reina de la Vega, por la que se mandó hacer al marqués de Campo Real la restitución de las 18 7-2 alanzadas, y se le (lió su posesión en 1 5 de Octubre de dicho año, quedando consolidadas con el vínculo según se había solicitado, por no ha- berse pagado sus réditos ni haber antecedido facultad real para su data. Bienes del vínculo de doña Elvira de Padilla. Queda dicho en el nüm. 14 que doña EKira de Padilla fundó vínculo en D. Eernando de Padilla, su sobrino, hijo de su herma- no I). Pedro de Padilla, y aunque no se sabe con certeza los bie- nes de que hizo dicho vínculo, consta que en la partición que se hizo de los bienes de sus padres ante Diego Rodríguez, escribano MOSÉN niEGO DE VALEKA: su vida V OliRAS 393 del Puerto, en 6 de Junio de 1 57 I, qi-iP 'o fueron Fernando de Padilla y doña Catalina de Vique, tocaron á doña Elvira en su casilla los bienes siguientes: La tercera parte de un pedazo de tierra, de 12 aranzadas, en la Isleta, á la banda de Puerto franco. ítem un pedazo de olivar en la Cabeza. ítem un pedazo de viña en Tiros. ítem un pedazo de solar en la calle Larga, que sale á la calle de Cielos. ítem otro pedazo de solar en fin de la calle de San Bartolomé. Bienes del vínculo de doña María Chirino. En el núm. 1 5 se ha referido el vínculo de doña María Chirino, que dotó con los bienes siguientes: Con una tercera parte de una arboleda, término del Puerto, en el pago de las Jaretas. Bienes del vínculo de doña Ana de Morales. En el núm. 1 7 se ha expresado la vinculación hecha por doña x'^na de Morales, mujer de D. Pedro de Padilla, en favor de don Pedro de Padilla, su nieto, hijo de D. P'ernando de Padilla, su hijo, y de doña Juana de Suazola, su mujer, pero no consta los bienes de que se dotó; sin embargo, se encuentran algunas escri- turas que son, al parecer, respectivas á este negocio, á saber: XXXIII. Doña Juana de Suazola, viuda de D. Fernando de Pa- dilla, como tutora de su hijo D. Pedro de Padilla, por escritura ante Juan de Silva en l6 de Octubre de l602, núm. 33, dio á censo abierto á Francisco de Moxica dos y media aranzadas de tierra en el término del Puerto, en el pago del Palomar, en linde de tierras de Juan de Arias, y tierras de Juan Fernández, en pre- cio y con cargo de 50 reales de tributo por los tercios del año. XXXIV. Ante Juan de Cisneros, en 30 de Junio de 1626, número 34, doña Juana de Suazola, viuda de D. Fernando de Pa- dilla, curadora de su nieta doña Ana María de Padilla, hija de su 394 boletín de i a real academia de la historia hijo D. Pedro de Padilla, dio á censo abierto á Cristóbal García Pollo unas aranzadas de tierra que dicha menor tenía en el pago de Santa Fe, que lindaban con el camino del Tejar, viña de doña Paula Valdespino, y tierras de dicha menor, en precio y con cargo de ducado y medio de tributo cada aranzada, por Santos. XXXV. PvStas tierras se las dio Cristóbal García Pollo á su yerno Sebastián de Argomedo, y éste, con más porción, se las traspasó á Esteban de Mesa, quien, por escritura ante Lorenzo Plscudero, en 2 de Mayo de 1 65 5, núm. 35, reconoció 45 rea- les 12 maravedís de tributo sobre ellas en favor de D. Diego Al- varo de Zurita, que antes se pagaban á su madre doña Ana Ma- ría de Padilla. XXXVI. Después poseyó estas tierras Diego García Colla- do, el cual, por escritura ante Antonio Jiménez, en 25 de Di- ciembre de 1705, las traspasó á Pedro Fernández, y éste, por otra escritura ante Matías Nicasio Quiñones, en 3 de Noviem- bre de 171 5, núm. 36, reconoció este censo de 45 reales, que, reducido, había quedado en 27 reales en favor de D. Alvaro Diego de Zurita. Poseyendo estas tierras D. Jorge de Guzmán , sochantre de (."ádiz, redimió este censo Ante .'\lonso (juerrero en 3 de Abril de 1728. XXXVII. La misma doña Juana Suazola, por escritura ante )uan de Cisneros, en 30 de Junio de 1626, como tutora de su nieta doña Ana María de Padilla, dio á censo á Francisco Fer- nández Fanegas dos aranzadas y tres cuartas de tierra que dicha menor tenía en dos pedazos: el uno, que descabezaba con el ca- mino que iba á Santa Ciara, en linde de viñas de Pedro Sánchez Albañil; y el otro pedazo lindaba con viñas de Miguel Jerónimo, y viñas de Juan Arias, en precio y con cargo de ducado y me- dio por aranzada. XXXVIII. Reconoció esto tributo Felipe de Santiago ante Lorenzo Escudero en 23 de Mayo de 1655, expresando que eran 45 reales 12 mara\-ediís, y quo lo pagaba á I). Diego i\l- varo de Zurita, hijo de doña Ana María de Padilla, sobre dos y tres cuartas aranzada de tierra, \iña y arboleda en el pago de MOSEN DIEGO DE VALERA : SU VIDA Y OBRAS 395 Santa Fe, con cuyo cargo las había habido de Francisco Fernán- dez Fanegas, su hermano, y que éste la había habido á tributo de doña Juana Suazola. XXXIX. Ante Jerónimo García de la Peña, escribano del Puerto, en 24 de Abril de 1651, núm. 39, Francisco Prieto hizo reconocimiento en favor de D. Alvaro de Zurita Riquelme de tres ducados de tributo abierto sobre cinco y media aranzadas de viña en el pago de Santa Fe, término del Puerto. XL. Ante Fernando Alvarez de Toledo, escribano del Puer- to, en 8 de Diciembre de 1616, núm. 40, Domingo Fernández Hortelano, vecino del Puerto, otorgó escritura de reconocimien- to en favor de doña Juana Suazola de 40 reales de tributo sobre cuatro aranzadas de tierra, pago de la Carpintería, en linde de tierras de Juan de Cisneros, con cuyo cargo las había habido de José Hernández. • XLI. Diego de Peña, por escritura en el Puerto, ante Juan de Cisneros, en 8 de Septiembre de 1638, núm. 41, hizo reco- nocimiento en favor de doña María de Padilla de 20 reales de tributo sobre dos aranzadas de tierra en el pago de la Carpinte- ría á la linde de tierras de Domingo Fernández. XLII. Alonso Marín, por escritura ante dicho escribano, dicho día, mes y año, núrh, 42, hizo reconocimiento en favor de doña Ana María de Padilla de 30 reales de tributo sobre tres aranzadas de tierra en la Carpintería, á la linde de tierras de José Hernández, y tierras de Diego de Peña, las cuales había habido en dote de José Hernández, su suegro. XLIII. José Hernández, por escritura ante Juan de Cisneros, en II de Septiembre de 1636, núm. 43, hizo reconocimiento en favor de doña María de Padilla de lO reales de tributo sobre una aranzada de tierra, pago de la Carpintería, en linde de tierras de Alonso Marín y olivar de Lorenzo Rodríguez. XLIV. Antón de Olivera Pimental, ante Juan de Cisneros, en 24 de Noviembre de 1637, núm. 44, hizo reconocimiento en favor de doña Ana Maríade Padilla de 40 reales de tributo sobre cuatro a,ranzadas de tierra en ef pago de la' Carpintería, que había com- prado de Isabel García, viti:da de Domingo Hernández Hortelano. 396 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA XLV. Kn el Puerto, ante Lorenzo Escudero, en 24 de Mayo de 1655, núm. 45, D, Diego Alvaro de Zurita dio á censo á Juan García seis aranzadas de tierra en el término de aquella ciudad, pago de la Carpintería, linde olivar de los herederos de Lorenzo Rodríguez y tierras de Tremando Galán, que eran las mismas que habían tenido 6 tributo José Hernández y Juana Ciarcía, padres del dicho Juan García, que se lo pagaban á D. Alvaro de Zurita y doña Ana María de Padilla, en precio y con cargo de 54 rea- les de tributo, abierto por Santos. Testamento de doña Juana de Suazola. XLVL Pin el Puerto, ante Francisco de Tapia, en 12 de Sep- tiembre de 1627, núm. 46, otorgó su testamento doña Juana de Suazola, viuda de D. Fernando de Padilla. Mandó ser enterrada en la iglesia mayor, en la capilla de San- ta Ana. Declaró por bienes suyos unas casas principales en la calle de Arco, que hoy se llaman de Palacio, y otras casas con almacén y molino de aceite. Dejó por su heredera á su nieta doña María de Padilla, hija de su hijo D. Pedro de Padilla y de doña Catalina de Cubas, su mu - jer, difunta. Esta misma doña Juana Suazola, por escritura en el Puerto, ante Juan de Cisneros, en 21 de Septiembre de 1623, hizo arren- damiento al señor duque de Fernandina de unas casas principa- les, grandes, que los menores hijos de D. Pedro de Padilla, te- nían en la calle de la Iglesia Mayor, que por un lado lindaban con la calle de San Bartolomé, y con molino de dichos meno- res, como consta en los autos de posesión que siguen. Posesión. XLVIL Doña Leonor Micaela de Moría, viuda de D. Diego Alvaro de Zurita, como tutora de su hijo D. Alvaro de Diego, según el documento núm. 47, tomó posesión en el Puerto de MOSÉN DIEGO DE VALEUA: SU VIDA Y OBRAS 397 Santa María, ante la Real Justicia y presencia del escribano Francisco Pacheco, en 19 de Junio de 1691, de unas casas, caba- llerizas y cocheras que antes habían sido molinos, en la calle de la Iglesia Mayor de dicha villa, y en la calle de Arcos. XLVIII, Según el documento núm. 48, tomó posesión el marqués de Campo Real de los vínculos del Puerto año de 1735- Dicho documento son unos autos seguidos ante la Justicia del Puerto y presencia del escribano Antonio Jiménez, principiados en 2^ de Abril de 1/35 á instancia del marqués de Campo Real, D. Alvaro Diego de Zurita, para que se le diera la posesión de una heredad de 44 Y^ aranzadas y 16 estadales de olivar, tierra, casa y rozal, al sitio del Barranco, junto á la Laguna sa- lada, término del Puerto; y asimismo para que se le diera la po- sesión de una casa en la referida ciudad, que había sido Cabildo, Pósito y Cárcel, y pertenecían á sus vínculos. En cuyos autos hay otros seguidos ante dicha Justicia y pre- sencia del escribano Alonso de Vique, año de 1 603, por Luis Chirino con Mateo de Quirós, alférez mayor, y Alonso P'ernán- dez, contra bienes de ATateo Bernardino, por 3. 000 ducados, de cierta donación, en cuyos autos se hallan los documentos si- guientes: Al folio I.° está la emancipación de D. Luis Chirino, hecha por su padre D. Luis Chirino, ante la Justicia de Jerez y presen- cia de Pedro de Herrera, en 3 1 de Agosto de 1 598, expresando era su hijo natural, procedente de solteros, legitimado por Real cédula de Felipe II; su fecha en Toledo, 29 de Junio de I 596. Al folio 3.°, está otra escritura otorgada ante el dicho Pedro de Herrera, en 4 de Septiembre de I 598, por la que el mismo D. Luis Chirino hace donación al dicho D. Luis, su hijo, de una heredad de olivar, tierra, casa y rozal, que había sido de Charles de Valera, situada en el término del Puerto, al sitio del barranco y Laguna salada, asimismo hace donación del derecho á las casas del alcaide, Fernando de Padilla Chirino, padre del I). Luis, otor- gante, y del referido Charles de Valera, que, siendo vinculadas, las había vendido el dicho D. Luis á Aparicio Duarte, que estaban donde era la Cárcel, Cabildo y Pósito, cuya heredad de olivares TOMO LXIV. 26 398 BOl.ETÍN DE LA KEAl, ACADEMIA DE LA HISTORIA y casa de Cabildo, vinculó en cabeza del referido su hijo D. Luis y sus descendientes varones y hembras, y en falta de ellos habían de ser para ü. Pedro de Padilla, su hermano, y después de éste para D. Pedro, nieto del dicho su hermano, hijo de I), l'ernando de Padilla, agregándolo al vínculo fundado por doña Ana de Mo- rales; y que á falta de dicha descendencia, pasase á Charles de Valera, hermano del otorgante, y á la descendencia de mosén Diego de Valera, también su hermano; y en falta de todos, reca- yese en el convento de San Agustín. Al folio 15 se halla un testimonio en que se refiere que doña Ana de Morales otorgó su testamento en el Puerto, ante Alonso Pérez, en 18 de Noviembre de I 596, en que expresa era mujer de D. Pedro de Padilla; mandó que el tercio y quinto de sus bie- nes se agregase al vínculo que tenía el dicho su marido, en que sucedía su nieto, D. Pedro de Padilla, y dejó por su heredero universal á D. Fernando de Padilla, su hijo. Que doña Ana María de Padilla y Chirino, había dado su po- der para testar á su hijo D. A'varo P'rancisco de Zurita, en Al- calá, ante Alonso de Coca, en 23 de Junio de 1674, el cual había otorgado el dicho testamento ante dicho escribano, en 16 de Oc- tubre de 1675. Consta que había sido mandado enterrar en la capilla del San- tísimo de la iglesia Mayor de Alcalá, y de allí fuese trasladada á la iglesia Mayor del Puerto, á la capilla de Santa Ana, que había erigido y dotado mosén Diego de Valera y Chirino, séptimo abuelo de la enunciada doña Ana María de Padilla, de la que la susodicha era patrona. Que doña Ana María de Padilla, era hija de D. Pedro de Pa- dilla y de doña Catalina de Cubas Zurita, que había casado con 1). Diego xVlvaro de Zurita Riquelme, hijo de D. Alvaro de Zu- rita Ayllón y de doña Catalina Diez Camacho, de cuyo matrimo- nio había tenido por hijo, entre otros, á D. Alvaro Francisco de Zurita, casado con doña Francisca de Zurita, hija de D. I'^ernan- do de Zurita y de doña Luisa Fernández Auñón, que D. Alvaro l'rancisco de Zurita había testado ante Pedro Durante Rayón, en 24 de Julio de 1678, el cual era hijo de D. Diego Alvaro de MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS 399 Zurita y de doña Ana María de Padilla, que era su mujer, doña Francisca de Zurita, hija de D. Fernando y de doña Luisa Fer- nández Auñón, y que tenían por su hijo único á D. Diego Alvaro. Que D. Diego Alvaro de Zurita, había dado su poder para testar á su mujer, doña Leonor Micaela de Moría, ante Juan López Moreno, en 4 de Abril de 1 680, y que ésta había otor- gado dicho testamento en 27 de Mayo de dicho año, decla- rando por sus hijos á D. Alvaro, D. Diego y doña Francisca de Zurita. Al folio 19, se halla el bautismo de doña Ana María de Padi- lla, hija de D. Pedro y de doña Catalina de Cubas, en la iglesia del Puerto, en 3 de Abril de 1617. Al folio 20, está el casamiento de dicha doña Ana María con D. Alvaro de Zurita, hijo de D. Alvaro de Zurita y de doña Ca- talina Camacho, en el Puerto, en 7 de Agosto de 1635. Al folio 21 hay testimonio del testamento de D. Joaquín An- tonio Chirino Reinoso, otorgado en el Puerto, ante Pedro de Castillejo, en 12 de Abril de 1 735, por el que declaró era posee- dor del vínculo fundado por doña María de Padilla, en que suce- día por su muerte, D, Alvaro de Zurita, Marqués de Campo Real. Al folio 22 está la partida de entierro del dicho D. Joaquín Antonio Chirino, marido de doña Ana María de 'Lila, en la igle- sia del Puerto, en 14 de Abril de 1735- Al folio 26 está la demanda puesta por D. Luis de Padilla Chi- rino, hijo de D. Luis Chirino. Al folio 27 está una escritura otorgada en Jerez, ante Diego López, en 6 de Septiembre de 1553) poi" 1^ ^^-le el Comendador Charles de Valera de Padilla, caballero de la Orden de Cristo, vecino del Puerto, hace donación á su sobrino, D. Luis Chirino, hijo de Llernando de Padilla \^alera Chirino, alcaide del Puerto, y de su niujiM^ doña Catalina de Vilque, para dote de su casamien- to con doña Catalina do Valdespino, hija de líartolomé Núñez Dávila y de doña Isabel Dávila, su mujer, de 3. 000 ducados de oro, con calidad de que no los pudiese enajenar por su vida, pero 400 nOLETIN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA que, teniendo hijos, pudiese disponer de ellos á su voluntad, y que en el caso de no tener sucesión, volviesen al dicho Charles de Valera, á sus herederos ó persona que nombrase, hipotecan- do á esta paga una heredad de olivares y molino, con casa de campo, término del Puerto, al pago de la Laguna salada. Asimis- mo comprende esta relación las dos terceras partes de unas casas grandes en dicha ciudad del Puerto, en la calle de la Iglesia, que lindaban con casas de Juan Rodríguez Franco, y casas de Juan de Gallegos, con la misma condición que los dichos 3.000 du- cados. Al folio 34 está el testamento de D. Luis Chirino, otorgado en el Puerto ante Alonso Pérez, en 16 de Agosto de 1600, por el que declaró tenía hecha escritura de donación y vínculo con licencia de S. M., en favor de Luis de Padilla Chirino, su hijo na- tural, legitimado por el Príncipe, la cual había pasado en Jerez ante Pedro de Herrera, en 4 de Septiembre de I 598; cuya do- nación aprobaba y ratificaba en el todo, como en ella se conte- nía, y siendo necesario, hacía heredero al dicho Luis de Padilla Chirino, de los bienes que en ella se contenían, con las condi- ciones y vínculos declarados en dicha donación, y con calidad de que el dicho Luis de Padilla Chirino, su hijo, se hubiese de casar con quien su padre le mandase, y que, no haciéndolo así, le ex- cluya de dicho vínculo; y asimismo que los hijos del dicho su hijo hubiesen de observar la misma precisión de casarse á volun- tad de sus padres. Declaró que tenía un hijo natural, llamado Alonso de Aragón,^ que había fallecido en Indias. Declaró que Martín Farfán, vecino de Jerez, le pagaba un cen- so de 500 ducados de principal sobre las casas de su morada,.. coUación de San Salvador. Que las casas grandes que eran Cabildo, Cárcel y Pósito del Puerto, las había vendido á Aparicio Duarte en 400 ducados, las cuales no había podido vender por ser vinculadas; mandó que después de su muerte las demandase el dicho su hijo, y volvie- sen al citado vínculo. Instituyó por su heredero á Luis de Padilla Chirino, su hijo. MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA V OBRAS 4O Al folio 105, solicitó D. Alvaro Diego de Zurita, Marqués de "Campo Real, la posesión del vínculo fundado por I). Luis Chiri- no, en que había sucedido D, Luis Chirino, primero llamado, y por su muerte D. Luis Chirino, su hijo, por cuyo fallecimiento entró en su hijo del mismo nombre, y por su falta recaj'ó en don Joaquín Chirino, su hijo, el cual había fallecido sin sucesión legí- tima y, por tanto, había recaído en el citado marqués como hijo mayor de D. Diego Alvaro de Zurita y de doña Leonor Micaela de Moría, nieto de D. Alvaro de Zurita y de doña Francisca de Zurita, biznieto de doña Ana María de Padilla y de D. Alvaro de Zurita. Que la dicha doña Ana María de Padilla había sido hija de D. Pedro de Padilla Chirino y de doña Catalina de Cubas y Zurita, y el dicho D. Pedro de Padilla había sido hijo de D. Fer- nando de Padilla y de doña Juana de Suazola, su mujer; y el di- cho D. Fernando había sido hijo de D. Pedro de Padilla Chirino y de doña Ana de Morales, y el dicho D. Pedro había sido her- mano legítimo del fundador y segundo llamado á dicho vínculo. En consecuencia, por la Justicia del Puerto y presencia de An- tonio Jiménez, en 26 de Abril de 1 735 se le dio la posesión al citado marqués de su hacienda de olivar, tierra y casa en el pago del Barranco, ¡unto á la Laguna salada, término de dicha ciudad del Puerto. Al folio 109 hay otro pedimento del citado marqués, solici- tando la medida, deslinde y amojonamiento de dicha heredad, indivisa con tierras que poseía floña Ana María de Lila y Val- dés, viuda de D. Joaquín Antonio Chirino. Después sigue un testimonio del testamento de D. .\lvaro Diego de Zurita, otorgado ante Juan Buitrago y Luxa en 28 de Abril de 1756, por el que declaró que sucedía en sus vínculos D. Alvaro de Zurita y Orellana, su nieto, hijo mayor de D. Die- go Alvaro de Zurita, hijo mayor del otorgante; y que dicho marqués, ante el propio escribano, en 30 de Noviembre del re- ferido año había otorgado un codicilo en que expresaba que su nieto D. Alvaro de Zurita había fallecido, y que sucedía en sus vínculos D. Antonio de Zurita, su hermano, nieto asimismo del otorgante. 402 boletín de la real academia de la historia Y en la última hoja de dichos autos consta que ante la Reaí Justicia y presencia de Sebastián Francisco Rodríguez, en 21 de Enero de 1 7 5/, el citado D. Antonio de Zurita tomó posesión de la hacienda de olivar, nombrada del Barranco, que lindaba con la Laguna salada. XLIX. Según el documento núm. 49, tomó posesión dicho Marqués en Jerez, en I4 de Enero de 1757) del vínculo fundado por I). Alvaro de Zurita y dona l'^lvira Kiquelmc; en el Puerto, en 21 de dicho mes y año, la tomó de un solar, calle de Saa Bartolomé, esquina á la de Palacio; en Alcalá, en 9 de Marzo de dicho año, la tomó de las casas frente del convento de Santa Clara, pertenecientes al vínculo fundado por doña Isabel de Ayllón, y de las casas calle de la Loba, y de las tierras de Pela- gallos, del vínculo fundado por Diego Sánchez de Ayllón. Según el mismo documento núm. 49, D. Diego de Zurita,, marqués de Campo Real, en Jerez, en 9 de Junio de 1789, tomó posesión de unas casas en el Arroyo, esquina de la calle de las Barraganas, por un censo que sobre ellas se paga al vínculo fun- dado por D. Alvaro de Zurita y doña Elvira Riquelme. En el Puerto, en 26 de dicho mes y año, la tomó de unas ca- sas calle del Palacio con esquina y \uelta á la de San Bartolomé. Y en Alcalá la tomó en 20 del mismo mes y año de unas casaSy calle y frente de las monjas de Santa Clara, pertenecientes al vínculo fundado por doña Isabel de Ayllón, de otras casas calle de la Loba y de las tierras de Pelagallos. LII. ¥.n el Puerto, ante Cristóbal de Aguilar, en 4 de Julio de 1586, núm. 52, D. B>ancisco de Padilla hizo donación á su ma- dre doña Ana de Morales, mujer de D. Pedro de Padilla, su pa- dre, de los bienes que había heredado de su tía doña Elvira y de los que debía heredar después de los días de Charles de Va- lera, usufructuario de los bienes que le había dejado doña María^ hermana de la dicha su tía doña Elvira. Lili. En el Puerto, ante Alonso Pérez, en 25 de Mayo de 1589, núm. 53, García Méndez de Seguera dio poder á mosén Diego de Valera, estante en Madrid, para que exhibiese ante Su Majestad los documentos necesarios á justificar que las casas de MOS¿N DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS 4O3 SU morada no eran de alquiler, y que en ellas tenía molino de aceite, almacenes, etc. LIV. El documento núm. 54 contiene la posesión y amparo de unas casas en el Puerto, que eran de D. Pedro de Padilla y de doña Ana de Morales, cuya posesión fué dada á doña María de Valenzuela, viuda del jurado Pedro González Bazán, por los corridos de un censo que sobre ellas se le pagaba. Sigue bajo dicho número una obligación del pago de una deu- da de D. Pedro de Padilla Chirino. Sigue una petición de D. P'ernando de Padilla sobre la venta de un tributo á que se oponía D. Pedro de Padilla, padre del di- cho D. Fernando. Sigue un escrito del alcaide P'ernando de Padilla Chirino, pi- diendo á la Justicia se le entreguen ciertos bienes mostrencos. Después está un reconocimiento de un censo impuesto sobre un oficio de escribano de Ronda que se pagaba á doña Úrsula de Padilla, en que había sucedido su hermano D. García de Pa- dilla, que después había heredado D. Diego Maraver de Padilla. Después está una merced hecha por S. M. á doña María de Padilla, viuda del capitán D. Francisco Ibáñez, de cuatro reales cada día. LV. El núm. 55 es un legajo que contiene los documentos siguientes: El testamento de doña Ana María de Padilla, otorgado en la villa de Alcalá ante D. Alvaro de Coca, en 16 de Octubre de 1075) por D. Alvaro Francisco de Zurita Riquelme y Padilla, su hijo, en virtud del poder que para ello le había conferido ante dicho escribano en 23 de Junio de 1674, por el que mandó ser ente- rrada en la capilla del Santísinio de la iglesia Mayor de Alcalá, de que era patrono, ó que se depositasen sus huesos en la igle - sia Mayor del Puerto, al lado derecho de la capilla de Nuestra Señora de los Milagros, en la capilla de Santa Ana, que había fundado y dotado mosén Diego de Valera, séptimo abuelo de la dicha doña Ana María de Padilla. Declaró que su madre había sido casada y velada, según orden de Nuestra Santa Madre Iglesia, con D. Alvaro de Zurita, padre 404 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA del otorgante, hijo legítimo de I). Alvaro de Zurita Aylión y de doña Catalina Camacho, su mujer, y que la dicha doña Ana Ma- ría de Padilla, su madre, era hija legítima y natural de I). Pedro de Patlilhi Chirino y de dona Catalina de Cubas, y que los dichos doña Ana María de Padilla y D. Diego Alvaro de Zurita habían tenido por su hijo á D. Alvaro Francisco de Zurita, otorgante, que era el mayor, á D. Cristóbal de Zurita, á doña Isabel María de Zurita y á doña Catalina Margarita de Zurita. Declaró el otorgante que él había casado con doña Francisca de Zurita, hija legítima de D. Fernando Jacinto de Zurita y de doña Luisa Fernández de Auñón. Declaró que la dicha doña Ana María de Padilla había lle\ ado al matrimonio varios bienes vinculados de casas, tierras y tribu- tos en el Puerto de Santa María, en que sucedía el otorgante. Declaró que por muerte de sus abuelos maternos, Cristóbal Marín de Cubas y doña Inés de Zurita, habían quedado ciertos bienes. Declaró que la dicha su madre había sido patrona de una ca- pellanía fundada en la iglesia Mayor del Puerto y de otra fun- dada por doña Catalina Chirino, de las cuales el otorgante era patrono. Sigue una información hecha en el Puerto ante Juan de Cisne- rf)S en 10 de Octubre de 1633, po"^ '<* 4*^^ doña Ana María de Padilla justificó pertenecerle unas casas que habían sido de don Pedro de Padilla, su padre, situadas en el Puerto, otras en la calle del Arco y otras en la de San Bartolomé. Después sigue una escritura otorgada en el Puerto ante Barto- lomé de Madrid en 8 de Mayo de 1 640, por la que doña María de Padilla dio á tributo unas casas en el Puerto. PZstas casas no pudo darlas á tributo porque sólo era usufruc- tuaria de ellas, y así se recogieron dichas casas, dejando correr dicho tributo, de que hay aquí dos reconocimientos. El uno otor- gado en el Puerto ante Esteban Martín Camero en 4 de Julio de 1680, por el que el sargento mayor (jabriel del Águila y doña Francisca de Ojeda, su mujer, se obligaron <í pagar á doña Leo- nor Micaela de Moría, como tutora de sus menores hijos, 1 1 du- MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS 4O5 cados de tributo sobre unas casas que eran las de su morada, calle de San Bartolomé, linde casas de los herederos de D. Juan de Bedoya, y casas principales que fueron de D. Pedro de Pa- dilla, y por las espaldas con corrales y trasmanos de dichas casas principales. El otro reconocimiento fué hecho en dicha ciudad del Puerto ante Matías Nicasio Quiñones en il de Junio de 1714, por el cual I). Pantaleón Ticio, tesorero del duque de Medinaceli, dijo que en pública almoneda se le había rematado en 22 de Diciem- bre de 17 1 3 unas casas, calle de San Bartolomé, linde solar de los herederos de D. Juan de Bedoya, y casas caídas del vínculo de Alvaro de Zurita, cuyas casas habían sido del sargento mayor D. Gabriel del iVguila y que estaban gravadas con II ducados de tributo abierto que, reducido, había quedado en 72 reales 20 maravedís, los cuales se obligó á pagar al dicho D. Alvaro de Zurita por los días 22 de Diciembre de cada año. LVI. El núm. 56 es una provisión de Granada de I4 de Julio de 1707 á instancia de D. Alvaro de Zurita, quien se querelló del alcalde mayor del Puerto de que, estando siguiendo pleito ante la Real Justicia de Jerez con D. Diego Juan de Ceballos, so- bre la identidad de unas casas y molino de aceite, calle de la Iglesia Mayor, y estando recibido á prueba por haberse embar- gado en P'rancisco de la Cruz, inquilino del D. Alvaro, la venta de dos cuartos y dos cocheras de una de sus casas, calle de Pa- lacio, no liabía querido dar cumplimiento á una requisitoria para C|ue dicho depositario pagase, se manda se le dé cumplimiento y se remitan los autos. LV lí. El núm. 57 ^s una noticia acerca de si eran vincula- das las casas y molino que en el Puerto poseía D. Pedro de Pa- dilla en la calle de la Iglesia Mayor. Nobleza y honores. LV'III. VJí núm. 58 es un testimonio presentado por Pedro Riquelme para probar ser caballero hijodalgo. LIX. El núm. 59 es otro testimonio dado por Sebastián de <106 BOLETÍN DE LA KEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Torres, escribano de Cabildo del Puerto, de una ejecutoria en que á Fernando de Padilla se le declara por hijodalgo. LX. El núm, 6o son unas cartas originales del Rey y del duque de Medina, escritas á Charles de Valera, á mosén Diego de Valera y al alcaide P>rnando de Padilla (l). LXI. El núm. 6l son algunas apuntaciones y cartas, que con- ducen á los apellidos de López de Padilla, Chirino y Valera. LXII. R\ núm 62 es una copia simple de una merced hecha por D. Juan de la Cerda, duque de Medinaceli, ante el secreta- rio Plernando de la Mota, en 20 de Abril de I 532, en favor de D. Gutierre de Padilla, continuo de su casa, de 30 aranzadas de tierra calma, término del Puerto. LXIII. El núm. 63 es un legajo de varias cartas de D. Luis Chirino al duque y duquesa de Medinaceli y sus respuestas. LXIV^. El núm. 64 son diferentes títulos por donde consta que á los caballeros Chirinos se les volvían como á hijosdalgo los maravedís de la imposición de la carne. LXV. El núm. 65 es una copia de una orden de S. M. de 14 de Octubre de 1 526, para que no se permita que pasen á África Gonzalo Pérez de Gallegos, Martín Dávila y Charles de Valera al desafío con Benjalí, Jamete, Galilí y Bujema Ben jalla. LXVL El núm. 66 es la legitimación de mosén Diego de Va- lera, hijo del alcaide Fernando de Padilla Chirino, casado y de mujer libre, por Real cédula firmada de S. M. fecha en Torre- mocha á 12 de Marzo de I 583. LXVIL El núm. óy es una petición de D. Pedro de Padilla en la Chancillería, año de 1618, pidiendo licencia para subir á estrados como caballero hijodalgo notorio, la cual se le concedió. LXV^III. El núm. 68 es un testimonio del Cabildo del Puerto á instancia de D. .Alvaro Francisco de Zurita, para no pagar la imposición sobre la carne. LXIX. El núm. 69 es una petición hecha en la ciudad de Ubeda, por D.Juan de Berrio Mesía, para c]ue se le diese un tras- lado autorizado de la ejecutoria del alcaide Fernando de Padilla. (i) Estas cartas son las transcritas anteriormente. MOSEN DIEGO DE VALERAI SU VIDA Y OBRAS 4O7 LXX. El núm. 70 es una merced hecha por D. Juan de la Cerda, Duque de Medinaceli, Conde del Puerto, á Fernando de Padilla \^alera Chirino, de la alcaldía de la fortaleza del Puerto, que había vacado por muerte del limo. Sr. D. Gastón de la Cerda, hermano del mismo Duque, año de 1552. LXXI. El núm. 71 es una información hecha por D. García de Padilla, referente á sus servicios en la ciudad de Manila, en 16 de Abril de 1574. LXXII. El núm. 72 es el título de alcaide mayor de la pro- vincia de Chiapa, en Guatemala, en favor de D. García de Padi- lla, su fecha en Lisboa, en 1 5 de Enero de 1 582. LXXIII. El núm. 73 es una comisión dada á D. García de Padilla, para tomar residencia á las Justicias de Chiapa. LXXIV. FA núm. 74 son varias mercedes expedidas en favor de D. Diego Chirino, Gobernador de la galeraNuestra Señora de la Soledad. LXXV. El núm. 75 son varias mercedes en favor de D. Gar- cía de Padilla. LXXVI. El núm. "jQ es un cuaderno simple del origen y des- cendencia de los Chirinos y Loaisa, de Cuenca, Ubeda, Baeza y demás de Andalucía. LXXVII. P2l núm. J"] es otro cuaderno que contiene mate- riales para escribir la casa de los apellidos de Chirino y Valera. Capilla de Santa Ana. LXXVIII. El núm. 78 es una merced hecha por D. Juan de la Cerda, Duque de Medinaceli, Conde de la villa del Puerto, á Charles de Valora, alcaide de la fortaleza de dicha villa, y á Diego de Valera, su hijo mayor, para labrar una capilla en la iglesia parroquial de dicha villa; su data en la villa de Cifuentes, en 6 de Enero de I5I9- LXXIX. El núm. 79 es Lina información original hecha en el Puerto, año de 15851 por Pedro de Padilla Chirino, en la que probó ser suya y de sus antepasados la capilla que en la iglesia Mayor del Puerto había labrado mosén Diego de Valera, cuya 408 BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA capilla se le adjudicó al dicho D. Pedro por el Juez eclesiástico, en 3 de Enero de dicho año de I 585, para él y sus herederos y descendientes. LXXX. VA núm. 80 es una copia simple de la información que se cita en la nota anterior, y á su fina! se hallan algunas refle- xiones para hacer ver que el Marqués de Campo Real no es Pa- trono de dicha capilla, y que, por tanto, no debe concurrir al reparo de la capilla del Santo Cristo y Santa Ana, quo contienen "los Oficios que se colocan en este número de los años de 1 767 y 1768. Capellanía de doña Catalina Chirino. LXXXI. P21 núm. 81 es un legajo que contiene los docu- mentos siguientes: Un título del derecho del Patronato de la capellanía fundada por doña Catalina de Zurita, expedido por el Provisor de Sevilla, en 6 de Junio de 1 736, en fa\or de D. Alvaro Diego de Zurita. ítem una escritura otorgada en Sevilla ante Juan Bautista de Contreras, en 19 de Julio de 1616, por la que doña Catalina Chi- rino, viuda de Gómez Hurtado, natural del Puerto de Santa Ma- ría, instituyó una capellanía de misas rezadas en la iglesia Mayor de dicha ciudad del Puerto, en la capilla de Santa Ana, la cual dotó con 38.424 maravedís, por 788. 460 de principal, mitad de 76.847 maravedís de juro en cada año por 1. 576.920 de princi- pal que cobraba sobre las rentas de alcabala de Se\-illa, por pri- vilegio librado en su cabeza, su fecha en Madrid, 6 de Octubre de 1608. Mandó que las misas de dicha capellanía se dijesen en cada un mes las que cupieran, según dicha renta á cuatro y me- dio reales por cada una, las cuales se habían de decir en la dicha Capilla de .Santa Ana. Nombró por primer Capellán á Miguel Mateos, Presbítero; y después de él Diego de Vique Mendoza, primo de la otorgante; y después de él, los parientes de su linaje, así por parte de su padre como de su madre, prefiriendo el más cercano; y en un grado al mayor, y en igual edad, al que estu- \"iere ordenado; y en estos tres grados al más hábil; cuya orden se había de guardar hasta que se extinguieran todos sus parlen- MOS^N DIEGO DE VALERAl SU VIDA V OBRAS 4O9 tes, y que en falta de ellos sucediesen capellanes extraños, cléri- gos ó estudiantes, los que los Patronos nombrasen. Nombró por Patronos á niosén Diego de V^alera, su hermano; á D. Pedro de Padilla, su sobrino, nieto de D. Pedro de Padilla, hermano de la otorgante, hijo de D. Fernando de Padilla, y al dicho Miguel Mateos y á Luis de Padilla, y que después de ello hubiese sólo dos Patronos, que lo fuesen dos descendientes de los dichos su hermano y sobrino, con preferencia de mayor á menor y de va- rón á hembra, y en falta de ellos los parientes más cercanos, y no habiéndolos lo fuese el Vicario de la iglesia del Puerto y el Prior de San Agustín de dicha ciudad. Después dijo que era su voluntad preferir en la sucesión de dicha Capellanía al dicho don Pedro de Padilla y á sus descendientes, y en falta de ellos lo fue- sen los demás parientes de su linaje. Sigue en dicho legajo el nombramiento de Capellán de dicha Capellanía hecho por su Patrono D, Alvaro Diego de Zurita, Marqués de Campo Real, en favor de su hijo D. Pedro Manuel de Zurita, ante Alonso Guerrero, en 5 de Marzo de 1736, á quien se despachó título de colación en 6 de Junio de dicho año, y á continuación tomó posesión de dicha Capellanía en 3 de Agosto del mismo año. Después sigue un testimonio por el que consta que ante Diego de la Barrera Farfán, escribano de Sevilla, en lO de Junio de I 5/7, otorgó su testamento Gómez Hurtado, por el que instituyó por sus herederos á sus tres sobrinos Fernando, Lucas y Diego de la Sal, y mandó á su mujer doña Catalina Chirino II2.500 mara- vedís de juro sobre las alcabalas de Sevilla y unas casas en la co- llación de San Bartolomé. LXXXIL El núm. 82 es una certificación, su fecha en Ma- drid, 28 de Septiembre de 1 746, por la que consta que D. Ga- briel de Vela tenía un privilegio de 38.425 maravedís de -juro, situados en las alcabalas de Sevilla, que por la pragmática del año de 1727 ciuedó reducido á 23.055 mara\-cdís, los cuales per- tenecían á D. Pedro de Zurita, Capellán de la que en el l'uerto había fundado doña Catalina Chirino. LXXXIII. El nüm. 83 es un título de Patronato de la Cape- 410 nOr.ETIN DE LA KEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA llanía de doña Catalina Chirino, en favor de I). Antonio María de Zurita, su fecha II de Marzo de 1778. LXXXIV. El núm. 84 es una certificación de la visita de diclia Capellanía, por la que consta que tiene de obligación I40 misas. LXXXV. El núm. 85 es una certificación que trata de no haberse cobrado el juro que pertenece á esta Capellanía. LXXXVI. El núm. 86 es un poder y otros recados, entre los cuales está un título de Patrono de dicha Capellanía en íavor de D.Joaquín Chirino, su fecha 20 de Febrero de 1707. LXXXVII. El núm. S/ son unos documentos pertenecientes á la Capellanía de doña Catalina Chirino, entre los cuales está un tanto de la fundación. Capellanía de mosén Diego de Valera y de Charles de Valera, su hijo, y de doña Elvira de Espinóla. Mosén Diego de \^alera. Maestre de Sala del Rey D. Juan y después de su Consejo, y Embajador para diferentes Cortes, dotó para el Capellán que dijese la misa en su capilla de Santa Ana en la iglesia Mayor del Puerto 6.000 maravedís cada año, cuya renta señaló en las casas donde vivía García Dávila; y en 200 tajos de salinas, que tenían los herederos de Juan de Lucena, y mandó que fuese Patrono de ella su hijo el alcaide Charles de Valera, y sus nietos, biznietos y descendientes. El referido Charles de Valera, su hijo, por su testamento que otorgó en Jerez, ante Francisco de Sanabria, en 30 de Abril de 1537, agregó á los 6.00O maravedís de la dotación de dicha Capellanía otros 4.166 maravedís para que se dijesen de misas por su ánima y de sus padres, y nombró por Patrona á doña Elvira de Espinóla, su mujer, y á sus hijos y descendientes; y mandó que dichos 4. 1 66 maravedís se cobrasen sobre una huerta, que había sido de Cristóbal Labrador y en la actualidad (■ra de Pedro Díaz Hortelano, y sobre las casas de Pedro García 'l'obón, en la calle de Pozuelos. D. Alvaro Francisco de Zurita Riquelmc, por su codicilo otor- MOSEN DIEGO DE VALERA: SU VIDA Y OBRAS 4II gado en Jerez, ante Pedro Durante Rayón, en 24 de Julio de 1 5/8, declaró era Patrono de la Capellanía que había fundado Diego de \"alera y Charles de Valera, su hijo, en la iglesia Mayor del Puerto, en la Capilla de Santa Ana, cuyo nombramiento tocaba á su hijo D. Diego Alvaro de Zurita. LXXXVIII. El núm. 88 es un mandamiento del Provisor de Sevilla, de 6 de Abril de 1608, para que los capellanes de las que habían fundado mosén Diego de \"alera, Charles de Valera, su hijo, y doña Elvira de Espinóla, celebrasen sus misas en el altar de la Capilla de Santa Ana, sita en la iglesia Mayor del Puerto, cuya Capilla habían erigido los dichos Mosén y Charles; y dicho mandamiento fué dado á instancia de mosén Diego de Valera, Patrono de ella, nieto del expresado Charles y biznieto de mosén Diego. LXXXIX. El núm. 89 es un auto del Provisor de Sevilla, de 9 de Octubre de 1620, por el que se adjudica á D. Pedro de Padilla Chirino el derecho de Patronato de las Capellanías que en el Puerto habían fundado Mosén Diego de Valera y Char- les su hijo. Capellanía de Gaspar de Herrera y su mujer, doña María de Valera Padilla. XC. FA núm. 90 es una nota simple por la que parece que, en Sevilla en l.° de Octubre de I 580, Gaspar de Herrera, marido de doña María de Valera y Padilla, otorgó poder para testar en favor de Francisco Mansillas y de Lope de Papia, ante Juan Ber- nal de Pleredia, escribano público, los cuales formalizaron el tes- tamento del susodicho en 2/ de Noviembre de dicho año, y por él fundan dos Capellanías con la renta anual de 50g) maravedís cada una y 25 misas, las cuales se habían de celebrar en la Capül'i que se había de comprar. Nombró por Capellanes de ella á Juan de Padilla, hijo de Diego Hernández de Padilla y de doña Inés Lorenzo, y á Francisca de Huevara, ambos sus sobrinos; la primera situada sobre unas casas grandes y otra pequeña en la collación de San Martín. 412 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Nombró por Patrono á Hernando de l'adilla, su sobrino, her- mano del dicho Juan de Padilla, los cuales, por fin de sus días, pudiesen nombrar Patrono. Asimismo, fundó una Obra pía para dotar doncellas, y que á cada una se le diesen I 59 maravedises, nombrando por Patronos á los sobredichos. Hizo diferentes mandas á doña María de Valera, su mujer, y á doña Catalina de X^alera Padilla, hija de doña Jimena de Mora- les, naturales del I'uerto de Santa María, y á doña Inés de Padilla, su sobrina, hija de Uiego de Padilla, y á D. Pedro de Padilla, tío de su mujer, y á sus sobrinos Fernando, Juan, Luis, Jerónimo, Gaspar y Diego de Padilla. Dejó por su universal heredera á doña Bernardina de la Torre. Madrid, 31 de Octubre de 1913. Lucas de Torre y Franco-Romero, Capitán de Infantería, diplomado. II CAPILLA DE LUIS DE LUCENA vulgo de los Urbinas, e7i la ciudad de Guadalajara. Nada tan grato para mí como infoimar á la Academia acerca del mérito histórico de la Capilla mal llamada de los Urbinas, que existe, aunque desmantelada y ruinosa, en la capital de la Alcarria, y que por iniciativa, que mucho la honra, de nuestra hermana la Real Academia de Bellas Artes de vSan Fernando, trátase de elevar á la categoría, muy merecida, de monumento nacional. Cuando yo era niño y hacía mis primeros estudios en Guada- lajara, la histórica Capilla se hallaba ya enterrada en los escom- bros de la iglesia de San Miguel, á que desde su fundación estu- vo unida, y comenzaba á iniciarse ya la implacable ruina que aqueja y acaba sin remedio con los edificios abandonados. No CAPILLA DE LUIS DE LUCENA 4I3 hay que decir cómo se hallará al presente con el estrago de tan- tos años de desamparo, aislada en un lugar que carece de la vi- gilancia del tránsito, abierta á los mendigos, que pernoctan en sus escondrijos, convertida en blanco de los muchachos que se ufanan con la certera puntería de sus pedradas, y amenazada siempre de ser derribada para obtener el escaso aprovechamien- to de los materiales que no han podido arrancarse con la mano y furtivamente transportarse. A pesar de todo, y de haber desaparecido las estatuas de sus sepulcros, las lápidas que ilustraban su historia, las molduras que decoraban sus altares, y hasta buena parte de las pinturas al fres- co que cubrían sus bóvedas, aun el descarnado esqueleto que queda en pie es tan notable por su fisonomía, su apostura, sus mutilados miembros y los recuerdos que guarda entre sus vene- rables despojos, que bien puede calificarse de monumento único entre los que la arquitectura española conserva de la décimasexta centuria. Único, porque parece mudejar y no es mudejar, parece góti- co y no es gótico, obra del Renacimiento y no responde á los cánones clásicos; es un edificio exótico, sin dejar de ser español, muy original, y parece ser una imitación, algo, en fin, en que se funden y amalgaman con una sencillez severa y elegante todas las corrientes del arte español que llegan á juntarse, como ios Estados cristianos y mahometanos, bajo el cetro de los Reyes Católicos y el imperial de Carlos V. Es una fábrica de ladrillo rectangular y adornada, á la vez que robustecida, por cubos en sus vértices, y cerrados éstos, como aquélla, por cornisa de matacanes, con adornos de ladrillos com- binados en anchas fajas y con óculos y ventanales que semejan angostas saeteras en la parte superior de sus muros; y con ser así no es obra mudejar en el estilo que damos á esta palabra, sino una imitación en ladrillo de la arquitectura militar del pala- cio del Infantado, y como éste es, á su vez, un monumento ori- ginalísimo, resulta la imitación al pasar de la piedra al ladrillo, y de la fachada de un gran palacio á la disposición de una peque- ña capilla, un monumento tan extraño que acrecienta la origina- TOMO Lxiv. 27 414 BOLETÍN DE LA KEAL ACADEMIA DE I.A HISTORIA lidad artística sin salirse de las normas más ó menos simbólicas de la arquitectura que integra con elementos tan diversos el pa- lacio de los Mendozas. Pero si es tan interesante el valor artístico de este singular y profanado monumento alcarreño, sube de punto su importancia histórica sabiendo que lué fundación de uno de aquellos espaíio- les insignes que dieron tanta honra y autoridad á España en el siglo XVI, llevando al otro lado de sus fronteras los destellos de su talento soberano y los frutos de su sabiduría no superada por extranjeros. Luis de Lucena, nacido en Guadalajara en los últi- mos años del siglo xv, fué hombre de tan singulares dotes de inteligencia, y alcanzó tal caudal de conocimientos que, aun siendo clérigo, fué doctísimo en la medicina, y, aun siendo mé- dico, dominó las Ciencias filosóficas y la Teología como los más ilustres escolásticos de su época, compartiendo con su paisano Páez de Castro y con Jerónimo de Zurita el cultivo de la Histo- ria, y mezclando con estas tareas el estudio de «los secretos na- turales», como decía de él el mismo Zurita para ponderar la uni- versalidad de sus conocimientos en todas las disciplinas humanas. Fundación de tan ¡lustre alcarreño fué la Capilla de Nuestra Señora de los Angeles en la iglesia de San Miguel, de Guadala- jara, según consta en la inscripción que aún se conserva en uno desús torreones, y cuya lecha es la de 1540- Pero no fué esta Capilla la única fundación suya en Guadalajara, sino que, unida á ella, estableció una Librei-ia pública de libros cu leuf^na caste- llana^ según declara en su testamento otorgado en Roma, donde le sorprendió la muerte en I 552. F^n esta Biblioteca, cuya orga- nización y régimen de gobierno establece metódicamente en di- cho testamento, había de darse una cátedra de Teología Moral, pero sin reducir por (^so la adquisición de libros de Aritmética y Geometría, de Arquitectura y Pintura y otras artes manuales, de Filosofía natural y de Historia, abarcando con sabia previsión todas las necesidades que la cultura española podía exigir en aquellos tiempos. Cuando no fuera más que como monumento histórico que re- cuerda la fundación de este gran español que, adelantándose al CAPILLA DE LULS DE LUCENA 415 ciirso de los tiempos, supo redactar un reglamento de ordena- •ción de libros como el que había de observarse en la Biblioteca de Guadalajara, adjunta á la Capilla de Nuestra Señora de los An- geles, el citado monumento debe conservarse con afán y acudir á conservarlo por todos los medios de que pueda disponer el Estado. Bien merece esta reparación la memoria de Luis de Lucena cuya desgracia postuma ha sido tanta que hasta su nombre per- dió la fundación cuando, por enlaces de familia, su herencia pasó á la de los Urbinas, en cuyas manos desacertadas comenzó la •decadencia, que vino á rematar en vergonzosa venta ejecutada por tan desaprensivos y escasos patronos. En vano la Comisión de Monumentos de Guadalajara ha pro- curado velar por la conservación de tan raro y glorioso trofeo de las glorias alcarreñas; ni sus recursos ni su influencia han bas- tado á contener la ola de vandalismo que ha borrado de nuestro suelo tantos y tan insignes monumentos en que estaban vincula- das las glorias de la patria. Por eso la Academia de la Historia cumplirá, á mi juicio, con los altos fines de su instituto, uniendo su autorizada voz á la de la de Bellas Artes de San Fernando para que, declarada monu- mento nacional la malparada Capilla de Lucena, recobre una existencia que tanto honra á España, y que, de consuno le dispu- tan hoy las injurias del tiempo y el abandono y la ingratitud de los hombres. El superior criterio de la Academia resolverá, no obstante, lo más acertado. Madrid, 27 de Febrero de 1914. Manukl Pkrkz-Villamii,. 4l6 BOLETÍN DE LA KEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA III EL TEMPLO DE VILLAPADERNE EN LA PROVINCIA DE SANTANDER. SU CONSAGRACIÓN EN 3 DE MARZO DE 1214^ FIESTA DE SAN EMETERIO. Al docto párroco de Caviedes, D. Mateo Escagedo Salmón, hemos debido la noticia y fotografía del epígrafe recordativo de la consagración de la iglesia de Somballe (22 Enero II67), en el partido de Reinosa, sobre lo cual emití breve Informe publicado- en el tomo lxii del Boletín, págs. 456-460. Ahora puedo presentar á la Academia, en nombre del Sr. Es- cagedo, el ejemplar fotográfico que ha sacado de otra lápida iné- dita no menos importante que aquélla para la historia eclesiástica de las diócesis de Burgos y Santander. Está visible este sillarejo epigráfico en una de las paredes de la iglesia de Villapaderne, al Sur de la de Somballe, y á mano izquierda del río Ebro, entre las villas de Requejo y Retortillo, al Oriente y á corta distancia de Reinosa. La iglesia de Villapaderne antiguamente fué parro- quial, mas hoy es aneja de la de Aldueso. Fué reconstruida en el siglo xviii, conservándose únicamente para memoria de la que se derribó, este noble monumento, que por estar gastado y mal en- tendido, dio lugar á que se creyese que la fecha por él indicada sería el 13 de Noviembre, día consecutivo al de la fiesta de San Millán. Sobre este punto, todavía litigioso, me escribe el Sr. Escage- do (l) lo siguiente: «Tengo oído, cuando era yo párroco de Aldueso, á los ancia- nos de aquella villa, que celebraban, siendo ellos jóvenes, la fiesta de San Millán el 1 3 de Noviernbre; día, según ellos, de la consagración de la iglesia. En la tabla de aniversarios, que se guarda en el archivo parroquial de Aldueso, que perteneció á (i) Carta del 7 de Marzo de 1914. EL TEMPLO DE VILLAPADERNE 417 Villapaderne, se lee una consulta hecha por el sacerdote que regía la parroquia, sobre si se debía celebrar la consagración; dado que el Obispo, en la visita, mandó que se pusiese una ara consagrada en el altar, la cual es de una sola piedra de caliza sin señales en la actualidad de consagración, como no las tiene la iglesia tampoco. Se resolvió que debía celebrarse, por estar la iglesia en posesión de su consagración; pero como no había seña- les de ella, se acordó que pusiesen ara, como, en efecto, se puso. Con todo ello, lo cierto es que de unos sesenta años á esta parte no se celebra la precitada fiesta de la consagración.» Para ilustrar y resolver tan interesante problema, el Sr. Es- cagedo nos envía el ejemplar fotográfico de la piedra monu- mental. La inscripción está cortada en su parte inferior, y gastada por las huellas de siete siglos; y lo que peor es, han sido sus letras por mano atrevida barnizadas de yeso, expuesto á desfigurar la recta apreciación. 1 DI NK D V NON CON SECR ATA K EC LES I A IsTA ME MAFí,C10 Fii I! ERA /V\ CCI. I I ID s'in IMTERII CO DKDICAVIT VRICIVS B 4l8 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA /(«) D{e)i n^omin)e. D{¿e) V nofi{as) coiisecrata e{sí) ec{c)lesia isla >ne{nse) Marcio fe{iia) II era MCCLII i[n) dije) s{a?icMi Imien'i, co dedicavit \_eam Ma\iiriciiis B[Hrgcnsis c'/>¿sro/>i/s.] En el nombre de Dios. En el día quinto de las nonas fué consagrada esta iglesia en el mes de Marzo, era 1252, en el día de San Emeterio, en el que la dedicó Mauricio, Obispo de Burgos. Dos puntos notables para la historia ofrece esta inscripción, cuyo rudo estilo no causa asombro, atendido el pobre lugar en que se grabó. El dictado sancti Imtcrii expresa la transición de sancti Emc- terii á Santander, y debe añadirse á los que apuntó Flórez en el tomo XXVII de la España Sagrada, tratando de la abadía y cole- giata santanderense, cuyo nombre no sale de San Andrés, ni de San Antero, como algunos autores pretendieron, sino del santo mártir de Calahorra, bajo cuya advocación consta por varias escrituras que se erigió la abadía y se llamó el puerto de San- tander. La fecha marcada por este epígrafe es la del Lunes, consecu- tivo al tercer Domingo de Cuaresma, correspondiente al 3 de Marzo de 1214, fiesta del mártir San Emeterio. En este día estaba ya consagrado Obispo de Burgos el célebre ^L1uricio, que siendo arcediano de Toledo, fué elegido para tan alta dignidad como lo era la Sede Burgense, en reemplazo de su antecesor don Juan Mateo, que falleció en 18 de Julio de 1212. Flórez no cono- ció instrumentos que especifiquen el tiempo de la consagración de Mauricio, anteriores al 28 de Abril de 12 1 5; pero constando- nos que era ya electo en 31 de Julio de 1213, nada obsta para que admitamos el 3 de Marzo de 1 2 14, con arreglo á lo expre- sado por la inscripción de Villapaderne. Ciertamente estaba consagrado en 21 de Jidio de 121^, como lo patentiza el insigne diploma de Alfonso VIII, expedido en Burgos con esta fecha á favor del Arzobispo I). Rodrigo, resti- tuyéndole el señorío de las aldeas del término de Alcalá de He- nares; documento publicado en el tomo viii del Boletín, pági- nas 2ÍO y 211, que confirmaron: FUERO DE NVJERA 419 Tellius, palentinus episcopus. Guiralclus secohiensis » Garsias conchensis » Dominicus abulensis » Melendus oxomensis » RodericLis segontinus » Mauricius burgensis » Dominicus placentinus electus. Por aquí se entiende cuan atinado estuvo Flórez (l) no dando entero crédito á la propuesta de Argaiz, único autor que intro- dujo en el episcologio de Burgos al electo Bricio en 3 de Junio de 1 2 14. Entre el electo D. Juan Mateo (f 1 8 Julio 1 212) y el electo D. Mauricio, que ya lo era en 3 1 de Julio de 1213, Argaiz propendió á meter al consagrado obispo D. Alfonso, mas con igual defecto de buena crítica rebatido por Flórez. Madrid, 13 de Marzo de 19 14. Fidel Fita. IV FUERO DE NÁJERA Señores Académicos: Hace ya mucho tiempo que la Academia tuvo la bondad de confiarme (en 12 de Abril de IQOQ) el delicado encargo de com- pulsar la copia del Fuero de Nájera, donada á nuestra Biblioteca por el Rvdo. P. Dorn. Fr. Justo Cuervo, y la publicada en el tomo I de nuestro Boletín (2.^ ed., págs. 273-298), por el inolvi- dable D. Vicente de la Fuente, para señalar aquellas diferencias que entre ellas existieran y fueran dignas de ser tenidas en cuenta al imprimir una nueva edición del mencionado documento. Sin pérdida dr tiempo realicé el cotejo de ambas lecciones, y (i) España Sagrada, tomo xxvi, pág. 300. Madrid, 1771. 420 boletín de i a keaj. academia de i. a historia como resultado del mismo, manifesté, en Junio de I909, á los Sres. D. Ktluardo Saavcdra y O. Juan Catalina García, Director y Secretario, respectivamente, en aquel entonces, de nuestra Aca- demia, y al Rvdo. P. I). I^'idel Fita, nuestro sabio Director actual, que si bien había anotado numerosas variantes, consideraba el trabajo baldío y sin importancia, toda vez que se trata de dos copias modernas del mismo documento, y que es imposible re- solver, sin tener á la vista el original existente en el Archivo mu- nicipal de N.ljera, cuííl de ellas transcribe con fidelidad y cuál adultera el texto loral transmitido en la confirmación de! Rey D. Alfonso XI. Aceptaron dichos señores mi razonamiento, y convinimos en que la copia que se me había entregado se archi- vara en nuestra Biblioteca; pero por olvido de todos, mío de de- volverla y de la Secretaría de pedírmela, ha continuado en mi poder hasta este momento. Hace pocos días, poniendo en orden varios papeles, cayó en mis manos la copia referida del Fuero de Nájcra, y con ella el cotejo detenido y minucioso que yo había realizado en el mes de Mayo de 1909. Re\ividos mis recuerdos, decidí, desde luego y como era natural, devolver á la Academia la copia del Padre Cuervo; pero, como también era lógico, releí antes el trabajo re- sultado de mi compulsa, y aunque me afirmé en mi primer jui- cio de su escasa [)or no decir nula importancia, consideré conve- niente, por nuevos y muy diversos razonamientos, unirle al mencionado traslado del Fuero, y proponer, como lo hago, á la Academia que ambos queden juntos archivados en nuestra Bi- blioteca. Es que pocas veces se podrá encontrar, como en esta simpli- císima compulsa, una más amplia y completa demostración del sorprendente fenómeno de la transformación formal siempre y en ocasiones esencial de un documento por las di\'ersas lecturas y copias que de él se producen, ya en la misma época, ya en otras diferentes. Basta dirigir una rápida ojeada á la enumera- ción de esas variantes, que adjunta presento á ' la Academia, para observar que, tratándose de dos lecturas del niismo texto, realizadas relativamente á poca distancia de tiempo, no se puede FUERO DE N AJERA 421 dar una diversidad mayor. Y tan intensa es la impresión, que puede asaltar la duda de que se trate de dos originales distintos, constituidos por dos traslados diferentes de la confirmación del Rey D. Alfonso XI. Pero la duda es imposible. Se trata de un mismo y único original, la Confirmación del Fjícro de Nájera otorgada por el Rey D. Alfonso XI, en Burgos, el año de 1 332 (seis días de Junio era de mil et trescientos et setenta anuos), que se conserva y custodia en el Archivo municipal de Nájera. Dos lec- turas se han hecho de este documento: una constitutiva de la co- pia que á D. Vicente de la Fuente remitió, en 18/ 5, su antiguo discípulo el Alcalde que fué de Nájera D. Vicente de Miguel y Rubio, y que sirvió de base á la impresión del texto que aparece en el tomo i de nuestro Boletín (2.^ ed., págs. 286-298); la otra integra el traslado que en 1909 donó ala Academia el reverendo P. Dom. Fr. Justo Cuervo. Y para que el más suspicaz pueda de- poner todo género de dudas, basta observar, no sólo que el Pa- dre Cuervo anota el traslado, escribiendo al final del mismo Co- piado del original, sino que ambas copias presentan las mismas lagunas, por ser ilegibles determinadas palabras, á causa de pe- queños mordiscos de ratas, según expresa (pág. 2, nota) la que he tenido en mi poder y hoy devuelvo á la Academia. Y, sin embargo, ¡qué número tan relativamente enorme de variantes hemos anotado entre ambas lecciones (unas 400 en 12 páginas de impresión de nuestro Boletín), sin contar las que resul- tan de escribir el diptongo ae (copia del P. Cuervo) ó de reducirle á e (copia del Sr. la Fuente) y de la conservación ó resolución de la abreviatura Dn. (Don) ! Y estas numerosas variantes se deter- minan de muy diversas maneras; ya en meras formas ortográficas; ya en sustitución de palabras, principalmente engendrada por trocar unas letras en otras; ya cambiando los géneros de los nombres y los números y hasta los tiempos de los verbos; ya realizando contracciones; ya aumentando ó suprimiendo artícu- los, nombres y partículas; ya, por último, alterando el estilo y transportando de lugar las partes de la oración. Y ¿qué garantía pueden ofrecer semejantes variantes.'* ¿Quién de los dos copistas ha leído y transcrito con fidelidad y exacti- 42 3 BOLETÍN Dli LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA tud? En otro tiempo, deplorando tales cosas, había necesidad, en muchas ocasiones, de someterse á las arbitrariedades de los co- pistas; pero hoy tenemos el medio mucho más barato, eficaz y rápido de las fotocopias, que vulgarizan, por decirlo así, los do- cumentos originales, llevándoles por todas partes como elemen- tos indispensables de comprobación y de crítica. Cuando tengamos á la vista el original de la Confirmación del Fuero de Ndjera otorgada por el Rey D. Alfonso XI ó su foto- copia, podremos, con perfecto conocimiento de causa, resolver la contienda y rectificar, si fuese necesario, el texto publicado por D. Vicente de la Fuente. Entretanto y esperando la ocasión oportuna para realizar una defmitiva comprobación, cumplo con mi deber, entregando á la Academia la copia del Fuero de Nájera^ donada por el Padre Cuervo, que por un involuntario olvido he retenido en mi poder durante tanto tiempo, y el trabajo de cotejo que hice en Mayo de 1909, rogando á la Academia que me perdone mi falta de memoria, y que acuerde se archiven juntas copia y compulsa en nuestra Biblioteca. Madrid, 12 de Enero de 1914. Rafael de Ureña. Cotejo de la copia del FUERO DE N AJERA, donada Á LA Academia de la Píistoria por el P. Cuervo Y el texto impreso por el Sr. La Fuente. (Boletín, i, 2.^ ed., págs. 286-298.) Sirve de base el texto impreso^ señalando la línea de cada página. Pág. 286. (Copia del P. Cuervo, pág. i, lín. i á 13.) Línea. Linca. 3 honrra 1 1 fuesen temidos 5 que 1 1 aquello 9 poner los Reies en escripto 1 1 Icbar 10 regnasen '3 que agora 10 toviesen FUERO DE NAJERA 425 Pág. 287. \ Línea . (Copia pág. I, lín. 13 á 17, y pág. 2, lín. i á 24. Línea. I daque adelantre omite y dice «nomine», 2 Galiisia etc. Para abreviar, supri- 3 Vizcaia .mo esas variantes.) 4 Reina 25 Aldefonso Dei gratiae Rex 7 spiritusancto 25 et Legionis 8 honrra 26 Castellae 8 Santa 26 et in Yspania principatum 10 homme 27 cartam 10 quiere que gelo 27 viris 1 1 adelantre 30 Raimundo 12 canse 30 cun 4-15 Reies 31 ad Naiaram salicet in 15 escripto (Como se ve, la copia da 16 el dos palabras más. Los 16 temidos puntos suspensivos, dice 17 lebar La Fuente, señalan pala- 18 confirmándolo bras ilegibles en el per- 19 serán daque gamino y la copia «pe- 21 Galiisia queños mordiscos de ra- 21 Cordova tas que impiden la lec- 24 nominae (Pone 1 os dipton- tura».) gos de ae: el impreso los Pág. 288. (Copia pág. 2, lín. 24 á 33, y pág . 3, lín. I á 23.; Línea. Linea. I insidentes 10 abuerunt I iuicium I I infanzione 3-4 canden 14 fuerit 4 pertinebit in tali 14 pleben 4-5 Sancis '5 Na gara 5 Garciani 15 infancion 5 iuraverant >7 cualibet 8 suo plebi 18 proinde 9 cuneta saecula amem i8 Naiarae 10 Ista 18 debent 424 BO LETIN I 3E LA REAL AC, \DEMIA I )E LA HISTORIA Linea. Linca. iS jovis convertir la w final en «.) 19 Na gara 27 debet 21 Nagara 29-30 infanzione 21 proinde 30 proinde 22 homine 31 cuanticumque 22 livores 31 ftierit 11 debet 32 cómodo de infanzione 23-24 homicid HD 33 ÍLierit 24 septen 33 cuoque 25 indicen (Evk lente errata 33 debet por «¡ udicem».) 34 V solids 25 debet 34 solids 26 morten (Hay tendencia á Pág. 289. - (Co] 3ia pág. 3, 1 ín. 23 á 34, 1 y pág ;. 4, lín. I á 21.) .inca. Linca. I cuoque 18 ullam 2 medí" 1 18-19 Nagara 2 infanzion 19 pectare 3 solids 22 fortiare. Viduae de Nagare 5 Nagara quae 5 asemitas 24 íuiset 5 ullam 24 petet 6 cuando 25 petet 7 Nagara 25 Nagara 8 saitinas (, ;por «sarcinas».'); 26 aduet domos et ille 27 petet 8 fuiset 28 duabus 9 badat 28 nissit 9 pareat 29 debet 9 Nagara 30 Nagara 1 1 in fonsadi 0 30 vinens (por «vineas») 1 1 solids et med'» 32 Nagara \2 Nagara 32 molendinus •3 pectavit 33 fornus torcntaria autquod- «3 Infanzion de Nagara qumque «4 tantum modo 33 ocasione '5 Nagara 34 Nagara 17 Nagara 34 quequmque voluisset FUERO DE NAJERA 425 Pág. 290. (Copia pág. 4, lín. 21 á 34, y pág. 5, lín. i á 15.) Línea. I quas libet 3 (Dice al parecer «vecide- re», sin duda por «reci- dere».) 6 L solids 7 medm 8-9 Nagara 10 movilem aut in movilem quantamque possidonit (por «possiderit ») cui- qumque 11 infanzione 12 infanzionem in morte 13 vituallia 13 Nagara 14 Nagara liten 15 medietatem Línea. 16 panas '7 suus aut aliud homo 18 ovea 0-21 sagro (por «sagio»") pro pampertas (¿paupertas?) 22 stans 23 Omite: aque 23 omnes 25 et 5-26 abundantiam 2Ó inigundos ( por « irrigan- dos») 29 Nagarella aliquit 29 et medm 30 aliquid 30 evacusaverit 31 pectavit Pág. 291. (Copia pág. 5, lín. 15 á 33, y pág. 6, lín. i á 1 1. ilnea. Línea. 1-2 pectavit 10 contiguit (por «contigerit») 2 et ille cuia fuiset ad hcmiuem de Nagara. 2 in 13 misus 3 quo cumque •3 set 3 Nagara vineans ( por «vi- 14 judicium neas») 14 fideijussores 5 cato (por «coto») 15 tantum 5 Nagara 17 potuerit 5 operam 18 infanzione 5 acor de 19 ricaverit cum homine 6 Nagara 20 Nagara 6 taten (por «talem») 20 maiorem 7 ilio 21 ipsi infanzion 9 acore (suprime la cedilia) 21 Nagara rae maiorem 426 BULE' rÍN DE LA KEAI. ACADEMIA DE LA HISTORIA Linca . Linca 22 Infanzones de Nagara 25 Nagara 22 sunt 26 leguéis (pnr «ligneis») 22 Nagara debunt 26 faclum fuerit in 23 editus 26 Nagara 23 ciiantimo 27 cum 24 debunt 28 sayone 24 infanzone 30 cu;.qumque 24 suum 30 calunnüs 24 tenet 3' Nagara non debet Pág. 292. (Copia pág. 6, lín. 1 1 á 34, y pág. 7, lín. i á 3. Linea. I 1-2 3 4 5 6 7 7 8 I I I I •3 •4 14 15 >5 Nagara ad hominen de Nagara ali- quam ren non debet exire Nagara cuandequmque et si aliquid jpontazgum? ligna fuiset ad Na gara m quaque incalaverit cum Santa propter deshonorem Nagara hubalicum Santa Linea. 16 hubaticum hec montatium 16-17 Nagara 17 defferis Maiares Nagara exierit Nagara montagare 21-22 Ripa Regís 22-23 Ortigosiaellam de Ortigo- siaella debent secundo tercie deinde 27-28 vicinis tle Nagara 28 aducere •7 18 20 20 25 25 26 26 debet Pág. 293. (Copia pág. 7, lín. 3 á 26.) .inea. 1 Nagara 2 Nagara 3 Chimeleo 3 petram Linea. 5 .Sancli iMartiny 6 cun 7 cun 7 Laenzella Línea. 8 cun 9 cun lO Besares lO cun 12 Hortigosillam 13 Ebrionis 13 Na gara 14 es •5 Na gara 16 quicumque «7 cun '7 infanzion i8 picus FUERO DE NAJERA Línea 18 se 19 venerit 19 debent theionen daré 20 ville 21 agrimonium 21-22 rancuram 22 et 23 fectum occidit 24 fuiset 24 Nagara 25-26 Nagara 26 temit Nagaram 28 exensadia 427 Pág. 294. (Copia pág. 7, lín. 26 á 34, y pág. 8, lín. i á 18.) Línea Linca I acor (falta la cedilla) 16-17 corta murto 2 Torreciella 17 dimidio 3 ómnibus 18 bovem 3 Nagara '9 bovinum 4 almude 19 femineo 5 supti sunt 20 escornaverit bobum 6 concilium de Nagara debet 21 auguen (por cenguera») 7 cuoque 21 caballar! 8 emendi de 22 seis 8 quartam 22 auguera 9 uno cuoque 23 cuadrupedem (0 cusenda 23 aleite ( I unum 24 Entre .matre>' y «possit» 12 quaque (que escribe . «3 parten 25 curtaverit '3 quiqunque rex 26 suo M Nagara 27-28 solida '5 illum 28 med'" 16 cum cortaverit 29 damnatores i6 unan debent 29 mas (sin duda pcjr «suas»") 428 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Linca. Linea. 30 omnes 30 elimicus 30-31 Nagara 31 31 et qui fuit aductus in vetato Linca. Pág. 295. (Copia pág. 8, lín. 18 á 34, y pág. 9. lín. i á 13.) Linea. I baca ta («años de N. .S. J. C. 2 sine (sin duda por «vini») 1076»). 2 fiiiset '3 Aldefonsus Imperator Ispa- 3 ovibus niae qui 3 poreis (sin du( da por «por- 13 tan cis») 14 cuan 4 unum 14-15 corroboravi 4 fuiset 15 amno 5 eivaticum 18 Daragoga 5 auten 18 Castieüae 6 aut •9 Gallicie 6 homines 19 infrigisset 6 suprascriptos 21 Abyi on 7 Aldefonsus 22 absorbuit 7 Galliciae 22-23 Gilaldus 7 Castellae 23 scripsit 9 irán 23 majoris Hugovis 10 in currat 24-25 confirmaremos 1 1 damnatus 26 otorgárnosles 12 cuater 26 privilegio 12 Aquí añade el actual copis- 27 30 Reies ficiese Linca. Pág. 296. (Copia pág. 9, lín. 13 á 34, y pág. 10, h'n. i á 12.) Jas Gallicia Cordova en Algarbe (omite «et» y , y añadiendo, con buen acierto, que «si se decreta la declaración de monumen- to nacional para esta fachada, ka de unirse á ella la crujía de que forma parte, por ser su sostén y el de su cubierta, y contener además curiosos artesonados en sus techos», manifestación á la cual se adhiere también esta Real Academia, Lo que, con devolución de los documentos remitidos, tengo el honor de elevar a conocimiento de V. E., cuya \-ida guarde Dios muchos años.» La Academia, sin embargo, resolverá lo que estime más opor- tuno. Madrid, 13 de Febrero de 1914. Adolfo Bonilla y San Martín. (i) Hefele, Le Cardinal Ximc'nés, trad. francesa, 1869, pág. 86. 436 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA VII EL EX CONVENTO DE SAN BENITO DE ALCÁNTARA EN LA PROVINCIA DE CÁCERES Una patriótica moción del dignísimo señor Senador por Caca- res, D. Eloy Sánchez de la Rosa, aprobada por la Alta Cámara, motivó la Ley de 30 de Diciembre de 1912, para cuyos efectos la Superioridad pide ahora á la Academia el presente Informe, que, por encargo de nuestro Director, he redactado, á fin de ra- zonar debidamente la pedida declaración de monumento nacio- nal de un olvidado y arruinado edificio, convento que fué bajo la advocación de San Benito, de los caballeros y freires de la orden militar de Alcántara, cuyos hechos gloriosos van tan unidos á los de la Historia patria. Bastaría, en efecto, que se relacionara con el historial de aque- lla caballeresca institución, el citado monumento, para estimar- lo, si además no le abonasen, pregonando aquel pasado caballe- resco, los sepulcros, los epitafios, las memorias epigráficas y bla- sones nobilísimos que todavía se conservan en él. No pocos mo- numentos hay, y uno de ellos es el convento de San Benito de Alcántara, que constituyen verdaderas y notables páginas histó- ricas, y que en este respecto son más merecedores que otros de la protección del Estado y de la atención de las Academias y de las personas estudiosas. Fueron los insignes Reyes Católicos quienes dispusieron la construcción del convento, para lo cual fué elegido un terreno situado á dos kilómetros al SE. de la villa de Alcántara, y co- menzadas las obras el día 1 1 de Abril de I499; mas como luego pareciese mejor levantarle dentro de los muros de la villa, esco- gido de nuevo sitio, á la parte NE., y hecho un repartimiento en la orden de 500.COO maravedís para la fábrica, sabemos que ésta se hallaba en obra en IJ de Junio de I 505 por testimonio del rey I). Fernando, que expresaba con esa fecha estarse haciendo EL EX CONVENTO DE SAN BENITO DE ALCÁNTARA 437 el convento por su mandado. Consta asimismo que al año siguien- te, por los meses de Abril, Mayo y Junio, se compraron algunas casas, solares y huertas para continuar el edificio, y no acabó el año sin que ocuparan el nuevo convento los freires; pero conti- nuaron las obras, dándolas por terminadas, con las de la iglesia, en 1576. No nos detendremos á describir el edificio, pues que de su mérito arquitectónico ha de juzgar la Academia de San Fernando. Bas- tará á nuestro propósito saber que la severa fábrica, de mampos- tería y sillería berroqueña, y hoy en lastimoso abandono, y aun ruina en algunas de sus partes, es, á pesar de estar construida en el siglo XVI, de traza gótica en las bóvedas nervadas, y por con- siguiente en la disposición de sus elementos, y de un estilo en que se mezclan el ojival y el del Renacimiento. Apreciase lo que fué aquella magnífica fundación por la iglesia, que quedó sin aca- bar, y es de tres naves; los claustros y galerías, de ligeras arca- das; el convento, con sus varias dependencias, con sus celdas ó dormitorios, su hospedería, los aposentos para el Prior y su ser- vidumbre; la Audiencia y cárcel eclesiástica; el refectorio, prece- dido de la cuadra llamada de Proftmdis, y, en fin, las bodegas, caballerizas, etc. Pregona su alto origen la fundación con los escudos de los Reyes Católicos, que se ven en el claustro bajo, y las armas reales de la casa de Austria, que aparecen esculpidas al exte- rior, en los estribos cilindricos coronados con pináculos florenza- dos, que refuerzan los ángulos del edificio, y en el ábside de la iglesia. El particular valor histórico del monumento esta en las funda- ciones do que se conservan memorias, y en que tanto la iglesia como el claustro son á manera de panteón de famosos comenda- dores y nobles caballeros de la orden. Entre las fundaciones son de notar, en la iglesia, las capillas colaterales. La del lado del Evangelio muestra bajo un arco, con los bla- sones del fundador, su arca sepulcral con este epitafio: 43Íi BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Esta capilla mandó hacer para su enterramiento E. M. I. S. D. Diego de Santillán., Comendador mayor de esta insigne Orden y Cab alleria de Alcántara^ Capitán general en la toma de Granada. E alie ció á treinta días del mes de Julio de 1503. En la capilla del lado de la Epístola, también bajo un arco y bajo dos escudos con las armas del fundador, está su arca sepul- cral con este epitafio: Esta capilla mandó hacer para su enterramiento el muy ilustre Señor D. Nicolás de Ovando^ Comendador mayor de esta insigne Orden y Caballería de Alcántara^ Capitán general de las Indias^ Islas y tierra firme del mar Occeano. Falleció á zg de Mayo de ijii años. La importancia de este famoso personaje en la historia de nuestra dominación en América, donde sucedió á Francisco de Bobadilla, nos exime de mayor encarecimiento. Contigua á la capilla de Ovando hállase otra, debida al maes- tro Pedro de Ibarra, que la concluyó en 155O) según expresa una inscripción que se lee sobre el retablo, y fué fundada por el Co- mendador de Piedrabuena D. Frey Antonio de Xerez, cuyo sepulcro, labrado en alabastro, con su estatua yacente que le representa con su armadura, y ostenta de relieve en los lados del arca las imágenes de San Jerónimo, San Agustín y los Santos Evangelistas, se ve en el centro del sagrado recinto. Los blaso- nes del fundador resaltan en el sepulcro, en el coronamiento de la sillería y en el de la reja de la capilla. » Aún se hallan en la iglesia el enterramiento de Frey Ruy Díaz Maldonado, y en el claustro las sepulturas de insignes caballeros de la orden y notables personajes, y en una capilla que hay en CULTOS EMERITENSES DE SERAPIS Y DE MITHRAS 43^ un ángulo del mismo, es de notar el enterramiento, con estatua yacente, del Maestre D. Suero Martínez (Rodríguez según otros, y aun se cree que su verdadero apellido fué Barrientos), que vi- niendo de la villa de San Julián del Perero, tomó, con la orden,, posesión de Alcántara en 12 18. No será necesario enumerar más recuerdos de días gloriosos para dar á entender que esc arruimado convento, amenazado de total ruina, con la que quedarían sepultados bajo sus escombros esos memorables sepulcros, y perdidos cuantos preciados testi- monios conserva de su grandeza, sobre los que ya perdió del tesoro artístico que guardaba, reúne méritos bien suficientes- para ser declarado monumento histórico nacional, como justa- mente se ha pedido. La Academia, como siempre, acordará lo más acertado. Madrid, 23 de Enero de 19 14. José Ramón Mélida. VIII CULTOS EMERITENSES DE SERAPIS Y DE MITHRAS Fiel á mi costumbre de dar cuenta cada año á la Academia del resultado de las excavaciones que bajo mi dirección se prac- tican en Mérida, he creído oportuno hacerlo hoy, especialmente de los hallazgos logrados en el sitio donde por otros indicios se sabía que existió un templo dedicado á Serapis y á Mithra, ó acaso dos santuarios respectivamente consagrados á cada uno de estos dioses extranjeros, dejando para otra vez la mención de los avances conseguidos en el descubrimiento del Teatro romano. Mas los nuevos hallazgos de que voy á ocuparme piden algunos antecedentes. En 1902, con ocasión de sacar de cimientos un edificio des- tinado á Plaza de Toros, en un sitio extremo de Mérida, a! S, O., en el cerro llamado de San Albín, que domina al Guadia- 4í0 boletín de 1.a real academia de la historia na, ocurrió al remover la tierra el hallazgo casual de algunas es- tatuas despedazadas y de otros mármoles, contándose entre unas y otros piezas cierto número de inscripciones de que dio cuen- ta á la Academia el Sr. Marques de Monsalud (l), el cual con- siguió para su colección particular casi todos los mármoles epi- gráficos. Suspendidas las obras de la Plaza de Toros, allí quedaron y tuve ocasión de ver, cuando por vez primera visité Mérida en 1907, las estatuas y otros mármoles que, con los dichos de la colección Monsalud, me convencieron de que todo ello provenía de un templo ó templos del dios greco-egipcio Serapis y del dios persa Mithras, á los que verosímilmente, debió rendírseles culto en aquel paraje. En la casilla de la obra fueron guardadas con los fragmentos y mármoles pequeños las estatuas, menos la mayor de ellas, que por su enorme peso quedó sobre la removi- da tierra del redondel, donde fué encontrada, expuesta á las in- jurias del tiempo y las más temibles de los hombres, de las que mostraba huellas, pues un pie y una mano le habían sido arran- cados. Nos interesamos varias personas por la triste suerte de tan importantes monumentos arqueológicos, y conseguimos que fue- ran llevados al Museo de Mérida, donde se hallan. Hace pocos meses, en el pasado año de I913, reanudadas las obras de construcción de la Plaza de Toros, apenas removida de nuevo la dicha tierra del redondel, salió á luz, inesperadamente, una hermosa estatua del dios Mercurio; y este nuevo hallazgo fué más que suficiente indicio de que el filón arqueológico del cerro no se había agotado y de que era necesario y urgente explotarle, como así se hizo por la Comisión de excavaciones que presido, habiendo conseguido descubrir nuevas estatuas y epígrafes que con el citado Mercurio completan y enriquecen la serie de esos monumentos en el Museo de Mérida. Seis estatuas y dos cabe- zas, mas varios fragmentos escultóricos y algunos epígrafes cons- tituyeron el hallazgo de 1902, y siete estatuas, mas una cabeza y (() Véase Boletín, tomo xliii, págs. 242 á 245, y tomo xlv, pág. 445. CULTOS EMERITENSES DE SERAPIS Y DE MITHRAS 44 í crecido número de fragmentos, dos aras votivas y restos de otras constituyen la parte complementaria de ese tesoro arqueológica descubierto en 1913, á lo que añadiremos una cabeza descubierta este año. No habiendo sido publicados más que aquellos epígrafes y algunas estatuas (l), y siendo partes de un todo interesantísimo, en su mayoría inédito, las esculturas de uno y otro hallazgo^ piden todas ser aquí estudiadas. Los cultos. Será bueno recordar algunas particularidades de los cultos exóticos de que dan testimonio las esculturas que motivan estas líneas. Sabemos que el dios greco-egipcio Serapis tuvo su centro de culto en Alejandría, de Egipto, donde se conserva su santuario subterráneo, el famoso Serapeuní, bajo la columna monolita llamada de Pompeyo y debida, según parece, á Diocleciano, que estaba rodeada de los pórticos y propileos del templo. Sabemos asimismo que Serapis, cuyo culto fomentaron los Ptolomeos con fines político-religiosos, se nos ofrece como nueva y postrera forma del dios egipcio Osiris, de quien acaso procede ó con quien fué identificado (2), habiéndolo sido por los griegos con Júpiter^ al propio tiempo que con Helios (el Sol), con Plutón el dios del mundo subterráneo, como Osiris, el juez de las almas en la doc- trina egipcia y con Dionysos; de modo que participó del doble carácter de divinidad solar é infernal, á lo cual responde lo mis- terioso de su culto. Sabemos, en fin, que ese culto, desarrollado y mantenido en Alejandría en la época helenística, continuó en la época romana, y en ella, unido al culto de la diosa egipcia Isis (esposa de Osiris), pasó primero á Malta y á Sicilia, luego á la (i) El Sr. J. Leite de Vasconcellos en Religióes da Lusitania, tomo iii, figuras 149, 150, 151, 154, publica los mármoles que señalamos en este es- tudio con los números i, 3, 4 y 8. (2) Toutain: Les cuites paiens datis I' Empire romain^ tomo 11, pág. 8. 442 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HLSTORIA Italia meridional y á la Tarquinia, y por último á Roma; se pro- pagó después á las provincias del Imperio, incluso á España, donde son bien conocidos sus testimonios epigráficos de Ampurias, Tarragona, Acci (Guaclix), Itálica y éstos de Mérida, donde por dicha también los hay escultóricos. En cuanto al niithraismo ó religión del dios persa Mithras tuvo un carácter naturalista, y se cree que tuvo origen en la India ve- dica, denotando en sus elementos astronómicos la influencia de la Caldea y que en Media y Persia adquirió un cierto valor moral y místico. Así lo expresa M. Toutain (l) en el especial y notable estudio que ha hecho de la materia, y luego define de este modo €l carácter del dios (2): «Mithras fué el héroe de un mito compuesto de episodios múl- tiples y diversos, representados en los relieves. » Aparece como el dios que preside á las manifestaciones más importantes de la vida universal; nacido de una piedra, personi- fica la primera aparición del día naciente por cima de hs monta- ñas que limitan el horizonte; hace brotar de una roca el agua ne- cesaria para la vida humana y la existencia de todos los seres; es el protector de la vegetación, guardador de los frutos; confía la dirección del carro solar á un personaje iniciado (en los mis- terios), y con el cual ha sellado alianza; y, en fin, el toro que de- güella es la fuente de toda generación, y la sangre del animal, repartida por el dios vengador, lo impregna todo de vida y de fertilidad.» «El fundamento de la moral mithríaca (de origen zoroástrico- iranio) es el dualismo de los dos principios opuestos: Ahriman y los devas, genios perversos que constituyen su ejército, son en el mundo las representaciones de las tinieblas, del error, del mal, mientras que Ormuzd y sus V(^^ I D > m ^ w q? 03 "O O 7^ o 2 > Q>> w 3 o m N > 1 > O m c 2 c o c_ CÓ m O) 2} CULTOS EMERITENSES DE SERAPIS Y DE MITHRAS 445 reducido al I55 de nuestra Era, correspondiendo al reinado de Marco Aurelio. También en ambas inscripciones, fechadas como en otras del mismo templo, dedicadas á Mithra, figura como principal persona de la cofradía afecta al dios, un C}ayo Accio Hedychro, que ostentaba en ella el título de Pater Patrnm, grado máximo de los siete que comprendía la iniciación (l) en los misterios de Mithras. Este Hedychro, nombre cuyo origen griego nos hace pensar en la estirpe oriental del sujeto, acaso fué principal mantenedor del tal culto en la ciudad, y á quien pa- rece se debió en gran parte el esplendor del templo, pues su nombre se repite en aras y estatuas v^arias de las que voy á des- cribir. A propósito de ellas, conviene recordar que los santuarios de Mithras no solamente contenían la imagen de este dios y las de los genios, de su ciclo, sino también las de otros dioses, altares y ex- votos á ellos dedicados (2). Es decir, que los dioses orientales vi- vieron en buena compañía con los del panteón oficial romano. No es, pues, de extrañar que las imágenes de algunos de éstos os^ tenten dedicaciones al dios invicto. Acaso el pontífice Hedychro, que es por lo común el dedicante, llevó por buena política este modo de congraciarse con las deidades de Roma, adoradas priri' cipalmente por los emeritenses. Esculturas encontradas en 1902. I. — Cabeza de tma estatua del dios Serapis (lám. 11). Mármol blanco. Altura, 0,30 m. Cabellera y barba dispuestas en grandes y desordenados rizos, como corresponde á una deidad infernal. Ciñe el pelo una cinta anudada sobre la nuca. Los ojos están hue- cos, por haberlos tenido incrustados de otra materia brillante y (i) San Jerónimo, en su Epístola CVII ad Laetam, señala así los siete grados: Cí7ra^ (el cuervo), Crypkius (el oculto), Miles (el soldado), Leo (el león), Pcrses (el persa), Heliodiomiis (el mensajero del Sol), Paícr (el padre). (2) Toutain: Les cuites paiens^ tomo 11, pág. 123. TOMO LXIV. 29 446 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA acaso preciosa, como la famosa imagen de este dios, adorada en el Scrapeum de Alejandría, que era obra del escultor Briaxis, y tenía los ojos de piedras preciosas, que refulgían en la obscuridad del santuario. La expresión de la faz es dulce y enérgica, como corresponde á un dios paternal y misterioso. En la parte superior de la cabeza se advierte un corte horizontal, en cuyo plano se apoyó el viodius 6 calathus, en figura de cestillo, símbolo de la fertilidad de la tierra en la época de la recolección, y por ello, privativo del dios. Este atributo, en la presente imagen debió ser de metal. La cabeza es estimable como obra de arte. No se ha encontrado el cuerpo de esta estatua; pero sí un epí- grafe dedicado al dios S[arapi\s, adquirido y publicado por el se- ñor Marqués de Monsalud (l), y la siguiente estatua pequeña, pero sin cabeza. 2. — Júpiter- Serapis (?). Estatua varonil, falta de la cabeza, de las manos y parte de los brazos y pies. Mármol. Altura, me- tros 0,52. Base, 0,37 m. de longitud por el frente y 0,32 m. por el costado. El dios aparece sentado en una cathedra, como es- taba la citada estatua alejandrina, debida á Briaxis, que se con- sidera debió servir de prototipo á las que de Serapis se conser- van, entre ellas una muy buena, de mármol, del Museo de Ale- jandría. r3e estas imágenes se diferencia la presente en que no lleva túnica como ellas, sino solamente manto, que le cubre las piernas, dejando al descubierto el torso desnudo. Por esta cir- cunstancia, podría conjeturarse que esta pequeña estatua, de arte mediocre, representara á Júpiter-Serapis ó tan sólo á Júpi- ter, identificado con el dios greco-egipcio, por el concepto pa- ternal que ambos expresan. 3. — Estatua del genio de Mithras yEon 6 Zervan-Kronos, ima- gen simbólica del tiempo, como lo es del curso del Sol la ser- piente que lleva enroscada al cuerpo (lám. v). Mármol blanco. Altura, 0,90 m. La cabeza, que se halla incompleta, y de la cual pareció en 1903 un trozo, juntamente con otro de un brazo, es de león; le faltan las piernas desde las rodillas y las manos. Tiene (i) Boletín, lomo xliii, pág. 245. boletín de la Real academia de la Historia LÁM III Cliché González Arnao. Fot. Lacoste - Madrid Cliché Mélida Fot. Lacoste - Madrid ESTATUA DEL RÍO ANAS Mármol. - Longitud 2 "i; Altura 072. CULTOS EMERITENSES DE SERAPIS Y DE MITHRAS 447 alas y está desnudo, cubriendo tan sólo de la cintura á las ingles un lienzo, sujeto con un grueso cingulum. Con esta imagen se halló en Ig02 otra del mismo genio mi- thríaco; mas como quiera que su cabeza ha sido encontrada ahora y con ella puede ser mejor apreciada la figura y su simbolismo, la describiremos más adelante. 4. — Estatua del río Anas (lám. iii). Tal es, á mi juicio, y no creo pueda ser otra, la representación de esta figura colosal, de mármol blanco, de 2 m. de longitud y 0,72 de altura, que pare- ció sin cabeza y sufrió luego las mutilaciones de sus extremida- des, según queda indicado. El señor Marqués de Monsalud la des- cribió sencillamente, diciendo (l): «representa un varón envuelto en amplio ropaje, tendido sobre el lado izquierdo»; é interpretó de esta suerte una pequeña inscripción que se ve grabada sobre el manto, en la parte que cubre el muslo izquierdo del personaje: G • ACC • hEDYCFRVS P«PATRVA\ G[aíus) Acc[ms) Hedychrus P{aíer) Pairum. Gayo Accio Hedychro, Padre de los Padres. Aparece esta dedicación de Hedychro, el pontífice ó cofrade mayor de Mithras, como otras, en estatuas de diferentes deida- des. La estatua no es de tal personaje ni de otro mortal, sino de un inmortal, de un dios, como lo prueba el no llevar la imagen más vestidura que un manto que deja descubierto el torso des- nudo. Y ese dios, echado sobre las ondas de un río y con el bra- zo izquierdo apoyado en un delfín, no puede ser otro que el río Anas 12) de Estrabón (el Guadiana de los árabes y de nuestros (i) Boletín, tomo xliii, pág. 244. (2) Así lo consigne en mi Catálogo Monumental y Artístico de la ¡irovin- cia de Badajoz, todavía inédito. El Sr. Macías, que en su libro Metida Mo- nuvienlal y Artística ipág. 181) se ha hecho eco de esta opinión mía, dice en una nota que cuando la estatua fué encontrada en 1902 conservaba su cabeza el delfín y el dios su mano con el dedo índice dentro de la boca del animal. Así lo deja entender una fotografía hecha antes de la mutila- ción por el Sr. González Arnao con motivo de una excursión á Mérida, 448 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA tiempos). No hay que esforzarse mucho para buscar términos de comparación en la escultura antigua. Bastará recordar la estatua alejandrina del Nilo y otras varias imágenes oceánicas y fluvia- les, siempre en figura de un dios paternal y bienhechor, recos- tado sobre las ondas. Todas estas imágenes, como la del río Anas, tuvieron por prototipo la del Ilisos, esculpida por Fidias para el Partenón de Atenas. En cuanto á la relación que debió tener el Anas con el culto de Mithras, menester es decir que en todo santuario de este dios era elemento esencial la presencia ó proximidad del agua (l), y, en efecto, el paraje en que debió estar el templo y se han des- cubierto sus imágenes, está próximo al Guadiana y bien cerca de las murallas que cercaban la ciudad, en las cuales se ve aún la canal que repartía el agua que traían los acueductos para las necesidades urbanas. Considerada la presente estatua desde el punto de vista artís- tico, se advierte algo de desproporción en las partes que compo- nen el torso y que la ejecución, dura en el desnudo, es más blanda y mejor en los paños y accesorios. 5. — Venus (lám. viii). Estatua de mármol. Altura, sin la cabeza (pues la que para completarla se la ha puesto, diademada, no pa- rece corresponderle), 1,27 m. El zócalo en que apoya la figura tiene de alto 0, 08. La diosa aparece en pie, desnuda, si bien en- cubre un tanto su pudor con el manto que sujeta con la mano izquierda. Su actitud es semejante á la de la Venus praxiteliana, cuyas copias antiguas se reconocen en la del Vaticano, la Capi- tolina, la de Médicis, etc., y es muy semejante á la de Bullas (Murcia) existente en el Museo Arqueológico Nacional, la cual tiene el manto en análoga disposición. Representan todas ellas á la diosa del amor en el momento de su nacimiento de entre las ondas del mar, y por eso lleva esta imagen, como la de Médicis, Cáceres y Plnsenciíi, de qus fué cronista el señor Marqués de Figueroa, publicada en el Boletín de la Sociedad Española de Excttrsiones, tomo xiii (1905), páginas 21 á 43 y lámina xiii. (i) Toutain: Les cuites pa'iens, tomo n, pág. 134. <^ ^y¡/\ ^. ^■o \j^\7 ^^Bfj^Sitm^^^S^^^^^^^^^^j^ñ ^ i? ■♦ ^^^^^^^^** ^^^^^ ^^^^^Bh^^^^^^^^^^^^^H^^taaiK^^^^Sk^^^^^^yjl ^fc/' 1'^ ^^^iS j^B^SS^^jf^^^^^^f^aM ^n ÍHü ^CZm^^SSSisí^^^B^^^^^jH^^h , '^ H|^^^^HflK^H^^^| k s ¿S n^m CULTOS EMERITENSES DE SERAPIS V DE MITHRAS 449 al lado izquierdo un delfín, sobre el cual va Cupido. Escaso es el mérito de la escultura, algo desproporcionada. 6. — Estatua varonil (^Esculapio?), algo menor que el natural (lám. v). Mármol. Altura I,20 m., sin la cabeza y pies, que faltan. Se envuelve en un manto que deja al descubierto el torso des- nudo. Incompleta y falta de atributos como se halla esta figura, no es posible identificar su representación mitológica, que recuer- da las de los dioses de carácter paternal, como el dios de la Me- dicina. Es obra de mejor arte que las dos anteriores, y en espe- cial los paños están tratados con cierta sobriedad y blandura. Con estas esculturas se hallaron fragmentos varios de otras, entre ellos, dos de ropas de una estatua colosal y del zócalo con los pies de una figura pequeña, y junto á los pies el arranque de un ara. Esculturas encontradas en 1913. 7. — Estatua del dios Mithras^ falta, por desgracia, de la cabeza, de las manos y de un trozo de la pierna derecha (lám. iv). Mármol. Altura de la figura, 1,47 m., y del plinto en que se apoya, 0,07 m. Aun mutilada como se halla la estatua, se reconoce como imagen de Mithras por el traje asiático con que aparece, compuesto de tú- nica frigia, recogida dos veces, esto es, por dos cinturones, según indican sendos pliegues, uno á la altura de la mitad del pecho, y otro algo más bajo que el talle; clámide prendida con una fíbula ó broche redondo sobre el hombro derecho, y calzado consisten- te en borceguíes del tipo éndromis. Junto al cuello de la figura y sobre los pliegues de la clámide ondulan los rizos de la cabellera, juntamente con las caídas del gorro frigio, característico del dios. En tal forma y traje se ven otras imágenes de Mithras. La pre- sente lleva, como muchas estatuas de mármol, por refuerzo al lado izquierdo, un tronco, y junto á él, en el frente, un delfín, como la estatua de Venus, por alusión, sin duda, á la presencia del agua, necesaria para las ceremonias en los santuarios del dios greco-persa. En el frente del plinto de la figura se ve grabada esta intere- sante inscripción; 45° BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HLSTORIA INVICTO SACRXM C • CVRI VS • AVITVS • ACCI • HED YCH<0 • PA • AUMHTPIÜS EIIOIEI Invicto sacnim C{aius) Curius Avitus. Acciyo) Hedychro Pa{ire). Consagrado al Invicto por Cayo Curio Avito, siendo Padre Accio- Hedychro. Demetrio liacia. El empleo del imperfecto ¿Tioíet, en vez del aoristo ó indetermi- nado ¿TiotYjcev (hizo), tan usada en versos griegos y otras obras de la buena época, es corriente en obras encontradas en Italia, y al contrario en las de Grecia y Asia (l). Esta inscripción bilingüe contiene, como se ve, la dedicación en latín de la estatua, por un devoto del dios, en los días del Padre Hedychro, y algo que nos interesa más, la firma en grie- go del escultor á quien es debida la obra. El nombre de Deme- trio y su escritura en lengua griega, con la fórmula ¿Trocet, indi- can la mano de un artista griego que trabajaba en Mérida en el siglo II. Ninguna otra de las estatuas de que me ocupo está fir- mada; pero la analogía de factura de algunas de ellas con la de Mithras, que acaso por ser la principal firmó Demetrio, induce á pensar que sean de su mano esas también. En cuanto á quiéri fuese este artista, tan sólo es posible decir que tal firma ha sido ya registrada en alguna otra escultura (2), no hallada en España, lo que acaso prueba que hubo más de un escultor de ese nombre. 8. ^Estatua del genio mithriaco ^^on ó Zervan-Kronos (lá- mina y). Es la encontrada en ig02 y ahora completada con el feliz hallazgo de su cabeza. Mármol. Altura, 1,62 m., y del plinto en que descansa, 0,05 m. Aparece en pie, desnudo, imberbe, con larga y desordenada cabellera, con una cabeza de león sobre el pepho; rodeada á su cuerpo una serpiente, cuya cabeza apoya en lo alto de la del personaje mítico. Faltan los brazos y las alas, que (i) J. Reinach: Traite d'épigraphie grecque. París, 1885, pág. 434. (2) Hirschfeld: Tüuli statiiariorum sculplonimqiie graecoriim, número^ 131 a. (^yo _l O — (N o £ ir m < > « Lll k o z o :¿ z < > lú N O z o LÜ CULTOS EMERITENSES DE SER APIS Y DE MITHRAS 45 1 fueron piezas aparte. Junto á la pierna izquierda se ve la cabeza de un macho cabrío. El simbolismo que encierra esta extraña imagen es el siguien- te: Zervan-Kronos representa el Tiempo; la serpiente que parece aprisionarle, el curso del sol, como ya lo expresó la simbología egipcia. La desordenada cabellera, ceñida por una cinta, comple- ta, como en las imágenes de Apolo, la representación solar, y para mejor indicarla debió llev^ar unos rayos de bronce forman- do á modo de corona radiada, encajados en la serie de agujeros que sobre la frente se advierten entre el pelo. Es, en suma, la presente estatua una imagen del curso del Sol invicto en el tiem- po y en el espacio. Idéntico simbolismo encierra la estua leontocéfala que queda descrita bajo el núm. 3, y ambas, en el santuario, completaron la idea que representan. Porque según la doctrina caldea (l) el cielo tenía dos puertas, cuyas llaves guardaba Zervan-Kronos, y esas puertas estaban bajo los signos zodiacales de Cáncer y Capricor- nio; por la primera descendían las almas del cielo á la tiera, y por la segunda subían á él después de su morada temporal en el cuer- po humano. De esta interpretación se desprende que la cabeza del macho cabrío indica el signo de Capricornio y, por tanto, la figura que por faltarle los brazos no vemos en sus manos las lla- ves del cielo, que seguramente ostentó, es la del genio de la as- censión de las almas. Y la indicada estatua semejante (núm. 3), del mismo genio, debió ser la que bajo el signo de Cáncer, cuya representación falta, así como otras partes accesorias, á la muti- lada figura, expresaba la idea de la descensión de las almas. Otras imágenes del mismo género, no halladas en España, tie- nen las llaves en las manos (2). Las dos estatuas emeritenses son de buen arte, y la mejor de ellas la más completa y mayor. Es de factura vigorosa, que acusa bien el modelado, delicado al tratar rostro y cabellera; y en con- (i) Toutain: Les cuites paiens^ tomo 11, pág. 127. (2) J. Reinach: Réperioire de la Statjiaire antique, 1. 1, pág. 296, núm. i . 1 93. F. Cumonl: Tcxtes et monuments , tomo 11, pág. 213, fig. 41; pág. 216, figu- ra 47; pág. 238, figuras 68 y 69; pág. 259, fig. 96. 452 BOLETÍN DE lA REAL ACADEMIA DE LA HISTOKIA junto, á pesar del extraño maridaje de hombre y serpiente, es una estatua no exenta de belleza. 9. — Estatua varonil, mutilada (lám. vi). Mármol. Altura, 1,26 m., y del plinto en que descansa 0,o8 m. Le faltan la cabeza y muchas partes de las extremidades. Además está partida por cerca de la base, donde se ve un peñasco sobre el que apoyaba el pie izquierdo, cuya pierna tuvo doblada hacia adelante; postura en que gustó de poner algunas de sus figuras el escultor griego Lisipo. Se aprecia por los indicados restos que representa á un varón en pie, desnudo, con manto que le cubre por las ingles. El brazo derecho levantado y doblado. El león, como observa M. Cumont (l), debía recordar á los iniciados en los misterios de Mithras el poder destructor del Tiempo, que todo lo devora. 10. — Estatua de un gallardo joven (lám. vi). Es algo menor que el natural. Mármol. Altura, 1,12 m. y el plinto 0,08 m. El per- sonaje aparece en pie, con la pierna izquierda ligeramente do- blada, en la postura que vemos las figuras de Policleto; lleva clámide, que descubre el bello torso del joven. La cabellera ri- zada recuerda la de Apolo. Junto á la pierna derecha se ve un tronco de árbol, y delante del tronco un león sentado. Entre los trozos sueltos hay un antebrazo y mano que sujeta un objeto cilindrico, posiblemente una antorcha. Antorcha y león me inducen á conjeturar si esta figura y la anterior pudieron ser representaciones de otros dos genios mi- thríacos, los dadójoros (2), Cautes y Cautópates, de significación astronómica, que uno con antorcha levantada y el otro con an- torcha humillada y con signos zodiacales aparecen como compa- ñeros inseparables del dios Mithras en algunos grupos. Pero es de notar que á esta atribución de las presentes figuras se opone la circunstancia de que, como observa Cumont y confirman varios monumentos, los dadóforos aparecen con traje frigio (3). (O Texíes et moiimnents^ tomo i, pág. 79. (2j Toutain: Les cuites paiens, tomo 11, pág. 125. (3) Cumont; Textes et mojnanents, tomo i, páginas 203 y 204; tomo 11, numerosos monumentos en especial, pág. 228, fig. 59; pág. 270, figuras 1 1 1 y ' '3; píig- 482, figuras 416 y 417. Cf S"L^ 0> OÍ X) • o c 73 ^ ¿-e. /3 -I Tf o _ 0: « 5 = Sí í ^ LU 5 -I O si o: < íi C/) •<« CULTOS EMERITENSES DE SERAPIS Y DE MITHRAS 453 Las dos estatuas son estimables como obras de arte, y la se- gunda lo es más por la graciosa apostura del personaje. II. — Estatua de Mercurio en reposo (lám. vii). Mármol. Altura, 1,51 m. Fué descubierta casualmente el día 31 de Agosto de 1913. Representa al mensajero de los dioses sentado sobre una roca, en la que ha dejado su clámide. Desnudo y gallardo, el dios calza sandalias con alas. Le falta buena parte de la pierna izquierda, y la derecha pudo ser completada con un trozo que fué descubier- to en 1902. Sobre la roca en que descansa, y apoyada en la clá- mide, ha dejado la lira, de que fué inventor Mercurio, el cual la construyó con el caparazón de una tortuga que halló en la gruta de Maya, y á la que añadió unas cuerdas de distinto grosor, las cuales pulsó arrancándole melódicos sonidos. Oyó esta divina música Apolo, y prendado de ella, pidió á Mercurio la lira, que hubo de dársela, sirviendo de prenda de reconciliación entre ambos dioses, antes enemistados por haber el segundo robado al primero sus vacas. La representación que aquí vemos de la lira es de las más completas que pueden darse, conforme á la forma primitiva de tal invención. Está formada por los dos caparazones de una tor- tuga, de los que se elevan dos cuernos de antílope, unidos por un puente que simula ser de hueso, al que están sujetas las cuer- das (lám. vn). lan sólo se opone esta lira á la primitiva, que solamente tuvo tres cuerdas, al ser éstas en número de lO (i). Posibler^ente, la lira y el inmortal que la inventó, se relacio- nara con las prácticas de los misterios de Mithras, (r) T. Reinach, en el artículo Lyra, del Dictioimaire des anUquites gréc- ques et rotnaines, tomo iii, 2.* parte (París, 1904), pág. 1.444, consigna que la lira tuvo primeramente tres cuerdas, luego cuatro; en el siglo vi, por invención de Terpandro, tuvo siete; después ocho y nueve. En la segun- da mitad del siglo v Frynis de Mitilene le dio i i cuerdas, y de 12 fué muy usada en la época alejandrina. Una pintura de vaso, con figuras negras, del Museo de Munich, y las monedas de Calymna y Perdoselene, repro- ducen la lira formada con el caparazón de una tortuga, como aquí se ve, por alusión á la lira originaria; pues este instrumento, en la misma anti- güedad griega, se construyó con caja de madera, de forma bien distinta á aquélla. 454 boletín de la real academia de la historia En la superñcie convexa del caparazón de la tortuga se lee esta inscripción (l): ann -col-clxxx Invicto deo mit-i^ae S ACR & • ACCIVS* HEDYCHRVS PATER A • L • P • Ann{o) Colipniae) CLXKX Invicto deo Mithrae sacr{ii»i) G{aius) Accius Hedychrtis Pater aitiimo) liibens) pipsuif). En el año ciento ochenta de la Colonia, al Invicto dios Mitras consagró Gayo Accio Hedychro, Padre, y puso (este monumento) con buena vo- luntad. Este interesante epígrafe nos da una fecha, la misma de otro ya citado de la colección Monsalud, y punto sobre el cual ya hemos hecho la indicación conveniente. En cuanto al aspecto artístico, la presente estatua, que se dis- tingue por su buen trabajo y su carácter pintoresco, se nos ofre- ce como una variante de la conocida de bronce, que también representa á Mercurio en reposo, hallada en Herculano y conser- vada en el Museo de Ñapóles; y en la postura de las piernas aún se le parece más el Marte en reposo del Museo Nacional de Roma, que se reconoce ser copia antigua de un famoso bronce debido á Scopas. 12. — Estatua femenil (lám. iv). Mármol. Altura, 1,58 m.; del plinto circular Ojil m. Le faltan la cabeza, el brazo derecho que tenía levantado y la mano izquierda. Es una elegante figura, ves- tida de túnica ceñida por cima del talle con un cinturón, y con manto recogido por un extremo sobre el antebrazo izquierdo, y por el otro lado suspendido de un cabo de la cinta que lleva ro- deada sobre las caderas. Por este solo detalle del modo de reco- ger el manto por delante, pudiera conjeturarse si nos hallamos (i) La ha publicado el Sr. D. Maximiliano Macías en su libro Me'rida Monumental y Artística (1913), pág. 178. p'f H O 7} U) O O m < m z c CD ^^ WWtM CULTOS EMERITENSES DE SER APIS Y DE MITHRAS 455 ante una imagen de Isis. Es una bella estatua de marcado aticis- mo y fina ejecución. 13. — Estatua de mujer. ?kIármol. Altura, 1,48 m. Es una figura en pie, vestida de túnica y manto, en el que tiene envuel- ta la mano izquierda, como la Matrona de Herculano. — Le falta la cabeza. Es una escultura sin acabar, sobre todo por su parte inferior, acaso porque se destinó á ser colocada en sitio alto. 14. — Estatuita de Venus (lám. ix). Es no más un trozo bellísi- mo de 0,36 m. de altura, pues faltan la cabeza, los brazos y las piernas desde las rodillas, y aparte se encontró un trozo del plin- to circular sobre el que se alzó la figura. Representa á la diosa del Amor desnuda en su hermosa plenitud de formas y en el mo- mento de ceñirse al seno la faja (fascia), que sujeta su mano iz- quierda. Este mármol supera en mérito, con mucho, á todas las escul- turas encontradas, y su buen arte griego, revela la tradición del alejandrino, el cual gustó de tratar este asunto de Venus en su tocador. La estatua se ve ennegrecida en parte, como si hubiese sufri- do en algún incendio. 15- — Cabeza de mujer, hallada á principios del presente mes de Febrero, al hacer un desmonte á la parte occidental del cerro de San Albín (lám. ii). Mármol. Altura, 0,36 m. Los rasgos per- sonales que se advierten en el rostro y el peinado, que forma ancha faja de rizos en la parte anterior de la cabeza (l), por cima de la frente, excluyen la idea de que este mármol pudiera ser parte de la representación de alguna divinidad. Trátase del retrato de una dama, hecho posiblemente para perpetuar el re- cuerdo de alguna ofrenda en el santuario. Como obra de arte es estimable y de buen trabajo. Entre los numerosos fragmentos de mármol encontrados en (i) No se ve este peinado en imágenes do divinidades y sí en retra- tos de damas romanas del Imperio. Tan sólo en algunas imágenes de Mnemósina se ve alguna variante, parecida á ésta, del peinado tradicio- nal de Jas diosas greco-romanas. 456 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA el curso de las excavaciones, muchos de ellos pertenecientes á las estatuas descritas, se halla un resto de cathedra ó sillón mo- na nientalj que posiblemente sería ocupada por el pontífice He- dychro, y consistente en dos garras, y el remate de un brazo de dicho mueble adornado con una cabeza de pantera valientemente modelada (lám. viii). Consideradas en conjunto las esculturas descritas, me ocurre indicar que, excepción hecha de la última de Venus, que pudo ser importada, corresponden todas ellas á una escuela artística que deberemos llamar emeritense, que se distinguió por la afición de tratar los paños con cierto aticismo y un carácter pintoresco, y á la cual pertenecen las estatuas descubiertas en el teatro romano, que son de mejor arte y algo anteriores, pues corres- ponden al tiempo de Adriano. En las del templo de Mithras se observaron un predominio de las tradiciones de la escuela argi- va, y en especial del gusto de Lisipo. No todas las estatuas son de igual mérito; pero pudiera conjeturarse que el Demetrio que firmó la de Mithras, por ser la principal en representación reli- giosa, sea el autor de varias de las otras, y que las demás se hicieran por sus ayudantes. Tan sólo la estatua que pudiera ser de Isis (l), y la grande de Zervan-Kronos, revelan mejor mano. Tales son los mármoles de esos cultos exóticos, que por ello se nos revelan como los más importantes de España á las deida- des orientales (2). Macirid, 12 Febrero 1914. José Ramón Mélida. (1) Al culto emeritense de esta diosa aludió Prudencio (Peristeph., 111, 76-80), poniendo en boca de la mártir Santa Eulalia la siguiente quintilla: «/í/í, Apollo, Venus, nihil est; Maximianus et ipse nihil, Illa nihil, quia facta manu; Hic manuum quia facta colit Frivola utráque et utráque nihil.» Con Apolo van asociados Serapis y Mithras. — F. F. (2) Los números de las láminas presuponen el de la 1 citada por el Informe v, cuaderno 11, Febrero 1914, pág. 185, del Sr. Blázquez. DOCUMENTOS OFICIALES Acta de la elección de Senador efectuada por la Real Acade- mia de la Historia en veintidós de Marzo de mil novecientos ca- torce, en cumplimiento del Real decreto de trece de Febrero del mismo año: En la villa y corte de Madrid, á veintidós de Marzo de mil novecientos catorce, á las diez de la mañana, en el salón de sesiones ordinarias de la Real Academia de la Historia, reunidos bajo la presidencia del Excmo. Señor Don T'idel Fita y Colomer, IJirector de la Corporación, los señores Académicos que, según la Constitución del Estado y la Ley de ocho de Febrero de mil ochocientos setenta y siete, tienen voto para la elección de Senador por la Corporación, y ejerciendo las funciones de Secre- tario con carácter accidental el individuo de número de la misma, Excmo. Sr. D. Juan Pérez de Guzmán y Gallo, el señor Presidente manifestó que, cumplidas las formali- dades previas establecidas por las mencionadas Constitu- ción y Ley electoral, celebraba la Academia Junta públi- ca para proceder á la elección de dicho Senador. P'ueron en seguida designados entre los presentes los dos escruta- dores de que trata el artículo diez y ocho de la expresa- da Ley, que resultaron ser el Excmo. Sr. D. Adolfo He- rrera y Chiesanova, como de más edad, y el Excmo. Se- ñor D. Francisco Fernández de Béthencourt, como más joven. Constituida así la Mesa, según dispone el artículo diez y ocho, ya citado, y leídos, con arreglo al diez y nueve, el Real decreto de convocatoria y los artículos de la Constitución del Estado y de la Ley electoral que tie- 458 boletín de i.\ real academia de la historia nen relación con este acto, el señor Presidente declaró abierta la votación, y verificada ésta en la forma que es- tablece la Ley y hecho el escrutinio, resultó que habían tomado parte en ella veinte Académicos de los veinti- ocho que figuran en la lista de primero de Enero del co- rriente año, habiendo obtenido diez y nueve votos el Excmo. Sr. D. Eduardo de Hinojosa y Naveros, y uno el Excmo. Sr. Marqués de Laurencín. En su consecuencia, y con arreglo al artículo veinti- dós de la repetida Ley electoral, fiíé proclamado Senador el Excmo. Sr. D. Eduardo de Hinojosa y Naveros, que figura en la primera mitad de la escala de antigüedad de este Cuerpo literario. En cumplimiento de la Ley firmamos esta acta, de la cual se sacará una copia que se entregará á dicho señor para que le sirva de credencial, otra que se remitirá al Mi- nisterio de la Gobernación, y otra con toda la documen- tación al Senado, quedando la presente original en el Ar- chivo de la Academia. De todo lo cual certificamos. — El Director de la Real Academia de la Historia, Fide¿ Fita. — El Secretario ac- cidental de la Real Academia de la Historia, Juan Pérez de Guzmán y Gallo. — El Escrutador de más edad, Adolfo Herrera, — El Escrutador más joven, Francisco Fernán- dez de Béthencourt. NOTICIAS En sesión del 13 de Marzo último, eligió la A.cademia para su Corres- pondiente en Cádiz al Sr. D. Manuel Pérez Búa; y en la del 27 recayó igual elección en favor de los Excmos. Sres. D. Ramón Beinto Aceña y Don Simón Planas Suárez, el primero en Soria y el segundo en Nicaragua. Con sentimiento se ha enterado la Academia de haber fallecido sus Co- rrespondientes D. Andrés Villarroya y Caro, en Mérida (Badajoz), y don Cándido Monares y Pérez y D. Calixto Fournier, en Avila. Ha sido nombrado Obispo de Lérida nuestro benemérito Correspon- diente Dr. D. José Miralles Sbert, al que la Academia felicita muy since- ramente por su merecida elevación á tan importante cargo. En la sesión de 20 de Marzo último se presentaron en donativo á la Aca- demia, hecho por D.* Rita Fernández Duro de Torre de Trassierra, hija de nuestro antiguo compañero D. Cesáreo Fernández Duro, diez legajos comprensivos de documentos originales de la insurrección de Cuba, desde el grito de Yara en 1869, y cogidos la mayor parte por nuestras tropas en el campo enemigo. El Sr. Pérez de Guzmán hizo algunas consideraciones sobre la importancia de estos legajos, por ser fuente testimonial de aquel período de nuestras luchas coloniales, encomiando singularmente el legajo que con el epígrafe Papeles curiosos, encierra multitud de piezas fugitivas, de tanto mayor valor, cuanto son pocas las que suelen guardarse de ellas en los Archivos generales. Entre estas piezas hay una gran colección de billetes de Banco y documentos fiduciarios. Entre los libros de inapreciable valor histórico y bibliográfico que se publicaron en Méjico en el último tercio del siglo xvi, uno de los más raros y preciosos es el que se titula Primera parte I de los Problemas \ y sucesos maravillosos de las \ Lidias. Compuesta por el Do \ ctor Juan de Cár- denas I medico I Dirigida al Illustrissimo Señor Don Lüys | de Velasco, 460 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Virrey desta nueua España | — (Escudo del Mecenas) — | Con licencia. En México, En casa de | Pedro Ochasti. Año de 1591. El Dr. Juan de Cárdenas era originario del lugar de Constantina, en Andalucía, donde nació el año 1563. Siendo niño pasó á Nueva España, donde hizo todos sus estudios, desde los de Humanidades. Compuso esta obra á los veintiséis años de edad y la imprimió tres años después. Fué Catedrático de Víspera en la Universidad de Méjico y ejerció su profesión hasta su muerte en Compostela y en Guadalajara. Su obra es el trasunto del estado en que en aquel tiempo se hallaban las ciencias naturales y físi- cas, y reconociéndola esta importancia el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología mejicano, ha hecho su reimpresión bajo la dirección acertada de D. Genaro García. De este precioso libro, la Academia ha recibido un ejemplar, debido al obsequia de D. Roberto A. Esteva Ruiz, Director de dicho Museo. En el excelente Boletín de la Cotnisión Provincial de Alomimentos Histó- ricos y Artísticos de Orense (Enero-Febrero de 191 4), se reproduce el es- tudio que hizo en el Boletín de la Real Academia Gallega el Correspon- diente de la nuestra D. Andrés Martínez Salazar, con el título «El Modio de Ponte Puñide», que lleva grabada en caracteres de la época la ins- cripción: Modii l(ex) iiixta sacram iiissi[on]em dominonim ííostrorum Valentiniani Valentes (sic) et Gratiani invictissimorum principum iubente Mario Artemio v(iro) c(larissimo) a(g)ente vic(es) Prefccti p(r(ctorio) ciir{an1ibus') Potamio et Quetitiano Principalibus. La inscripción está abierta con buril y á golpe de martillo en una espe- cie de caldero de bronce rojo, poco maleable, que pesa siete kilogramos; tiene 21 cm. de alto por 25 de diámetro, salvo por donde hay abolladuras y oxidaciones del metal, y está construido en dos piezas, el aro y el fondo, ambas de chapa y de 5 á 6 mm. de gruesf). La unión de la pieza está hecha con agujeros á lo largo de sus extremidades, que han servido de lazo, después de haber vaciado sobre los mismos y por ambas caras bastante cantidad del mismo metal en fusión y á manera de soldadura. La pieza que sirve de fondo á este recipiente, está metida al interior del aro á unos siete mm., y sólo sujeta por tres puntos del metal fundido, que sirven á ia vez como de pies y refuerzo de la base. Avaloran el estudio doctísimo del Sr. Martínez Salazar, la fototipia de una parte de la inscripción y el diseño total del modio que se ha descu- bierto en Puñide, lugar situado al Oriente y á no mucha distancia de la ciudad de Compostela, al pie del Pico Sacro y cerca del sitio en que estuvo la romana Asseconia. F. F.— J. P. de G. Vé TOMO Lxiv. Mayo, 1914. cuaderno v. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA > > » < t — INFORMES I DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA NO FUÉ EL AUTOR DE <La magestad de don Felipe III le hizo Ayo del Príncipe nuestro Señor y Comendador Mayor de León y, en sucediendo á su padre, le dio la Pre- sidencia del Supremo Consejo de Italia y gran mano en el universal go- bierno de todo sus reinos y estados por la experiencia y conocimiento de todas las materias, por su gran integridad, por la composición de su áni- mo, por la modestia y otras grandes virtudes como se echó de ver, pues DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 469 sentar á cualquier otro personaje, pero nunca á Hurtado de Men- doza (l). Así como no es suyo el dicho retrato, tampoco le pertenece la obra que encabeza y que le viene siendo atribuida desde mu- cho antes de que por primera vez se imprimiera. No haríamos tal aserto si no estuviéramos plenamente convencidos de su cer- teza; pues son tantos y tan numerosos los escritores que han hablado y elogiado hasta la exageración al autor y á su obra, que pretender demostrar que aquél no lo es ni puede serlo y que ésta no merece tan extraordinarias alabanzas, es chocar de fren- te con el común pensar y sentir, lo que únicamente puede hacer- se cuando se poseen argumentos y datos tan claros y evidentes que, como suele decirse, no tengan vuelta de hoja. Probó el sabio é infatigable bibliófilo D. Bartolomé José Ga- llardo, en el núm. 3 de su Criticón, de la manera más clara y terminante, que el verdadero autor de la célebre carta de Los Ca- tarriberas no era D. Diego de Mendoza, á quien venía sien- do atribuida, sino el bachiller Eugenio de Salazar y Alarcón, hijo del Pedro de Salazar que muchos han confundido con aquel otro Salazar de quien tan donosamente se había burlado el ba- chiller de Arcadia (2); bastóle para ello el encontrarla junta con las demás del mismo autor — que después publicó reunidas era fácil en las audiencias, agradable en las respuestas, compasivo y de- seoso de consolar á todos sin haber dicho á nadie pesadumbre. »En su enfermedad le visitó su Magestad y ha significado y dado bien á entender la pérdida que ha hecho su servicio, y generalmente es llorado porque, como era varón de tanta razón y justicia y cada uno pensaba que la tenía, se ha sentido igualmente su falta. »Hallüse en él loque dijo Homero de Ulises: que aquel será prudentí- simo consejero que habrá tratado muchas naciones y costumbres, muchos negocios civiles y pasado muchos trabajos. Finalmente, este nuevo Ulises fué ejemplar en la vida, de benigna condición, favorecedor de las letras y de gente de buena fama, magnánimo y liberal. Murió en Madrid en el Pa- lacio Real en los 61 años de su edad, á 7 de Octubre, año de 1622.» Acad. de la Hist. Colee. Salazar. M-26, fol. 108 v. (1) Acerca del retrato de Mendoza escribió un interesante artículo M. R. Foulché-Delbosc en el tomo xiii de la Revue Iiií,p¡xni<]ue{\c)\o\. (2) Véase mi edición crítica de las Cartas. 470 BOLETÍN DE LA REAI. ACADEMIA DE LA HISTORIA 1). Pascual Gayangos — (l), en un manuscrito original y autó- grafo en su mayor parte de Salazar (2), y en el que éste reco- mendaba á sus hijos que, al imprimir sus obras, no incluyesen entre ellas la mencionada carta, por considerarla únicamente como obra de mero pasatiempo que no creía digna de que entre las otras suyas figurara. Pues bien, algo parecido ocu- rre en este caso; D. Diego de Mendoza, hombre incapaz de en- viar á la Inclusa los partos de su ingenio (3), nunca ni en nin- guna parte se declaró autor de las muchas obras que hoy corren como suyas, y mucho menos de La guerra de Granada — de la cual, si hay que creer á críticos y eruditos, dado su extraordina- rio mérito, bien pudiera alabarse de haberla escrito; — y un es- critor desconocido hasta ahora y contemporáneo suyo, en un manuscrito de dicha obra, dice terminantemente firmándolo de su puño y letra: «Esto lo escribí 3'0.» No es posible afirmación más categórica, y ante ella nos detuvimos perplejos más de una \ez sin atrevernos á investigar su falsedad ó su certeza, hasta que por fin nos decidimos á estudiar la obra, y entonces, al compa- rarla con las otras historias que de aquellos sucesos conocíamos, y estudiándola detenidamente, quedamos plenamente convenci- dos de que el autor de aquélla no era, ni podía ser, el célebre embajador de Carlos V. Consérvase el manuscrito á que nos referimos en la Sección á ellos destinados en nuestra Biblioteca Nacional, y en su última página, ó mejor dicho, sobre la hoja en blanco pegada á la pasta se lee, de la misma letra con que se escribió al principio «ase de imprimir», lo siguiente: «esto escribió Ju.'^ Arias criado del Rey (i) Forman dichas cartas el tomo i de la Coleccióft de Bibliófilos espa- ñoles. Otras cartas de! mismo Salazar publicó el Sr. Paz y Melia en sus Sa- les españolas, (2) Para hoy día en la Biblioteca de la Academia de la Historia. (3) En I de Diciembre de 1573 escribía á Jerónimo Zurita: «Si algún otro [libro] hallare que sea al propósito nombrado Virrey de la Nueva España, de donde regresó en 1548. Designado por el Emperador para Virrey del Perú, se resistió á aceptar el cargo hasta que, á ruegos del Emperador, del Príncipe D. Felipe y de su hermano D. Luis, aceptó, por fin, y marchó á aquellos reinos, en donde murió en 1552. Casó con doña Catalina de Carvajal, de cuyo matrimonio nacieron: D. Iñi- go de Mendoza, que murió de un arcabuzazo en el sitio de íSan Quintín, y D. Francisco de ?^íendoza, á quien P^elipe II dio la en- comienda de Socuéllamos por muerte de su hermano. D. Fran- cisco sirvió en las galeras que mandaba su tío D. Bernardino hasta que, en 1542, fué como Visitador a la Nueva España y al Perú, y, vuelto á España, fué nombrado Superintendente de las minas de estos reinos. Muerto su primo I). Juan de INIendoza, cuando la pérdida de las galeras en la Herradura, fué nombrado General de ellas D. Francisco, quien, en 1 563, socorrió la plaza de Mazalquivir sitiada por los turcos, muriendo aquel mismo año. El cuarto de los hijos de D. Iñigo López de Mendoza fué TOMO Lxiv. 31 47^ BOLETÍN DE LA REAL ACADEML\ DE LA HISTORIA D. Bernardino, el célebre General de las galeras de li^spaña, te- rror de turcos y piratas. Nació en la Alhanibra, sin que se sepa fijamente la fecha. En I 50Ó le hizo merced el Rey Católico del hábito de Santiago, cuyo título se despachó en Salamanca á 1 1 de Febrero, y fué armado caballero en Granada, en 29 de Agosto del mismo año, por el comendador Martín l'ernández de Villa- escusa. En 15 1 1) por renuncia hecha por Diego de Torres, co- mendador de Extremera, se le dio á I). Bernardino esta enco- mienda por cédula expedida en Talayera, á 12 de Enero. Con- quistada Túnez por el Emperador y ganada la (boleta, quedó por algún tiempo D. Bernardino como Alcaide de ella, siendo nombrado después General de las galeras, con las cuales socorrió dicha plaza en 1 538 (l). En Octubre de 154O obtuvo, cerca de la isla de Arbolan, una completa victoria contra los turcos que habían saqueado á Gibraltar, y al año siguiente fué con las gale- ras á la expedición contra Argel. Como Maestre de campo ge- neral estuvo con el Duque de Alba en la campaña de Roma; fué nombrado después Virrey de Ñapóles y acompañó á Felipe II al sitio de San Quintín, muriendo, algunos días después de la toma de la plaza, de resultas de las molestias del sitio. Fué otro de los hermanos D. Francisco de Mendoza, el cual siguió la carrera eclesiástica. Estudió con Pedro Mártir y el co- mendador Fernán Núñez de Guzmán, cursando Teología en .Sa- lamanca y después en Roma, en donde le conoció y trató Juan Ginés de Sepúlveda (2). h^ué primeramente Abad de V^Tlladolid y después de Medina del Campo, desde donde le envió Car- los \ de Vicario general de sus ejércitos. Habiendo vacado el obispado de Jaén, por muerte de D. E.steban Gabriel Merino, fué nombrado para sucederle D. Francisco, á quien confimde Gil (1) Sandoval, Hisi. de Carlos F, lib. xxiv párr. 5. (2) En la dedicatorifi de sus Epístolas al Maiqucs tic Mnndájar, dice: . natural de Briones, en la Rioja, y que había sido uno de los con- quistadores. Capítulo V. DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA. SU NACIMIENTO, ESTUDIOS Y CARGOS QUE DESEMPEÑÓ HASTA SU NOMBRAMIENTO DE EMBAJADOR EN ROMA Nació D. Diego en la ciudad de Granada, según aseguran la mayor parte de los que de él se han ocupado, ó en la de Toledo,, como afirma Tamayo de Vargas, el año 1 503. Difícil es, á nues- tro entender, probar la verdad de estos asertos; pero si como es lo probable, su patria fué la ciudad andaluza, habrá que negarle la paternidad de una de las epístolas que como suya se viene im- primiendo, dirigida á un D. Gonzalo y que empieza: Sabéis que me parece, D. Gonzalo, Que el tiempo á más andar nos desengaña Y no es poca virtud siendo tan malo. ¿Qué sirve ser nacidos en España Y en el iemplado reino de Toledo Si habemos de morir en tierra extraña? Supone el Dr. William I. Knapp, en su edición de las Poesías de Mendoza (i), que el personaje á quien está dirigida esta epís- tola era Gonzalo Pérez, secretario del Emperador y padre del famoso Antonio Pérez. Creemos que hay confusión en ésto, puesto que, dadas las costumbres de aquel tiempo, es imposible que Mendoza antepusiese el Don al nombre de Gonzalo Pérez, (1) Obras poéticas de D. Diego Hurtado de Mendoza. Colee, de libros españoles raros ó curiosos, tomo xi, pág. xv. DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 48 1 •quien nunca lo tuvo; más bien pudiera referirse á D. Gonzalo Fernández de Córdoba, Duque de Sesa, bien conocido por sus campañas y aun por sus aficiones á la poesía. Además, la epísto- la está dirigida á uno que disfrutaba el cargo de embajador, y •Gonzalo Pérez no ló fué nunca. Dice también el Dr. Kuapp que en los versos anteriores «habla el poeta, á no dudarlo, de la cuna de su familia, porque tenemos pruebas suficientes de ser él hijo de la Alhambra». Mal, muy mal hizo el Dr. Ku'app, si tenía tales pruebas, en no haberlas presentado para que, de una vez, quedasen resueltas las dudas acerca de la naturaleza del Embajador de Carlos V, y mal podía referirse el poeta, al hablar de Toledo, á la cuna de su familia, cuando todos sabemos que ésta era el pueblo de Tendi- 11a, en la provincia de Guadalajara, como lo prueba el haberse hecho allí la información para el ingreso en la Orden de Alcán- tara de D. Diego de Mendoza. El ilustre autor del (Jííijote, que debió conocer y quizás tratar á Mendoza, en el libro vi de la Galatea hace grandes elogios de él, llamándole vhono? y gloria de miestras riberas» y alaba sus virtudes, «la integridad de su inculpable vida, la alteza de su ingenio, la entereza de su ánimo, la graciosa gravedad de su plá- tica y la excelencia de su poesía, y sobre todo, la solicitud de su pecho en guardar y cumplir ¿a santa religión que profesado había». Si no nació D: Diego de Mendoza en Toledo, hubo al menos ■de pasar allí algún tiempo durante su mocedad, como lo ad- \'ierte él mismo en carta fechada en Septiembre de 1549 y diri- gida al Duque de Alba, en la que dice: «viéramonos en Toledo tan jóvenes ', y termina: «tan verdes estamos nosotros como en Toledo». En Granada y Salamanca cursó Mendoza sus estudios, según nos asegura Ambrosio de Morales, testigo digno de la mayor fe, pues que lo conoció personalmente y lo bastante para dedicarle sus Antigüedades de las ciudades de España, dadas á luz en 1575, año en que falleció D. Diego. Nada dice Ambrosio de Mo- rales de que en un principio fuera aquél dedicado por sus pa- 4S2 BOLETÍN DE LA KEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA dres á la Iglesia, como afirma I). 15alLasar de Zúniga en la primera ed¡c¡(3ii de la Guerra de Granada, y no nos extrañaría cjue así iuibiese sido, porcjue tiempo después, cuando asistía en Trento, en nombre del Emperador, al Concilio que en aquella ciudad se celebraba, escribía Juan Páez de Castro al analista de Aragón Jerónimo Zurita: «Tienen todos creído que medrará mucho [don Diego] concluido este Concilio, y que S. AI. le hará obispo y su Santidad cardenal: plega á Dios que sea asi, y en él estará todo bien empleado» (l). Véase también que Cervantes hablaba de /a santa religión que profesado había. Terminados sus estudios pasó á Italia, en donde alternaba, al decir de Morales en la dedicatoria de sus Antigüedades, la fatiga de las campañas con sus estudios en las Universidades de Bolo- nia, Padua y Roma. En la biografía que figura al frente de la edición impresa en X'alencia en 1830 y que tengo á la vista, se añaden las siguientes especies que copiamos: «Inclinado por su genio á engolfarse en acciones de mayor ^estrépito y renombre, pasó á Italia, y militó muchos años. Na »constan en particular las guerras ni batallas en que se halló, »pero hablando él mismo del mal aparejo y desórdenes que veía »en la guerra de Granada, los compara con los numerosos cjér- •»citos en que yo me hallé, áice, giciados por el emperador don Carlos ^y otros por el rey Francisco de Francia; de donde se puede con- »jeturar se halló en el ejército que sitió á Marsella en 15-4) y e''^ »la batalla de Pavía, en que afirma Sandoval se distinguió la »compañia de D. Diego de Mendoza, que es favorable conjetura »para creer fuese nuestro autor; si bien eran algunos los que en »aqucl tiempo ^e conocían con el mismo nombre y apellido, que »no se puede afirmar por cosa cierta.» «Igualmente es verosímil — se añade — que concurrió á la gue- »rra que se hizo contra Lautrec sobre el ducado de Milán, y á »la batalla de la Bicoca en 1522, así como á la entrada de Car- olos \' en r'rancia el año I 536.» Algunas objeciones habremos (ij Dormer, Progresos de la hisloria del reino de Aragón, lib. iv, cap. ir Cartas de D. Juan Páez de Castro. DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 483 de hacer á lo transcrito, toda vez que la Giterra de Granada no fué escrita por D. Diego de Mendoza, y no se puedee aplicar á éste los escasos datos autobiográficos que en dicha obra se leen, y el D. Diego de Mendoza que con su compañía asistió á la batalla de Pavía, quizás fuese el Conde de Alélito, compañero y amigo del Gran Capitán y Virrey de Valencia, con quien, así como con su hijo, ha sido confundido el Embajador de Vénc- ela. Empezó éste último á servir al Emperador en 1 532, como se desprende de la Instnicción por él firmada en Roma á 14 de Abril de 1552, en la que.se lee que había servido á Su Majestad hasta aquella fecha veinte años y en otro lugar dice que había servido quince años antes de ir á Roma, lo que concuerda per- fectamente con lo anterior, toda vez que D. Diego fué nombrado embajador en dicha ciudad en 1547. En 1531, desde Febrero á Mayo por lo menos, estuvo D. Diego en Granada, pues allí firmó dos escrituras: una la de convenio con sus hermanos, yz. citada, y otra de venta, hecha en la Alhambra á 4 de Mayo, por la que vendió á su hermano D. Antonio lOO.OOO maravedís de renta de su legítima, situados en la dehesa de Alhedén, en precio de dos cuentos y doscientos mil maravedís de principal. Continúa Morales en su Dedicatoria diciendo que D. Diego prosigió sus estudios en Italia bajo la dirección de Agustín Nifo y de Juan Montesdoca, médico el primero y famoso filósofo el segundo, y como éste último, según Nicolás Antonio en su Bi- blioteca, murió en 1 532, hubo de estudir con él Mendoza antes de comenzar sus servicios oficiales. Por entonces fué cuando, á más de la filosofía, jurisprudencia y humanidades, aprendió el latín, griego, hebreo y árabe, idioma? que, según parece, llegó á do- minar á la perfección. Estos estudios, unidos á los profundos conocimientos que atesoraba y á lo encumbrado de su origen, hicieron que Carlos V, distinguiéndole, le confiara algunas mi- siones en Inglaterra y hlandes ( l), las que desempeñaría á satis- (1) En la histniccL'n ya citada y que, por su importancia, piiljlicamos entre los documentos que irán al final de estoá apuntes, dice D. Uie>4o que se le dieron «ayuda de costa en Inglaterra, Flandes, Venecia y Roma 484 BOLETÍN DE LA KEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA facción de su soberano cuando rste poco después le confía el cargo importantísimo de embajador en Venecia. Respecto á la fecha en que se hizo este nombramiento no ha\' conformidad entre los biógrafos de Mendoza, pues mientras el ]\Iarqués de Mondéjar afirma que era ya embajador en 1 527 (l), «según otros — dice D. Cayetano Rosell (2) — y esto es lo más creí- ble [fue nombrado] después del año 30 y antes del 38». Ni unos ni otros estín en lo cierto; según un índice manuscrito del Ar- chivo de Simancas que hemos consultado (3), relativo á las corres- pondencias mantenidas con los embajadores españoles en div^er- sas épocas, D. Diego empezó á disfrutar de su cargo de embaja- dor el año 1539. sustituyendo en él á Lope de Soria, siendo á su vez rele\'ado por D. Juan Hurtado de Mendoza en 1547, en cuyo mismo año fué nombrado D. Diego nuestro embajador en Roma. Durante su estancia en Venecia acrecentó su biblioteca con ¡os manuscritos griegos de que tanto se ha hablado, legados en su testamento al Rey Felipe II para la de El Escorial, que empezaba á constituirse. La adquisición de todos estos libros es demasiado curiosa para que no nos detengamos á relatarla, como lo hare- mos por boca de uno de sus biógrafos; dice éste que puso don Diego «particular esmero en juntar manuscritos griegos, en ha- »cerlos copiar á gran costa, buscarlos y traerlos de los más re- » motos senos de la Grecia; de suerte que envió hasta la l'esalia y Sena». El entendido hispanófilo ingles Sr. Fitzmaurice-Kelly en su His- toria de la Lileratura española, dice: «Mendoza pasó á Inglaterra el año 1537-8 como Plenipotenciario, con objeto de concertar dos matrimonios reales: uno, entre la Princesa María Tudor y D. Luiz de Portugal; otro, entre el odioso polígamo Enrique VIII y la Duquesa de Milán, Dorotea de Dinamarca, sf)brina de Carlos V» (a). (i) Historia déla Casa de Motidcjar. Bib. Nac. Ms. Sig. K-ioo. (2) En la Noticia de las obras v autores que contiene el tomo xxi de la Bib. de AA. EE., de Rivadeneyra. (3) Ms. en la Bib. Nac. Sig. ant. S-49, mod. 6.377. (a) «Véase el Calendar of State Papers, líenry ]'II[, tomo xiii (partes i."'* y 2.'') y los Spíiiiisk State Papers editados por (jayangos (años 1537-38). Había en aquella época un Embajador español (Chapuys) en Londres, y como la misión de Hartado de Mendoza no tuvo éxito, los historiadores, por regla general, hacen caso omiso del Ministro extraordinario».— Nota del Sr. Fitzmaurice-Kelly. DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 485 »y monte Athos á Nicolás Sofiano, natural de Corcira, á investi- »gar y copiar cuanto hallase recomendable de la erudición griega. » Valióse también de Amoldo Ardenio, doctísimo griego, para »que le trasladase con extraordinarios gastos muchos códices » manuscritos de varias bibliotecas, y principalmente de la que »fué del cardenal Besarion.» »Por su medio logró la Europa muchas obras que aún no ha- »bía \'isto, y que quizás no vería, de los más célebres autores »griegos, sagrados y profanos, como son San Basilio, San Gre- »gorio Nacianceno, San Cirilo Alejandrino, todo Arquímedes, »Herón, Apiano y otros. De su biblioteca se publicaron las obras »completas de Josefo; pero lo que más principalmente le ha »hecho memorable fué el regalo que le hizo el gran turco Suli- »man por haberle enviado un cautivo, que amaba con extremo, »libre y sin rescate, aunque D. Diego lo compró ágran precio de »los que le habían hecho prisionero. El gran Señor quería mani- »festar su agradecimiento con dones correspondientes á su gran- »deza, pero D. Diego'admitió sólo una recompensa propia de la »nobleza de su nacimiento, y del desinterés de un ministro pú- »blico. La Señoría de Venecia se hallaba con extrema escasez de »granos, y por sacarla de tan estrecho ahogo, pidió á Solimán »permiLiese á los vasallos de Venecia comprar libremente trigo »en los estados turcos y conducirlo á los de la república. Logró »esta súplica, y otra segunda, que fué la remisión de muchos ma- »nuscritos griegos, que prefería á los más ricos tesoros. Varían » mucho los autores sobre el número de ellos: Andrés Escoto no »duda en asegurar que recibió una nave cargada de manuscritos; »Claudio Clemente copia las mismas palabras en la historia de la »biblioteca de VA líscorial; Ambrosio de Morales y D. Nicolás » Antonio aseguran c|ue fueron seis arcas llenas. Últimamente, »D. Juan de Iriartc, en la biblioteca de los manuscritos griegos »de la librería real de esta corte, obra recomendable por su mé- »rito y por las nuiclias noticias que da de varios escritos apre- »ciables de célebres autores aún no publicados, rebaja extraordi- »nariamente el número de volúmenes; \- persuadido del catálogo í-de los manuscritos griegos de D. Diego, que copió de un códice 486 BOLETÍN UE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTOKIA »propio de la lil:)rería del Duque de Alba, asegura que no fueron »más que treinta y un volúmenes, cuyo catálogo inserta en dicha ^biblioteca.» Continúa el autor, de quien copiamos los anteriores párrafos, diciendo que es difícil resolver cuál de las relaciones sea la ver- dadera; y que, si bien es exagerado el número que dan á enten- der Escoto y Claudio Clemente, el cjue indica el catálogo es pe- queñísimo y «ni corresponde al eco que corrió y corre en toda »Europa del mencionado regalo, ni á la grandeza de Solimán». «Sobre todo — sigue diciendo nuestro autor — deja fuera de duda »la verdad de la relación de Morales el haberla hecho éste en una »dedicatona dirigida al mismo D. Diego, á quien conocía y á »qu¡en trataba; á quien consultaba y á quien habría oído muchas » veces la verdadera narración.» Arremete después furioso dicho escritor contra «la atrevida »rnaledicencia de Schochio, que fingió que, para juntar la bi- »bl¡oteca que meditaba, hurtó los manuscritos griegos que dejó »el cardenal Besarion á la república de V^enecia», colocando en lugar de los que se llevaba otros vulgares de igual volumen qu(^ aquéllos, á fin de que no se conociese tan fácilmente el hurto. No corñpartimos la indignación que demuestra nuestro autor, y no se nos hace muy cuesta arriba el creer que, si no mu- chos, algunos de los volúmenes que formaron la biblioteca de D. Diego tuvieran antes su sitio en la del Cardenal; conocido es de todos hasta dónde pueden llegar los bibliófilos en su manía de coleccionar libros, y no están muy lejanos algunos que pudié- ramos citar, de cuyas colecciones, si sólo se dejara lo legal y hon- rosamente adquirido, es muy probable que quedara muy peque- ña cosa. Sea de una ó de otra manera cómo reunió Mendoza su bi- blioteca, el caso fué que la reunió, y gracias á la diligencia de I). Cristóbal Pérez Pastor conocemos el in\-entario completo de ella que, á lo que parece, sólo contaba unos 400 volúmenes (l). En 18 de Octubre de 1542 fué designado D. Diego para que (i) Memorias de la Acad. de la Lengua, tomo x, pág. 170 y siguientes. DON DIEGO HURTADO DE .MENDOZA 487 asistiese al Concilio de Trento en representación de Carlos Y, en donde se presentó el 8 de Enero del año siguiente. Allí estuvo hasta que, vistas las dificultades que el Papa ponía para la cele- bración del Concilio, marchó D. Diego á su Embajada de Vene- cia, no sin disgusto del Papa, que se quejó al Emperador, pero que al fin aprobó su conducta. A esta marcha fue á la que (jutiérre de Cetina se refería al dirigirle la célebre epístola que comienza: Si aquella servitud, señor don Diego Que con vos tuve, agora no tuvrere, Sería de saber muy falto y ciego. y en la que se disculpa de no haberle escrito... Como 03 prometí, cuando de Trento Partisteis tan mohíno y tan aflicto Hasta agora... y que Hazañas de la Rúa, mi querido profesor de Literatura, su- ponía hubiese sido escrita en 1547) < aíto en el cual, Mendoza, que se encontraba de embajador en Trento durante el Conci- lio, fué enviado á Roma precipitadamente para asuntos de la corona de España», por no tener conocimiento de la marcha de D. Diego en esta época, y que restituye á su verdadera fe- cha, porque «continuando la lectura de sus hermosos tercetos adquirimos el convencimiento de que se escribió en 1543) como lo declara su autor en estos otros versos: Seré el sujeto, pues, de aquella honrosa Empresa que eft eslc año lia Cesar lieclio, Tanto como difícil, gloriosa. Allí se vio en el sitio de una tierra Dura de nombre, asaz dura y extraña. Si en ánimo español virtud se encierra... en donde se refiere Cetina al asalto y toma de Dura, que se ve- rificaron el 24 de Agosto de I 543 y que dice realizados por el Emperador este ano, fijando así el en que fué escrita la intere- sante epístola». 488 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORL\ Capítulo VI. EMBAJADA EN ROMA V GOBIERNO DE SENA Desde 1547) feclia en la que, como hemos dicho, fué nombra- do embajador en Roma, continuó en esta población, desde donde con frecuencia se trasladaba á la de Siena, de cuyo gobierno había sido encargado por Carlos V. La construcción de una fortaleza, que mantuviera en la obediencia á la inquieta ciudad, aconsejada y patrocinada por Mendoza, y los crecidos gastos que se origina- ron, fué la causa del proceso á que éste estuvo sujeto en los úl- timoz años de su vida, si bien, como después haremos constar, fué instruido á sus instancias y no por la animosidad que contra él sintiera Felipe II, al decir de algunos escritores. Empezóse la construcción del castillo de Siena mediante real cédula de 22 de Agosto de 1550 (l), en la que Carlos V ordenaba á D. üiego se diesen principio á las obras y se prove5^esen dine- ros para ellas, escribiéndose con este objeto al virrey de Ñapóles, á fin de que buscase para aquel efecto 7. 000 escudos de oro. El sitio elegido era el conocido con el nombre de San Sedonio, al cual D. Diego llamaba San Próspero. Dice uno de sus biógrafos que existían en la ciudad dos bandos: uno, contrario á los espa- ñoles; y otro, el de Danove, partidario de ellos; «y compren- diendo el gobernador, por las enemistades de los particulares, la imposibilidad de sujetarlos por la vía de la moderación y buen término, como había procurado en los principios, se arrimó á los primeros y cargó reciamente la mano sobre los contrarios para sujetarlos. Había edificado una fortaleza junto d la puerta Camo- ria, camino de Florencia, y mandó que todo el pueblo condujese allí sus armas, tratándolos con gran severidad y absoluto despo- tismo, pues aquellos íínimos enconados requerían remedios más fuertes que su encono: estaban sumanir^ite cansados de los espa- (i) Véase el extracto del proceso seguidn á D. Diego y que publica- mos entre los documentos. DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 489 ñoles y resueltos á sacudir el yugo; buscaron el apoyo de los franceses, que le concedieron con gran prontitud y complacen- cia, persuadidos les sería aquella ciudad un seguro puerto desde donde se extenderían á toda la Italia como pretendía Enrique 11. Exasperados los sieneses más y más, y llenos de audacia con la protección de los franceses, hacían cuanto daño podían á los es- pañoles; y un día que D. Diego paseaba á caballo alrededor de la fortaleza, dispararon contra él y le mataron el caballo. No se atemorizó por esto; pasó á Roma, y para conservar á Siena y lo demás que pudiere, pues sabía la venida de la armada turquesa contra las costas de Italia, levantó 3.000 italianos, los entregó al Conde Petillano, su íntimo amigo, disimulado enemigo de los es- pañoles. En conclusión, Siena se levantó, sitiaron la fortaleza, re- cibieron socorros y capitanes de Francia, y D. Diego, luego que tuvo la noticia, se valió de Arcanio de la Corna, nepote del Pon- tífice, y llevándole consigo fué á Perugi y al castillo de la Pierre, confinantes á Siena, para proveer de allí lo que fuere convenien- te; pero considerando las muchas fuerzas de los sieneses, dejó allí á Arcanio, pasó á Liorna, y en naves del Duque de Floren- cia se fué á Orbitelo, á donde juzgaba querían dirigirse los ene- migos. Al fin, el Marqués de Alariñano, general de los imperia- les, venció á Pedro Stroci, general enemigo, sitió á Siena, y á los quince meses de sitio, la rindió con condiciones muy huma- »nas y decorosas al Emperador en 22 de Abril de 1555»- Como las revueltas y agitaciones de los sieneses daban mayor importancia al gobierno de la ciudad y necesitaba una vigilancia asidua que D. Diego no podía ejercer si había de estar encarga- do de los negocios de España en Roma, se le dejó con sólo este cargo, sustituyéndole en el gobierno de Siena su próximo parien- te el cardenal I). Francisco de Mendoza. Volvió, pues, D. Diego á la capital del orbe católico, en donde cuenta Mayans y copia Rosell «que habiendo faltado al respeto debido al Emperador el »barrachelo ó alguacil cabeza de los esbirros, le hizo castigar, »por lo que indignado el Pontífice, dio quejas al Emperador, »quien sabía muy bien no gustaba aquella corte de D. Diego, »porquc la tenía muy comprendida», llamándole á España, se- 490 BOLETÍN DE LA KEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA gún añade Rosell, á principios de 155 I- l'f'ro este erudito no ex- tractó bien la biografía de Mayans, de donde toma, aunque sin decirlo, la mayor parte de los datos que consigna, puesto que éste sólo ;*ñade que Carlos \" pensó apartarle de aquella emba- jada ^' que á principios de I 551 envió á Roma como embajador extraordinario á D. Juan Manrique de Lara, lo cual no quiere de- cir, ni mucho menos, que por ello había de cesar el embajador ordinario en su cometido. La misión especial que llevó D. Juan Manrique de Lara, está tratada con bastante extensión por San- dobal en su Historia de Carlos V, en donde se lee que fué aquel enviado, estando el Emperador en Augusta, el 7 de Septiembre para tratar con el Papa de los 200.000 ducados que el César le había prestado para la guerra que sostenía contra los Farnesios y de otras materias tocantes á política y religión, y, especialmente, para conseguir la próxima celebración en 1 rento del Concilio. Llenó su cometido á conciencia D. Juan Manrique, y, vuelto de su embajada, el Emperador «dándose por bien servido, estando en Inspruch á l8 de Marzo año de 1552, le volvió á enviar á Ita- lia para que, juntamente con D. Hernando de Gonzaga (que en la instrucción llama el Sr. Fernando) proveyese y reforzase la gente de guerra que estaba sobre Parma y la ]\Iiránclula» (l) y otros co- metidos militares. A la embajada de D. Juan [Manrique contestó el Papa con una larga carta — que extracta Sandoval — dirigida al Emperador, y en la que entre otras cosas «le suplicaba no diese oídos á malas »lenguas que no sabían las entradas de su corazón, ni él se las >^quería descubrir. Que no decía esto por 1). Diego de Mendoza, »al cual quería mucho por su ingenio y valor que tenía, y tenía > en él la misma fe que S. M.; pero que donde se trataba el inte- »rés público, el particular y privado podía poco con él, y si algu- »no había hablado con S. M. lo hizo por su cortesía y no por co- »misión que para ello él diese». (O Lib. xx.xi, párr. 9. DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 49 1 Capítulo VIL .VUELVE DON DIEGO Á ESPAÑA. SU PROCESO. INGRESO EN LA ORDEN DE ALCÁNTARA. NOTICIA DE UNA OBRA SUYA PERDIDA Según Mayans volvió D. Diego á España en 1554' ^'^ ^n 1 551 como asegura Rosell, siendo sustituido en su cargo en 1553 poi* p1 clavero D. Juan Manrique. Poco tendríamos ya que añadir á lo expuesto, si para terminar de contar la vida de Men- doza sólo aprovecháramos las contadas palabras que Rosell le dedica. Son éstas tan curiosas, que no resistimos al deseo de que el lector las vuelva á ver en letras de molde. Dice así el citado escritor: «Subió al trono Felipe II, que, al decir de algunos, no »debía contemplar á Mendoza con mucho afecto (l). Tuvo el » nuevo monarca interés en nombrar para virrey de Aragón una » persona que no había nacido en aquel reino, cuyos fueros se »oponían á esta innovación. Echó mano de Mendoza para que »persuadiera á los aragoneses á renunciar espontáneamente al »privilegio; pero no pudo lograrlo, y quizás el rey interpretaría »como falta de celo en el comisionado lo que sólo era defensa »propia en los naturales. Hubo un tiempo además, según se cree, »en que el hijo de Carlos V y el embajador de este monarca »habian sido competidores en las preferencias de una dama (2). »Por fin, un día que D. Diego se hallaba en Palacio, trabóse de »palabras con un caballero de la corte, liste sacó un puñal, y (1) Navarrete, ]'¿da de Cervantes, edición de Madrid, 1819, pág. 441. (Nota dé Rosell). (2) Doña Isabel de Velasen, á quien obsequió Felipe II siendo Prínci- pe, y á quien dio cédula de esposo después de viudo de la princesa Ma- ría. Al desistir doña Isabel fie aquellos amores, parece puso por mole en sus reposteros las palabras es imposible y forzoso; y D. Diego las glosó en esta cuarteta: Es imposible casarse Vuesamerced con alteza Y forzoso el cabalgar So pena de ser simpleza 492 boletín de la real academia de la historia »arrancánclosclo D. Diego de las manos, lo tiró por una ventana >y fué á dar en los corredores del alcázar; hecho que parece juzgó »el rey por gravísimo desacato. Fuese por este último aconteci- » miento, ó por otra de las causas mencionadas, ó por todas jun- .•i>tas, salió IMendoza desterrado. Vivió algún tiempo en Granada, »dado á sus ocupaciones literarias, y ya indultado, regresó á la »corte, donde murió al poco tiempo, en 1575. tic resultas de una »enfermedad que le provino del pasmo de una pierna.» Hemos copiado literalmente los anteriores párrafos para pro- bar al lector cuan poco son de fiar en sus afirmaciones y juicios algunos eruditos que, como Rosell y otros, no se paran en barras para inventar ó suponer aquello que no saben. Este y otros como él hicieron que lo que debiera s^ir magnífica colección de autores españoles, sea únicamente un conjunto de obras llenas de erra- tas y de falsedades, sin más mérito que el que cada obra de por sí tiene. Hecha esta pequeña digresión, estudiemos lo dicho por Ro- sell. Fundándose en una Nota que puso en su Vida de Cervantes D. Martín Fernández de Navarrete, en la que éste, al ocuparse del proceso seguido al ilustre autor del Quijote, cita, por referen- cia de D. Tomás González, bibliotecario de Simancas, el segui- do á D. Diego de Mendoza, y que original se conser\-a en aquel archivo, supone, no sabemos con qué fundamento, que Felipe II, por el mero hecho de que en su tiempo se siguiera el proceso, no debía mirar con buenos ojos al sabio embajador. Nada tuvo que ver en este caso los sentimientos del Rey para con su subdito; D. Diego estaba encargado del gobierno de Siena cuando se co- menzó la construcción del castillo, según los planos del inge- niero Juan Bautista Romano; los excesivos gastos de la fábrica, unido á la pérdida de las cuentas originales que los justificaban, fueron la causa del proceso á que D. Diego estuvo sujeto du- rante una buena parte de su vida, y que no terminó hasta 15/8. es decir, tres años después de su fallecimiento. Empezóse el pro- ceso á instancias de Mendoza, quien, por dos veces, suplicó á Felipe II que mandase ver sus cuentas de Siena, á cuya petición contestó el rey que la tierra estaba perdida y no se podía dar DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 49J razón, y al reiterarla respondió muy enojado «que no había de qué ni para qué tomar cuentas». No lo creía así el antiguo emba- jador, quien afirmaba haber facilitado diversas cantidades de su peculio particular, de las que quería reintegrarse; y que no le faltaba razón lo prueba el resultado del proceso y liquidación de cuentas, que arrojaron en su favor un saldo de 2.073 escudos (l). A continuación nos dice Rosell que fué nombrado D. Diego virrey de Aragón, cuyos fueros se oponían á que tal cargo lo desempeñara un extranjero, y en esto, como en otras muchas cosas, se equivocó dicho autor, pues que confundió lastimosa- mente al hijo del Marqués de Mondéjar, con uno de sus muchos homónimos, con D. Diego Hurtado de Mendoza Conde de Méli- to, que fué á quien el entonces Príncipe D. Felipe nombró virrey de Aragón, según consta en el título original expedido en Va- lladolid á 22 de Abril de 1 5 54 (2). El otro D. Diego sí fué el encargado, años más tarde, de persuadir á los aragonés — según nos dice Cabrera de Córdoba en su Historia de Felipe //(3), — de que renunciasen á su privilegio, que continuaba vigente no obs- tante haber desempeñado el cargo de virreyes dos extranjeros como el Duque de Alburquerque y el Conde de Mélito ya cita- do, si bien no logró alcanzar su pretensión. Nada podemos indicar al lector acerca de las competencias y rivalidades que, suscitadas por las preferencias de una dama, mantuvieran D. Diego y el entonces Príncipe D. Felipe; pero recordemos que aquél estuvo en Italia desde 1532 hasta I554i que Carlos V abdicó en 1 557 y-, por lo tanto, dicho episodio, si es verídico, hubo de tener lugar en el corto espacio transcurrido entre la vuelta á España del embajador y el advenimiento al tro- no de Felipe II; en este tiempo D. Diego se encontraba haciendo sus pruebas en el convento de la Orden de Alcántara, para al- canzar un hábito de que Carlos V le había hecho merced á su (ij Véase el Extracto del proceso publicado entre los documentos. (2) Se conserva escrito en latín en la Acad. de la Historia Colee. Sala- zar., A-48, fol. 173. (3) Tomo ui, pág. 532. TOMO LXIV. 32 494 boletín de la real academia de la historia regreso de Roma, y no era aquel el sitio más indicado para en- redarse en amoríos. Algo más de lo ordinario duraron las pruebas que D. Diego hubo de verificar para entrar como caballero en la dicha Orden, como lo prueba la queja que presentó á Felipe II, en la que de- cía haber transcurrido más de un año desde que las estaba rea- lizando (I ). Terminadas éstas, fué nombrado Mendoza por la Prin- cesa doña Juana, á la sazón gobernadora de estos reinos, proveedor general de la armada que había de juntarse en Laredo para so- correr en hombres y dinero á Felipe II, y su nombramiento, fe- chado en Valladolid á 30 de Abril de I554> se conserva original en el Archivo de la casa ducal de Osuna, en donde lo hemos examinado. No hay duda alguna de que á él, y no á otro de los muchos Diegos de Mendoza que vivían en este tiempo, se refie- re el nombramiento, porque en el documento se lee, á continua- (i) En uno de los libros registros de las Órdenes de Calatrava y Alcántara, que se conservan en nuestro Archivo Histórico Nacional, (Sig. 334-c) se lee al fol. 171: «El Rey. Freí Francisco Calderón, mi capellán de la dicha Orden de Alcántara, cuya administración perpetua yo tengo por autoridad apostó- lica. Por parte de írey don Diego Hurtado de Mendoza cavallero de la di- cha orden me ha sido fecha relación que arrá un año y mas tiempo que por virtud de una mi carta y provisión del Emperador y Rey mi Señor para ello dada recibió el abito de la dicha orden y estubo en el convento de San Benito della tres meses deprendiendo la regla y otras cosas de que devia saber como cavallero della en las quales estava bien ynstruto; por ende, que me suplicaba mandase rescibir en esta corte la profesión expre- sa que era obligado á hazer ó como la mi merced fuese. E yo, acatando lo susodicho, túbelo por bien, por lo cual vos cometo y mando que veáis la provissón (jue al dieho don Diego Hurtado de Mendoza le fué dada para resgebir e! dicho abito y constándole que ha mas de vn año que lo rreqi- bió y que estubo en el dicho convento le examinéis y si le halláredes bien instruto é ynformado en la regla y otras cosas que como cavallero de la dicha orden deve saber, en mi nombre é por mi autoridad, como adminis- trador susodicho estando presentes otros caualleros de la dicha orden, recibáis del la profesión expresa que deve hazer según y por la forma y manera y con las solenidades que la regla é definiciones de la dicha orden manda y los cavalleros della al presente lo acostumbran y deven hazer. Fecha en Valladolid á veinte y seis días del mes de Abril de mil y qui- nientos y ginquenta y seis años. — La Princesa. — Por mandato de Su IVIa- gestad, su Alteza en su nombre, Juan Vázquez.» DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 495 ■ción del nombre, comendador de las casas de Calatrava en la or- den de Alcántara, y de esta encomienda, conocida también con el nombre de las Casas de Badajoz, estuvo D. Diego en posesión desde su ingreso en la Orden. Desempeñando se hallaba su nuevo y flamante cargo de pro- veedor, cuando desde Santander dirigía una carta á D. Francisco ■de Mendoza (su sobrino?) enviándole un libro que había escrito, para que lo leyera el Príncipe, y en la que le rogaba «no se lo deje mucho en las manos porque no me anden examinando ne- -cedades, que son mucho mayores las que se hacen en lo que no importa que en lo que importa, pues las unas son voluntarias y las otras necesarias». Confirma nuestra creencia de estar dirigida €sta carta á su sobrino D. Francisco, el leer al final de ella y re- firiéndose á su hermano: «no he tenido carta de D. Bernardino; -muchas ocupaciones debe de tener». Suponemos también que el Príncipe, para quien se enviaba el libro, era Felipe II, á quien, <;omo aún vivía Carlos V, designaba D. Diego con aquel trata- miento, y al cual acompañaron su hermano y su sobrino en la •campaña contra Francia. En cuanto al libro, ignoramos cuál pue- da ser, y no debieron conocerlo tampoco sus contemporáneos <;uando ninguno nos habla de tal obra, la cual, á juzgar por las frases de la carta, era sólo de mero pasatiempo. Es particular cuanto sucede con los escritos literarios de don Diego: la mayor parte de las obras que como suyas figuran ó no Jo son ó se duda de que lo sean, y ésta de que se trata, positiva- mente escrita por él, es desconocida en absoluto. Capítulo VIII. MENDOZA NO ASISTIÓ Á LA CAMPAÑA DE SAN QUINTÍN. SU ESTANCIA EN BRUSELAS Y GANTE. SU PROBABLE RESIDENCIA EN GRANADA. SE LE NOM- BRA PROVEEDOR POR SEGUNDA VEZ vSuponen sus biógrafos, fundados en un pasaje de La Guerra de Granada, que D. Diego asistió á la campaña contra Francia y sitio de San Quintín; pero el no citársele para nada en ninguna 496 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA de las Relaciones que se conservan de aquellos sucesos, la seg-u- ridad que tenemos de no ser el autor de la obra mencionada, y aunque lo fuera, la forma que en ella se expresa tal extremo, nos obligan á no tener por cierta aquella afirmación. Dice su autor que no había visto ni oído decir que hubiera ejército «más arma- »do, más disciplinado, más cumplido en todas sus partes, más » platico, abundado de dinero, de vituallas, de artillería, de mu- »nición, de soldados particulares, de gente aventurera, de corte, »de cabezas, capitanes y oficiales..., que el ejército que D. Feli- »pe II, rey de España, tuvo contra Enrique II de Francia, hijo de » Francisco, sobre Durlans, en defensión de los Estados de Flan- »des, cuando hizo la paz tan nombrada por el mundo deque » salió la restitución del Duque Filiberto de Saboya, negocio tan » desconfiado». Como ve el lector, nada de esto se refiere á San Quintín, cuya toma tuvo lugar un año antes de que el ejército español se presentara ante los muros de Peronne, DouUens (ó Durlan, que decían los españoles) y Amiens; en esta última cam- paña cita Cabrera de Córdoba, como uno de los que formaban parte del ejército del Rey Católico, á un D. Diego de Mendoza, que tendríamos que confesar que era el mismo que nos ocupa, si no hubieran asistido á la misma campaña, según dice el mismo autor, el Duque de Francavila — cuyo título usaba a más del de Conde de Mélito con que ya lo hemos conocido — D. Diego Hurtado de Mendoza, antiguo virrey de Aragón, y el Marqués de Cañete, hijo mayor de D. Andrés Hurtado de Mendoza, llamado también Diego Hurtado de Mendoza, según nos manifiesta López de Haro. La paz de que se habla fué la llamada de Chateau-Cambresis, por la cual se estipuló el casamiento de Isabel de Valois, antes tratada de casar con el Príncipe D. Carlos, con Felipe II, recién viudo de la reina de Inglaterra María Tudor, y la restitución de sus Estados al de Saboya; negocio este último que llamó podero- samente la atención al autor de La Guerra de Granada^ como lo demuestra al recordarlo en varias ocasiones. Si, como se afirma, el autor de la obra fuera D. Diego, no se comprende cómo éste, que por su posición debía estar perfectamente enterado de los negocios, afirma que el ejército estaba «abundado de dinero y de DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 497 vituallas», cuando Felipe II escribía en 12 de Marzo de 1559 ^^ obispo de Arras, después cardenal Granvela, diciéndole entre otras cosas: «Yo os digo que estoy de todo punto imposibilitado de sostener la guerra. So pena de perderme no puedo dejar de concertarme.» (l). Los pastores Tirsi, Damon, Elicio y Lanso que en el libro vi de la Calatea^ cantan los elogios de Mendoza, dicen entre otras ■cosas: LANSO Mas tu, pastor famoso, en venturosa Hora pasaste deste mar insano A la dulce región maravillosa. TIRSI Después en el aprisco veneciano Las causas y demandas decidiste Del gran pastor del ancho suelo hispano. DAMON Después también que con valor sufriste El trance de fortuna acelerado Que á Italia hizo y aun á España triste. ELIGIÓ Y después que en sosiego reposado Con las nueve doncellas solamente Tanto tiempo estuviste retirado. LANSO Sin que las fieras armas del Oriente Ni la francesa furia inquietase Tu sosegada y levantada mente. Estas últimas frases parecen indicar lo mismo que venimos sosteniendo. No obstante cuanto llevamos dicho, bien pudiera ocurrir que D. Diego hubiese asistido á esta última parte de la campaña, (i) Papeles de Estado de Granvela, publicados por Gachard. Tomo v, pág. 454. 498 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA puesto cjue, y sin que sepamos los motivos que allí le llevaran, sabemos que estaba en Bruselas el 30 de Mayo de 1559) ^'"í donde en audiencia pública, y ante los contadores mayores, pre- sentó nota del descargo de sus cuentas, y en Gante, el 16 de Junio del mismo año, en cuya ciudad presentó un apuntamiento de los gastos realizados en Siena. Su regreso á España debió ve- rificarse poco después, puesto que el 28 de Septiembre de aqurl año, declaraba en Valladolid ante el inquisidor Dr. Riego en la causa seguida á Fray Bartolomé Carranza (i), afirmando no tenía al Arzobispo por buen católico. En dicha declaración, D. Diego, que ya contaba sus cincuenta y seis inviernos, dice después de haber prestado juramento de decir verdad, «que era vecino de Granada y que tendría sus cincuenta años pocos más ó menos. >y D. Francisco Rodríguez Marín, en su magnífica obra ya citada, manifiesta que «Knapp, en el prólogo de su rica, aunque algo desaliñada colección de las Obras poéticas de D. Diego Hurtado de Mendoza (tomo xi de la Colección de libros españoles raros o curiosos, Madrid, Miguel Ginesta, 1877), dice que desde la fecha en que el Emperador relevó á éste, no hay noticia cierta hasta la de su destierro (1567)». Y añade nuestro querido maestro y amigo: «Con mediana diligencia, algo, y aun algos, podría ras- trearse en Granada, donde probablemente vivió por los años de 1560 y siguientes. A lo menos, consta que allí residía en Oc- tubre de 1566, por una carta que firmó con D, Alonso de Gra- nada Venegas y otros señores, á nombre de aquella ciudad, y en la cual rogaban al Duque de Alba que intercediera con el Rey para que enviase gente de guerra contra las frecuentes entradas de los moros. Este curioso documento se conserva original en el riquísimo archivo de la casa de Alba, y está reseñado en el Catálogo de las colecciones expuestas en las vitrinas del palacio de Liria., libro tan hermoso como interesante, preparado y publi- cado (Madrid, 1898) por la señora Duquesa de Berwick y de Alba, Condesa de Siruela, á cuyas notables dotes de ilustración (i) Causa del Arzobispo Carranza. Acad. de la Historia. Tomo i, fo- lio 358. DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 499 y laboriosidad deben mucho nuestros estudios poéticos.» Algo, hemos rastreado nosotros, sin recurrir á los archivos granadinos, que no hemos podido visitar; pero en cuanto á la afirmación que sienta mi docto maestro de que D. Diego residía en Granada en 1566, como lo prueba la carta publicada por la Duquesa de Alba, hemos de mostrar nuestra disconformidad con tal aserto. Efecti- vamente, la tal carta fué publicada como de D. Diego en el men- cionado Catálogo, y D. Francisco Rodríguez Marín, que residía en Sevilla cuando escribió su obra, no pudo poner en duda tal suposición, porque en la ciudad andaluza no encontró cartas ó firmas auténticas de D. Diego para compararlas con el calco que de esta última le fué remitido por la misma Duquesa, y que puede verse á continuación, copiado del que se publica en el Barahona de Soto, pág. 494. Compare el lector esta firma con la otra que de D. Diego pu- blicamos, y verá fácilmente la diferencia que hay entre una y otra, prueba palpable de que el documento estaba firmado por otro Diego Hurtado de Mendoza, distinto del que nos ocupa. Puesto que de su estancia en Granada no nos queda prueba alguna, aunque no tendría nada de extraño que allí residiese algunas temporadas, habremos de suponer que la mayor parte del tiempo hubo de pasarlo en la corte, en donde estaba en 1 56 1 y en 1 563 (l), hasta que la abandonó en I $67, por haber sido (i) En 20 de Octubre de 1561 dio poder, como curador de doña Mag- dalena de Bobadilla á Andrés de Lozana para seguir los pleitos de dicha menor, y en la misma fecha otro á Francisco de Paz y Sancho de Camar- go, vecinos de Granada, para que hicieran el inventario de los bienes de los padres de aquélla. (Mem. déla Acad. de la Lengua. Tomo x, pág. 150.) En uno de los libros de las Órdenes de Calatrava y Alcántara ÍArchivo Histórico Nacional, Sign. 337-c) existe al fol. 147 un mandamiento de los del Consejo de la Orden de Alcántara para que D. Diego de Mendoza, Comendador de las Casas de Calatrava en dicha Orden, pagase una multa de cinco ducados por no haberse juntado á comulgar, la Pascua del Espí- ritu Santo de 1566, con los otros caballeros que se hallaron en la Corte. El mandamiento está fechado en Madrid á 16 de Junio de 1566. En el mis- mo libro (fol. 389) existe otro mandamiento en que se le impone otra multa por la misma causa, fechado en 10 de Septiembre de 1567. 500 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA nombrado nuevamente proveedor de la Armada que había de juntarse en Santander y Laredo para acompañar á Felipe II en el viaje que pensó realizar á Flandes, y que quedó sólo en proyecto. Durante algún tiempo residió en aquellas poblaciones desempe- Está tomada la firma de una carta enviada al Duque de Alba en 14 de Octubre de 1566 por la ciudad de Granada, para que enviase más gente de guerra contra las entradas de los moros. Archivo de Simancas. Cámara de Castilla. Leg. 2.152. Carta de D. Diego Hurtado de Mendoza á Vázquez de Salazar. Granada, 29 de Julio de 1569. LA abadía V DIÓCESIS DE SANTANDER 50I ñando las bien prosaicas funciones de proveedor, regresando á la corte al año siguiente, y en donde dio lugar, por el desacato cometido en Palacio, á que se le mandara encerrar en el castillo de la Mota de Medina del Campo hasta que, aplacado algún tanto el rigor real, se le conmutó dicha pena por la de destierro de la corte, á la que no volvió D. Diego sino muy poco tiempo antes de su muerte. (Cotttiniiará.) Lucas de Torre y Franco-Romero, Capitán de Infantería, diplomado. II LA ABADÍA Y DIÓCESIS DE SANTANDER NUEVAS ILUSTRACIONES 1. — Relación episcopal del año 1788. Flórez, en el tomo xxvn de la España Sagrada (l), dedicó bre- ves páginas al capítulo que intituló De la insigne Real Colegiata de Santander^ hoy Obispado^ y terminó diciendo: «Todo esto pe- día muchas individualidades, si hubiese perseverado Santander en el estado de Colegiata; pero habiendo subido á honor de Silla Pontificia (2), con que se halla condecorado, tiene lugar propio entre las vSedes actuales, donde pueda exponerse todo más á la larga con los documentos que hasta hoy no he conseguido.» Flórez expiró en 5 de Mayo de 1773. No tardó la Academia en procurarse mayor caudal de noticias que el publicado en di- •cho volumen, acudiendo, como era natural, á su mejor fuente. Constan en la inédita Relación que le fué dirigida, en 1789, por (i) 46-58, I.* edición, Madrid, 1772; 2.^ edición, pág. 23-29, Ma- ■drid, 1824. (2) En 12 de Diciembre de 1754, por bula de Benedicto XIV; de la ■cual posee un ejemplar manuscrito la Biblioteca de la Academia, estan- te 22, grada 2.* 502 boletín de la real academia de la historia el preclaro obispo de Santander, D. Rafael Tomás Menéndez de Luarca, cuya transcripción acompaño. La original, enviada por aquel insigne prelado, existe en la Biblioteca de la Academia con la signatura E ij6, estante 27, grada 5." y ocupa los fo- lios 242-249. Dice así (l): Relación de la fundación de la iglesia (de Santander), y sticesos más memo- rables de ella, con noticias de sus Abades para cumplir con lo rnandado por S. S. I. {2), en carta fecha 2q de Febrero de este año de JjSS. Santander, ciudad fundada á las orillas del mar Océano, en otros tiempos llamado Puerto de la Victoria de Juliobriga, según algunos, y como quieren otros Blendium, tuvo su situación dis- tante como un cuarto de legua de la que hoy tiene; y en tiempo del Rey D. Alonso, año de 749, se trasladó el poco vecindario, que había quedado de resultas de las inundaciones del mar y peste (jue anteriormente había padecido este pueblo, al sitio inmediato al templo de San Emeterio, que es en el que hoy está. Desde en- tonces se halla nombrado promiscuamente con los nombres de Sant Anderio ó Sant Meder; y habiéndose formalizado y murado I>or el Rey D. Alonso V^III y concedido su señorío, año de II87, al abad y canónigos de su Colegiata, en privilegio concedido en Burgos, se reunió, sin saber en qué tiempo, á la Corona; y en el de los Reyes Católicos se le concedió la gracia de no poderse enajenar de ella. De su iglesia apenas hay memoria hasta el Rey D. Alonso el VI. En el año de 1072, concede este Rey un privilegio á la iglesia del Monasterio de San Emeterio, y en él supone le estaban sujetos otros que se presume fuesen los de San Juan Bautista de Miera, San Florente de Pamanes, San Cipriano de Esler, Santa María de Cayón, San Andrés de Vega, San Llórente de Llerana en Carrie- do, y San Andrés de Navageda, cuyos monjes, ó por la decaden- (i) Para mayor claridad he disuelto las abreviaturas y reformado la or- tografía del manuscrito, anotándolo sobriamente. (2) Su señoría ilustrísima, D. José Miguel de Flores, Secretario de la Academia. LA abadía y diócesis DE SANTANDER 5O3. cia de la disciplina, ó por su reducido número, se trasladaron su- cesivamente al monasterio matriz, según lo indicaban los sepul- cros antiguos de varios canónigos que sobre el hábito tenían puesta la cruz de Sancti Spiritiis^ de cuya orden consta que eran los que habitaban en San Llórente de Llerana. No falta quien atribuya su fundación al Rey D. Alonso el Casto, asegurando que el antiguo templo en que desde el siglo iv se guardaban las- reliquias de los santos mártires Emeterio y Celedonio, no había sido monasterio de monjes; otros afirman que arruinado el antiguo monasterio y martirizados sus monjes por los normandos, no se reedificó hasta el tiempo del Rey D. Alonso el VIII: pero contan- do como ciertas las noticias que suministran los privilegios con- cedidos por el Rey D. Alonso el VI, no se puede negar que su fundación fué anterior á las épocas de los dos Alfonsos VI y VIII, igualmente que no hay razón por donde se pueda conjeturar en qué año fuese ésta. Sus monjes y abad vivían claustralmente en los tiempos primeros y con unión de mesas, hasta que por el Rey I). Alonso el VIII se erigió en Colegiata; y de orden del Rey don Alonso el Sabio en el año de 1262, se mandaron separar y divi- dir por mitad entre el abad y el cabildo todas las rentas. Desde aquel tiempo los abades seguían las cortes y militares expedicio- nes, dejando el gobierno económico de la Colegiata al prior, y lo- contencioso á su provisor, que ejercía la jurisdicción ordinaria en Santander y todos sus lugares. Kn este estado permaneció y con este sistema se gobernó hasta que en tiempo del Sr. Fernando el VI, se elevó el pueblo á ciu- dad, y su Colegiata á Catedral, verificándose lo que desde el tiem- po del Concilio de Trento se estaba deseando. La fábrica material de esta iglesia, por lo que hace á su parte inferior, es otro argumento de su antigüedad. Su arquitectura es gótica, de ningún primor ni pulimento, excepto el coro y la ca- pilla mayor, que son de obra moderna y bien trabajada. Debajo del suelo y pavimento de la iglesia principal hay otra con tres naves, obscura y baja de techo, y que por lo tosco de sus anti- guos pilares, nichos, ventanas y algunas imágenes que han que- dado, se puede decir que es más antigua que la superior. El mo- 504 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA tivo de su fábrica pudo ser, ó para igualar el terreno, en aquella parte quebrado y húmedo por las inmediaciones del mar, o para bóveda, panteón ó enterramiento de los fieles que hasta fines del siglo XI nunca se enterraron en las iglesias, á no ser obispos, per- sonas reales ó muy señaladas en virtud. Las piedras con que se hallaba enlosado el claustro, hasta el año 1 782 que se renovó, eran lápidas de sepulcros, sacadas de dicha iglesia, con la espe- cialidad de conservar grabadas las señales de los oficios de las personas que se enterraban allí, como hacha, cuchillo, tijeras, medidas, etc., cosa de que apenas habrá noticia en otra parte, y que indica, ó la soberbia de los más distinguidos, ó la sencillez de aquellos tiempos. En este lugar subterráneo es muy verosímil estuviesen en tiempo de los godos las reliquias de los santos mártires Emeterio y Celedonio, ó en otra cueva que hay debajo, á ejemplo de lo que se observa en otras iglesias, que desde aquel tiempo aún per- manecen. Lo cierto es que la iglesia superior y altar mayor que antes tenía es obra posterior al siglo xii y xiii, tiempo en que em- pezó á florecer el comercio en Santander y estaba el consulado en Burgos, según se conoce de dos escudos de armas de la ciu- dad de Burgos y Santander, que había al remate del antiguo al- tar mayor. La pobreza de la iglesia no permitió que ésta se pudiese hacer de una vez, y por eso se distingue bien que toda su fábrica es un agregado de partes, ejecutado en diversos tiempos. Las tres na- ves principales que constan sobre pilares estriados de la misma arquitectura gótica, otras capillas, el claustro con la torre, indi- can más de quinientos años de antigüedad, y es probable que fuese obra del santo Rey D. Fernando, grande reparador de igle- sias, y desde cuyo tiempo tendrá la advocación de Nuestra Se- ñora, bajo el misterio de la Asunción, de que fué el santo muy •devoto. El coro es obra del abad 1). Pedro Manso, en el año de 1653; y ü. Francisco Navarrete, arzobispo de Burgos (l), ■quiso alargar la iglesia, y con este fin empezó la capilla mayor. (i) Años 1705-1723. LA abadía y diócesis DE SANTANDER 505: Las demás colaterales son de diversas figuras y arquitectura, se- gún el gusto de sus Patronos y de los tiempos en que se fabri- caron. Rn el claustro se conoce que las paredes y partes anteriores son de mayor antigüedad, y sobre ellas estaría acaso la vivienda de los católicos cuando moraban ¡n/ra claustra. Hubo también en él varias capillas y un hospital con título de Sancti Spirittis, de que hablaremos en la relación de los abades. La nave de dicho claustro, que mira al mar, se llama de los Cuerpos Santos, igno- rándose su fundamento, y en ella se daba, hasta doce años ha, sepultura á los pobres; pero los sepulcros, estatuas y figuras se- ñaladas en las mismas piedras, acreditaban haber sido antigua- mente enterratorio de los canónigos. Algunas inscripciones ó epi- tafios se registraban en las losas de dicho claustro, y en la capilla que llaman de los Escalantes, y por no tener cosa digna de me- moria se omiten. Lo particular que se halla en la inscripción que tiene la pila del agua bendita, que está puesta junto á la puerta del Norte, por ser de caracteres arábigos, nos excita á poner aquí la traducción que de ella hizo D. Miguel Casiri, biblioteca- rio de Su Majestad: «Inscriptionis Arabicae interpretatio: M. Littera Vas in quo aqiia est. B. Littera Aquilegiiim in piiritate ex argento albo elaboratitm vas (an per sínútitdinem ex marmore albo?) A. Littera Erat bona et clara clum hanritur. C. Littera tutus... aqna gelata. Fons erat marmoreus in publicum usitm elaboratus. » Fuera de varios escudos particulares de familias de este país, que hay y había en el claustro é iglesia, se hallaban muchas cruces de Sancti Spiritus, 6 tau de la de San Antonio. No conservando esta iglesia memoria y sncesión de sus aba- des, se pondrán las noticias y nombres que se han podido reco- ger de varios instrumentos. El primero de quien hay memoria es de D. Juan Domínguez^ del que consta haber sido abad desde antes del año de 12 18 hasta el de 1 23 1, como resulta de un privilegio que el santo Rey don 506 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA IIISTOKIA Fernando concedió, año de I2l8. I'^l Tudense asegura haber sido fundador de la Iglesia Catedral, entonces colegial de Valladolid, titulándose su abad, según unas escrituras del año de 1220. Gil González le hace natural de Soria, y otros de Medina del Campo; y por esta razón le llaman D. Juan de Medina. Fué nombrado obispo de Osma, y en 1 24 1 pasó á serlo de Burgos. En todas cuantas firmas se reconocen suyas se pone Canciller del Rey ^ cuyo honor adquirió siendo abad de Santander. El segundo abad fué D. Sancho, Infante de Castilla, hijo del santo Rey D. Fernando y de doña Beatriz de Suevia, su primera mujer. Presúmese pudiese ser en el año de 123 1, porque el santo rey su padre le destinó desde muy niño para seguir la carrera eclesiástica, y es creíble le daría entonces esta dignidad. Mariana dice que nació entre los años 1 226 y 1 228, y que en el año de 1250 fué electo arzobispo de Toledo, no teniendo aún la edad para consagrarse; y aunque en este año no se titulase sino pro- curador, rector y administrador del Arzobispado, como consta de la escritura que hizo D. Pascual, primero, electo obispo de Jaén, para obtener la confirmación de su Metropolitano; con todo, no se puede dudar, sin embargo, de lo que dice Pisa en la His- toria de Toledo^ fuese entonces arzobispo, aunque no estuviese consagrado, y hasta cuyo tiempo retuvo esta abadía. Crióse don Sancho en Toledo con el arzobispo D. Rodrigo, y fué preben- dado salmista en aquella iglesia. Dio saludables constituciones á esta iglesia de Santander en el año de 1252. Su hermano el Rey D. Alonso el Sabio, en el año de 1255 confirmó un cambio, que ■él y su cabildo habían hecho de unas casas con Rui González de F"errera, y en esta carta de aprobación ya se tituló electo arzo- bispo de Toledo; y su consagración parece haberse verificado en el siguiente de 1 2 56. Murió en guerra contra moros, y está en- terrado en la iglesia de Toledo, en la capilla del Santo Se- pulcro. D. Gonzalo Pérez era abad antes del año de 1285, y con- tinuó rigiendo esta iglesia hasta pasado el de 1295. Fué ca- pellán y secretario del Rey D. Sancho el cuarto; dignidad y ar- ■cediano de Ubeda en la santa iglesia de Jaca. Su ilustre naci- LA abadía y diócesis DE SANTANDER 507 miento fué bien notorio en la ciudad de Soria, su patria, y por sus relevantes prendas le concedió el Rey el señorío de Arjoni- lla, en el reino de Jaén. Estuvo primero casado, y en la escritura de venta de aquella aldea, que después hizo á favor del Concejo de Arjona en el año de 1293, firman como testigos sus tres hijos, Sancho, Ferrant y Diego. El maestre Jofré ó Gofredo de Loaysa era abad en el año de 1307. Se ignora si fué inmediato sucesor de D. Gonzalo; pero por el corto espacio que hay desde la última memoria de dicho D. Gonzalo en el año de 1 295 hasta el de 1307, en que ya se ha- llaba abad el maestre Jofré, parece verosímil sucediese éste á aquél. Poseyó, al mismo tiempo que la abadía de esta iglesia, el arcedianato de Toledo. Dio estatutos á su iglesia. D. Ñuño Pérez sucedió al antecedente en el año de 1 310, y vivió hasta el de 1 32 1. La memoria de este abad es la más ilus- tre en Santander por las relevantes prendas de su persona y por las obras con que perpetuó su magnificencia en dicha iglesia. Fué valido y canciller de la famosa Reina doña María Alfonsa, llamada vulgarmente la Gran Mujer de D. Sancho el Bravo; ar- cediano de Campos en la santa iglesia de Falencia y testamenta- rio de la Reina, junto con el Infante D. Felipe, doña María, su sobrina, y D. Juan Sánchez de Velasco, su mayordomo. Erigió y fundó en esta iglesia la dignidad de Prior, primera después de la abacial; las 12 Raciones y un hospial con título de Sancti Spiri- tiis en el claustro de la misma iglesia, y para su dotación consi- guió del Rey Fernando el IV el privilegio de Salin, que eran mil maravedís de plata, y verosímilmente se debió á su mediación la gracia del derecho de anclaje de treinta maravedís que á su fa- vor tenía esta iglesia por cada uno de los navios que entrasen, no sólo en Santander, sino también en Castro, Laredo y San Vi- ■cente. Dio á la iglesia estatutos, que merecieron la aprobación del Rey D. PVrnando en el año de 13 lO y del Papa Juan XXII en el de 1320. Ignórase el año de su muerte. D. Juan Pérez de Orduña era abad antes del año de 1353 y continuó hasta pasado el de 1 362. Fué capellán mayor y sujeto de la confianza del Rey D. Pedro el Justiciero, y en las Cortes de 508 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Sevilla de 1362, en que quiso publicar que estaba casado con doña María de Padilla, citó, entre otros, como testigo á D. Juan Pérez de Orduña, abad de Santander. No sabemos si fué pariente del antecedente y si le sucedió inmediatamente. D.Juan García fué abad antes del año de 1 380. No hay otra memoria de este sujeto que la que dejaron los vigorosos esfuer- zos con que en la era de I418 se defendió contra D. Juan, hijo del Conde D. Tello, que se quería levantar por fuerza y á título de encomienda con los lugares de Berana, Azoños y Maoño, y contra D. Gonzalo Pérez, que, titulándose abad de Miera, inten- taba apropiarse este lugar, con los de Balmoreda y Socabarga, propios de esta iglesia. No hay memoria alguna de los abades que sucedieron á éste hasta la de I). Juan de Ortega; siempre que se hallase, se procu- rará comunicar. D.Juan de Ortega era abad antes del año de 1506, y lo fué de Foncea en la Catedral de Burgos, y sacristán ma^/or de los Re- yes Católicos, quienes, en atención á sus méritos, le hicieron des- pués primer obispo de Almería, con retención de la abadía de Santander Murió en el año de I5I5> Y ^stá enterrado en el Convento de Santa Dorotea de Canónigas Agustinas de Burgos, de quienes fué bienhechor. D. García Mendoza fué á un mismo tiempo abad de esta igle- sia y de la de Santillana y antecesor de D. Martín González de Mendoza, como consta por una información hecha por el señor cardenal Pacheco, primer arzobispo de Burgos en el año de I577^ sin que haya otra noticia. I). Martín González de Mendoza sucedió á D. García en am- bas abadías; era de la casa del Infantado. D. Pedro González de Mendoza sucedió, desde el año de I538> á su tío I.). Martín y continuó hasta pasado el de 1559- í'"-'*^ igualmente arcediano de Ciuadalajara y abad de Santillana, y des- pués electo obispo de Salamanca; concurrió al Concilio de Tren- to; fué hijo de D. Iñigo López de Mendoza, cuarto Duque del In- fantado, y de doña Isabel de Aragón. Por varias noticias se sabe que I). Alonso de la Torre, colegial LA ABADÍA Y DIÓCESIS DE SANTANDER 509" mayor de San Bartolomé, caballero de Calatrava y Consejero de Ordenes, fue abad de Santander. D.Juan Suárez Carbajal fué abad desde el año de 1561 hasta el de 1 5Ó4. Tomó posesión de esta abadía siendo obispo de Lugo y comisario general de Cruzada; y la continua y precisa re- sidencia que tenía que hacer en la corte le obligó á renunciar el obispado (l), reteniendo las abadías de Santillana y Santander. Murió en el año de 1584, de edad de ciento vainte años, cuyo cuerpo está sepultado en el convento de San Francisco de Tala- vera, de donde era natural. Fué antes casado, y dio principio á la carrera eclesiástica con la capellanía mayor de los Reyes nue- vos de Toledo. En su tiempo se dieron los primeros pasos para la erección de este Obispado (2). D. Sebastián de Quintero, sucedió á D. Juan Suárez. Fué obis- po de Galípoli, y vivió hasta el año de 1606. D. Juan Bautista de Acebedo, frey en San Marcos de León, hermano del antecedente, obtuvo la abadía de Santander en 1608. Fué canónigo de León y de Toledo, inquisidor en Sevilla y en el Consejo de la Suprema, obispo de Osma, arzobispo de Bur- gos y presidente de Castilla, y en IÓ18 le nombró el Señor Fe- lipe IV para su consejero de Estado. Este y su hermano promo- vieron la pretensión del obispado. El cardenal D. Diego Guzmán, capellán limosnero mayor de Felipe III, sucedió al anterior en la abadía, que renunció por la promoción al arzobispado de Sevilla (3). Fué patriarca de las Indias, comisario general de Cruzada, maestro de las infantas doña Ana y doña María, y últimamente cardenal de la Santa Iglesia Rouiana, y murió en 1631 en la ciudad de Ancona. D. Fr. Antonio de Sotomayor obtuvo la abadía con la Inquisi- ción general y confesonario de Felipe IV, desde el año de 1 626 hasta el de 1632 que le dieron la de Alcalá la Real. (i) En 1561. (2) Vcase el tomo xli de la España Sagrada, págs. 158-162. Madrid, 1798. (3) 15 Noviembre 1625. TOMO LXIV. 33 510 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA D. Cristóbal de Benavente sucedió al antecedente, y fue abad hasta el año de 1633, en que murió. D. (j¡l de Albornoz, sucesor del anterior, fué colegial de Ovie- do en Salamanca, oidor en Valladolid y Granada, regente del Consejo de Navarra, arcediano de Valpuesta, y últimamente cardenal de la Santa Iglesia Romana. Sirvió á Felipe I\^ con co- nocida utilidad de la Nación en la embajada de Roma, Gobierno de Milán y Capitanía general de los Estados de Italia, y hecho arzobispo de Taranto (l), murió en Roma en 19 de Diciembre de 1649, y su cuerpo está enterrado en Talavera de la Reina. D. Pedro Luis Manso y Zúñiga fué obispo de Auxen in parti- hus (2) y abad de Santander. Murió en 16 de Diciembre de 1 669. Está sepultado en el coro de esta santa iglesia, que venera su memoria con especialidad por lo eminente de sus virtudes y be- neficios que recibió de su liberalidad. . D. Miguel Fernández de Orozco, magistral de Calahorra, su- cedió al antecedente, y después fué abad de Alfaro. D. Josef de Gandarillas tomó sucesivamente posesión de esta abadía, en 4 de Septiembre de 1 692. D. Manuel Francisco Navarrete Ladrón de Guev'ara, colegial mayor de Santa Cruz de Valladolid y magistral de Falencia, ob- tuvo la abadía de esta iglesia desde 1693 hasta 1699, que le hicieron. obispo de Mondoñedo, y después arzobispo de Burgos en 1705. D. Gabriel Pantoja, colegial de San Ildefonso de Alcalá y ca- tedrático de aquella Universidad en sagrada Teología, tomó po- sesión de esta abadía en el año de 1 700. D. Bernardo Jiménez Cascante, colegial del mismo colegio, primer confesor del Real Convento de la Encarnación, de Ma- drid, y penitenciario de Calahorra, sucedió al anterior en la aba- día de esta iglesia, de donde pasó al obispado de Barcelona, habiendo antes renunciado a! de Canarias y sucesivamente al arzobispado de Tarragona. (i) En 23 de Octubre de 1Ó30. (2) Véase el tomo li de la España Sagrada, pág. 39. Madrid, 1879. LA abadía y diócesis DE SANTANDER 51I D. Sancho Granados, individuo de dicho colegio y sucesor del antecedente, obtuvo esta abadía poco más de cuatro años por la promoción al obispado de Salamanca (l). D. Lucas Cuartas, del Consejo de S. M., inquisidor de Llerena, abad de esta iglesia, por renuncia que de esta dignidad hizo su antecesor, fué primer obispo de Huesca en Aragón, por cuyo as- censo á esta silla (2), fué electo en su lugar para la abadía de esta iglesia D. Francisco del Castillo y Vintimilla, marqués de Cropa- ni y del Peñón, sin haber tomado posesión de ella, por haberle hecho inmediatamente obispo de Barcelona y después de Jaén. D. Francisco Xavier de Arriaza tomó posesión de esta abadía en ig de Octubre de 1/35, por no haberse verificado la de su antecesor. Fué canónigo de Málaga, y con su trabajo y viva di- ligencia se erigió este obispado de Santander (3), para el que fué nombrado su primer prelado por la Majestad del Sr. Fernando el VI, cuya prelacia obtuvo seis años, que empleó en defender con el mayor vigor los derechos de su dignidad contra las pre- tensiones de los arzobispos de Burgos. Está enterrado en esta «anta iglesia (4). El limo. Sr. D. Francisco Laso Santos de San Pedro, colegial mayor en el de Oviedo de la LTniversidad de Salamanca y canó- nigo doctoral de Ciudad Rodrigo, fué segundo obispo de esta santa iglesia, insigne bienhechor de ella, y el que dio los Estatu- tos con que hoy se gobierna. E!stá sepultado en dicha santa iglesia (5). En 24 de Agosto de 1 784 tomó posesión de este obispado, y le gobierna actualmente con singular acierto y celo el Ilustrísi- mo Sr. D. Rafael Tomás Menéndez de Luarca, colegial mayor de San Ildefonso de Alcalá, canónigo magistral de ( )viedo y arcc- -cliano de Grao, en la misma iglesia. (i) 10 Abril 1730. (2) 8 Octubre 1735. La Relacióu lo llama, con manifiesto error, primer obispo de Huesca. Ouiso decir «primeramente». (3) Por Benedicto XIV en 12 de Diciembre de 1754. (4) Murió en 18 de Noviembre de 1761. (5) Murió en 14 de Marzo de 1783. 1,12 boletín de la real academia de la historia En el códice (E ijó) de nuestra Biblioteca, que contiene estar importante Relación, se halla (folio 236 recto) la carta notifica- tiva de su envío al Secretario de la Academia. Dice así: «Muy señor mío: En cumplimiento del encargo que de parte de la Real Academia me hace V. S. en su carta de 24 de Enero- de este año, remito la razón que me pide de las Vicarías de este Obispado y Parroquias que cada una comprende, como también de los Abades y Obispos de esta Iglesia. Deseo vayan á gusto de la Real Academia, á cuyos loables- intentos contribuiré en cuanto penda de mi arbitrio, repitiéndo- me con esta ocasión á la obediencia de V. S. para cuanto sea de- su agrado. Nuestro Señor guarde á V. S. muchos años, como deseo. Santander, y Julio 8 de I789.=B. E. M. de V. S. su muy atento servidor y capellán=Raphael Thomás Obispo de San- tander. S.'" D." Joseph Miguel de Elores.» La razón, ó catálogo de las Vicarías y parroquias del obispa- do, de la que hace mérito la carta que el lector acaba de ver, se continúa después de la /velación en el mismo códice (E I2j), y es muy extensa y digna de salir á luz como dato estadístico de gran valor para la historia religiosa del obispado. Por de pronto- advertiré que á la vicaría de CincoviUas ó de Pesquera, se atri- buyen (folio 257 vuelto) las parroquias de Somballe, Aldueso y Villapaderne, siendo esta última notable por la consagración de su iglesia en 3 de Marzo de 12 14. Madrid, 13 de Marzo de 1914. * l'iDKi, Fita. EL PALACIO DEL INFANTADO EN GÜADALAJARA 513 III EL PALACIO DEL INFANTADO EN GÜADALAJARA De nuevo me alcanza la satisfacción de informar á la Acade- mia acerca de la importancia histórica de otro monumento alca- rreño. Pero si fué fácil la tarea tratándose de la fundación de Luis de Lucena, aún es majmr y más grata al referirse á un mo- numento que por los caracteres de su belleza artística y por las vi- cisitudes de su destino histórico, merece colocarse á la cabeza de las joyas que aún conserva la arquitectura civil en España. Tanta es su importancia, y tan reconocido su mérito, que sin escrúpulo podría aplicársele aquel célebre epitafio de Santa Cruz de Flo- rencia: Tanto nomini ntilhim par eloghim. Nombre tan esclarecido excusa toda alabanza. El palacio del Infantado de Guadalajara es un edificio de fama universal; y lo que parece extraño es que ■después de salir del dominio de los duques, no haya entrado á formar parte del patrimonio monumental de la nación como uno -de los trofeos más representativos y más brillantes de su historia. Porque este hermoso palacio, si es para el arte nacional un <;jemplar rarísimo de aquella arquitectura sintética que al finali- ;?ar el siglo xv compendia todos los estilos decorativos de los -anteriores y les imprime un sello de originalidad que da carácter propio á los elementos más extraños y refleja á maravilla las varias corrientes de nuestra cultura así importada como indígena, también en el orden histórico, que es el que á nosotros interesa, recoge todos los acontecimientos de seis siglos de nuestra histo- ria, desde que surge la casa de los Mendozas en Guadalajara con -él gran Marqués de Santillana, hasta que arruinada la casa ducal por alternativas de la suerte, pasa su palacio y solar alcarreño á ser asilo caritativo de los huérfanos de la guerra. Pero aunque éste sea el aspecto c|ue nosotros debemos consi- "derar en él, para emitir juicio sobre su importancia histórica, séame permitido añadir una noticia de cosecha propia acerca de ios afortunados maestros que erigieron tan suntuoso monumento, 514 BOLETÍN DE I..\ REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA interpretando, como correspondía á su genio, el alto pensamiento^ de los Duques del Infantado. Todos cuantos han escrito acerca de este palacio, se han ate- nido, para reconocer á sus maestros constructores, á la inscrip- ción, 3'a mutilada por los desgastes del tiempo, que corre ondu- lante por encima de los arcos de su patio central. Según allí dice: Esta casa Jicieron Juan Giias é AI. Ajirri Giia... A la que sigue una laguna por deterioro de la piedra, y continúa.... otros vnichos maestros que aquí tra.. A juzgar por esta lej'enda, parece que los maestros principa- les del suntuoso alcázar debieron ser Juan Guas y Enrique, su hermano, ya conocidos por otras obras ejecutadas en España, y singularmente por la delicada joya de San Juan de los Reyes, de Toledo. Sin embargo, en la frase, un tanto despecti\a, con que envuelve en las sombras del anónimo á otros viuclios maestros, hay á mi entender uno, no citado hasta ahora, y que, no obs- tante, debió tomar parte muy principal, si no la suprema, en la construcción del palacio y en la resolución de sus más arduos problemas construct¡\'os. La suposición se funda en estos hechos. Ocupaba la silla me- tropolitana de Sevilla, á fines del siglo xv, D. Diego Hurtado de Mendoza, hijo de D. Iñigo López de Mendoza y primo del otro D. Iñigo que mandó edificar el regio alcázar del Infantado; y como se suscitasen por entonces graves dudas acerca de la ter- minación de la Catedral hispalense, que venía erigiéndose des- de 1402, el ilustre prelado, hallándose á la sazón en Guadalajara, escribió al Cabildo una carta, que recogió en parte Ceán Rermu- dez, en la cual decía sobre este asunto, que les enviaba al maestra fie su casa, llamado Ximon, y les exhortaba, por amor suyo, á. que se conformasen «en aquéllo con los que más saben». Y, en efecto, el Cabildo, después de oir al artista alcarreño, le nombró maestro principal de la obra, cuyo cargo desempeñó desde esta fecha de I49Ó hasta su fallecimiento, ocurrido en T502 (l). (i) Llnguno, ;il h;ibl;ir de las obras de la Catedral de Sevilla, no sola- mente le cita con las variantes de Jimon ó Ximon, sino que le adiciona el EL PALACIO DEL INFANTADO EN GUADALAJARA 515 Ahora bien, el palacio del Infantado hubo de erigirse entre los años de 1479 y 1500, que fueron los veintiuno que poseyó los estados de aquella ilustre casa el Duque D. Iñigo, segundo del Infantado; de modo que, si en 1 496 el maestro Ximon era el principal arquitecto de la casa ducal, ¿dónde sino en la construc- ción del palacio, que por entonces se estaba terminando, habría acreditado su pericia hasta mover el ánimo del Arzobispo don Diego, para enviarlo á Sevilla á dirimir las disputas sustentadas por maestros tan autorizados como Pedro de Toledo, Francisco Rodríguez y Juan de Hoces? Lo más probable es que el maestro Ximon fuese el arquitecto del grandioso edificio, y los hermanos Guas los decoradores, por lo cual la inscripción que conserva el nombre de estos maestros se halla grabada en la cinta ornamental de los arcos del patio, que es la parte más rica y espléndida de la decoración del insig- ne monumento. Y hecha esta indicación, que si no resuelve definitivamente el asunto, recaba para un arquitecto alcarreño la gloria muy pro- bable de haber sido el principal maestro del palacio del Infan- tado de Guadalajara, pasaré á exponer rápidamente algunos he- chos históricos que están vinculados en sus espléndidos apo- sentos. En ellos, y bajo los más ricos alfarges que labró el arte mude- jar en España, se aposentó cautivo el rey de Francia Francisco I, el cual, admirado de la riqueza y esplendor de la sala de los Linajes y de la muchedumbre y bizarría de tantos caballeros como formaban la corte de los Mendozas, dijo que la mayor grandeza que había visto en España de las cosas del Emperador era tener tal vasallo como el Duque del Infantado. \"erdad es íipellido de Pérez, y supone que debía ser hijo suyo otro Ximon Pérez que presentó al Cabildo sevillano en 1522 unos trazos que había hecho para las sacristías mayores de los cálices. Suyas son también estas pala- bras: «Fué gran arquitecto y maestro mayor de ella (de la Catedral de Se- villa), adonde le envió el Arzobispo D. Diego Hurtado de Mendoza á reco- nocer la fábrica y escribió al Cabildo aconsejándole que se conformase con su parecer, como de maestro sabio é inteligente. > 516 BOLETÍN DE LA KEAL ACADEMIA DE I A HISTORIA cjue por entonces contaba la casa ducal con 80.000 vasallos en España, No era extraño que tanto poderío, que hacía de Guadalajara una Corte rival de la suya, suscitase los celos de Felipe II, el cual, para cortar los vuelos al ííguila alcarreña, cuando murió l'Vancisco I y quedó viuda la Infanta doña Leonor, su tía, le hizo donación de la ciudad de Guadalajara y envió á ella á D. Rodrigo Niño para que tomara posesión, á nombre de la reina, no sólo de la ciudad sino de hospedaje adecuado á su jerarquía en el pa- lacio del Duque del Infantado. Resistióse el Duque, despidiendo ásperamente al Secretario del Rey; pero éste, que no se doblegaba fácilmente á las arrogan- cias de la nobleza, envió de nuevo al alcalde Durango para que, si era preciso, pusiese al Duque en la calle y se posesionase de su palacio. Prevenido el Duque cedió buenamente su casa al Rey, y aunque murió la reina doña Leonor un año después, sin haber ido á Guadalajara, no quiso éste volver á su casa, que per- maneció cerrada hasta los días de su sucesor. El cual, sintiendo ya debilitarse en sus manos el cetro del feudalismo alcarreño que habían empuñado con tanto esfuerzo sus antecesores, buscó la reconciliación con el Rey, y éste, tan duro con los altaneros como benévolo con los sometidos, le con- fió la honrosa embajada de ir á recibir á la frontera de Francia á doña Isabel de Valois, hija de Enrique II, que, como prenda de paz, venía á unirse con el rey de España, y conducida con regia esplendidez desde Roncesvalles al palacio de Guadalajara, per- maneció en éste con toda la Corte cinco días que duraron las fiestas de la boda, costeadas todas con pródiga munificencia por el Duque, que aún repartió entre las personas reales, damas de Palacio y señores cortesanos joyas y preseas de gran valor, según frase de un testigo, consignada en documento contemporáneo. Esta fué la deslumbradora llamarada con que comenzó á extinguirse aquel astro de la opulencia de los jMendozas, pues niuerto D. Iñigo sin sucesión masculina, pasó el Infantado á doña Ana de Mendoza, célebre por su gran caridad y sus fundaciones piadosas, y de ésta á su hija doña Luisa, madre de D. Rodrigo EL PALACIO DEL INFANTADO EN GUADALAJAUA 517 Díaz de Vivar y Hurtado de Mendoza, en quien concluye la línea directa al comenzar el último tercio del siglo xvn. Los nuevos Duques, que tenían en Madrid un palacio anchuroso, y aunque no artístico por su construcción, muy pintoresco por su posición topográfica, en la que rivalizaba con el de los reyes, abandona- ron el de Guadalajara, que quedó cerrado y convertido ya en ])esada carga para la administración del patrimonio ducal. Aún, sin embargo, fiel á su antiguo destino, continúo desde su misma obscuridad arrojando brillantes fulgores en las páginas de la his- toria patria. En sus salones se hospedó por algún tiempo el bastardo de l-'elipe IV D. Juan de Austria, que tanto papel hizo en las crisis políticas y en la dinástica del reinado de Carlos II, y sus dorados artesonados recogieron el último aliento de doña Mariana de Noeburgo, segunda esposa del mismo monarca. Implantada la nueva dinastía, aún se renovaron en el histórico palacio los grandes festejos de otra boda regia, pues en él se ra- tificaron las capitulaciones matrimoniales de Felipe V con doña Isabel de Farnesio. Pero estos destellos de sus grandes destinos fueron poco á poco amortiguándose, y al llegar el siglo xix, cuando la quiebra de la casa ducal puso en grave peligro la pér- dida del grandioso monumento, un arranque nobilísimo de cari- dad vino á salvarle de la inminente ruina, obteniendo del últi- mo Duque de la línea directa de Osuna la cesión del edificio, que mitad como donación y mitad como venta pasó á manos del Consejo de Huérfanos de la guerra, para instalar en él un Colegio de estas desgraciadas víctimas de nuestras discordias civiles (l). (i) La Caja especial ci-eada por el Gobierno en 19 de Marzo de 1876,. fué ampliada á los huérfanos de ultramar por Ley de 27 de Julio de 1877, (jiie presentó al Congreso y defendió en un brillante discurso, no esca- so de erudición política, el entonces novel parlamentario y hoy nuestro querido compañero D. Franciscr) de Laiglesia. En esta Ley se amplió en 60.000 pesetas el crédito para Academias militares, aplicándose á pen- siones de huérfanos, y se mandó consignar en Presupuestos 300.000 pese- tas para reforzar dicha Caja, jogránflose así rfunir la suma necesaria para 5l8 l:OLETÍN DE LA KEAI. ACADEMIA DE LA HISTORIA Kl palacio fué tasado en 750. 000 pesetas por el Sr. Marqués de Cubas, sin incluir, por supuesto, sus bellezas artísticas, y con 250.000 que dio el ayuntamiento de Guadalajara y 125.OOO la Caja de Huérfanos, pudo otorgarse la escritura de adquisición el 21 de julio de 1 878, fecha memorable para esta ilustre casa, que de morada un día de esclarecidos y opulentos magnates, vino á parar en modesto asilo de caridad para abrigo y amparo de pobres huérfanos, confiados á la gratitud y solicitud de la madre patria. El colegio se inauguró con asistencia de I). Alfonso XII y de toda su Corte, que, al efecto, se trasladó solemnemente á Guada- lajara el 27 de Marzo de 1879. Tal es, á grandes rasgos, la importancia histórica del palacio del Infantado de Guadalajara. Por su origen nobilísimo; por su estilo original y casi único en su género; por los sucesos de que ha sido teatro en el transcurso de su larga historia; por su alta representación social y política; por su merecida fama y por las joyas artísticas que aún atesora, debe elevarse á la categoría de monumento nacional y conservarse como página, según deja- mos dicho, en que se reflejan y concentran los destellos más bri- llantes de nuestra historia civil y los rayos más espléndidos de nuestra cultura artística. La Academia, sin embargo, con superior criterio, propondrá al Gobierno de S. M. lo que juzgue más acertado. Madrid, 4 de Marzo de 1914. Manuel Pérez-Villamil. la adquisición del Palacio del Infantado y el establecimiento del Colegio de Huérfanos. Nos complacemos en que la verdad histórica rinda este tributo de reconocimiento á nuestro ¡lustre amigo y compañero. GONZALO PÉREZ 519 IV GONZALO PÉREZ Pocos datos biográficos y muy repartidos tenemos de este se- cretario de Felipe II, y de ellos se deduce que fué hombre de gran valía, muy enérgico, dado á la comodidad, desordenado en el comer y beber y muy padecido por la gota. El erudito jesuíta D. Esteban de Arteaga y López, escribió una breve noticia de este personaje sacada de los papeles inédi- tos que le franquearon D. Eugenio Llaguno y x-lrmírola, que dos siglos después sirvió también el mismo empleo de secretario de Estado que Antonio Pérez, y el Sr. D. Juan Antonio Pellicer y Saforcada, biógrafo de Cervantes y comentador del Quijote. Este trabajo ha sido publicado felizmente en 1S48, en el tomo XIII, págs. 511a 531 de la Colección de documentos inéditos para la Historia de España, y de él tomamos la mayor parte en el estudio de la medalla de que vamos á tratar. El padre de Gonzalo, Bartolomé, fué secretario de la Inquisi- ción de Logroño, y debió estar su familia en posición desahoga- da, á juzgar por los lugares y fincas que concedieron al Monas- terio de Nuestra Señora de Huerta, situado entre Castilla y Ara- gón, como lo justificaban las inscripciones de algunos sepulcros de la iglesia y las escrituras auténticas que existían en el archivo del Monasterio. Gonzalo nació en Segovia (l), no sabemos qué año. Estudió en el colegio de Oviedo, en Salamanca, y justificó su aprovecha- miento en lenguas y literatura latina y griega. Dice también Arteaga que «nunca fué casado, aunque no (i) Consta en la legitimación de Antonio Pérez, su hijo natural, firma- da por Carlos V en Valladolid, en 14 de Abril de 1542. Publicada en la Colección de docttmeníos inéditos para la Historia de Es~> paña. Tomo xiii, pág. 389. 520 boletín de la real academia de i.a historia dejó de pagar tributo á la fragilidad de la naturaleza humana y á la libertad de costumbres de aquellos tiempos, pues de una mu- jer de Castilla tuvo á su hijo Antonio, tan famoso por su vali- miento como por su desgracia». El Cardenal Bembo, en 1538, le concedió los títulos de cape- llán del Emperador Carlos V y arcediano de Villena. Kn gran concepto lo tendría el soberano cuando lo nombró secretario íntimo y consejero de su hijo Felipe, á quien acompa- ñó en su viaje ;i Lisboa con* motivo de su boda con María de Portugal, en 1 543; á las cortes de Monzón, en 1547; ^ Flandes, á la dieta de Augusta, y en 1554 á Inglaterra. En 1547 figuró como arcediano de Sepúlvcda, y cuando Car- los V renunció en su hijo todos sus derechos, le confirió á su an- tiguo secretario, en pago de sus muchos servicios, la abadía de San Isidro de León. Pero la fecha de su muerte no ha podido todavía averiguarse; su biógrafo dice que debió ser á fines de 1 565» ó antes de Octu- bre de 1566, porque en 19 de Noviembre del primer año estaba en Toledo, y á principios de Octubre del segundo figuraba ya su hijo Antonio, sustituyéndolo en su empleo. El que dejara de figurar en esa época como secretario del Rey, no es razón para darlo como muerto. En nuestro INIuseo Arqueológico Nacional se conserva una medalla de bronce, bien rara por cierto, que tiene en su anverso el busto de este secretario de Felipe II, en edad ya avanzada y con traje clerical, á la izquierda (lám. x). Leyenda: GONZALVVS • PÉREZ • RER • STATVS • SEC • PHI • il • H!S • REGÍS • En el reverso se ve un centauro en el centro de un laberinto, y en la parte superior: IN'SII.ENTIO- ET'SPE- No está firmada, ni tiene fecha, y no expresan sus leyendas de una manera precisa el hecho á que pueda referirse. Aunque alguna alusión encontremos en su reverso á sucesos i r¡>cúlea, cuyo puente sobre el Guadalquivir encontró el 20 de Oc- »tubre último entre el cortijo del Rubio en su linde con Maja- » ñeque y el cortijo de la Veguilla en la margen izquierda del »Betis, todos tres del término de Córdoba. . »A1 hacer la vía férrea de ^ladrid á Córdoba aprovecharon la »calzada para asiento de la línea desde el río Guadalquivir hasta »la estación de Espeluy y echaron el camino de los romanos á la »derecha, pero en el kilómetro 34O de la línea férrea, junto al »d¡sco en Espeluy del lado de Menjíbar, se notan vestigios de la soalzada. »En dicha venta del Arco, perpendicular al terraplén de la »vía férrea, se nota en la vega del cortijo llamado «Las Iluel- »gas», el arran(|ue de la otra calzada que, sin atravesar el río ^Guadalquivir, cambia de rumbo á la margen derecha del Be- »tis, cuando éste, que desde Menjíbar baja en dirección Sur Nor- »te, toma la de Este á Oeste; atraviesa el río Guadiel, el Rum- »blar y todos los ríos que van al Guadalquivir por esta margen TOMO LXIV. 34 526 BOLETÍN DE L\ REAL ACADEMIA DE LA flISTORIA »(la derecha) hasta C(3rdoba, quedando puentes de la antigua »vía, convertida hoy en su mayor parte en cordel de Merinas, »en el río Jándula y todos los próximos á Córdoba, viniendo, »como dice Estrabón, cerca de la montaña. »Esta es la vía Hercúlea que, atravesando por el Norte de »Córdoba (tanto la ciudadela ó colonia patricia como la ciudad ¡^occidental ó la vieja de San Fernando), va á cortar el Guadal- »quivir por primera y única vez por el vado de los Aceiteros en »Manjaneque y sigue por Septem Aras ó Siete Torres (en la Car- »lota) á Cádiz. »En la finca (olivar y cortijo) llamada «Las Huelgas», del tér- »mino de Javalquinto, propiedad de D. Guillermo Cuartero, ve- »cino de Menjíbar, á cuya finca pertenece hoy la Venta del »Arco; en un cerro escarpado y divisorio de las aguas de los »ríos Guadiel y Guadalquivir, en el mismo ángulo de desviación »de éste último, donde deja de ser límite de la Hética este río; »en la línea recta desde Osigi, se halla situado un torreón roma- »no ó pre-romano de construcción formácea y de la misma épo- »ca y forma que el torreón de Santa Eufemia de estas ruinas de »Cástulo, desde donde escribo, y para ser más idéntico conserva, »como éste, una caverna abovedada de igual antigua construc- »c¡ón. »Midiendo desde el puente de Rabanales en Córdoba las mi- »llas de á 1.391 metros, nos dan á Cástulo ^6 millas, ó sean 105 «kilómetros 716 metros, y al cerro de «Las Huelgas» 62 millas, »que son las que marca el miliario encontrado, ó sean 82 kiló- »metros 242 metros; y de la Torre de Santa Eufemia, punto »occidental de Cástulo á la expresada Torre de Las Huelgas, I9 »kiIómetros 474 metros. Cotéjese el itinerario de Antonino, que »marca 78 millas de Córdoba á Cástulo por Epora; rebájense las »dos millas de Rabanales á Córdoba, y tendremos ^6 millas; y »como el miliario de Rabanales nos marca de allí á Jano Augusto »62 millas, ó sean 86.242 metros, quedan desde el hito ó mojón ^divisorio de la Bética y la Tarraconense, dedicado á Jano Au- »gusto, 14 millas, ó sean 19 kilómetros 474 metros.» Pudiendo asegurarse, en opinión del .Sr. Delgado, que «el templo de Jano, vías romanas de ANDALUCÍA 527 :s>miliar¡o Áureo especial de la Bética, estaba y se conserva, aun- »que ruinoso, en el cerro de «Las Huelgas» frente al kilómetro »304 de la carretera de Málaga á Bailen, marcado por el Instituto » geográfico en la hoja de Linares; y quedando aclarado el punto ^dudoso que tanto preocupó á los arqueólogos cordobeses de los ^siglos XVI, XVII y XVIII, por no saber dónde colocar el templo de »Jano cuando se encontraron los primeros miliarios al hacer las »excavac¡ones para los cimientos del crucero de la catedral de » Córdoba.» A estos datos y consideraciones añade, el Sr. Delgado, que la primera calzada de las que nombra, ó sea la de Porcuna, es la misma que hasta ahora por error sin duda de los copistas del Iti- nerario se ha designado con los nombres fantásticos de Calpur- niana y Urgaone, en lugar de Castra Postumiana y Obulcone (Castro del Río y Porcuna). Hace notar que ya el Académico que tiene la honra de infor- mar en este momento, cayó en la cuenta de que, ó las millas es- taban equivocadas, ó lo estaban los nombres de las mansiones y tenían los trayectos más recorrido del que se suponía; y, por último, dice que con sólo fijarse en lo que dice Estrabón, que ^ste empalme ó calzada nueva se hizo para que pasara por Obulcone, ya que la \ía Hercúlea iba por la sierra, y, por con- siguiente, á la margen derecha del Betis, y notar que el itinera- rio en el Alio itinere Cordiibam Castulonen no nombra á la ciu- dad pontificense, debió notarse el error. El Sr. Delgado, que con constancia sin igual persigue la reso- lución de los problemas itinerarios de la España romana, aduce ■en ésta, como en otras ocasiones, nuevos datos que conviene te- ner en cuenta y sienta conclusiones no lejanas de la verdad, bien que sea preciso afirmarlas, robustecerlas ó depurarlas para llegar al convencimiento de un modo indiscutible. Veamos ahora qué elementos pueden utilizarse para resolver <^1 trazado de las dos vías que enlazaban Córdoba con Cástulo, y cuáles son los que dicho señor utiliza ó emplea. En primer lugar, deben conocerse suficientemente los vesti- gios del camino para poderlos enlazar sin género de duda. En 528 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA segundo lugar, conviene aportar los datos de reducción de po- blaciones situadas sobre ellos. Toda la ribera del (juadalquivir estaba pob!ada de ciudades erk la época romana, como lo prueba el hecho de encontrarse ves- tigios en la Ventosilla, trrmino de Javalquinto; más abajo, en Santa Potenciana, donde en inscripciones, así como en las inme- diatas aceñas de Beltrán, se leía el nombre de Iliturgi; después,, en los Villares, inmensas ruinas al oriente de Andújar, y á dis- tancia de una legua ruinas ceñidas por una muralla que en parte ha derribado el Guadalquivir, pero que seguían hasta el arroyo de Martín Gordo; más adelante, hasta el de Escobar, subiendo á Sierra Morena. Todo el espacio está cubierto de restos de la- drillos y tejas romanas, fragmentos de sepulcros y restos de mu- ros de edificios; hay además vestigios de acueducto y alberca,^ ruinas de un castillo, unas cuevas, y la ermita de Nuestra Señora de los Santos se alza en medio de aquéllas. Ya cerca de Marmolejo (á media legua) están las ruinas deno- minadas de San Julián, á un cuarto de legua de las de la Aragonesa ó la Bretaña, y quizás otras (pues pudieron confundirse con algu- na de éstas) que Cortés menciona (art. Sitia) diciendo, con refe- rencia á la descripción que hizo el médico de Bujalance D. Ber- nardino Muñoz, que estaban al lado derechdo el Betis, en el des- poblado de Cansinos, cuyas ruinas están indicando una ciudad fortificada romana y túrdula, añadiendo que en el mismo despo- blado se halló una inscripción sepulcral del tiempo de los godos. También hay ruinas en Villa franca y en Alcolea. Por esta parte se conocen los vestigios de la calzada romana en el despo- blado de los Villares, y ya cerca de Córdoba en el cortijo de Ra- banales, donde se encontró el miliario núm. 62, á partir del Arco de Jano que cita el Sr. Delgado. En la orilla izquierda Máquiz, Los Barrios de Villanueva, Villa del Río, con puente romano, y Marmolejo, son sitios ocupados en otro tiempo por poblaciones, además de Arjona, Bujalance, Por- cuna y otras varias. Por las inscripciones geográficas encontradas, pueden admitir- se como localizadas Espora en Montero ó (juizás al otro lado deL vías romanas de ANDALUCÍA 529 río; Urgaona ó Virgaona en Arjona; Cástulo, que era el punto -final de los dos caminos que estudiamos, en las inmensas ruinas que se conservan cerca de la estación de Baeza, en lo alto de un cerro, á cuyo pie pasa el río Guadalimar, bañando el molino de Cazlona, que ha conservado casi íntegro el primitivo nombre. De las demás tenemos lápidas de Iliturgi y de Isturgi al pare- cer, sin que de un modo cierto se pueda afimar la procedencia de las inscripciones iliturgitanas, reconociéndose, sin embargo, que procedían de Santa Potenciana, cerca de las Cuevas de Li- tuergo, donde también se conserva el nombre antiguo de las mi- nas, de las Aceñas y aun de los Villares. Los vestigios del camino no están tampoco suficientemente reconocidos; Alcolea y Villa del Río, con sus puentes, dan indi- cios importantes; cerca de Cástulo, de Menjíbar y Espeluy son visibles; en Los Barrios también hay otro trozo de camino, y en Los Villares de Andújar se conocía la calzada. Esto es todo lo que se sabe con certeza. Las lecturas del Itinerario respecto de los dos caminos roma- nos, son las siguientes: ítem a Corduba Castulone mpm XCVIIII Calpurniana, Calpurnia mpm XXV, XXVI Virgaone mpm XX Iliturgis, Uituigis mpm XXIIII, XXXIIII Castulone mpm XX Alio itinere a Corduba Castulone mpm LXXVIII sic Epora mpm XXVIII Uciense mpm XVIII Castulone mpm XXXII De estas lecturas hay que desechar la de XXVI para Calpur- nia ó Calpurniana, porque impide la debida concordancia entre la suma y el total, pues sumarían los trayectos 90 ó lOO millas y no 99. También hay que rechazar la lectura de XXIIII para Iliturgis, pues resultarían 89 millas en vez de 99. Aportados los elementos anteriores, veamos si coinciden con los del terreno, según los diversos trazados que se les asignan modernamente. El Sr. Saavedra supone que la vía que llama Her- 53° BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA cúlea el Sr. Delgado iba por la derecha del Guadalquivir. Tam- bién el Sr. Ilübner señala vía probable por la orilla mencionada y coincide con estas opiniones la del Sr. Delgado. La diferencia estriba en que mientras los primeros sólo admiten para la longi- tud de la milla la de 1. 48 1 metros, el Sr. Delgado opina que en esta vía se empleó la milla de 1. 381 metros, cuya existencia está cumplidamente demostrada en otras vías españolas, y especial- mente en el trayecto de Carmona á Córdoba de esta misma vía. Milla que me cupo el honor de descubrir, así como la de 1.666 metros. Para los que optan por el primer valor, el afirmar que la vía recorría las inmediaciones del Guadalquivir por su orilla derecha^ resulta una incongruencia, porque la longitud aproximada de la misma, ya que no conocemos la completamente exacta, no co- rresponde en manera alguna á sus cálculos. Tal incongruencia sólo puede explicarse por dos razones: I.'*, que en su tiempo se ignoraba la existencia de la milla de I.39I metros; y 2.^, que no midieron la longitud del camino, ó la midieron utilizando ma- pas muy defectuosos. La reducción del Sr. Delgado se aproxima á la verdad y qui- zás coincide con ella, pues la longitud de la vía, deducida de su trazado aproximado, es la correspondiente á la milla de I.391 metros. Consecuencia de aquel error fue el de afirmar que Epora era Montoro, fundándose en que coincidían las distancias, pues esta no es cierto; las distancias á Montoro coinciden con el cómputo de 1. 391 metros y no con el de 1,481. La posición de Ucia ó Uciense no coincide tampoco con Mar- molejo, y debió estar más al oriente, quizás en el sitio que señaló Cortés de los Cansinos. Así el camino es posible. Existía en esta calzada una particular circunstancia demostra- da por las inscripciones de los miliarios, y era la de que se con- taban las millas desde el sitio en que junto al Guadalquivir par- tían límites la Bética y la Tarraconense, ¿Qué distancia había desde este punto á Cástulo, final de la vía en el registro Anto- niniano? vías romanas de ANDALUCÍA 53 I El Sr. Delgado hace un cálculo, y el cálculo está bien hecho en el supuesto, hasta ahora no discutido, de que el miliario de Rabanales se encontró á unos 7 kilómetros al Este de Córdoba; este miliario señalaba el núm. 62, y como los 7 kilómetros equi- valen aproximadamente á cerca de 6 millas, hay que deducir que desde Córdoba al límite de la Bética la distancia contada por la vía era de ^'] millas, y, por tanto, de 1 1 la de Cástulo á Arco de Jano. La última parte ya es de más exacta y fácil comprobación, pues disponemos de mapa detallado y sabemos que la vía iba al principio cerca del ferrocarril, después cerca del Guadalquivir; y conocemos también el sitio en que se alza todavía el Torreón de las Huelgas dibujado en el mapa del Instituto Geográfico. Pues bien; midiendo el trazado de la vía romana en este trayecto, da como longitud la de unos 1 5 kilómetros, equivalentes á poco más de 10 millas. Basta, pues, admitir que el miliario de Rabanales no se encontró en la misma casa de este nombre, sino dentro de la finca, pero I.200 ó I.300 metros más próximo á Córdoba, para que la coincidiencia de los datos pueda demostrarse. Esta vía (l) aparece también en las inscripciones de los vasos apolinares, pero con mayor detalle. Allí figura en la siguiente forma: XVIII XIX Yendo la vía por la orilla derecha del Betis, parece natural que las mansiones estuviesen en este mismo lado, y la actual Epora, hoy Montoro, se halla sobre la orilla izciuierda. Por esto (i) Hübner situó mal la vía augusta, puesto que pasando indiscutible- mente por Obulco (Porcuna), según escribe Estrabón, en el mapa que acompaña á su obra, no consta en esta forma, debiendo en éste, copio en otros muchos trazados, no aceptar sin examen las noticias geográficas de su obra. Ad Decumo X Eporam XVII Ad Lucos Uciense XVIII Ad Noulas XIII Castulone XIX Ad Aras 532 BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA dijimos antes que podía localizarse en Montoro ó en algún punto inmediato. Además de esto es preciso determinar la situación de Decu- mo ó Décimo, que, como su nombre indica, estaba á lO millas ó 14 kilómetros de Córdoba. Por este dato puede calcularse que estaba cerca de Alcolea; Uciense junto á la desembocadura del río Jándula, y Noulas al NE. de Lituergo. Respecto de la otra vía, las dificultades son mucho mayo- res, pues debiendo dar por resuelta la correspondencia de Ur- gao con Arjona (si bien Calpurnia coincidiría aproximadamente con Bujalance, en donde hasta ahora se han encontrado más restos romanos é inscripciones); en dirección á Cástulo las difi- cultades se hacen insuperables, pues reduciendo á Lituergo la antigua Iliturgis, en vista de conservarse el nombre y haber ruinas, existe una considerable diferencia de longitud entre la distancia asignada en el Itinerario y la distancia real, diferencia que sólo podría salvarse admitiendo que había error en la lon- gitud total y en las parciales del camino, lo que está fuera de la verosimilitud, aun cuando sea posible en la realidad. De no ser así, habrá que buscar otras posiciones para Calpurnia y Urgaona ó Virgaona. Por último, la determinación que juzgo acertada del Arco y Templo de Jano, á que hacen referencia las inscripciones núme- ros 4.701 y 4.721 de la obra de Hübner, en el Torreón de Las Pluelgas, es punto interesante que debe completarse con la re- producción fotográfica de los restos del arco y con la explora- ción de las inmediaciones. En esta serie de tanteos pudiera incluirse la colocación de la mansión de Calpurniana cerca de Montilla, la de V^irgaone cerca de la Torre de las Vírgenes, al NE. de Castro del Río; é Iliturgis cerca de las aceñas de Beltrán, en Lituergo, pero en comunica- ción con la orilla izquierda del (iuadahjuixir. F.n este caso las dis- tancias coincidirían, siendo la única mansión, cuya situación ha- bría que precisar, la de Calpurniana. En el cortijo de las Vír- genes se han hallado objetos y existen ruinas é inscripciones romanas, y su nombre pudiera ser transformación del X'irgaone. vías romanas de ANDALUCÍA 533 Pero los fundamentos de estas localizaciones son muy débiles, y es preciso contenerse en límites prudenciales, dejando á nuevas investigaciones la resolución de estos problemas. Dos puntos toca en su trabajo el Sr. Delgado que conviene aclarar: el relativo á la vía Augusta que pasaba por Porcuna, de- nominada entonces Obulco, y el referente á la situación del puente romano de Córdoba. Respecto del primero, hay que hacer constar que la vía Augus- ta no podía coincidir con el camino que iba por Villanueva de la Reina, Porcuna, Torre de las Vírgenes, Castro del Río, etc., y la razón es clara. Estrabón, al hablar de la vía Augusta, dice que pasaba por Porcuna, y añade que desde allí á Córdoba medía unos 300 estadios, es decir, 38 ó 39 millas, equivalentes á unos 53 kilómetros si la milla era de I.391 metros, y á unos 58 kiló- metros si se computaban á 1. 48 1; pues bien, la línea recta de Porcuna á Córdoba mide unos 5 5» ^o cual nos hace ver que este trayecto de la vía Augusta se apartaba muy poco de la distan- cia geográfica, de la cual se aleja mucho el trazado supuesto de Porcuna, Castro del Río, etc., y como también hay vestigios de camino romano cerca de aquella línea, debe admitirse que co- rresponden á la vía Augusta y que ésta era diferente de la que señala el Itinerario por Calpurniana, Virgaone é Iliturgis, debien- do unirse ambas en Porcuna, según los indicios. Además, el texto de Estrabón lo que dice es que en el campo espartarlo (cerca de Cartagena), y no en los campos andaluces, comienza á alejarse del mar. En cuanto al puente de Córdoba, que el Sr. Delgado sitúa aguas abajo del actual, negando que el hasta ahora conocido y estima- do por heredero del romano haya existido en aquellos tiempos, nc>cesítanse pruebas fehacientes que todavía no se han aportado. De todos modos, el Sr. Delgado ha contribuido una vez másá esclarecer cuestiones interesantes de Geografía histórica de nues- tra patria, y por ello debe ser felicitado. Madrid, 15 de Abril de 1914. Antonio Blázoukz. 534 BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA VI NUEVAS INSCRIPCIONES DE ITÁLICA Y MANACOR Una y otra son insignes en atención á su valor histórico. Habiéndome proporcionado sus respectivos dueños las fotogra- fías, que tengo el honor de presentar á la Academia, creo que por inéditas merecen insertarse en el B(m.etín. Itálica. En 1883, D. Aurelio (lalí y Lasaletta, docto arqueólogo, se- villano, recogió entre un montón de escombros de las ruinas de Itálica, cerca de la que llaman liaza de los palacios, ó meseta, que distinguen mosaicos soberbios, y desde la cual desciende la vere- da que conduce al ingreso del despedazado anfiteatro, más de sesenta pedazos epigráficos de mármol, que recompuso, y que le dieron por resultado, entera, la preciosa lápida, que guarda en su poder, y de la que me ha remitido por medio de su amigo, D. Mario Méndez Bejarano, la adjunta fotografi'a. Mide metro y medio de alto por uno de ancho. En 1897 recibió copia de su texto el preclaro Hübner y lo publicó en el tomo viii de la Ephemeris epigraphica, .núva. 305, página 521. Pro saltiie Hadrianí Aug{usti) et Sabinae Augustae ni^ostrae) Silvano Pantlieo Autarces, Sabinae Aiig{usíae) n {os trae) lib[erlus), ex voto. A Silvíino Panlheo. Ex voto de Autareces, liberto de nuestra Augusta por la salud de Hadri;ino augusto y de Sabina nuestra Augusta. La paleografía de esta inscripción viene á confirmar la opi- nión que emití (l) sobre el fragmento marmóreo, que expresa la dedicación que la ciudad de Sevilla hizo de una estatua de plata, en honor de Matidia, madre de la emperatriz Sabina. (i) Boletín, tomo lxiv, págs. 238-242. NUEVAS INSCRIPCIONES DE ITÁLICA Y MANACOR 535 ^;:> >'**""" ' "^' '. '] I Jjiwii»»"''!' ^^í^i ^^S. cü^s»^--^ -íJ .J 536 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA El emperador Hadriano, natural de Itálica, después de haber estado en Sevilla y \¡ajado á Oriente, no bien hubo regresado á Roma en el año 1 28, declaró Augusta á Sabina, su mujer, la cual se suicidó en el año 1 36. Durante ese intervalo se coloca la fecha de la inscripción presente. Griego es el nombre de su dedicante Auxápxr^?, que había sido esclavo de la emperatriz, en cuyos dominios forestales, quizá de Sierra IMorena ó de la Ajarquía de Sevilla, habría servido lauda- blemente, recibiendo en pago la libertad y dándole con esto ocasión para el voto que hizo por la salud del reinante Empera- dor y de su esposa. Otra ocasión pudo ser la del año 1 3 5, en el cual se conmemo- ra por una lápida (l) la liberalidad del emperador Hadriano en favor de la provincia de la España Bética. Con frecuencia el dios Silvano en las inscripciones se llama Salutaris, en atención á la salud que procuran las plantas me- dicinales y los puros aires de la selva. Muy rara vez recibe el nombre de Pantheo, atributo que expresa el de todos los dioses ó de toda la divinidad. Dos ejemplos se conocen de semejante atribución (2), uno en Roma y otro en Richester de Inglaterra; a los que hay que añadir éste de Itálica, por el cual parece que se debe explicar el de Sevilla (3), que dice así: Pantheo Aug{usío) L{udus) Licinius Adamas, lib{crtus) Faiisti sevir aug{ustalis) d{at) d{edicat). El mármol cuadrilongo, que contenía esta ins- cripción, se halló en una alcantarilla, cerca de los caños de Car- mona en las afueras de Sevilla. Desgraciadamente, se ha perdi- do; pero hay que buscarlo, y, si se recobra, demostrará con el 4.ipo de sus caracteres el tiempo en que se labró, que por ventura sería el de Trajano ó de Hadriano. En Alcalá de Henares se halló también una lápida (Hübner, 3.030) dedicada á Pantheo Augusto por Lucio Julio Secundo seviro augustal y liberto de Lucio; ni debemos oK'idar que por (1) Corpus v7scripl¡onu)n latinarum, vol. xiv. núm. 4.235. (2) Corpus inscriptioiium latinarum, vol. vi, 695; vii, 1.038. (3) Ídem, vol. 11, 1.165. NUEVAS INSCRIPCIONES DE ITÁLICA Y MANACOR 537 otras lápidas españolas (46, 2.008, 4. 05 5) se da respectivamente el sobrenombre de Pantheo á Serapis, Júpiter y Tutela. Manacor. La villa de Manacor, sita entre las de Arta y Santany en la costa Sudeste de la isla de Mallorca, es población de unas trece mil almas y se reduce probablemente con su cala ó puerto, hoy cegado por las arenas, al municipio latino Tiicim ó Tiici que menciona Plinio (l). De su antigüedad romana da testimonio ur\ epígrafe, reseñado por Hübner (núm. 3.702); y mucho más las antiguallas que en el predio de su distrito municipa!, llamado Son Peretó (2), ha descubierto D. Juan Aguiló, docto presbítero de esta villa. El cual en carta del día l.° del corriente Abril me escribe lo siguiente: «El predio S011 Peretó está situado á ó Y2 k"^- ^^ distancia de Manacor, hacia el Nordeste, sobre la vera izquierda de la carre- tera que, partiendo de dicha villa, recorre, para llegar á la de Arta, 20 km. El predio fué vendido, hará unos treinta años, en pequeñas parcelas á varios propietarios; los cuales con su esme- rado cultivo de siembra y arbolado, lo han limpiado de piedras hasta arrancar los cimientos de los edificios, y aglomerarlas ó dis- persarlas, no sin grave daño de la Arqueología. Allí he descubierto, y guardo en mi poder, un gran bronce del emperador Galba (3). También he recogido excelentes fragmen- tos de hormigón romano y de finísimos estucos de varios colo- res, de cerámica campaniana ó griega, aretina, gala y del país, trozos de no pocos mármoles extranjeros, y he visto montones de tcgidas é imh'kes quebrantados, tres pedestales y un capitel de columna, ampollas de vidrio, teselas de mosaico polícromo, y (i) iu, 5, 76. — Cinium en la costa Noroeste, opuesto á Tucí, sería Sóller. (2) El Paredón. (3) Será uno de los cuatro que describe Cohén [Moniiaies imperiales, Galba, 101-104), en cuyo anverso se lee: Ser{vius) Sulp{iciiis) Galba, intp{era- tor) Caes{ar) A?íg{iís¿íís) p[onlifex) m{aximus) triibwiiciaé) p{otestaiis); y e.i el reverso Adiocuiio: S^enaius) c{oiisullo). 5^8 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA algunos objetos de hierro antiguos, como son dos hoces, una piqueta, clavos y dos proyectiles circulares. Los mis importantes son los restos de una basílica, de la que tengo trazada parte del plano, parecido al de la romana de San Juan de Lctrán. Quizá fué pagana, antes que se entregase al cul- to católico. Allí descubrí el epitafio de Balería, obra de mosaico, de la que di cuenta en el Congreso de Arte cristiano, que en el mes de Octubre del año pasado se celebró en Barcelona. Cerca de este epitafio, hallé otro en piedra, cuya fotografía envié al sabio arqueólogo y presbítero de la ciudad de V^ich, y éste ha remitido á V. Debajo de los epitafios aparecieron los enterra- mientos y los restos mortales de las personas que nombran y dan á conocer; y en distancia de unos 50 metros reconocí la exis- tencia de una gran necrópolis, cuyos carbones y cenizas indica- ban el paso de las llamas, consecutivo á una devastación horro- rosa en tiempo indeterminado, que acaso fué el de los bárbaros musulmanes.» Tan pronto como recibí del Sr. Aguiló estas noticias, le escri- bí rogándole nos enviase una fotografía de la inscripción de Ba- lería, que por ser de mosaico empareja con la de Severína que D. Roque Chabás y yo descubrimos en la ciudad de Denia, y presenté fotograbada en el tomo xvii del Boletín, pág. 272, ha- biéndola explicado en el iv, pág. 23: Severína \ víxit an \ nos XXXX I decessitin \ pace tertí \ ti idus Feh{ruarías). Ajuicio de D. Juan Bautista Rossi es una de las más antiguas cristianas, que se conocen de la Península, y puede adjudicarse al siglo iv. No me ha contestado aún el Sr. Aguiló, quizá por haberse extravia- do mi carta; y así es que he de limitar este breve informe á la inscripción lapídea, empezando por exhibir su fotografía. Es de piedra arenisca y porosa, algo quebrantada en su parte superior é inferior. Tiene picado el numeral de su año africano en el renglón séptimo, y casi todo el de su fecha consular en el renglón postrero, ül tipo de las letras no es romano, ni bizan- tino puro, sino vandálico. NUEVAS INSCRIPCIONES DE ITÁLICA Y MANACf>R 539 i Hic requíescil Sab{l))as p[rc.'¡]h{iteV, s{an)c{t)e Ec{c)lesie Romane. Depositus est in pace II idus Aprilis a{imo) [CCCC]L/JÍI wd(Jclioné) pr{ima) {p{ost) c{onsuIaium) Aiiastas\i c(^larissimi) v{iri). Aquí descansa Sabas presbítero de la Santa Iglesia Romana. Fué sepul- tado en 12 de Abril del año 454 (de la era africana, 493 de la cristiana), in- dicción primera, año siguiente al del consulado de Anastasio, varón escla- recidísimo. 540 BOI-ETIN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Sabido es que la era africana se distingue de la cristiana por- que le quita treinta y nueve años, así como la española le añade treinta y ocho. Observaciones. Constantemente se muestra en esta inscripción la forma afri- cana (r) de la R, que explicó Hübner (l), tratando de otra (294) escrita enteramente con letras africanas y descubiertas en Ma- rim del Algarbe. El crismón, aunque está algo descantillado en. la parte superior debió trocar la figura normal /|\ en /f- . En esta evolución gráfica de la R, que ha degenerado en la minúscula r, cabe admitir no solamente la degradación del bucle romano, sino el influjo de la invertida consonante púnica, gemela de la he- brea 1. Un crismón, exactamente parecido al de esta inscripción de Manacor, aparece en otra (310) de Mértola, en el Algarbe, fe- cha las en el año 472. Obsérvese, además, que la figura (*^¡) de la (7, en el renglón segundo del presente epígrafe, es también africana. Finalmente, de aquí se deduce que la inscripción se grabó hacia el declive del siglo v. Opino que está fechada en el año 493 de Cristo, á 12 de Abril, en cuyo día se contaba la indicción primera (l.° Sept. 492-3 1 Ag. 493), cuando estaban sujetas las Baleares al cetro del rey ván- dalo Guntamundo y decaía la horrenda persecución, excitada por su antecesor Ilunerico en el año 484, de la cual fueron víctimas y gloriosos mártires los obispos Macario de Menorca, Helias de Mallorca y Opilio de Ibiza, sufragáneos á la sazón del metropo- litano de la ciudad de Caller ó Cagliari, en la isla de Cerdeña. La presencia y el fallecimiento de un presbítero de la Santa Iglesia Romana en Manacor, así como el año de la era africana en la presente inscripción y la data del consulado, fácilmente se explican por la historia de la cristiandad Baleárica durante la (1) luscripiioiiuní Hispaniae diristianartim supplemenfuin , núm. 294. Belín, 1900. NUEVAS INSCRIPCIONES DE ITÁLICA Y MANACOR 54 1 dominación de los Vándalos (años 476-534), intermedia de la de los Romanos y de los Bizantinos. Entre otros ejemplos de semejante cómputo africano, al que se aviene esta inscripción de Manacor, consignados por el volu- men VIII del Corpus inscriptiomun latinariim (Berlín, 1 881), plá- ceme citar la inscripción (núm. 8.630) del ara que contenía reli- quias de nuestro mártir San Lorenzo y fué consagrada por el obispo Lorenzo en Setif de la Mauritania Cesariense en 3 de Agosto del año cristiano 452, siendo Herculano cónsul y en día de domingo: Die III m{e)n{s¿s) Aug{usü) consulatu Herculani v{irí) c{la?'issimi), die dom{inica), dedicante Laiirentio v{iró) v[enerabili) s{anct¡ssimo) p{ost) mor{tcm) Dom{ini)^ aniñó), p [rovinciae) CCCCXIJI. Con efecto, cayó en domingo el día 3 de Agosto de la era africana 413, ó 452 de la cristiana. Del uso de la indicción se ofrecen (pág. I.061) por dicho vo- lumen muchos casos, testificados por lápidas, así como los de la era africana que discurren desde el año cristiano de 123 hasta el 651. Desde el año 484 había sido con los tres obispos Baleáricos víctima de la persecución el heroico metropolitano de Cartago, Eugenio, hasta que al fin recabó de Guntamundo el edicto (lO Agosto 494) por el cual este rey mandaba que los católicos pu- diesen abrir al culto sus iglesias, que hasta entonces habían per- manecido cerradas, y recobrar las que les habían usurpado los arríanos. Levantóse entonces á todos los obispos católicos el des- tierro, y se tocó el fruto que los Papas San Félix III (483-492) y San Gelasio (492-496) habían sembrado con frecuentes men- sajes y dádivas generosas. A diferentes Legados, subdiáconos, diáconos y presbíteros de la Santa Iglesia Romana hubo de con- fiar el Papa San P'élix la encíclica dirigida á los obispos católi- cos de todo el orbe cristiano (15 Marzo 488), que empieza con las palabras Qualiter in áfrica iiis regionibiis (l) y, por de con- tado, se distribuyó en todas las provincias eclesiásticas de nuestra (i) Migne: Patrología laüna^ tomo lviii, col. 924. TOMO Lxiv. 35 542 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Península, toda vez que figura en la antigua Colección de Cáno- nes españoles (l). Uno de éstos, ó semejantes mensajeros de la Santa Sede, acaso fué el presbítero Sabbas, en Manacor se- pultado. En la fotografía, y en el remate de su renglón segundo, el nombre de este presbítero no aparece tan claro que elimine toda ambigüedad acerca de su lectura. La parte superior de la B sufrió un golpe ó raspadura violenta, y las letras, que son de mayor y menor tamaño en toda la inscripción y no siempre bien alinea- das merecien detenida atención para discernir su figura. Yo leo sa'bas es decir, Sab{b)as^ que á ningún inconveniente se presta. Parecerá extraño que haya fijado el principio de la domina- ción vandálica en el año 4/6, apartándome de la opinión vulgar que la fija en el año 425. Sobre esta cuestión me reservo hablar en otro Informe intitulado La provincia romana de las Baleares^ que presentaré á la Academia. Madrid, 21 de Abril de 1914. Fidel Fita. VII LA CRISTIANDAD BALEÁRICA HASTA FINES DEL SIGLO VI APUNTES HISTÓRICOS Consta que en el año 484 cada una de las islas Baleares tenía Sede episcopal católica, siendo obispos Macario, de Menorca; Helias, de Mallorca; y Opilio, de Ibiza. La de Menorca, estableci- da en Cindadela (mnnicipium Flaviían Jamontaimm), bajo la dominación romana, se nos da á conocer por la famosa encíclica (i) Tejada y Ramiro: Colección de cdnoíies y de todos ¡os concilios de la Iglesia de España y América^ tomo 11, págs. 964-968. Mathiil, 1861. LA CRISTIANDAD BALEÁRICA HASTA FINES DEL SIGLO VI 543 de su obispo Severo (l), que marca el sábado 2 de Febrero del año 418: IV nonas Februarii post consiilatum Domini Honorii XI et Constantio it{erum), cuando empezó á construirse en la ciudad de Mahón una basílica cristiana en reemplazo de la arruinada sinagoga hebrea; pero fué escrita poco después de la Pascua que cayó en 7 de Abril. Entre los muchos y notables datos históri- cos que ofrece esta encíclica, cuenta me tiene observar el estado floreciente del cristianismo menorquín, y singularmente en sus dos ciudades de origen púnico (2) y en su judería antigua maho- nesa, que no pudo menos de facilitar al apóstol San Pablo, ó á sus discípulos, la predicación evangélica. Afirmó Severo que su promoción al episcopado era reciente (3), pero sin duda podemos creer que no le faltaron antecesores, contemporáneos de los de Mallorca é Ibiza, y dependientes de la metrópoli Tarraconense. A mediados de la segunda mitad del siglo iv las Baleares se desgajaron de la provincia de Tarragona, para constituirse como aquélla, en provincia presidencial, ó gobernada, como también la Cartaginense y la Tingitana, por Presidentes, siendo proconsu- lares las tres restantes de la España romana: Bética, Lusitana y Gallega. Ninguna inscripción, ningún autor antiguo, á excepción del obispo Severo, nos ha transmitido nombre alguno de los Presidentes de la provincia Baleárica. Refiere Severo que no mu- cho antes del año 418 la había gobernado Lectorio, de quien en dicho año corría fama de su elevación á la categoría de Conde imperial, ó Vicario del Prefecto del pretorio de las Galias sobre todas las provincias de España. Quizá Lectorio era hebreo, porque su hija Artemisia profesaba la religión judaica y estuvo casada con Melecio, hermano del gran rabino (pate?' patrmn) de la aljama de Mahón, que se llamaba Teodoro y cuyo nombre hebreo sería (1) Migue: Patrol. lal., tomo xli, col. 821-832. París, 1864. (2) In hac itaque Ínsula diio parva oppida, quibus a Poenis indita no- mina, e regionc fúndala sunl; lammona ad occasum, Aíagona ad orientem spectat. (3) In his mihi, (jinniuin mortalium ultimo, niiper sacerdotalis officii pondas impositum esl; sed lammona antiquum a Deo munus etiam luinc retinet, ut judaei habitare in ea nequáquam possinl. 544 boletín de la real academia de la histokia Nathán. Blasonaba de haber ejercido todos los cargos de la ma- gistratura municipal, de hombre adinerado y poseedor de bienes raíces en la isla de Mallorca, y poderoso y noble en tan alto grado que obtuvo el título de Defensor y Patrono de la ciudad. La conversión de este magnate al cristianismo y en general la de toda su aljama, no pudo menos de aumentar el prestigio y con- solidar la firmeza del episcopado menorquín. A esto se añade que la población de las Baleares entonces, como lo indica Seve- ro (l) se acrecentó, porque allí buscaban y encontraban segura asilo las muchedumbres del continente fronterizo, acosadas por el hierro y fuego de los bárbaros. Pasada la Pascua del año 418, un eclipse total de sol (19 Julio) y un cometa terrorífico, de los que hacen mención las crónicas de nuestro Idacio y del conde Marcelino, presagiaron, al decir del vulgo, grandes revueltas de guerras y devastaciones que pronto acaecieron. Por no hablar sino de los Vándalos, recorda- ré que su rey católico Gunderico, habiendo vencido en 419 al rey suevo Plermerico, se corrió desde Galicia á la Bética á ins- tancias de Asterio, conde de las Españas, bajo la disposición del Vicario imperial Maurocelo. En 421 Castino, duque romano (magister militiim)., tomando á sueldo tropas visigodas, penetró en la Bética y combatió á los Vándalos; pero la suerte le fué adversa por traición de los visigodos, y derrotado regresó á Ta- rragona. Algo después, Gunderico, enseñoreado de la hermosa tierra que baña el Guadalquivir, y echando mano, como lo pudo hacer, de buques piratas, sacó rico botín de las Baleares y de la ciudad y puerto de Cartagena; mas no bastando á su instinto de rapacidad insaciable los tesoros que atrancó á la ciudad de Sevi- lla, torturando á sus moradores, y en cierto modo destruyéndo- la, se propasó, nuevo Heliodoro, á intentar robar los de la cate- dral de San Vicente mártir; por lo cual, el miserable, pi'esa det demonio, murió desastradamente (I 427). (i) Dúo qiiidam primarii juclaenrum, Melcliiis Theociori, frater, et Innocentiiis, gi/t, Hispaniamm cladcm nuper cffiígiais, cnm famiilis suis ad hanc insulatn veiierat..., ad domum Theodori iter dirigiint... LA CRISTIANDAD BALEÁRICA HASTA FINES DEL SIGLO VI 545 El texto de la Crónica de Idacio, y el de la Historia de los Vándalos por San Isidoro, que refieren la sobredicha depreda- ción de las Baleares, no deben ni pueden entenderse de haber es- tado sujetas desde aquel punto á la dominación vandálica. Perma- necieron subditas del imperio seguramente hasta la muerte de Valentiniano III (f 2^ Marzo 455). Sus cátedras episcopales en aquel intervalo se mantuvieron incólumes y sufragáneas de la de Tarragona. La condición religiosa y política de las tres islas cambió radi- calmente de aspecto, trocándose de romana en vandálica, tan pronto como Genserico se apoderó de la ciudad del Tíber (l2 Junio 455)) llamado por Eudoxia para vengar la muerte de su esposo Valentiniano. Resultado fué juntarse al reino vandálico en 476 todo lo que le faltaba por el occidente del África y las islas de Sicilia, Cerdeña, Córcega, Menorca, Mallorca é Ibiza con otras muchas de menor importancia, según lo atestigua Víctor Vítense (l) en el libro i, cap. iii, de la historia en que trata de la persecución de los Vándalos. Al fenecer el reino de estos bárba- ros arríanos (año 534)) las Baleares pasaron al dominio del im- perio de Bizancio, adscritas á la provincia de la Mauritania Siti- fense, y no dejaron de ser bizantinas sino cuando las conquista- ron, casi dos siglos más tarde, los musulmanes. La persecución ferocísima, que Genserico ejerció contra los católicos del suelo africano, pesó hasta su muerte (f 24 Enero 477) en las Baleares. Respiraron exentas de tamaña opresión, las iglesias del reino vandálico con el advenimiento de Hunerico al solio de su padre. Permitió á la iglesia de Cartago, viuda de su pastor, durante \'e¡nticuatro años, proceder á la elección que re- cayó en el nuevo metropolitano h^ugenio; y otorgó que regresa- sen á sus hogares los desterrados, que contaban cuan atroces pa- decimientos habían soportado en la España Tingitana y Baleárica (1) «Post cujus (Valentiniani) mortem, tolius Aññcaí ambitum (Genseri- cus) obtinuit; necnon et ínsulas máximas, Sardiniam, Siciüam, Corsicam, Ebusum, Majoricam, Minoricam, et alias mullas superbia sibi consueta defendit.» Migne, Patr. lat., lomo lviii, col. 186. París, 1862. 546 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA y en otras partes de la Europa meridional (i). Si las iglesias epis- copales de Menorca, Mallorca é Ibiza habían sido, como era na- tural, en ese inter\-alo de horrenda aflicción (años 455-477)) opon destierro, ó por muerte de sus prelados, infaustamente desoladas, lo cierto es que bajo el amparo del nuevo Príncipe dieron tregua á su llanto y quebranto. Las leyes terribles del código Teodosiano contra los herejes, fueron sucesivamente aplicadas por Hunerico contra los que pre- surnían que lo eran, ó que no eran^secuaces del arrianismo. Pri- meramente se ensañó en los maniqueos, tolerando á los católicos con la esperanza de reducirlos á su malvada secta, si bien contra algunos no faltaron acciones de violenta crueldad, que Víctor describe. El plan artero que meditó y puso en práctica para establecer la unidad arriana en todo su reino, fué convocar (20 INIayo 483) á todos los obispos católicos de sus Estados, para que, reunidos en Cartago el día l.° de Febrero de 484, diesen razón de la ortodoxia de su fe, apoyándose en las divinas escri- turas, disputando con los obispos arríanos, y no dándola sufi- ciente ante el juicio del Soberano, fuesen condenados como herejes. El resultado era de prever como de causa perdida; pero nuestros obispos, cuyo nombre y catálogo poseemos, en núme- ro de 466, arrostraron tamaña lucha con alta sabiduría y con en- tereza magnánima. Entre los sufragáneos de la metrópoli de Caller (Cerdeña) se ven registrados en el catálogo por orden de la antigüedad de su consagración episcopal: Macarius de Minorica. Helias de Majorica. Opilio de Evuso. Helias de Mallorca y Opilio de Ibiza cierran la lista, indican- do que su consagración (año 477?) era reciente. Macario de Me- norca precede á dos obispos sardos; y tal vez había sido víctima (i) «Et sic universi ab exsilio redierunt. Quse vero in Hispajiia, in Ita- lia, Dalmatia, Campania, Calabria, Apulia, Sicilia, Sardinia, Brjttiis, Vene- tia, Lucania, Epiro veteri, val Hellade gesserit (Gensericus), melius ibi ipsi qui passi sunt, miscrabiliter lugendo narrabunt.» Migne, tom. citado, col. 202. LA CRISTIANDAD BALEÁRICA HASTA FINES DEL SIGLO VI 547 de la persecución. Los tres, en realidad, pueden llamarse már- tires de la fe católica, que sellaron con su paciencia y denodada constancia. El día 18 de Febrero, los obispos católicos presentaron al Rey por escrito su razonada profesión de fe, obra admirable de pro- funda y clara doctrina teológica (l), á la que los arríanos, ex- cusando la discusión, no supieron oponer otra cosa más que ridículos subterfugios, escudándose con lo declarado por los con- ciliábulos de Rímini y de Selencia. No se hizo esperar el edicto, fulminado en 24 de Febrero, que mandaba cerrar todas las igle- sias del culto católico, entregarlas con sus propiedades á los arría- nos, conminar so graves penas la apostasía á los fieles católicos, dándoles para ello el plazo que expiraba en I.° de Junio, y cortando de raíz todo conato y esperanza de restaurar el clero secular y reglar en sus funciones. Los obispos que en Cartago se habían portado con tan sublime entereza, se vieron obligados á vaguear fuera de las murallas de la ciudad, casi desnudos y ham- brientos, como cadáveres errantes, que sin excitar la conmisera- ción del tirano, y atropellados por la plebe y soldadesca desen- frenada, fueron al cabo condenados al destierro de sus diócesis y á la más degradante miseria. Semejante gloria, que gloria es, no sé que ningún autor haya puesto de relieve para eterno ensalzamiento del episcopado baleárico. Afortunadamente los días del bárbaro líunerico esta- ban contados en las balanzas de la justicia divina, porque murió como Antíoco y Herodes, comido de gusanos, en l.° de Diciem- bre del mismo año 484; y menos cruel le sucedió en el trono su primo Guntamundo, hasta el año 49Ó. Ya demostré (2), llenando un profundo hueco, que el P. Enri- (i) Termina diciendo: Hace est fides nostra, evangelicis et apostoHcis traditionibus atque auctoritate firmata, et omnium quae in mundo sunt Catholicarum ecclesiarum societate fundata, in qua nos per gratiam Dei omnipotentis permanere usque ad finem vitae hujus confidimus et spe- ramus. (2) Boletín, tomo xxxvii, págs. 514-518. 548 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA que Flórez (i) y D. Emilio Morera (2) han dejado en el episco- pologio de Tarragona, que esta gran metrópoli fué durante me- dio siglo (años 469-519) regida por Juan, prelado admirable, como en su epitafio se lee: «Te Joannem Tarraco coluit mirificum vatem, Tuosque in hoc loco in pace condidit artus. In te libra morum, in te modestia tenuit regnum; Nitens eloquio mitissimo pollebas in corde, Gerens curam pauperum, pietate preditus ampia; S(an)c(tu)s namque vita, fide magnificent(i)us ipsa [Ap]paruit cunctis pergens ad premia Xpi (3). Tuum nempe nomen tuamque dulcissimam mentem Laudabunt posteri, numquam abolenda per evum. Merita preconiis adtoUunt facta per s(e)clis. Denis equam libram [tenens r]emeantibus lustris Rector doctorque prefuit monacis et populis, Octies denos vita peragens feliciter annos» (4). A ti ¡oh Juan! prelado admirable veneró Tarragona, y á este sepulcro confió tus restos mortales, que descansan en paz. En ti reinó la modera- ción, y la equidad, reina de las costumbres. Tu brillante palabra, tu man- sedumbre dulcísima, extasiaba los corazones, y no menos los arrebataba aquella tu gran piedad y aquella tu limosnera misericordia en favor de los desvalidos. Santo en toda tu vida, y sobre todo ma<;nánimo en defen- der, conservar y propagar la católica fe, apareciste á todos los que te vieron en el trance postrero partir allá donde Cristo premia la virtud con eterna gloria. Tu nombre, tu alma dulcísima, preconizarán los siglos que han de venir, y serán prolongado eco de tus obras y méritos memora- bles. Diez lustros sostuvo su diestra las rectas balanzas de la justicia, ri- giendo y enseñando como prelado y obispo á los monjes y á los pueblos; y su vida felizmente alcanzó hasta la edad de ochenta años. Bien sabido es cómo los romanos Pontífices y las iglesias ca- tólicas de l'Luropa se portaron, dando amparo generoso á los (i) España Sagrada^ tomo xxv (2.^ edición), pág. 58; iMadrid, 1859. (2) Historia del arzobispado de Tarragona, tomo l, ¡jái^s. i 58- 166; Tt- rragona, 1898. (3) Christi. (4) De semejantes hexámetros hay numerosas muestras en los monu- mentos africanos de aquel tiempo y en los de otras regiones. LA CRISTIANDAD BALEÁRICA HASTA FINES DEL SIGLO VI 549 fieles que en masa huían ó eran desterrados del África por el horrendo y bárbaro Genserico y sus tiránicos sucesores. La ca- ridad de Juan, arzobispo de Tarragona, se celebra en su epitafio; y á buena cuenta hubo de ejercitarse, prestando anhelado refu- gio á no pocas víctimas de la persecución vandálica, y singular- mente á los monjes y obispos, contra los cuales principalmente se ensañaban los arríanos. Un anillo de oro, octogonal, se con- serva en el Museo de Tarragona, que quizá fué dádiva reverente del arzobispo Juan á Macario, obispo de Menorca, y está orlado por esta inscripción (l): REVERENTIO TVO MACABÍ VIVAS Por lo tocante á la protección que el arzobispo Juan dispensó á los monasterios de su provincia eclesiástica, favorecido por el rey visigodo Gesaleico y por el ostrogodo Teodorico, básteme recordar lo que apunté (2) sobre la fundación y prosperidad del monasterio de San Victoriano en la provincia de Huesca. De Gesaleico sabemos (3) que se refugió en África, para regresar en demanda de la corona que le quitó Teodorico, mas no debe en- tenderse que hubo de atravesar de parte á parte el Mediterrá- neo. Africanas eran entonces (año 511) las Baleares y subditas del rey vándalo Trasamundo. En 13 de Julio de 505 moría en Alby, desterrado durante un decenio, San Eugenio, metropoHtano de Cartago, continuando bravia la persecución de Trasamundo, que vedaba al clero cató- lico proveer de prelados las Cátedras episcopales vacantes. En parecido caso de ominoso destierro presumo que se hallaría el presbítero de Ibiza, cuyo epitafio se descubrió en Tarragona y está registrado por Ilübner bajo el núm. 489: (1) Hübner: Iiiscr. ITisp. clirisí., núm. 424. (2) Boletín, tomo xxxvii, págs. 404 y 405. (3) Véanse las Crónicas de Máximo, obispo de Zaragoza y de San Isi- doro, expurgadas y publicadas por Mommsen en sus Chronica minora^ pá- ginas 223 y 282 (Berlín, 1891). 550 boletín de la real academia de la historia IN ISTO I.OCO SEPVLTVS ES T EVTICIVS PRÉSBITE R C I V IT A T I S ALBITA NE El sapientísimo I). Antonio Agustín, Arzobispo de Tarragona (años 1576-15S6), no vio la piedra original de este epígrafe, pero manejó dos copias de él, leyéndose en una de ellas el nombre de la ciudad AEDITANE en vez de ALBITANE. Ninguno de estos dos nombres corresponde al de una ciudad conocida; mas por fortuna se corrigen mutuamente, conserván- dose la primera E del primero, y la B del segundo, y suplién- dose dos letras que, por hallarse en el original picadas ó desba- ratadas, los copiantes omitirían. Leo pues: /;/ is/o loco septdius est Euticius prcshiíer civitaiis Aeh\us\itane... En este lugar está sepultado Euticio presbítero de la ciudad de Ibiza... La parte inferior de la inscripción no se copió por estar la piedra allí truncada. Perdida ésta, fáltanos el argumento de la paleografía para determinar la fecha, pero en cambio el estilo gramatical corre parejas con el de la inscripción de Manacor, más ó menos contemporáneo. Una carta que Vicente, Obispo de Ibiza, dirigió hacia el año 583 á Liciniano, metropolitano de Cartagena, y á la que éste res- pondió (l): manifiesta que no se interrumpió en el siglo vi la se- rie de los obispos baleáricos, señalada en 484 por Opilio de Ibi- za, Helias de Mallorca y Macario de Menorca. De creer es que mayores descubrimientos arqueológicos, verificados en cada una de las tres islas, darán á conocer los nombres de otros prelados. Los autores que hasta el presente han explicado los fastos de la antigua cristiandad baleárica, no se han percatado de un suce- so que notablemente la ilustra, acontecido en el año 555* ^^ refiero al destierro y dura cárcel que en el territorio balear, y probablemente en Mahón, hubo de padecer el ínclito historiador (i) España Sagrada^ tomo v (3.^ edición), págs. 406 y 407. Madrid, 1859. LA CRISTIANDAD BALEÁRICA HASTA FINES DEL SIGLO VI 55 I Víctor Tunnenense. Omitió esta circunstancia San Isidoro (l) cuando trazó el siguiente elogio de un varón tan ilustre: «Victor Tunne(ne)nsis ecclesiae africanae episcopus. Hic, a principio mundi usque ad primum Justini junioris imperii annum, brevem per cónsules annuos bellicarum ecclesiasticarumque re- rum nobilissimam promulgavit historiara, laude et notatione illu- strem ac memoria dignissimam. Hic pro defensione trium Capitulorum a Justiniano Augusto ecclesia sua pulsus, exilio in Aegyptum transportatur. Inde rur- sum Constantinopolim vocatus, dura Justiniano imperatore et Eutychio Constantinopolitanae urbis episcopo, obtrectatoribus eorumdem Capitulorura resisteret, rursus in monasterio eiusdem civitatis custodiendus raittitur atque in cadera daranatione, ut dicitur, permanens raoritur.» V^éase ahora lo que sobre el año 555 escribió el raisrao Víctor, predecesor de nuestro Biclarense (2): «Víctor Tunnenensis ecclesiae episcopus, huius auctor operis, post custodias simulque et plagas, qiias in insuUs est Balcaricis perpessíis, nec non etiam in monasterio de ^landracio (3) primo, ac secundo exilio Aegimuritanae insulae, tertio Alexandrianí una cura Theodoro Cabarsusitanae ecclesiae episcopo pro praefato- rum trium capitulorura defensione exilio mittitur et carceri castel- li Diocletiani post praetorianum carcerem truditur. » Es de creer que mientras el obispo Víctor se detuvo preso en las Baleares trazaría, ó perfeccionaría buena parte de su grande obra. La armada que el emperador Justiniano envió un año an- tes, en socorro de Atanagildo, ambicionando y logrando nuevos dominios á costa del reino visigodo, no es ciertamente ajena ni indiferente á la historia baleárico-bizantina, como tampoco lo fué la fundación y conservación del celebre monasterio Servitano hasta el declive del siglo vi. Madrid, 24 de Abril de 1914. Fidel Fita. (i) De viris illust., cap. xxxviii. Véase en el tomo v de la Espaiia Sa- grada, pág. 442. (2) Mommsen, op. cit , pág. 200. (3) Cerca de Cartago. NOTICIAS Hallándose agotados y siendo solicitados con frecuencia por los aficio- nados á los estudios hispano-geográficos de la antigüedad, se ha hecho una nueva edición de los Discursos leídos en la recepción pública de D. Eduar- do Saavcdra el día 28 de Diciembre de 1862, quedando venales en las ofi- cinas de la Academia. También se han hecho por la Academia otras dos publicaciones muy interesantes: la primera, de que es autor el Académico de número don Adolfo Herrera, se titula El Duro, siendo un muy documentado estudio de los Reales de á ocho españoles y de las monedas de igual ó aproxima- do valor labradas en los dominios de la Corona de España. El tomo i, cjue es el que ahora ha editado la Academia, forma un volumen en folio de 280 páginas de texto y 27 láminas, que contiene cada una la reproduc- ción por el fotograbado de diez de estas monedas acuñadas en España, América y Filipinas, con su anverso y su reverso. Los tipos de las monedas que contiene este estudio, así de España como de los Países Bajos, Ducado de Borgoña ó Franco Condado, Sicilia, Ña- póles, Cerdeña y Ducado de Milán, en Europa; Chihuahua, Chiloe, Lima y Virreinato de Méjico en América y de Manila en Filipinas, llevan las mar- cas respectivas y noticia de sus Ensayadores, Grabadores y Jueces de ba- lanza; las monedas contramarcadas en Francia, Holanda, Inglaterra, Polo- nia, Portugal y casi todas las colonias de estos países; las de las Casas de Monedas, donde se ha hecho en los dos mundos sus acuñaciones y rese- llos y la prolija testificación documentada con que la obra se halla ma- gistralmentc autorizada, constituyen esta obra en un precioso monumen- to de la Numismática Nacional moderna. De la otra obra, escrita por su encargo y i)ubl¡cada por la Academia, es autor su también individuo de número D. Ángel de Altolaguirre. Es un volumen en 4.° mayor de 190 páginas de texto y 231 de Documentos é índices y lleva por título Vasco Niíticz de Balboa. Apenas se anunció la celebración del Centenario del Descubrimiento de! Mar del Sur y empe- NOTICIAS 553 zaron á organizarse las solemnidades de que acaba de ser teatro esplén- dido la ciudad de Sevilla y su Archivo de Indias, la Academia se adelantó á conferir el encargo de la redacción de esta obra al más competente y señalado para esta especialidad de sus dignos miembros. La obra presen- tada por el Sr. AJtolagiiirre ha satisfecho enteramente los deseos de la Academia. La Real Academia Española, en el mes de Febrero último, ha inaugu- rado la publicación mensual de un Boletín de su nombre, con el fin de co- municarse más frecuentemente y mejor, como en su advertencia prelimi- nar dice, con las Corporaciones hermanas y similares, con sus propios individuos residentes fuera de Madrid y con la generalidad del público, acrecentando la intensidad y eficacia de su labor. El Sr. Cotarelo ha em- pezado á publicar en él una noticia histórica de su fundación y biográfica de su primer director el Marqués de Villena, D. Juan Manuel F. Pacheco. Contiene el primer número otros interesantes trabajos de algunos de sus Académicos, una parte documental-literaria y otra de noticias y biblio- grafía. La casa editorial establecida en Barcelona, de que es gerente D. Miguel Casáis Gambús, ha enviado á la Academia un ejemplar de cada una de las dos primeras obras con que ha inaugurado sus trabajos: la primera, esen- cialmente histórica, lleva el título de Napoleón I: historia interna^ siendo autor de ella el P. Pedro Planas Quinta, de la Compañía de Jesús. Con ser tan vasta y varia la bibliografía napoleónica no sólo en Francia, sino en todas las lenguas que se hablan en el Continente, el P. Planas, en el capi- tulo III de su libro, hace una excursión por gran parte de ella, que revela la docta selección que ha hecho para sus consultas; pero, de lleno en la am- plitud que la erudición ha dado en nuestro tiempo á todas las fuentes de la Historia, en el estudio del tipo histórico que presenta, no sólo ha acu- dido á la Correspondencia de Napoleón, á las colecciones de Boletines mili- tares, Monitores y piezas legislativas y á las Memorias de cuantos han que- rido dejar testimoniadas las impresiones personales de aquel tiempo, sino á la Iconografía napoleónica en la pintura, en las estampas, en las medallas y el monetario, en la escultura y en tocios los órdenes del arte y de las letras. Sin entrar en el análisis crítico de la obra del P. Planas, basta lo con- signado para reconocer la importancia de esta nueva publicación. El otro libro, de que es autor el P. Zacarías G. Villada, también de la Compañía de Jesús, lleva por epígrafe Cómo se aprende d trabajar cicntiji- 554 BOLETÍN DE LA KEAL ACADEMIA DE LA HISTORIA cameilíe: metodología y crítica históricas, es una obra técnico-didáctica y pedagógica en doce lecciones ó conferencias, en que, encareciendo Ja necesidad del método histórico para todos los adelantos de la ciencia, establece este gran principio, que ya es común en las Universidades de Alemania, Austria, Suiza y la Gran Bretaña, y que el solo anhelo de vulga- rizarlo y hacerlo eficaz en nuestro país, hace recomendable la obra en que se sostiene con elevado concepto. El libro se divide en cinco partes y éstas en doce capítulos. La primera, como se ha dicho, se consagra al método histórico, así en la Historia narrativa como en la pragmática y en la genética; la segunda á la Eurística, es decir, al conocimiento de las fuentes históricas y al estudio de las bibliotecas y archivos españoles me- dioevales; la tercera es la crítica y la cuarta el seminario ó laboratorio histórico. Los que hemos admirado las obras empíricas de los tratadis- tas de los siglos XVI y xvii, no podemos menos de fijar grande atención al desenvolvimiento científico de la del P. Villada. Nuestro Correspondiente en Salamanca, el P. Fray Justo Cuervo, O. P., concurrió á la Academia en la sesión del día 1 1 del pasado Abril para pre- sentarla el primer tomo de una nueva obra que está publicando, con la es- merada pulcritud que ya imprimió á su edición monumental de las de Fray Luis de Granada. Su nuevo libro se titula Historiadores del Convento de San Estebají de Salamatica, y el volumen presentado contiene la del Padre Fray Alonso Fernández, escritor del siglo xvi, y la del maestro Fray Juan ■de Anaya, que escribía al final del xvii. En los consecutivos insertará las de los PP. Fray José Barrio y Fray Gerónimo de Quintana, y en el último insertará además el Libro de profesiones del siglo xvi, en el que se hallan las del P. Victoria, Melchor Cano, Domingo de Soto y otras lumbreras de la Orden insigne de Santo Domingo de Guzmán. Al dejar de publicarse recientemente el periódico diario titulado El Correo, el Consejo de Administración de la Sociedad que era su propieta- ria ha obsequiado á la Academia con el ejemplar entero de su Colección particular. La Academia lo ha recibido con sumo aprecio, pues estas pu- blicaciones en el tiempo futuro serán consideradas como fuentes de la Historia y han de ser de grande estimación. NOTICIAS 555 El honorable Mr. John D. Fitz Gerald, catedrático de la Universidad de Illinois, en el fascículo de la Romanic Revieto, correspondiente á los meses de Enero á Mayo de 1913, insertó un artículo necrológico en honor de nuestro antiguo Director el Sr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo, y habien- do hecho tirada aparte de él, ha obsequiado con sendos ejemplares á todos los individuos de número de esta Real Academia. Con sentimiento ha recibido la Academia la noticia del fallecimiento de su CoiTespondiente en Alemania Sr. Kaii Zeumer, profesor de la Uni- versidad de Berlín, ocurrido el 18 de Abril último. También han fallecido en Avila los Correspondientes Sres. D. Cándido Monárez y D. Calixto Fourner, que formaban parte de la Comisión de Mo- numentos de aquella provincia. En la sesión del día 1 1 de Abril fueron elegidos Correspondientes don José María Campoy, en Lorca, y D. José Hortas Cáliz, en Jerez de la Frontera. En la sesión del día 24 presentó á la Academia el Sr. Vignau el tomo XIX de las Cortes de Caialuüa, que comprende las de Barcelona de los años 1436 y 37. A partir de este volumen, las pruebas de imprenta se corrigen tenien- do á la vista la copia fotográfica del texto, que se guarda después en la Academia, para que en todo tiempo se puedan resolver con criterio pro- pio las dudas que bajo el aspecto paleográfico pudiera ofrecer á alguno el original, cuya ortografía se conserva rigorosamente aun en sus más peque- ños detalles. El original del proceso común de estas Cortes se custodia en el Archivo de la Generalidad tle Cataluña, vol. xxxv de la Colección del Brazo Mili- tar; pero además se ha cotejado con otro ejemplar que posee el Ar- chivo Municipal de Barcelona, y que lleva el epígrafe siguiente: Translat delproces de la Cor I celebrada en Barcliino7ia per la molt alia Senyora Reyna dona María, cousort e lochtinetit general del molí alt Senyor Rey Nalfongo, en lany M.CCCC.XXXVI e XXXVII, la qtial Cort deppendaix de la Corí gene- ral celebrada per la dita Senvora Rey na rom a ¡ochtinent prop dita en la vila de Montfo. 556 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA En la sesión de i.° del corriente Mayo, se recibieron con aprecio ejem- plares del número segundo del Boletín de la Real Academia Española. Con- tiene, entre varios artículos muy apreciables, el titulado Noticia autobio- gráfica de doH Juan Valera. El Sr. Fernández de Béthencourt presentó un ejemplar de los Discur- sos y poesías leídos en la velada del 4 de Septiembre último en la catedral de La Laguna (Tenerife). Se aprobó el informe de la Comisión del premio del Duque de Loubat, otorgado al P. Pablo Hernández (S. J.), por su obra titulada Organización social de las doctrinas guaratites de la Co?npañía de Jesús. El Sr. Bázquez presentó unas Notas de la Historia y Arqueología ietuaní, de que son autores el capitán de Artillería D. Antonio Got y el de Inge- nieros D. Juan Bugbeder. Se votaron correspondientes al Sr. Félix Alves Pereira, en Lisboa, y al Sr. D. César Jiménez Arenas, en Ávila. En Sevilla se ha celebrado, durante los días 25 de Abril á i.° de Mayo, el Congreso de Historia y Geografía Hispano-Americanas, en conmemo- ración del descubrimiento del mar Pacífico por Vasco Núñez de Balboa, con asistencia de los delegados para este acto por los Gobiernos de Holanda, Francia, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Co- lombia, Panamá, Costa Rica, Méjico, Cuba y Santo Domingo. Presidió la sesión inaugural el E.Kcmo. Sr. Ministro de Estado, y la de clausura el Pre- sidente del Congreso, Director de nuestra Academia. En el cuaderno pró- ximo daremos extensa noticia de esta solemnidad, en la que la ciudad de Sevilla ha demostrado una vez más su acendrado patriotismo. Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Francisco Sudrez, S. J. (Doctor eximius). Discurso leído en el acto de su recepción por el Excmo. Sr. D. Rafael Conde y Luque, y contestación del Excmo. señor D. Faustino Alvarez del Manzano y Alvarez Rivera, Académico de núme- ro, el día 3 de Mayo de 1914.— En 4.°, págs. 136; Madrid, Imprenta Clásica Española, 1914. Ambos discursos exponen magistralmente las admirables obras del Doctor eximio, relacionándolas con el presente estado de las Ciencias morales y políticas. Fueron muy aplaudidos por la noble concurrencia que llenaba el salón de actos. F. F.-J. P. DE G. TOMO Lxiv. Junio, 1914. cuaderno vi. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA INFORMES I DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA NO FUÉ EL AUTOR DE s!Dr)Z.\ 567 dos y mandas, deja al Rey por su universal heredero, á un mozo que, según decían, era hijo suyo, aunque él no lo tenía por tai, al cual dejaba una pequeña pensión. D. Baltasar de Zúñiga, en el elogio de D. Diego, que figura al frente de la primera edición de La Gtierra de Granada^ dice que este sujeto era imbécil de todo punto, y esto, unido á lo que expresa el testamento, es suficiente para conjeturar que no puede ser obra de Mendoza la poesía ti- tulada Consejos de D. Diego, en la que el poeta se dirige á un hijo suyo (l). Capítulo XI. ESCASA AFICIÓN DE D. DIEGO Á LA HISTORIA. ALGUNAS REFLEXIONES ACERCA DEL AUTOR DE LA « GUERRA DE GRANADA » Entre las obras legadas al Rey y que fueron á aumentar la fa- mosa biblioteca del Escorial, no figura ningún manuscrito de La Guerra de Granada. Si D. Diego fué el autor de dicha obra la hubiera conservado en su poder, á menos que en la fecha de su muerte la tuviera prestada á alguno de sus numerosos amigos para su examen ó su lectura; pero es el caso que de cuantos es- critores hemos leído, anteriores á 1600, ninguno hace la más pe- queña referencia á una obra que poco después se difundió tanto que, según un autor, no hacía falta la estampa, por el gran nú- mero de copias que corrían. Que D. Diego no era aficionado á la historia, nos lo dice él mismo en la carta ya citada, dirigida al Cardenal Espinosa, en la que después de relatar varios desafíos añade: « Y porque no me tengan por historiador (que lo aborrezco), dejo de poner otros ejemplares»; era además I). Diego tan vani- doso, que escribía á Zurita diciéndole cjue si aprovechaba algo de los libros que le enviaba no dejara de citarlo, pues aunque viejo, quería vivir para la posteridad. Cosa análoga debió de ocurririe con Ambrosio de Morales, puesto que éste, en sus Antigüedades de España, cada vez que tiene que referirse á algo que le comu- (1) Colee, de libros r ares y curiosos, t• Colee, de doc. inc'd., tomo .\xviii, pág. 33. 370 boletín de la real academia de i. a historia doza: «De todos los escritos de este hábil político, el que le ha granjeado más celebridad y opinión en la república literaria, es su Historia de la guerra contra los moriscos de Granada^ de la cual entresacamos algunos párrafos por haber parecido los más sobresalientes en la elevación del estilo, grandeza de los pensa- mientos y viveza de las imágenes. Con razón le han comparado algunos á Salustio, á quien imita, más que otro escritor español, en lo enérgico, preciso y sentencioso; pero en la austeridad é im- parcialidad de su juicio es superior á todos, cuando pinta en sus colores propios, los caracteres, costumbres y designios de los jefes y capitanes que pusieron el entendimiento ó las manos en aquella guerra; sin adular á los cristianos ni á los moros, á los amigos y enemigos, á los deudos ni extraños. Kn fin, es el pri- mer historiador que supo hermanar la elocuencia con la política, es decir, que supo juntar en una sola obra el arte de escribir bien con el de pensar. Su expresión, que es nerviosa y concisa, forma un estilo grave, tan lleno de cosas como de palabras, al cual da el último realce el uso oportuno de sentencias y refle- xiones, cortadas por -el mismo aire. Alas hemos de confesar que al paso que su elocución es noble, enérgica y grave, no es siem- pre fácil y natural en aquellos rasgos en que manifiesta su esme- ro en imitar la brevedad y rapidez de Salustio ó de Tácito; si ya no era este rigor de laconismo, hijo de la severidad de su condi- ción. Tampoco se advierts mucha corrección en el estilo; por lo que me inclino á creer que el autor no cuidó de limar ni casti- gar este excelente parto de su ingenio, á menos de que se cjuiera achacar á infidelidad y alteración de las copias (jue corrieron en los treinta y seis años antes de su primera impresión, las fre- cuentes repeticiones de una misma palabra dentro de una ora- ción, la ingrata asonancia ó consonancia de las terminaciones duras de los infinitix'os y la supresión de artículos y partículas que deja desatadas alguna vez las cláusulas.» «La concisión de Mendoza es algunas veces extremada, en que sin duda afectó particular estudio, de tal manera, que deja el sentido ambiguo, y otras veces obscuro (defecto tiue no nace, como algunos han creído, de vocablos obscuros y latinizados DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 571 siendo claros y de buen romance los que usa); sino de la cons- trucción de las frases, algunas mutiladas, digámoslo así, y otras desenlazadas, por faltarles las voces copulativas que ligan los miembros del período ó señalan las secciones ó tránsitos de uno ú otro; modos de hablar que sólo admite la lengua latina muy opuestos á la índole y claridad de la castellana.» «Si es verdad que al estilo de este historiador le faltan fluidez, melodía y corrección, en recompensa le sobran precisión, vigor y energía. Ojalá hubiese tenido entonces el gusto de desembara- zar el cuerpo de la narración de tantas repeticiones de las pala- bras liviano y liviandad^ necesitar y necesitado, desasosegar y desasosegado y otras favoritas suyas que siembra á cada paso; y descargarlo de las muchas digresiones sobre noticias erudito-geo- gráficas, y explicaciones de costumbres, usos y linajes, que algu- na vez repite al pie de la letra, y otras con muy poca variedad, las cuales, colocadas en forma de notas como ilustraciones á la obra, no destruirían la uniformidad y vigor del estilo, ni cortarían la rápida pintura y serie de los sucesos. Lo más recomendable de la historia de Mendoza es: la introducción del libro primero á imitación de la de Tácito, por la magnificencia de las ideas y fuerza de pincel; el discurso del Zaguer exortando y animando á los moriscos, por la vehemencia y calor de la elocución; y la des- cripción del sitio de Sierra Bermeja, donde murió peleando don Alonso de Aguüar, por la expresión patética de los afectos, sacados de las más tristes imágenes y melancólicos recuerdos.» «Siendo el estilo de Mendoza tan breve en la frase, cortada en alguna manera sobre el molde del latín, ningún otro escritor ne- cesitaba de mayor exactitud en la puntuación ortográfica, y ca- balmente ninguno la ha merecido mas desatinada y monstruosa de sus editores, acabando por la impresión de Valencia de 1//6 á pesar del esmero (|ue allí se promete y no se cumple. Admiro como se lian hallado lectores que se confiesen enamorados de las ideas y estilo de este historiador , siendo imposible que leyendo las cláusulas desatadas ó confundidas por la perversa ortografía com- prehendan claramente el sentido del escrito ni la mente del escritor. » Kstas últimas frases (que hemos subrayado) están en completo 572 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA desacuerdo con todo lo expresado anteriormente y nos muestran que Capmani, aun pagando tributo á los que antes que él elogia- ron á Mendoza no deja de comprender que adolecía la obra de muchos defectos, que él atribuye, m<1s que al autor, á copistas é impresores. Veamos si este párrafo, que copia también Capmani como una muestra de las bellezas de la obra, está desfigurado por malha- dadas copias posteriores: «luí la cual empresa [en la toma de 1 luejar por el de Tendi- »lla] dicen que por no ir á Sierra-Bermeja, debajo de don Alon- íso de Aguilar, con quien tuvo emulación, se halló á servir y »fué el primero que por fuerza entró en el barrio de abajo, Gon- »zalo Fernández de Córdoba, que vivía á la sazón en Loja des- >deñado de los Reyes Católicos, abriéndose ya el camino para el s>título de Gran Capitán...» Únicamente un hombre de muy medianos conocimientos his- tóricos es capaz de escribir lo que antecede. Gonzalo de Córdo- ba y el Conde de Tendilla sitiaron y tomaron á Huejar á prin- cipios del año I 500; un año después de este suceso se rebelaron los moriscos en Sierra-Bermeja y para someterlos acudieron don Alonso de Aguilar y el Conde de Ureña, grandes señores de An- dalucía, los cuales fueron derrotados por los moriscos el 1 8 de Marzo de 1 50 1, pereciendo D. Alonso en el conjbate después de una desesperada resistencia. Mal podía sentir Gonzalo el tener que combatir bajo las órdenes de su hermano en esta fecha, cuan- do en Mayo de I 500 habíase embarcado de líspaña para Ñapó- les de donde ya no volvió hasta que en I 507 acompañó á Espa- ña al Rey Católico. 'J'ampoco estaba cuando la toma de Huejar desterrado en Loja «abriéndose ya el camino para el título de Gran Capitán» puesto que este título ya lo tenía cuando su pri- mera campaña en Italia, y su retiro á sus agujeros de Loja, como él decía, ocurrió precisamente de vuelta de su segunda expedi- ción á aquel país. Tales inexactitudes no pudo cometerlas, quien, como I). Diego, hubo de conocer, aunque de muchacho, y aun tratar en (iranada á aquella gran figura militar, capaz por sí sola de llenar un siglo. DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 573 Otro de los elogios más fervorosos de D. Diego de Mendoza y de la guerra de Granada es el hecho por el más ilustrado y sabio de nuestros escritores, perdido desgraciadamente para las letras hace poco tiempo; nos referimos (como supondrá el lector) á don Marcelino Menéndez y Pelayo, honra de España, quien en su discurso de entrada en la Academia de la Historia, decía que era «D. Diego de Mendoza el hombre más italiano de todo el Rena- cimiento español. El cual, por haber pasado su vida, no en un claustro ni en los bancos de una escuela, sino á todos los soles de la política y de la guerra, y por haber puesto las manos y el en- tendimiento en las más altas empresas de su siglo, comunicó á la imitación misma algo de personal y jugoso, y un cierto andar libre y desembarazado, émulo de la inmortal brevedad de Salus- tio. A veces traduce literalmente á sus modelos, v. gr., á Tácito, en la llegada de Germánico al campo donde perecieron las legio- nes de Varo; pero nunca nos parece más clásico, es decir, más empapado en el grande arte de los antiguos (que él había estu- diado más derechamente y con más independencia de juicio que ningún otro español de entonces) que cuando da más ensanches á la espontánea vivacidad de su natural cáustico, maldiciente y severo. Entonces sí que verdaderamente dilata los términos de la lengua castellana, con aquel decir suyo de tan precisa rapidez y de tan enérgica condensación: finales bruscos, desgarrados, sentencias que aún parecen correr sangre y quejarse de los dien- tes de la sierra que las ha dividido». Igual que hicimos al ocuparnos del elogio de Capmani, copia- remos aquí otro párrafo de La guerra de Granada, eligiendo precisamente aquel que, según el sabio maestro, está copiado de Tácito, y que nosotros suponemos lo está de otro autor mucho más moderno, como puede verlo claramente el lector en la si- guiente copia á dos columnas: En el entretanto que la gente se Mientras aquesta masa se juntaba /uiiiaba, le vino voluntad ¡al Du- Y otra en Sierra de Istán ya se [apareja, Al de Arcos gran deseo le inclinaba que de Arcos] de ver y reconocer el De ir á reconocer Sierra-Bermeja TOMO LXIV. 37 574 HOI.ETIN DE LA REAI. ACADEMIA DE I.A HISTOKIA fuerte de Calalui, en Sierra- Renne- ja, que los moros ll;iman Geljclha- mar, adoncie en tiempos pasados se perdieron D. Alonso de Aguilar y el Conde de Ureña; D. Alonso, se- ñalado capitán, y ambos grandes príncipes entre los andaluces; el de Ureña, abuelo suyo de parte de su madre, y D. Alonso, bisabuelo de su mujer. Salió [el Duque] de Casares descubriendo y asegurando los pasos de la moiiiaña, prevención necesaria por la poca se- guridad en acontecimientos de gue- rra y poca certeza de la fortuna Co- menzaron á subir la sierra, donde se decía que los cuerpos habían queda- do sin sepultura; Y Calaluz su fuerza un tiempo brava Causa de la incurable llaga vieja; triste y aborrecible vista y memo- ria: había entre los que miraban nietos y descendientes de los viueiios, ó personas que, por oídas, conocían ya los higa/ es desdichados. Y así partió á la sorda de Casares Con la gente de aquél y otros luga- [res. Y marchó asegurando y descu- [briendo Los pasos de la altísima montana Preve7ición cuerda, y que impor- [tante siendo, El no hacella muchas veces daña. Ya los despojos se iban pareciendo De aquella mortandad fiera y extraña Que destrozó la gente que traía El par insigne de la Andalucía. Uno el de Ureña, su materno íz¿«^/iC, Otro aquel de Aguilar, que también [era De su consorte cara bisabuelo. Historia al mundo clara y verdadera; Causaba horror, mancilla y descon- [suelo La vista aborrecible y lastimera De huesos á que el hado y la ven- [tura Negaron la fúnebre sepultura. Y tanto más por ser de aquellos \jnuertos Nietos todos los más y descendientes Y algunos dellos de la rota ciertos Y de sus desastrados accidentes; Tras esto en la montañatan expertos Que daban señas claras y evidentes De todos los lugares desdichados DON DIEGO HURTADO DE .MLNDOZA 575 Lo primero dieron en la parte don- de paró la vanguardia con su ca- pitán, por la escuridad de la noche, lugar harto extendido y sin más fortificación que la natural, en- tre el pie de la montaña y el aloja- mietíto de los moros: blanqueaban calaveras de hombres y huesos de caballo, amontonados, desparcidos, según, co'mo y dd?tde habían parado; pedazos de armas, frenos, despojos de jaeces ; vieron ffids adelante el fuerte de los enemigos cuyas se- ñales parecían pocas y bajas y apor- tilladas; iban señalando los pláticos de la tierra donde habían caído oficiales, capitanes y gente particular: refe- rían cómo y dónde se salvaron los que quedaron vivos y entre ellos el Conde de Ureña y don Pedro de Aguilar, hijo mayor de don Alonso; en qué lugar y dónde se retrajo don Alonso; y se defendía entre dos peñas; la herida que el Ferí, cabeza de los moros, Al Duque, antes de ser por él pi- [sados. En aquel sitio dieron lo primero Donde la noche escura, tenebrosa. Hizo parar al fuerte caballero Con la vanguardia osada y belicosa; Peligroso y esquivo paradero Entre el pie de la sierra peñascosa Y el moro alojamiento, y sin reparo Sino el valor del capitán preclaro. Veínse infinidad de calaveras De liombres , y huesos grandes de [caballos. Según V donde y como las guerreras Aventuras pudieron derriballos; Pedazos de armas otro tiempo fieras. Despojo de jaeces, que mirallos Causaba compasión á la memoria Enternecida de la triste historia. Más adelante estaban las señales Del enemigo fuerte, aportilladas, Y de las impresiones desiguales Del tiempo bajas ya y desbaratadas; Referían algunos que oficiales Y que personas otras señaladas En cada parte el alma habían ren- [dido Al ímpetu de Marte embravecido. Contaban de qué modo en qué [parte Los vencedores moros oprimía El de Aguilar, de Córdoba estan- [darte Cuyo esfuerzo se canta cada día; Narraban que después que hecho [un Marte, A muchos á sus pies postrado había Llegó elFerí,que había, por valiente Venido á ser cabeza preeminente. Decían cómo habiendo combatido 576 boletín de la real academia de la historia le dio primero en la cabeza y des- Cuerpo á cuerpo entre dos fragosas pues en el pecho, con que cayó; [peñas las palabras que le dijo andando á Ya depuro cansado y mal herido brazos: Sintió el cristiano en sí mortales se- [ñas, Y embistió con el moro, que perdido Andaba ya de aliento entre las breñas « Yo soy don Alonso;>-> Diciendo: tDon Alonso soy^ y fuera las que el Ferí le respondió cuando Vencedor si ya muerto no estu- Fviera.» le hería: i Tu eres don Alonso, mas yo soy el Ferí de Benastepar;» y que no fueron tan desdichadas las heri- das que dio don Alonso como las «Si hi eres don Alo?¡so — le res- [ponde — Yo el Ferí soy;-» y desta suerte an- [dando, que recibió. Lloráronle amigos y Llegó la vida del cristiano adonde enemigos, y en aquel punto reno- varon los soldados el sentimiento; gente desagradecida sino en las lá- grimas. Mandó el general hacer memoria por los muertos y rogaron los sol- dados que estaban presentes que re- posen en paz, inciertos si rogaban por deudos ó por extraños y esto les acrecentó la ira y el deseo de hallar gente contra quien tomar vejiganza. Vista la importancia del lugar si Está la parca á todos esperando; Al cuento el llanto amargo corres- [ponde De los que iban el caso relatando; Lo mismo sucedía á los oyentes Con dolorosas muestras y accidentes. Mas el buen General, porque la [historia Y pasos fueren más bien empleados Por los muertos mandó hacer me- rmar i a Sobre aquellos peñascos encum- [brados; De todo corazón piden victoria Con plegaria solene los soldados; Que el lamentable objeto y remem- [branza Les aumentó el deseo de vetiganza. No acabaran el triste sentimiento los enemigos le ocupasen, envió Tan presto si el caudillo no mandara dende á poco el Duque una bande- Marchar dejando allí gente de ra de infantería que entrase en el [asiento fuerte y lo guardase. Que e.\ fuerte rehiciera y conservara. El caso es peregrino como vé el lector é inmedialamente se formulará la pregunta ¿quién fué el que copió .í* ¿P21 autor de La Guerra de Granada, 6 Juan Rufo, jurado de Córdoba y autor de DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA 577 La Austriada, de cuyo Canto xvii están tomadas las anteriores octavas? Para nosotros no hay duda alguna y nos declaramos re- sueltamente en favor de la originalidad de Juan Rufo, como espe- ramos probar más adelante. Digamos aquí solamente que de los 92 versos tomados de La Atistriada^ en 2 1 se aprovechan para consonantes palabras que figuran en la prosa tan celebrada, sin contar otros muchos cuyas terminaciones son sinónimas ó for- madas por distinto tiempo de verbo; hay además tan gran nú- mero de frases y conceptos idénticos en una y otra obra, que es absurdo pensar que Juan Rufo se tomase el enorme trabajo de irlos intercalando en sus octavas reales sin alterar ni aun el orden de las palabras y componiendo versos como aquellos Veíanse infinidad de calaveras De hombres y huesos grandes de caballos Segiln y dónde y cómo las guerreras Aventuras pudieron derriballos, tomándolos de la cláusula siguiente que dividiremos en relación con ellos: blanqueaban calaveras de hombres y huesos de caballo amontonados, desparcidos, según., cómo y dónde habían parado. ¡Habilidad y grande se necesita para de las catorce palabras de que se compone el párrafo anterior incluir nueve de ellas en tres versos, y particularmente el según., cómo y dónde, que si en poe- sía tienen explicación nos parecen algo forzadas en la prosa! Ya veremos después cómo octavas enteras, sin casi modificar siquie- ra sino muy contados versos, están copiados literalmente en la prosa castiza y elegante i^n. mal atribuida al ilustre D. Diego Hur- tado de Mendoza. 578 BOLETÍN DE LA REAI. ACADEMIA DE LA HISTORIA Capítulo XIII. EL ELOGIO. DE D. JUAN UE SILVA, CONDE DE PORTALEGRE COTEJO CON ALGUNOS TROZOS DE «LA AUSTRIADA» En la primera edición de La Guerra de Granada, publicó Tri- baldos de Toledo, el elogio que de la obra y de su autor hiciera muchos años ante el conde de Portalegre, D. Juan de Silva. Ro- sell, en la noticia ya citada, dice que le «inspira desconfianza, pues celebraba una producción que en algún tiempo había creído que no era historia», y añadía, con muchas ponderaciones de mo- destia, una relación que debía hacerse aparte y secamente. Igno- ramos— sigue diciendo Rosell, — qué motivo le obligó á variar enteramente de dictamen, pero en su retractación no cabe duda, al ver lo que escribía á D.Hernando de Guzmán en Abril de 1 598. Así decía... «... No juzgo tan profundamente los defectos de la »Istoria de la guerra de Granada, de D. Diego de Mendoza (l), » si bien los conozco y los confesara si la tuviera por historia; »mas paréceme una relación escrita en papeles viejos para ha- »zer historia dellos que él nunca hiziera; y assi le caben todos los » loores que vuesamerced me da, porque lo malo es lo que mu- »chos supieron enmendar, y lo bueno tiene tan pocos, que no » conozco io ninguno. » La quiebra del suceso de C^alera y muerte de Luis Quixada »deve faltar adrede, por no la querer publicar el que tuvo el pri- » mer original, si ia no se le antojó á D. LMego imitar la desgra- »cia de Tito Livio, de cuias obras falta tanto, ó la que Jovio fin- »ge con los papeles que le robaron según 61 dice (2): será me- »nester pedir prestado esto que falta al jurado de Córdoba ó á » un soldado, que será mejor, no para continuarlo con el texto, »sino para referirlo secamente aparte.» (1) Por lo visto D. Hernando de Guzmán no opinaba lo mismo que los ilustres críticos mencionados, en cuanto al mcirito de la obra de D. Diego. (2) El Sr. Rosell puntúa mal este pasaje que queda sin sentido en su copia, en donde se lee: «... con los papeles que le robaron: según él dice, será menester...». DON DIEf.O HURTADO DE JIEÍ'DOZA 579 Hemos copiado los anteriores párrafos tal y como los trae Ro- sell sin más alteración que la señalada en la nota, y, aunque lo me- rece, no sigue á lo transcrito el más pequeño comentario. No explica el ilustre escritor qué quería expresar el Conde con las palabras en que termina el primer párrafo; quizás, y salvo mejor opinión, debieran leerse: «y así le caben [á Mendoza], todos los loores que vuesamerccd me da, porque lo malo es lo que muchos supieron enmendar, y lo bueno tiene tan pocos [enmendadores], que no conozco yo ninguno.» La frase «por no la querer publicar el que tuvo el primer ori- ginal», parece indicar que se refiere á estar la obra ya publica- da, pero ya sabemos que lo fué por primera vez veintitantos años después de muerto el de Portalegre; el jurado de Córdoba, á quien según dice había que pedir lo que faltaba, era Juan Rufo el autor de La Aiistriada, y á quien consideramos como autor también de La Guerra de Granada, puesto que esta obra, qui- tadas algunas consideraciones y disquisiciones histórico-geográ- ficas, no es en suma otra cosa que la traslación en prosa de los primeros diez y ocho cantos de La Austríada. Sonreirá tal vez el lector (no convencido con el ejemplo pues- to anteriormente) al leer esta rotunda afirmación, que supondrá quizás no tiene otro fundamento que el deseo de adquirir noto- riedad. Procuraremos convencerle copiando, como antes, á dos columnas unos fragmentos de una y otra obra. La Guerra de Granada. La Austríada. De Guadix vino [D. Juan de Aus- De alh' [De Guadix] á Baza pasó tria] despacio d Baza. [sin que se ofrezca Negocio que contar y finalmente y de allí á Güescar, El caudillo arribó ala dXhand, Hiiesca donde el Marqués estaba con su gente, Donde Fajardo estaba co?t su gente la cual, junta con la de la ciudad y No hay lengua ni hay estilo que en- tierra, hicieron gran recibimiento y [carezca salva, mostrando mucha alegría con La salva y regocijo que se siente la venida de don Juan. Así entre los que asisten á la guerra Como las naturales de la tierra Solo el Afarque's salid descontento Sólo el de Ve'lcz sale mal contento d recibirle A recibir al príncipe escogido S8o BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE I.A HISTORIA Tanto agota á cualquiera el sufri- por ver que había de obedecer^ sien- [miento do poco antes obedecido y temido. Venir á obedecer de obedecido Mas don Juan le recibió con ama- Mas el de Austria con blando acogi- ble y blando acogimiento y aunque [miento sintió su disgusto Habiendo su disgusto presentido le saludó y abrazó con mucha seré- Saludo' y abrazó al Marqués severo nidad, diciéndole: Diciéndole esto mismo que refiero: el acal más me vale ser tu esclavo Que no lugarteniente de Abenabó.f Don Juan que atentísimo \y Horace Sandars, Esq. F. S. A. Versión castellana, por Carlota Renifrey de Kidd. (Oxford, 1913.) Nuestro correspondiente Mr. Ilorace Sandars ha ofrecido á esta Real Academia, para su Biblioteca, un ejemplar del libro publicado con el título antecedente, y habiéndose servido nues- tro sabio Director designarme para informar respecto de dicha obra, voy, con la mayor brevedad posible, á cumplir tan honroso encargo. El conocimiento de las diversas gentes que ocuparon en re- motos tiempos la Península ibérica, ofrece dificultades grandes por la ligera huella que han dejado sus costumbres, civilización y cultura artística. Las ruinas de monumentos son escasas; el lenguaje que les fué propio, casi indescifrable; el estudio de las leyendas de sus mo- nedas, complicado y confuso; los restos sepulcrales, obscuros y poco definidos, y con elementos tan deficientes, el examen y comparación de unos y otros resulta obra magna. Por esto, sin duda, aun cuando el campo de investigación sea tan amplio, sólo ha conseguido, en el largo período de veinte si- glos, atraer la atención pasajera de contados escritores dedicados á anotar los hechos gloriosos de las valientes razas que, agrupa- das y conocidas con el nombre de iberos, pugnaron esforzada- THE UEAPONS OF THE IIEUfANS 6oi mente para conservar la libertad, resistientiii el empuje poderoso del pueblo romano. Pero si la labor es penosa é ingrata, los frutos que produce causan un placer intenso, y el que los consigue, obtiene, ade- más, el aplauso incondicional de todos los amantes de la historia patria. Y cuando el que á tales tareas dedica su actividad é inteligen- cia, es un extranjero tan docto como el Sr. Sandars, consagrado durante muchos años al estudio de nuestros primeros poblado- res, cuantas frases se dediquen á enaltecer la empresa felizmente realizada en su libro, con juicio sereno y claro, con erudición desprovista de artificio, con un número de dibujos y fotografías que constituyen primorosa colección, parecerán menguadas para expresar la gratitud que le debemos todos los aficionados á este linaje de investigaciones. Da comienzo al importante tratado, una detenida reseña de estado de España en el período que abrazan los cinco siglos an- teriores á la Era Cristiana, reseña deducida de los textos de Re- cateo de Mileto, Herodoto, Polibio, Estrabón y Plinio el Antiguo. Partiendo del supuesto de que los fenicios fueron el primer pueblo civilizado que entabló relaciones con los iberos, más por su condición de comerciantes que por su carácter de conquista- dores, hace notar que su paso por la Península fué transitorio, habiendo venido á parar las muchas factorías por ellos estableci- das, á poder de los cartagineses, que bajo el nombre de libio- fenicios las poseyeron hasta que los romanos los expulsaron, no sin haber llegado á las Baleares y penetrado en el corazón de Andalucía, según acreditan los restos hallados en Ibiza, Cádiz, Carmona, etc. Entiende el Sr. Sandars que la sustitución de los fenicios en el Sur y en el Sur-Este de España por los cartagineses y la inva- sión de los griegos por la parte del litoral del Norte y del Nord- Este, fueron simultáneas; pero si bien los fenicios y los libio- fenicios no dejaron vestigio de las armas que usaron, en cambio, los griegos influyeron notablemente en el ecjuipo militar de los iberos al dotarles del Kopis ó Mackwra^ sable corto llamado 602 BOLETÍN DIC LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA vulgarmente espada fálcala, por asemejarse en su hoja cur\a á la de una falce ú Ikjz. Pero aún más que la de los griegos, la invasión de los celtas ó galos, ocurrida, probablemente, en el siglo vi antes de Jesucristo, imprimió profundamente su sello en las armas indígenas, porque al aliarse los celtas con los iberos, formaron aquella indomable raza cuyo heroísmo llegó á su apogeo en la inmortal Numancia. Otra invasión de galos marca también su paso hacia la mitad primera del siglo iii, antes de Jesucristo, indicándolo las armas encontradas en la Necrópolis de Cabrera de Mataró. Y fué la última la de los romanos, á fines del siglo iii, los que después de luchar con los aborígenes doscientos años, con- siguieron pacificar la Península, dominándola unos cuatro si- glos más. Así se va significando y advirtiendo la inñuencia de estos diversos elementos en las armas características del pueblo ibero. Continúa su tarea el Sr. Sandars, haciendo resaltar la situación especial de la Península antes de la primera invasión gálica. Dis- tribuida en pequeñas naciones divididas por disensiones intesti- nas, constituía la porción más importante la Turdetania, que comprendía los valles del Betis (Guadalquivir), las llanuras que le circundan, y una parte del Mons Marianus (Sierra Morena); al Norte de la Turdetania, hallábanse los oretanos, su capital Cás- tulo; al Oeste de éstos, los célticos, que tenían al Norte á los lusi- tanos, y éstos, á su vez, á los gallaicos, astures, cántabros y au- trigones, perteneciendo el corazón de Iberia á los celtíberos, la más decidida y guerrera de aquellas razas, pues simboliza la he- roica concepción de la libertad individual y del horror al yugo extranjero, y tiene célebre manifestación en Numancia destruida, en Sagunto sitiada por i\níbal, en Astapa asaltada por Scipión. Después de este atrayente preámbulo, entra el Sr. Sandars á enumerar las diferentes armas usadas por los iberos, á saber: espada, sable, puñal, pica, lanza, venablo, soliferreum, sannion ó dardo, bi-pennis, tridente ó bidente, arco, honda, un arma curva á manera de hoz, y otra compuesta de un asta c]ue llevaba en un extremo hierro de lanza, y en el otro un tridente. Como defen- THE WEAPONS OF THE 11 -RIANS 603 sivas, el yelmo, la coraza ó túnica, el escudo y las grebas ó espi- nilleras. Clasifica las espadas ibéricas, todas de hierro ó de acero, en cuatro clases principales: espadas de antenas, espadas cortas y rectas, sable encorvado ó falcata y espadas del tipo La Téne. Dice respecto de las primeras que, á no ser por las halladas en los descubrimientos debidos al señor Marqués de Cerralbo, podría dudarse de si los iberos las tuvieron; pero hoy es forzoso admitir que fueron forjadas en la Península, pudiendo significar la tran- sición de la espada semejante á un puñal á la más larga del tipo La Téne. De la segunda clase, ó sean las cortas y rectas, menciona las procedentes de Aguilar de Anguita, y en cuanto á las falcatas, entiende que hubieron de llegar por algún conducto extranjero; arma tan útil, que aun en el día se encuentra representada por el yatagán de los albaneses y la flissa de los cabileños. Hace notar la frecuencia con que se encuentran en la Península espadas dobladas para introducirlas fácilmente en las urnas cine- rarias, del mismo modo que se torcían los solifcrreum con objeto de economizar espacio, y no para cumplir ritos religiosos. Cree que los siglos iii y ii antes de Jesucristo, forman la época en que la falcata constituyó el arma principal de los iberos. En cuanto á las espadas designadas con la denominación de La Téne, suponía Mr. Dechelette que no se conocían en líspaña, pero las halladas por el Marqués de Cerralbo en Aguilar de An- guita y en Arcóbriga, perteneciendo á los siglos iv y ai antes de Jesucristo, y otros ejemplares aislados de F'uente Tojar, Almedi- nilla y Cabrera de Mataró, demuestran que su uso debía ser ge- neral y corriente en la Península. Habla después de los puñales y sus distintas formas, y si bien la teoría de que los romanos aceptaron la espada española le pa- rece fabulosa, por las razones que expone y de que más adelan- te habré de ocuparme, opina que es probable adoptasen el pu- ñal, del cual pudo derivarse el parazonio^ arma reconocida en tiempos posteriores como típicamente romana. Trata, á conti- nuación, de la lanza llc\'ada por los iberos al más alto grado de 604 liOl-ETÍN DE I. A REAL ACADEMIA DE I.A HISTORIA perfección; del dardo, que es posible fuera elg-cesufu que Athenco les atribuye; del solíferrum 6 samiion, hierro alargado de uso vulgar, que se encuentra asociado con tres tipos de espadas: an- tenas, falcata y La Teñe; del bi-pennis, hacha de armas de dobles filos cortantes, que figura en las monedas de Carisio; del bidente, lanza con hierro en forma de horquilla que se ve en la moneda ibérica atribuida á Setisacum; del arco, que resalta en otra mone- da de Cartago-Nova; de la honda, que manejaban diestramente; de la hoz, por el ejemplar de Puig-Castellar; del casco de hierro, bronce, cuerno 6 formado con nervios, de tipo galo; de la cora- za ó túnica, bien definida en ¡as estatuitas de bronce del Santua- rio de Despeñaperros; de \2l.s grebas 6 espinilleras, que se descu- bren en un bajo relieve de Osuna; del escndo ó pelta, de diver- sos tamaños y modelos; de las banderas y estandartes , aunque sólo se conoce su representación en una moneda ibérica; de las trompetas de guerra, que probablemente serían de bronce, si bien han parecido en Numancia fragmentos de una de barro co- cido; y de los bocados 6 herraduras, semejantes los primeros á los asidos, y no habiéndose encontrado ejemplares de las segun- das más que en Aguilar de Anguita, lo que originó grandes re- celos hasta que ha venido á ser comprobada su autenticidad por otros hallados en Lorena. Termina el Sr. Sandars su extenso y notabilísimo trabajo, re- pitiendo que el período que comprende su estudio se extiende desde mediados del siglo v hasta fines del i, antes de Jesucristo. La Necrópolis de Aguilar de Anguita debió de pertenecer á la primera mitad de aquel período. De ella á la de Arcóbriga, don- de por primera vez se presenta la espada del tipo La Teñe, no hay más que un paso, pues la de Arcóbriga le parece estar entre la mitad del iv y el fin del m. .\ esta sigue la de \"illaricos, donde se hallaron Falcatas, y que es ya de mediados del iv, an- tes de Jesucristo. Encuentra difícil de precisar la fecha exacta de lo procedente de Almedinilla, porque si no producen las pesquisas espadas de antenas, en cambio se ven bocados de media luna, iguales á los de Aguilar, inclinándose á señalar, como fecha probable, la del THE WEAPONS OF THE inLRlANS 6o 5 tercero y quizá la del siglo ii. Respecto de la Necrópolis de Ca- brera, entiende que muestra huellas de transición, porque si bien hay Falcatas predomina el tipo La Teñe, y por los restos de ce- rámica griega, podría situarse entre la primera parte del siglo lu hasta fines del ii, antes de Jesucristo; épocas que se mezclan y en- tretejen unas con otras, revelando rasgos de cultura distintos é independientes. Y concluye declarando que su propósito no es el de dogmati- zar, sino el de trazar líneas que sirvan de base para continuar su estudio. Este ligero extracto del libro de nuestro ilustre correspon- diente, me parece basta para demostrar el extraordinario esfuer- zo realizado, pues revela los opimos frutos resultantes de una acertada investigación sostenida durante algunos años. o o La referida declaración final hace resaltar los nobles propósi- tos del Sr. Sandars. No pretende que su parecer tenga carácter definitivo; no aspira á dogmatizar, anhela, por el contrario, que, aceptándose como punto de partida sus observaciones y conje- turas, vengan otros escritores á completar el trabajo iniciado. Aunque no me considero con autoridad suficiente para añadir nada importante á lo que el bien documentado libro contiene, cosa que otros señores académicos podrían hacer con sobra de competencia, voy, sin embargo, á exponer algunas observacio- nes, en cumplimiento del deber que impone el encargo que tengo recibido. Prescindiré, para que mis palabras no pequen de enojosas, de entrar en discusión respecto de varios de los puntos que abraza el importante trabajo que examino, y me limitaré á lo que me parece más culminante. Dice el Sr. Sandars que el Copis ó Maclucra era el arma que conocemos con el nombre de espada Falcata. En primer lugar, no creo que esté tan probado como de su escyeta afirmación pa- rece deducirse, que fuera lo mismo Copis que Machccra. La espada denominada Machara era para vSuidas la que los romanos tomaron de los iberos; para Polihio, tenía dos filos; para Tito Li\io, se usaba mas de corte que de punta; para \"ege- TOMO LXIV. 39 6o6 BOLETÍN DE LA REAI. ACADEMIA DE LA HISTORIA cío, presentaba forma recta, larga, firme, aguda y de dos cortes; mientras que la Copis fué el arma encorvada favorita de los fri- gios, usada por los argivos y de origen persa según Polibio, Je- nofonte y Quinto Curcio. Expone que del puñal pudo derivarse el Parazojiíum, arma reconocida en tiempos posteriores, como típicamente romana, siendo así que esta pequeña espada, de procedencia griega, toma su nombre del hábito de llevarla en la zona ó ceñidor, que, según Moretti y otros escritores, tenía el mismo nombre de parazo- niiim. Después la usaron los romanos en el concepto de distin- tivo de dignidad. También podría protestarse la clasificación de las espadas ibé- ricas en las cuatro clases principales admitidas generalmente por los arqueólogos. De antenas-Corta y recta- Falcatas y del tipo La Teñe, porque de esta última forma se han descubierto ejemplares en distintos lugares de la Península, por ejemplo, Aguilar de Anguita, Arcóbriga, Fuente Tojar, Almedinilla y Cabrera de Ma- taró, no habiendo, por consiguiente, razón bastante para aceptar una denominación genérica que hace exclusi\'a de un pueblo y de un lugar determinado esta forma especial de espada, cuando los iberos la empleaban al mismo tiempo que las de otros mo- delos. Cree el Sr. Sandars que las espadas se doblaban y retorcían con el objeto de depositarlas en las urnas cinerarias; pero esta su- posición no se halla de acuerdo con lo observado en distintos en- terramientos, pues unas veces son las urnas deboca tan estrecha, que no permite la introducción del arma doblada, y otras, en una misma sepultura, se encuentran una espada torcida y otra derecha. Por esto, la mayor parte de los autores modernos con- tinúan creyendo que se trataba de un rito religioso, y parece comprobarlo el hallazgo de los sannioncs, que están siempre do- blados y torcidos en una forma que aleja la idea de suponer el propósito de economizar espacio, pues para eso no era preciso reducirlos tanto. Considera el Sr. Sandars iguales el solifcrreo y el sannion. El primero, á juzgar por los textos de Tito Li\io y Aulo (jcHo, era THE WlíAPONS OF THE ILERIANS 607 un dardo; otros le suponen de la misma forma y época que el Geso-, y á varios les parece un palo aguzado al fuego, arma pro- pia de todos los pueblos primitivos. Al Geso, que San Agustín dice era la lanza gala, le deñne el Sr. Sandars como dardo arro- jadizo, y si bien lo confirman Yesto y Virgilio, al asegurar que de los celias y galos lo tomaron los romanos, Atheneo afirma que era arma ibérica, y viene á acreditar esta opinión el gran nú- mero de ellos descubierto en Almedinilla, Arcobriga y otros lu- -gares. Respecto del sannion ó sauu¿o, aunque Diodoro Sículo asegure que los primeros españoles usaban dardos de hierro, co- nocidos con el nombre de saiuiia, no falta alguno que sostiene •ser una lanza. Resulta, pues, de tan diferentes pareceres, la ne- cesidad de depurar más este punto. Razona el Sr. Sandars los motivos que le han inducido á dar el nombre de Bidente á un arma especial de la cual no conoce ejemplar alguno, pero que se halla claramente dibujada en la mo- neda ibérica atribuida á Setisacum. No está, en efecto, mal apli- cada la palabra, puesto que se trata de una especie de lanza de •dos puntas; mas el arma designada con aquel nombre, se com- ponía generalmente, como asienta Clonard, de un palo largo con •cuchilla de forma de media luna, á la que San Isidoro da el nom- bre de Triides. Con ella, el Trideiite, el Horcón y el Lobo, fueron •rechazados los romanos al intentar el asalto de Oningi. Esta for- ma continuó en uso y se describe en el Laghi, al hablar de los •soldados de Alfonso el Católico. Podría, pues, ser lo representa- do en la moneda citada, el Horcón ó la Forchina ó Forchica, arma -de asta que tenía dos puntas aguzadas. Al enumerar el autor las armas ibéricas, prescinde de algunas cuyo empleo resulta cfimprobado ¡lor los textos antiguos. Ci- taremos varias de las más conocidas y calificadas como pre- Tomanas. El Sparo, dardo de madera dura, según Lucilo, Sen-vio y Vir- gilio, aun cuando Cornelio Nepote, al ríM'crir la muerte de Epa- minondas, cuenta que cayó atravesado por un sparo, quedando el hierro en la herida. Pudo ser una especie de pica, propia de gen- te rústica, agrestis spanis, (¡ue dice Virgilio. Los modernos ase- 6oS BOI.ETÍM DE l.A REAL ACADEMIA DK LA HISTOKIA guraii que era semejante por sus dimensiones á la Fa/áriia, pero con liicrro de dos puntas, imo recto y otro encorvado, y lo em- pleaban las tribus más groseras del Norte de España. La Trágula^ arma arrojadiza con forma de garfio, que se lan- zaba con una cuerda y llevaba tal empuje que penetraba fácil- mente la túnica y el escudo del adversario. Aníbal fué herido con una ellas al efectuar un reconocimiento de los muros de Sa- gunto. La clava llamada Acudes^ de medio codo de larga, citada por Clonard, que se hallaba armada con puntas de hierro, y por Ilevia, que entiende que era un dardo. La Alabcsa^ arma de los cántabros, de la cual decía Falencia en su Vocabulario: «Linaje de tiro que fincado en el escudo ape- nas se saca.» El Piigio, espada pequeña de dos filos, «cuchillo de ambas partes agudo y que punge con aguda punta» (Falencia). De este dice Rich: «el Pugio ibérico se colgaba al lado izquierdo, sin vaina, y era propio de personas de alta representación». La Rhainba, mencionada, aunque no descrita porPolibio, más corta que la niachccra y atribuida á los lusitanos por Estrabón. La Romphea, que cita Aulo Celio. Justo Lipsio se inclina á creer que era una especie de pica; Carlos Aquino dice que más bien sería un dardo con el astil y el hierro de iguales dimensiones. Acerca de esta arma hay variedad de opiniones, suponiéndola algunos igual á la Franiea^ y creyéndola otros de la misma for- ma y dimensiones de la Rhainba. La Sica^ arma corta usada por los cántabros y vascones, á creer á Estrabón. La Spala, espada corta, de la cual se han encontrado ejempla- res en Itálica, Almedinilla, Espejo é Ilijes, dice \"illanova, y que aun cuando se tiene por romana, pudiera corresponder al perío- do de hierro. La XipJios^ excelente para herir de corte y punta, mencionada por Hurton. La Fa/árica^ especie de chuzo de los saguntinos y otros pue- blos prc-romanos. Llevaba en su extremo estopa impregnada de THE WEAPONS OF THE I1;^RIANS 6O9 pez y la inflamaban para lanzarla. Tito Livio la describe como un largo dardo, cuyo hierro medía tres pies de longitud. Los gcros^ dardos arrojadizos cuya estructura no se halla clara- mente definida. El Lobo, tenazas con las que los sitiados cogían los arrietes y los inutilizaban. La Macara, especie de puñal que sirve á Verea y Aguilar para clasificar las mámoas gallegas, como sepulcros guardadores Lv" ^.rf^ y no coinciden con los que figuran como descendientes de Abenfirníís, nos inclinamos á creer que en la España musulmana existían ambos nombres. En los textos citados aparece atribuido á nuestro Abenfir- nás un invento, que no sabemos cómo deba interpretarse, pues el texto dice «que fué el primero que inventó en Alandalus la elaboración del vidrio de las piedras (ó de las piedras negras ó de la arena); como el vidrio era conocido de antiguo, no es de suponer que el invento se refiera á la fusión de los minerales que entran en la elaboración del vidrio ordinario, sino á alguna clase especial. Ahmed Zéki, en su erudito trabajo, recopila noticias de inten- tos ó ensayos de aviación hechos en tiempos posteriores, toman- do tales datos de re\-istas ó periódicos europeos. 2. Dictionario Biográfico de los Ciegos ilustres de Oriente (i): Tal es el título del segundo folleto remitido por nuestro erudito Correspondiente en El Cairo. Este folleto fué preparado y escri- to con motivo del V' Congres International pour T amelioration da sort des Aveugles, celebrado en El Cairo en 191 1. Para su pre- paración, sabiendo que Safadí, el fecundo biógrafo musulmán, además de su gran Diccionario general (en cuyo estudio hace muchos años que se ocupa, reuniendo materiales para su publica- ción), había escrito un Diccionario de los ciegos ilustres de Orien- te^ al examinar en las Bibliotecas de Constantinopla los libros de historia y literatura, encontró varios manuscritos de este libro, que naturalmente, se propondría publicar, si se presentaba oca- sión, como lo íué la celebración del Congreso Internacional para el mejoramiento de la suerte de los Ciegos; y entusiasta del esplen- dor y fecundidad de la antigua ci\-ilizac¡ón musulmana, principal- ( 1 ) Safadí. — Dictionnaire biograpliiqíie des Avenales Illiistres de V Orieni. Notice bibliograplüque et analitique, par le Prof. Ahmed Zéki Pacha, Secrc- taire du Conseil des Ministres, Vice prcsident de la Société khédiviale de géographie, Membre de l'InstitutEgyplien,de la t musulmán ei sur les moyens propres a le f aire revivre en Egyptc, par Ahmed Zúki Pacha Secrútairedu Conseil des Mi- nistres. (Extrait de I' Egypte Contemporaine, tomo iv, págs. i á 32). «GEOGRAFÍA FÍSICA, POLÍTICA, CCONÓMICA» 021 de un modo muy directo, especialmente en España y Sicilia, con la particularidad, notada por Ahmed Zéki, de que en esta isla el arte musulmán llegó á su mayor esplendor en tiempo de los Normandos (l). Francisco Codera. V «GEOGRAFÍA FÍSICA, POLÍTICA, ECONÓMICA» El Sr. D. Rafael Ballester y Castell, catedrático numerario de Geografía é Historia en el Instituto general y técnico de Gerona, solicitó del Excmo. Sr. Ministro de Instrucción Pública y Be- llas Artes que se remitieran á esta Real Academia ejemplares de la obra de que es autor, titulada Geografía física^ política^ econó- mica^ con objeto de que nuestra Corporación informase á la Su- perioridad á los efectos de que pudiera, en caso fav^orable, servir dicha obra de mérito para la carrera del Sr. Ballester. En cumplimiento de lo preceptuado en la Real orden de 28 de Febrero de 1908, la subsecretaría de Instrucción Pública pi- dió á la Academia el informe de que se trata, y el señor Direc- tor se ha servido designar al que suscribe para hacer el estudio de la obra y proponer acuerdo. La Academia ha de atenerse en este informe al precepto con- tenido en el párrafo 2.° del art. 29 del Real decreto de 12 de Abril de 1901; es decir, debe examinar la obra para decidir si merece ó no ser aprobada desde el punto de vista de sus condi- ciones didácticas. El libro que ha escrito el Sr. Ballester y á que se contrae este informe, es un volumen en 8.° de 2'j'] páginas, en el que, con (i) Por algún detalle muy especial, que aparece en monedas con ca- racteres árabes acuñadas por los normandos de Sicilia y que figura tam- bién en el célebre Pendón llamado de las Navas, existente en el Real Mo- nasterio de las Huelgas de Burgos, me ocurrió la sospecha, quizá atrevi- da, de que el tal Pendón sea de procedencia siciliana. TOMO Lxiv. 40 622 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA laudable concisión, se expone clara y metódicamente cuanto es necesario saber para ganar curso en la asignatura de (jeografía general de los Institutos de 2.^ enseñanza. La primera parte de este compendio comprende las nociones ó ideas generales referentes á la Tierra y al Hombre, siendo muy de notar el encadenamiento lógico con que el autor las va pre- sentando, para hacer resaltar, en último término, á modo de sín- tesis, las fases del desenvolvimiento humano en relación con las condiciones naturales terrestres y el cambio de valor de las re- giones, el movimiento incesante en que vive la humanidad y á consecuencia del cual hay en la Tierra países decadentes y paí- ses progresivos, pueblos que caen y pueblos que se levantan. El estudio de las partes del mundo y el de los Estados de Europa constituyen la 2.^ y 3-^ parte del libro. Pensado y escri- to éste de acuerdo con las tendencias modernas sobre enseñan- za de la Geografía, en cada parte del mundo y en cada Estado predomina la nota descriptiva que da cumplida idea y razón del carácter general del territorio, en su constitución física, en sus formas y relieve, en sus condiciones climatológicas, para deducir de todo ello los recursos naturales, las fuentes de producción y la manera de ser la vida humana en las respectivas localidades ó comarcas. La Geografía de la Península española es el último capítulo del libro del Sr. Ballester, y en él aún sobresalen más las exce- lencias del plan y métodos seguidos por el autor, que nos pre- senta acabado cuadro descriptivo del territorio hispano y noticia sumaria de las condiciones generales de la geografía económica de España y de la característica aptitud natural de cada una de las principales regiones de la Península. La Geografía física^ política^ económica escrita por el Sr. Ba- llester es, pues, un modelo de compendio de Geografía, con re- lación á lo que debe ser la enseñanza de esta ciencia en el se- gundo grado, ó sea en el correspondiente á los Institutos gene- rales y técnicos. Hay en él la novedad que cabe en libros de esta índole, y sobre todo en el concepto general y desarrollo de la enseñanza. «GEOGRAFÍA FÍSICA, POLÍTICA, ECONÓMICA» 623 Según consigna en el prólogo de la obra, el Sr. Ballester se propuso, y lo ha conseguido, señalar el camino que debe tomar- se para difundir los conocimientos geográficos. Poca nomencla- tura, mucha descripción, y en lo posible la explicación razonada de los hechos. Con buenas descripciones y buenos mapas, el alumno se forma idea de las cosas como si las viera, ó acaso me- jor que viéndolas. Los ejemplares de la obra del Sr. Ballester que han venido á informe de la Academia, lo son de una 2.^ edición. La l.^ estaba ya informada favorablemente por el Consejo de Instrucción pú- blica y premiada con diploma de honor y medalla de oro en la Exposición de Quito, de 1 909. En la 2.^ edición se han hecho algunas modificaciones, entre ellas la de ampliar la (jeografía de España. Pero el autor no se da por satisfecho: reconoce que los libros de esta índole no son nunca definitivos, y mucho menos los de Geografía, porque, se- gún dice, «ésta es ciencia que progresa á compás de otras cuyo concurso solicita constantemente, á la vez que sus límites no es- tán todavía bien definidos, ni todos sus problemas resueltos. La Geografía es la ciencia que menos se basta á sí propia. Es absur- do concebirla como una ciencia estacionaria, como un cuerpo inmutable. El planeta sobre el cual vivimos, lo mismo que la hu- manidad, están sujetos á cambios continuos, incesantes. De ahí que la descripción de la Tierra^ al evolucionar también á medida de aquellas transformaciones, exige la renovación de los libros destinados á su enseñanza. Sólo las obríis de arte son eterna- mente jóvenes». En suma, buenas enseñanzas y bien resumidas y expuestas; esto es el libro del Sr. Ballester. Tiene, pues, á juicio del que suscribe, excelentes condiciones didácticas y merece aprobación para que pueda servir de mérito al autor en su carrera. La Aca- demia, no obstante, dirá su más autorizado parecer. Madric], 14 de Mayo de 1914. Ricardo Biíltrán Rózpide. 024 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA l.'ISTORIA VI INSCRIPCIONES INÉDITAS DE ALCAUDETE Y TORREDONJIMENO EN LA PROVINCIA DE JAÉN Alcaudete. En esta pintoresca villa, antiguo Municipmm Flaviiim Soson- tigi, cataloga Hübner tres inscripciones romanas (1.721, 1. 722 y 1.723), siendo la principal de todas la del gran pedestal de már- mol cárdeno que estaba á la puerta de la fortaleza, llevado allí de un despoblado distante media legua de la villa y situado en la sierra de i\yllo. Hoy se conserva este monumento epigráfico en el Museo Arqueológico nacional. El citado autor en sus Adicio- nes menciona el fragmento de otra inscripción señalada con el número 5 -06 1. Con motivo de mis recientes viajes por esta parte de la pro- vincia de Jaén, he tenido ocasión de hallar una preciosa lápida mutilada por la parte superior, de mármol obscuro, descubierta hace treinta años en el olivar llamado Corral de Galán, á la ori- lla del río Guadajoz, distante cinco kilómetros de Alcaudete; y en la actualidad sirve de asiento sobre un poyo á la entrada del cortijo «El Zarzalejo», á tres kilómetros del pueblo y propiedad de D. Antonio Salido y Medina, que galantemente mandó des- montarla del lugar que ocupaba para poder fotografiarla. Mide de alto 0,72 cm. por 0, 59, y está partida por el ángulo inferior izquierdo. Acilia Q(u¿nti) lib(erta) Felicula Jpolcobulaileusis, ann(orum) XXXXV, pia iv suos h(ic) s(ita) e(st). S(i) t(ib/) t(crra) l{ev¿s). Acilia Felicula, liberta de Quinto, natural de Ipolcobúlcula, fallecida en edad de cuarenta y cinco años, aquí yace. Séate la tierra ligera. En Montilla, en el Carpió, en Bayona de Tajuña y especial- mente en Antequera, han aparecido también lápidas con el nom- bre Acilia que dio á conocer el ilustre Hübner, el cual registró INSCRIPCIONES INÉDITAS DE ALCAUDETE Y TORREDONJIMENO 625 asimismo en Antequera (núm. 2.050), el cognombre femenino Felicula^ diminutivo de Félix. La villa de Alcaudete confina por el Sudeste con el castillo de Locubín, donde parece que estuvo situada la ciudad de Ipolcobul- cula, dejando allí rastro de su nombre por lápidas de esta región (1.565, y 1.643, í-645, 1-646, I.651, 1.652, 1.653), probablemen- te comprensiva del territorio de Alcaudete y de Alcalá la Real. El nombre se compone evidentemente de dos elementos: 026 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Ipolc^o). Obulciila, diminutivo de Obiilco (Porcuna). A juicio del Sr. Fita, Ipolco y Obiilco, vocablos turdetanos, no carecen de afinidad con los griegos ó Tiópyo^ (la torre, el burgo fortificado) y -i] TtóXiq (la ciudad). Torredonjimeno. Confina esta hermosa villa por el Oeste con Porcuna. De sus muchas lápidas romanas, y en especial de la 1. 633, fáciles dedu- cir que Andiira sería su nombre antiguo. Entre varias curiosidades romanas que conserva en gran esti- ma el ilustrado y rico propietario D. Francisco Rubio de Fuentes, de esta localidad, existe una preciosa cabeza de mármol que re- presenta á una bacante, coronada de pámpanos, con la mano de- INSCRIPCIONES INÉDITAS DE ALCAUDETK Y TORREDONJIMENO 627 recha apoyada sobre la misma, perteneciente á una estatuita que destrozaron al descubrirla varios trabajadores en el cortijo lla- mado de «Las Parrillas», propiedad de dicho señor, á II kilóme- tros de este pueblo, camino de Porcuna, hacia Poniente. Mide 0,20 m. por 0,10. Procedente del mismo sitio tiene otra cabecita de mármol que figura tal vez una Némesis, y un sello de barro, mutilado, con su mango de igual materia, y con la inscripción en su parte supe- rior como aparece en la adjunta fotografía. Mide de alto 1 1 cm., por 8 que tiene de base, y probablemen- te debió ser el sello de alguna alfarería. Su inscripción es nueva, y debe añadirse á la colección Hüb- ncriana. Conjeturo que se puede leer o F • c E NI -GRíi.. Of(ficina) Ceni(i) Gre [siani?]. Oficina de Cenio Gresiano. 628 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA Otro sello que en la misma localidad, ó en otra, se descubra mis completo, fijará seguramente é integrará la leyenda. Córdoba, 2 de Enero de 1914. Enrique Romero de Torres, Correspondiente. Vil INSCRIPCIONES INÉDITAS DE LA GUARDIA Y ALCALÁ LA REAL EN LA PROVINCIA DE JAÉN De estas inscripciones, dos romanas y una visigótica, me ha dado noticia, proporcionándome fotografías de las dos primeras, D. Enrique Romero de Torres, nuestro antiguo y benemérito Correspondiente en la ciudad de Córdoba. La Guardia. Al Sur de la ciudad de Jaén, de la que dista una legua, la villa de La Guardia ocupa la ladera y la falda de un cerro que coro- nan los restos de antiquísima fortaleza. Enlázase con la próxima vía romana por medio de un puente sobre el río Guadalbullón, del que es tributario el Albuniel, afortunado porque cerca de su nacimiento se han encontrado, no ha mucho, lápidas demostra- tivas de ser aquel sitio el que ocupó la ciudad bastitana Vergi- lia; lápidas romanas, cuyas fotografías é improntas aguardo para su debida publicación. Las de La Guardia son numerosas (Hüb- ner 3.3/6-3.385), consignando algunas de ellas el nombre de la famosa ciudad, romana y episcopal, que allí existió, Mentesa, al que el Itinerario de Antonino añade, para distinguirla de la Oretana, el sobrenombre Bastía. En prueba de que á esta villa de La Guardia pertenecía la estación de Mentesa Bastía se ajus- tan las medidas itinerarias entre Víníolís (las Albunieles) y Cas- tulone (Cazlona), confirmadas por el miliario, fechado en el año INSCRIPCIONES INÉDITAS DE LA GUARDIA Y ALCALÁ LA REAL 629 7 antes de Jesucristo, que en la calzada romana, que pasa por delante de dicha villa, se halló, y fué visto y ha sido reseñado por Hübner bajo el número 4.93 1 . Por buena dicha se con- serva (Ij. Recientemente, dentro del término municipal de La Guardia, se han descubierto mayor número de inscripciones, sobre las cuales el Sr. Romero de Torres nos ha dado la siguiente noticia: «El ara sepulcral, cuya fotografía acompaño, fué hallada, hace treinta años, por su dueño actual D. Ensebio Cobo Jaén en el molino harinero de su propiedad, sito hacia el Norte en distancia de un kilómetro y medio de la villa de La Guardia, hacia el kiló- metro 346 de la carretera de Bailen á Málaga, y próximo al GuadalbuUón, del que dista 50 m., y á la vía romana de cuya vera procede. Descubrióse á un lado del molino, á 3 m. de pro- fundidad del piso de la carretera, cuando estaban construyendo el caz de dicho molino, y con ella otras piedras epigráficas, que desgraciadamente quedaron enterradas, á fin de no remover el terreno y dar más consistencia ó solidez á la obra del mencio- nado caz. Mide esta lápida 74 cm. de alto por 39 de ancho y 25 de espesor. Interesé al dueño para que las demás epigráficas se desentierren, y concurran al adelanto de la Ciencia histórica.» Fotografía de D. Enrique Romero de Torres, pág. 630. D{is) M{anibus) s{acrum). Bebia Faustinula Ilubariensia an{noruni) L V[ÍIh{¡c) s{itd) e{st). S{ít) t'Jbt) í{crra) l{evis). Consagrado á los dioses Manes. Bebia Faustíniíla, níilural de Ilubaria aquí yace. Séate la tierra ligera. La elegancia del ara y el tipo de sus letras, careciendo de tra- vesano la vocal A no son de baja época, sino probablemente del (i) Sobre este particular nos ha escrito el Sr. Romero de Torres: «En mi visita á La Guardia, tuve la satisfacción de ver reunidos en casa del Sr. Folache preciosos restos de la dominación romana como lápidas dadas á conocer por el ilustre Hübner, un miliario también publicado por dicho arqueólogo y hermosos capiteles, fustes, trozos de escultura, frisos y otros objetos arquitectónicos. Todo esto lo ha colocado artísticamente el Sr. Folache en su espacioso jardín, cpie le sirve de fondo ameno y pinto- resca perspectiva.» 630 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA INSCRIPCIONES INÉDITAS DE LA GUARD;,\ Y ALCALÁ LA REAL 63 1 siglo II. El idioma algo degenera del puro latino por influencia del indígena Accitano. Bebia se escribe en lugar de Baebia., demostrando la pronun- ciación del diptongo es. En Cádiz (1743) sale mencionada, tam- bién sin diptongo, una Bebia Veneria. El diminutivo Faustínula era ya conocido por una lápida fu- neral (4569) de Barcelona. Otro diminutivo, Felícula se ha mos- trado en la inscripción de Alcaudete, que el Sr. Romero de To- rres ha descubierto. Mucho más importante es el vocablo Ilubariensia desde el do- ble punto de vista gramatical y geográfico. Indica la patria (Iluba- ria ó Ilubarium) de la difunta Bebia, y modifica el género común de dos, propio del adjetivo normal, ó castizo, Iluba?'ieusis , dán- dole terminación femenina. Hübner señaló tres ejemplos de seme- jante mudanza; conviene á saber: en Lora del Río, Romulensia (1.059); en Estepa, Foresia (1.455); en Casariche, Ventiponensia. Ilubaria ¿dónde estuvo.? Sale de nuevo en el mapa romano, como tantos otros, que de continuo nos han dado y darán á conocer las inscripciones. Imagino que fuese un pago, adscrito al territorio de Mentesa (La Guardia) ó de Aurgi (Jaén); y que tal vez el califi- cativo Bastía que á Mentesa el itinerario atribuye, sea deforma- ción de Ilubaria. Otra lápida Mentesana, que mide 1, 08 m. de alto por 0,5 de ancho, ha descubierto el Sr. Romero de Torres en el pavimento de una pila de la huerta, que llaman de Blas Torres. Hallóse este monumento, hace ocho años, en el haza denominada Bañera y próxima á la villa. Bueno será que la adquiera y traslade á su jar- dín el Sr. Fo'ache. Véase su fotografía en la página siguiente. Di{S) Man(ibus) s(acrum). L(icinius?) P(riiiius) an{norum) LXXXX, L{ic¡- niíts?) Aturo LX), /i(ic) s(iíi) s(unt). Consagrado á los dioses Manes. Licinio Primo de 90 años de edad, Lici- nio Aturón de 60, aquí yacen. Es muy notable la ligatura del numeral LX, que á primera vista parece ser el crismón cristiano if ; mas no lo es, ni debe 632 boletín de la real academia de la historia confundirse con la ligatura IX, que excluyen los numerales si- guientes. El cognombre Aturo sale en la inscripción 5-586' El nombre gentilicio Licinius sale dos veces en la inscrip- ción 1.65 1 de Carcabuey: Licinius Soplwon y Licinia Modestina Ipolcobolcnsis. En el jardín de su casa de La Guardia ha recogido el Sr. Fo- lache varias inscripciones de esta población reseñadas por Hüb- ner. De ellas bueno será dar á conocer las fotografías. Alcalá la Real. Las pesquisas del Sr. Romero de Torres acerca de los monu- mentos romanos de esta población, que barrunta fuese la Ebura Cerialis de Plinio (iii, 10), le han conducido á darnos noticia de una lápida inédita, presagio de otras, sumamente apreciables. INSCRIPCIONES INÉDITAS DE LA GUARDIA Y ALCALÁ LA REAL 633 «En el sitio — me notifica — llamado de La Lancha^ dentro del término municipal de esta ciudad, y distante dos kilómetros hacia el Oriente, al hacer plantaciones en una viña de su propie- dad D. Felipe Núñez Fernández, fué hallada una piedra arenisca con inscripción romana, á 50 m. próximamente del camino por donde tiene entrada la finca. Mide 70 cm. de alto por 44 de ancho y 20 de grueso. Se con- serva actualmente en poder del Sr. Núñez, aunque mutilada por la parte superior.» 634 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA [Anm'a L{ucii) A?mí{i) f{ilia)] afm[orum) LlI, h{ic) s[¿ia) e[si) S{¿¿) t{ibi) t{erra lievis). Annia hija de Lucio Annio, de edad de 52 años, aquí yace. Séate la tie- rra ligera. Los suplementos, los he sacado del fragmento, publicado bajo el número 1. 654 por Hübner, el cual lo reseñó juntamente con otras inscripciones, lastimosamente perdidas, que copió un autor anónimo del siglo xvii, cuyo manuscrito, conservado en la Biblio- teca Nacional con la signatura moderna 4.469 (antigua P l6g), se intitula Antigüedades de la ciudad de Alcalá la Real y sti villa del castillo con las inscripciones romanas y de godos ^ y fundación de los moros africanos, y ganancia del sr. rey D. Alonso onzeno y otros antecesores suyos. A las lápidas romanas, mal copiadas por este manuscrito y rectificadas por Hübner (págs. 219-221), sigue la noticia «de una media piedra de los godos», hallada dentro del término de Alcalá la Real. Hübner, en sus Insc?'ipciones Hispa- nice cliJ'istiancs, hizo caso omiso de este fragmento. Aunque la piedra original se ha perdido ahora, es no obstante digno de ver la luz pública su texto que por buena dicha copió y nos ha con- servado el autor anónimo: o L o p, v A^ . . , I E o K L D S I V L XTO KLDS lAN ECLESIARVM TO KLDS FEBRV Conceptúo que se podría integrar así: S(an)c(to)rum a p o s t]<7/í7r«w [Petrji e\\. Pauli [sub die terti] o k{a)l{e?i)d{a)s Jul[\<\s, et s(an)c(t)i Joannis se]xio k{a)l{ett)d{a)s Jan\viaÚR?, consecratio] ec{c)lesiarum [era DCI décimo (\\ún\io k(a) l{eii]d{a)s Febni[n\:ia^,] En la era 601 (año 563), día 18 de Enero fueron consagradas (estas) igle- sias de los santos apóstoles Pedro y Pablo, (su fiesta en) 29 de Junio, y de San Juan (evangelista, su fiesta en) 27 de Diciembre. Una lápida conmemorativa de la consagración de dos iglesias en un mismo día, es la de Bailen (Hübner, 401), que estarían con- INSCRIPCIONES INÉDITAS DE LA GUARDI\ Y ALCALÁ LA REAL 635 liguas, ó poco distantes una de otra, y tenían dos coros separa- dos, uno de monjes y otro de monjas. Las construyó el abad Ló- cuber, quien regía este monasterio dúplice. Cerca de la ciudad de Loja se halló asimismo otra inscripción no menos significativa (Hübner, 374)> qi-ie menciona la consagra- ción de una basílica, dedicada á los santos apóstoles Pedro y Pa- blo, sin expresar el nombre del obispo que la consagró, así como la presente inscripción de Alcalá la Real tampoco lo expresa. Para idear los suplementos que le atribuyo he tenido en cuenta las dimensiones simétricas de los renglones, las indicaciones de las fechas y todo lo que concurre á dar al texto un claro y cabal sentido. Era natural que el día de la consagración cayese en domingo y se escogiese para ella el festivo de la Cátedra de San Pedro en Roma, como lo fué el domingo i8 de Enero del año §6j. Presumo que el obispo consagrante sería Juan, que contaba largos años de antigüedad en la Sede episcopal de Mentesa (La Guardia) cuando asistió en el de 589 al Concilio nacional Tole- dano IIL La Sede Mentesana estuvo representada en el Concilio de Ilíberis (año 303 })\ y no hay razón para afirmar que la serie de sus prelados^ entre los cuales no hubo ninguno arriano, se in- terrumpiese hasta la irrupción musulmana (l). Punto muy notable es que la fiesta de San Juan Evangelista, según esta inscripción, se celebraba en 2/ de Diciembre (sexto kalendas Januarii)^ coincidiendo sobre este particular con el calendario lapidario de Carmona, de que traté en el Boletín (2), y cuyo interés litúrgico señaló un sabio Correspondiente de nuestra Academia (3): «Nous ne trouvons dans le calendrier de Carmona aucun nom de saint qui ne se rencontre dans les calen- (i) Véase el tomo vii de la España Sagrada, pág. 255. Madrid, 175 1. (2) Tomo Liv, 34; LV, 273. (3) Le Liber mozarabicus sacratneníorum et les manuscrits fnoza?'ahcs par D. Mariiis Férotin, bénédictin de Farnborough, pág. xliv. París, 19 12. Este doctísimo autor opina (pág. xliii), como yo, que el calendario de Carmona puede atribuirse á fines del siglo v, ó bien, á más' tardar, al vi. Con ello se aviene la fecha del año 563 que para el letrero visigótico de Alcalá la Real, no sin temor de equivocarme, he propuesto. 636 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA driers mozárabes déjá connus. II est toutefois tres intéressant de voir la féte de l'apótre saint Jean au 27 décembre, comme au calendrier romain: alors que tous les autres documents de l'an- cienne liturgie visigothique, sauf le calendrier de Cordoue, ren- voient cette féte au 29 du ménie mois. Ce sont la deux impor tants témoins de la tradition de l'Espagne méridionale. Partout ailleurs le 27 décembre est consacré á sainte Eugénie, dont le cuite a été jadis tres populaire dans la Péninsule.» Una inscripción (Hübner, 361), probablemente del siglo vi, que publicó D. Juan Bautista Rossi y sacó de un manuscrito del si- glo VIH, demuestra cuan de antiguo floreció en Andalucía la de- voción al predilecto Discípulo de Jesús. Veíase esta inscripción en la catedral de Sevilla al pie de la estatua del sublime San Juan apóstol y evangelista. Decía: Trangrediens coelos, Verbitm Patris iste Joannes Repperít, et reserat qiiae Christi pcctore swnsit. Virginis officio dignus ^ qui virgo perennis Accepit servare Dei^ in tejnpore, matreni. El autor de este bello cuarteto fué quizá San Leandro. Había ciertamente leído el primer libro de San Jerónimo contra Jovi- niano en defensa de la virginidad cristiana, cuyo pasaje más cé- lebre (l) recopilan estos versos con precisión admirable. Madrid, 22 de Mayo de 19 14. Fidel Fita. (i) Migne: Patrología latina, tomo xxiii, col. 258 y 259. París, 1865. VARIEDADES UN MONUMENTO BURGALÉS DE ANTIGUA ÉPOCA CRISTIANA Nuestro Museo Provincial acaba de recibir un venerable mo- numento de los primeros siglos de nuestra Era, cjue viene á su- marse con los pocos de aquel tiempo conocidos hasta el presen- te en nuestra provincia para constituir un anillo más que enlaza los espléndidos ejemplares, gala de la primitiva Castilla, á partir de la primera época románica en adelante, con las más antiguas manifestaciones del arte, proyectando nueva luz sobre los obscu- ros orígenes de la civilización cristiana en este país. Y es digno de observarse que procede como casi todos sus congéneres de la cuenca del Ebro, lo cual no es de extrañar, pues por la mar- gen de este río nos llegó la primera luz del Evangelio. Presta además nueva confirmación á las cortas noticias conoci- das acerca de la sede de Oca en sus primeros tiempos, probando con el testimonio de un monumento más, prueba inalterable del proceso seguido por la evangelización, que á lo largo de las vías romanas cuando menos, adquiere gran importancia ac}uella, hasta llegar al mismo país de los cántabros. Para demostrarlo bastará indicar que saliendo de Oca, quemada por los moros, y bajo cu- yas cenizas se ocultan importantes vestigios del arte primitivo, siguiendo la cuenca del Oca tributario del Ebro, hallamos pronto restos de este arte en Cameno (T), representado hasta ahora por una cubierta de sarcófago, propiedad hoy de D. Bonifacio D. Montero, en esta ciudad, del que diré algo más adelante. Sigue después Buezo, lugar de procedencia del arca sepulcral traída de Briviesca á este Musco, y viene más tarde Poza con el suyo. Si avanzamos un poco más en la misma dirección y muy cerca de la confluencia del Rudrón con el P2bro, ya en Cantabria encon- traremos á Siero, ciudad romana no citada en los itinerarios, con su pequeña ermita y edícula que conservan una inscripción vo- tiva del siglo vü en memoria de las protomártires de la fe en este país, santas Centola y Elena, que di á conocer hace algunos años. Y sería preciso volver a la cuenca del Arlanzón, que tan fácil- mente se enlaza con Oca, para dar en Buniel con un cipo funera- rio cristiano del mismo tiempo próximamente, hoy en el Museo Provincial; puesto que las grandes y elegantes columnas visigóti- (i) Villa distante media legua de Briviesca, su capital de partido. TOMO LXIV. 41 638 BOLETÍN DE I, A KEAI, ACADEMIA DE Í.A HISTORIA cas, que se alzaron hasta hace poco en un jardín de esta ciutlad recubiertas en sus estrías de frondas, pertenecen ya al renaci- miento visigótico, como sucede con los restos de Clunia conoci- dos y además son de procedencia ignorada. Prescindiendo del estudio de las vías romanas, que siguen pró- ximamente los itinerarios marcados por los monumentos y cuen- cas citadas y de otra serie de consideraciones, que serán objeto de un estudio mds detenido, me contento con dar á conocer este monumento, acomodándome á la extensión que permite la ín- dole de un breve artículo. Es de piedra calcárea concrecionada, sumamente dura y salta- diza, que se ha conservado en regular estado, á pesar de haber venido sirviendo de pilón á una fuente de la ermita de Nuestra Señora de Pedrajas en la villa citada durante gran parte del siglo pasado cuando menos. vSus dimensiones son 1, 80 de largo, 0,60 de ancho y 0,55 de alto. Desde hace algunos años era conocido de la Comisión de mo- numentos por un dibujo que envió de él el vSr. Bolinaga; y últi- mamente, acompañado por D. Juan de Dios Rodríguez, vecino de Poza, lo visitó el Sr. Hergueta, incansable indagador de nues- tras antigüedades romanas, quien dio cuenta del mismo al que esto escribe, y obtenida la competente autorización de la Comi- sión pro\-incial de monumentos, fácil y prontamente recabó de la generosidad y elevadas miras del Ayuntamiento, la adquisición del sepulcro que le fué concedida á título gratuito, ayudado en sus gestiones por el citado Sr. Rodríguez, gran estimador de las antigüedades de su país. Está labrado en sus cuatro caras, aunque en la posterior y me- nores imperfectamente, pues sólo se distinguen dos vides á cada extremo y el resto únicamente está desbastado; pero en su frente principal se descubren además perfectamente cuatro toscas figu- ras y parte de otra desgraciadamente borrada. La consideración de las vides, autosímbolo escogido por Jesucristo, quien se de- signa respecto de los fieles con el nombre de la vid que comunica la savia á los sarmientos, y la escena constituida por las figuras humanas ya indicadas, sugieren pronto, á los que conocen el sim- bolismo peculiar á los primeros siglos, la convicción de queind.u- dablemente el monumento es cristiano y de aquella remota edad. Mas, cuííl sea la interpretación que deba darse y á qué época atribuirle, cosas son que no pueden precisarse en absoluto hasta que un estudio más detenido y la autoridad de algunos pocos ar- UiN MONUMENTO BUKG\I-l';S DE ANTIf.l'A ÉPOCA CRISTIANA 639 ■queologos conocedores de esta especialidad no vengan á decir la última palabra sobre esta cuestión. Deseoso no obstante de darle á conocer, y dispuesto á rectifi- -car cualquier apreciación que pareciese infundada, me adelanto á hacerlo, después de un estudio comparativo con los muchos que he visto en los principales focos protocristianos de arte. Las figuras de izquierda á derecha son: una sentada sobre tosco escaño, poco marcada en sus detalles, en actitud de recibir otras tres que llegan alargando sus manos cual si fuesen á ofrecer dones. Como detalles accesorios se ven detrás de la última figura una especie de torre estrecha que ocupa todo lo alto del sepul- cro con una sola abertura para puerta, y últimamente sobre un montecillo rocoso una palmera. Además, la primera de las tres figuras, vestida de tosca, pero bien marcada túnica con ceñidor y manto puntiagudo de exiguas dimensiones, lle\-a un disco en la mano derecha, el que inclina hacia un bulto alargado sostenido en un pesebre, en parte destruido. Si la piedra tuviese el detalle necesario en esta última figura, sería fácil averiguar la significación de toda la escena; pero care- ciendo de él, la reunión de tales elementos se presta á tomarles por cualquiera de estas dos, semejantes en la composición, á sa- ber: los tres jóvenes hebreos recibidos por Nabucodonosor, des- pués de haber salido ¡lesos del horno de Babilonia delante de un busto de estatua y un guerrero con escudo, como es trecuente verles, ó la adoración de los Alagos. En esta última hipótesis, que en mi opinión resuelve la incógnita de este problema, la primera figura sentada representa á la Virgen al lado del Niño reclinado en el pesebre, cuyos soportes se distinguen un tanto, y al cual se dirigen en el número acostumbrado de tres los dichos Magos; la torre colocada tras de ellos puede ser un recuerdo abreviado de la ciudad de jerusalén ó Belén, juntamente con la -palmera, árbol representativo de Palestina. ]ín este caso será preciso suponer que el bulto alargado, cer- cano á la Virgen, se refiere al Xiño Jesús, fajado al modo oriental, como suele verse tantas veces en los sarcófagos sin descubir los pies, y que el disco que abate ligeramente el primer Mago sea el flabelo, señal de distinción entro los orientales, de lo (]ue tene- mos también precedentes, v. gr., en un arca sepulcral que se con- serva en el cementerio de Santa Inés, extramuros de Roma, en que el personaje descrito ofrece con la izcjuicrda su ofrenda, <;omo sucede aciuí. 640 HOLETÍN DE I.A REAI. ACADE.'HA DE LA HISTORIA (Icurrc, por último, en defecto de inscripción que lo indique,, fijar la fecha de su construcción. Para hacerlo conviene presuponer: I.° Que no se trata de un monumento propiamente artístico,, sino principalmente histórico y piadoso, en el que la calidad de la piedra empleada apenas permite puHmento, aparte de ser un arte de tradición que ha declinado ya y vive de recuerdos en cuanto á los sujetos ó asuntos. 2° No admite comparación con otros de la Península, fuera de los ya citados, porque en aquéllos perdura el sentido de la forma que popularizaron los romanos en sus obras sepulcrales, modelos de todas las de occidente, y, fieles á la tradición, varían sus sujetos, pero se inspiran en las mismas ideas. Aquí el relieve es meramente narrativo, duro y seco, y ha perdido sus cualidades plásticas. Ni al arte visigodo que permaneció independiente de los romanos, si bien tomó muchos de los símbolos cristianos y algunas tbrm.as y dibujos, aunque sintió mayor predilección por lo oriental que recibieron de Rávena, intérprete de la antigüe- dad clásica para los bárbaros. 3.° Dentro de su rusticidad es, además, de origen bárbaro, puesto que ofrece algo de la rigidez y tosquedad que caracteriza las artes é industrias de los invasores en todo el Occidente con- forme se observa en las figuras y sobre todo en los adornos; sir- van de ejemplo las vides estilizadas aquí por desecamiento, lo- que hace pueda ser considerado como una de tantas repeticio- nes rutinarias de motivos y asuntos en los últimos tiempos del arte protocristiano. Nada en él revela sentimiento clásico, ni la forma, ni el plegado de paños; nada de contrastes de luz ni de sombras, propios del arte romano. Tan pobre fué de imaginación el artista, que repite las figuras y la actitud. Esto supuesto, ¿á qué época de la dominación bárbara perte- nece.^ Acudiendo primeramente á la cualidad de la escultura, que es el mejor criterio para fijar una data, se observa que tiene mucha semejanza principalmente con la cubierta procedente de Cameno, la cual se ve invadida por ornamentos simbólicos con ligeras infiuencias bizantinas, cosa que no sucedió hasta la mitad del siglo v en otras naciones, y en la nuestra, probablemente cuando los visigodos recibieron ayuda de los ostrogodos y en- traron en estrechas relaciones con ellos. Apoyándonos en segundo término en la autoridad de los au- UN MONUMENTO DURGALÉS DE ANTIGUA ÉPOCA CRISTIANA 64 I tores, vemos que se puede llegar con el de Briviesca, de la mis- ma escuela y casi contemporáneo del nuestro, hasta el siglo vii y VIII. Así lo dice el Sr. Mélida en su preciosa obrita l.a escul- tura hispano-cristiana de los primeros siglos de la Era. Estudiando la cronología hallamos que Tarik arrasó el país de la Bureba en '¡11 y Oca en 714, y aquél no fué rescatado com- pletamente de los moros hasta el reinado de Alfonso Yl, por lo cual, teniendo en cuenta que después de aquella fecha ni una sola \ez se encuentra en las arcas sepulcrales esta especie de repre- sentaciones simbólicas, reservadas para decorar capiteles de co- lumna y otros elementos arquitecturales, hemos de pensar que •es anterior á la llegada del general musulmán. Sentado ya antes el principio de que es posterior al siglo v en su primera mitad, será necesario seguir las vicisitudes de los invasores para domi- nar este país y su conducta respecto de los católicos para señalar con más probabilidad de acertar el tiempo de su construcción. Ahora bien; los suevos, vencidos por Teodorico en 456, aban- donaron este país, ocupándolo los \isigodos, y fué preciso que pasara un siglo de turbulencias desde que entraron los invasores bárbaros para obtener la paz y el orden; esto ocurrió bajo Teo- domiro (511-526), el cual, aunque arriano, permitió la libre prác- tica del catolicismo. Después de él hubo intervalos de paz, y'á alguno de éstos debe atribuirse nuestro sepulcro; porque el reinado de Recarcdo, gra- cias á la influencia de San Isidoro de Se\illa, inaugura en 587 una civilización diferente de la que hasta entonces había preva- lecido entre los visigodos y muy superior á ella, y la época an- terior se caracteriza por la rusticidad, que es la nota distintiva r\\o Blázquez 96 VI. Héroes r mártires gallegos. Los Franciscanos de Galicia en la Guerra de la Independencia, por Fr. Juan R. Legísima. Prologo del Exento. Sr. D. Eduardo de Hinojosa. — El Con- de de Cadillo loi VII. Estudios tnarroqjiíes. La Embajada de D. Francisco Salinas y Mollino y el arreglo de l/Si, por D. Gabriel de Morales. — Antonio Blázquez 106 VIII. Inscripción árabe de Ti ujillo. — Francisco Codera 117 Variedades: I. Discurso escrito y pronunciado por el Director de la Acade- mia, en Sevilla, el día ig de Diciembre de IQ/S, al inaugu- rarse la Exposición de Documentos v Mapas Histérico- geográficos de América, en el Archivo de Indias 1 20 II. Conmemoración en Sevilla del Cuarto Centenario del descu- brimiento del Océano Pacifico 124 III. Aíonedas encontradas en Trido.— ]o?,é Ramón Mélida 129 IV. La epigrafía latina en la provincia de Orense. — Marcelo Macías 130 Noticias 131 Informes: I. Alosen Diego de Valera: Su vida y obras. (Continuación.)— Lu- cas de Torre y Franco-Romero 133 II. Los Estados Unidos y el Japón.— R.HeW.rin y Róz\>\áe 168 III. D. Alberto Rodríguez de Lista.— ¥. Fernández de Béthencourt. 170 IV. Lápidas de Puebla de Arganzón y Laguardia. — Federico Ba- ráibar ." 176 V. Consideraciones y documaitos relativos al famoso ingenio del hidalgo Blasco de Garay. — Antonio Blázquez 182 VI. Descubrimientos arqueológicos ocurridos en Sevilla con ocasión de los desmontes efectuados en la Cuesta del Rosario. — Antonio Blázquez 189 VII. Lápida ibérica de Gabanes y romanas de Almenara, Villarreal v Tarragona.— Y\úe\ Fita." '. 193 VIII. Los privilegios ds la Mesta de 127J y I2'¡ó.—]u\\ua Klein. . . . 202 Variedades: I. Dos joyas concepcionistas desconocidas de la pictórica sevillana. Manuel Serrano y Ortega 220 ÍNDICE 651 Págs II. Causas del desiierro de Jovellanos.—y'í'ÁV Gómez Centurión. . 227 III. Jovellaiios en la Guerra de la Independencia.— ]<:t'~,¿ Gómez Cen- turión 23 1 IV. Nuevas inscripciones de Aíc'rída y Sevilla.— V\áG\ YW'd 236 V. La nueva lápida romana de Sevilla. — Elena M. Whishow. . . . 242 VI. La arqueología sevillana en la Cuesta del Rosario. Ahuevas ilus- traciones.— F"idel Fita 245 VII. Nueva inscripción romana del Escurial (T/uJillo). — INIario Roso de Luna 246 Noticias 247 Informes: I. Mosen Diego de ]^alera: Su vida y obras. (Continuación.) — Lucas de Torre y Franco-Romero 249 II. Nuevas inscripciones romanas de Cádiz. — Victorio Molina. . . 276 III. Donostiarras del siglo XJX. — Jerónimo Bécker 279 IV.